24 febrero 2013

Cap 1 Tu, mis celos y yo





CAPÍTULO 1: YO CUIDO LO QUE ES MÍO

BELLA

Estaba apurada terminando de hacerle la papilla a Renesmee, ella había volcado el biberón y gran parte de su leche goteaba ensuciando el piso de mi inmaculada cocina. ¡Rayos!

A veces, cuando me desbordaban los quehaceres, tenía ganas de salir corriendo y regresar a mi antiguo empleo en la revista de modas que mi cuñada Alice, dirigía.

Pero yo misma elegí quedarme al lado de mi hija hasta que cumpliera al menos 6 meses.

Nadie mejor que yo para cuidar de ella. Sabía que al volver a trabajar tendría que esforzarme el doble pues la moda cambia a una velocidad vertiginosa.

El teléfono sonó y me debatía entre ir a contestar o apagar la cocina. Renesmee empezó a llorar.

Creo que debí aceptar la propuesta de Edward y dejar que venga alguien a ayudarme con la limpieza, el lavado y la cocina. Pero quería ahorrar, necesitábamos ese dinero.

Nuestra bebé era una fuente inagotable de egresos. Pañales, leche, ropa, juguetes.

Y yo con gran alegría iba de tiendas los fines de semana a comprar todo lo que hacía falta. Aunque en el transcurso de la semana trabaje como esclava en el hogar.

Levanté a mi enana y le dejé en su corralito, unos minutos lloriqueando no le harían mal. Corrí a levantar el auricular antes que dé la última timbrada y la llamada sea derivada a la contestadora.

— ¿Diga?

—Buenos días. ¿Disculpe, es la casa del Doctor Edward Cullen?— era la voz de una mujer. Y no la conocía.

—Sí, él está trabajando ¿Quiere dejar algún encargo?

—Bueno, no en realidad, quisiera saber la dirección de su consultorio— dijo.

Una paciente, sonreí. Mi marido era el mejor psicólogo de la ciudad, a veces lo llamaban a casa para consultas privadas.

—Claro. Es en el 535 de la Avenida Lincoln— dije recordando el hermoso lugar que Edward había conseguido hace tan sólo un año atrás. Antes tenía una consulta en una zona no muy próspera,  se dedicaba a ayudar adolescentes desadaptados, pero desde que nos casamos él “sentó cabeza” como dijo su padre. Puso un consultorio elegante y le va de maravilla. No sé porque tardó tanto en asentarse.

—Gracias. ¿Disculpe, es usted su hermana?— preguntó nuevamente aquella voz suave.

—No, soy su esposa— contesté muy orgullosa.

—Oh. No sabía que Edward era casado. Bueno gracias. Adiós—me colgó el teléfono. 

Achiqué los ojos. Si algo me molestaba, eran las mujeres que miraban demasiado a mi marido.  O las ofrecidas que se le regalaban. Y he conocido docenas de ellas, que tan sólo mirarlo parecen perder las bragas. ¡Malditas!

Bueno, sólo espero que esa “mujercita” quiera una consulta profesional. Ganas no me faltan de poner cámaras en el consultorio de Edward para saber cuáles de todas sus pacientes le hacen propuestas indecentes, mientras yo aquí en mi casa, soy su cenicienta. Porque aunque Edward no me lo diga, sé que ha tenido que echar de la consulta a más de una lagartona que le ha pedido que las “relaje”. Como si mi marido estuviera para satisfacer sus frustraciones. ¡Las odio! ¡Regalonas!

¡Qué exagerada que soy!  Mi marido era un hombre correcto. Y si estoy aquí con papilla en la cara, leche en mis zapatos y un delantal manchado, es porque yo lo elegí. Bien podría tener a alguien que se encargue de todo mientras yo juego con mi bebé, o podría también estar sentada en una cómoda oficina redactando artículos de moda. O vigilando a mi marido… no sería mala idea.

El grito que pegó mi hija me hizo saltar. ¡La papilla!


—Amor, hoy te llamó una mujer pidiendo  la dirección del consultorio— comenté mientras servía la cena. Lo miré fijamente para ver si sus expresiones cambiaban.

— ¿Te dijo su nombre?— respondió  mi Edward secando sus manos.

—No. Sólo dijo… Que no sabía que eras casado— el tono de mi voz se hizo duro.

— ¿Así? Quizás sea una antigua paciente que me encontró por la guía telefónica, hace tanto que no voy ni un fin de semana a apoyar a los albergues para madres adolescentes— él ni cuenta se dio que yo estaba un pelín molesta por esa llamada.

Edward siempre estaba en las nubes, pensando en cómo ayudar a las personas, planeando hacer centros de rehabilitación para suicidas, adictos y demás gente llena de problemas.

He de confesar que no soy alguien muy altruista. Me dedico a la moda, con eso digo todo.

Me da pena el sufrimiento del prójimo pero no es algo que me quite el sueño. Debe ser porque he tenido un hogar normal, sin altibajos, ni problemas. Crecí en un ambiente tranquilo, estudié, me gradué, conseguí un empleo, conocí al hombre de mi vida y formé una familia. No me salté etapas ni tuve una adolescencia rebelde. Quizás porque no había razón para rebelarme por nada.

—Pues no sé quién era. No dijo su nombre. Y me colgó— seguí haciéndome la interesante.

—Hoy no he tenido pacientes nuevos. ¡Qué bien huele eso!— acercó su nariz a mi asado. Edward era despistado para mis reclamos. ¿O se hacía el despistado?

Una vez me había dicho que entendía mejor a un suicida que a una mujer celosa. Y que si quería reclamarle algo, se lo diga de frente y con todas sus palabras.

Bueno, esto no ameritaba decirle que estaba celosa. Era sólo una llamada. Seguramente aquella mujer ni siquiera iría a verlo, ya le había dejado bien en claro que él tenía dueña. No hay de qué preocuparme.


Dos semanas después me encontraba en el centro comercial esperando a Alice y Esme. Necesitaba comprar más ropa de bebé. Nessie crecía a una velocidad asombrosa y estaba engordando. Necesitaba todo, una talla más grande.

— ¡Ey Bella!— escuché que me llamaban. Reconocería esa voz en cualquier lugar. Mi mejor amiga, mi socia. Alice Cullen.

Nos conocimos en la universidad, yo cursaba el último semestre de literatura y ella el de administración. Pero ambas coincidimos en que nos gustaba mucho la ropa, los accesorios, las carteras. Con mis ediciones y su visión de empresa nos fue bastante bien.

Ahora me siento tan desplazada. Rosalie Hale, la esposa de Emmett entró a trabajar en mi lugar. No es tan buena redactando los artículos pero las fotografías y la edición han mejorado bastante. 

Y, cómo para terminar de deprimirme Rose venía al lado de Alice. Nunca fuimos las mejores amigas, siempre guardé mis distancias porque las rubias no me caen bien.

— ¡Bella! ¡Nessie! ¿Cómo está la bebé más hermosa del mundo?— allí iba mi cuñada otra vez. Siempre que veía a mi hija la llamaba como el monstro del Lago Ness y se dedicaba a hacerle caritas a la niña.

—Hola Bella, tu hija está muy bonita— una sonrisa genuina alumbró el rostro casi siempre adusto de Rose.

—Gracias. ¿Cómo va todo en la revista?— pregunté.

—Ah muy bien, nos demandaron esta semana. ¡Me sonrió! ¿Vieron? ¿Vieron?— Alice saltó de alegría mirando a su sobrina mientras yo me quedé helada.

—La línea de primavera que sacamos es bastante parecida a la de Savagge, la empresa de Jessica— me anunció Rose. Caray, eso no podía ser verdad.

—No es parecida, es la misma. La muy idiota se copió mis diseños antes que yo los sacara. Hace dos meses se malogró la fotocopiadora de la empresa, como no quise gastar la tinta de todas las impresoras, las llevé a fotocopiar a un centro fotográfico. De allí debió haberlas tomado. Pero no hay problema, las tengo patentadas desde hace un mes y su revista apenas salió el lunes. ¡Me hizo un puchero! ¡Mírenla! ¡Me ama!— chilló mi amiga. La revista era lo que menos le importaba en este momento.

—Pero es seguro ¿Verdad? ¿No habrá problemas?— pregunté alarmada. Rosalie también parecía encantada con Renesmee y no mostraba la debida preocupación.

—A menos que ella las patentara antes, no tendremos de que preocuparnos, en todo caso, nuestros folios están fechados. Emmett prometió encargarse personalmente del asunto— había olvidado que el marido de Rose era abogado.

Entramos a más de veinte tiendas y adquirimos tanta ropa que sería suficiente para que mi nena se vistiera por varios meses. Alice estaba loca de alegría probándole muchos vestidos, que cansada de tantas cosas nuevas, la princesita se durmió.

Mientras comíamos algo Alice recibió una llamada, era Esme.

—No mami… no, no he visto a papá desde anoche. Si, le llamaré— colgó. Rose y yo la miramos. –Papá se le perdió. Seguro está en una operación y por eso tiene el celular apagado— contestó. No sé porque Rose hizo un gesto desagradable. ¿Cuál era su problema? Nuestro suegro era una persona bastante recta. No podría imaginármelo haciendo algo indebido.

Nos despedimos casi al anochecer y me fui a casa.

Preparé la cena, la comida de Nessie, que nunca paraba de comer. Carambas, yo también estoy empezando a llamarla así. Planché un poco de ropa, miré algo de televisión y Edward no llegaba.  Era extraño, él nunca se retrasaba.

Marqué su celular y estaba apagado. No sabía qué hacer. Le llamé a mi suegra pero me dijo que Carlisle y Edward estaban juntos por un detalle médico.

Mi marido llegó una hora después, bastante serio.

— ¿Qué pasó amor? ¿Por qué llegas tan tarde?— pregunté. Quizás elevé un poco el tono de mi voz.

—Problemas en el trabajo— respondió colocando su maletín en el lugar de siempre.

— ¿Qué problemas?— pregunté poniéndome delante de él. Esperaba que no saliera con su discurso de siempre, cuando estoy enfadada. Edward me había pedido varias veces que vaya a ver a una colega suya, porque mis emociones están algo desequilibradas desde el parto.

—Alguien falleció— dijo muy preocupado.

— ¿Se mató?— me asusté mucho.

—No. Ya estaba mal, yo no sabía. Apenas me enteré hace un par de días de su estado. Tendré que ayudar un poco, era una mujer… con pocos recursos— dijo quitándose el abrigo.

—Claro amor. Pero deberías contactar con servicio social ¿No crees?— pobre de mí Edward, tenía tan buen corazón, creo que debido a eso nunca amasó fortuna. Siempre estaba ayudando a los demás olvidándose de sí mismo. Pero ahora no podía darse el lujo, no cuando nuestra hija crecía y necesitaba cosas. Además estaba la hipoteca de la casa. Él ganaba bien pero el pago mensual de nuestra residencia nos dejaba sólo el 50% de sus ganancias.

—Sí. Eso haré. Mañana estaré fuera del consultorio… arreglando papeles— me sonrió tristemente.

Antes de irnos a la cama, eché un ojo a su abrigo. Tenía la mala costumbre de hurgar en sus bolsillos por si tenía papeles que botar. También revisé su celular. Había tres llamadas entre ayer y hoy que no estaban registradas.  De distintos números. No me pareció importante.

Dicen que quien no siente celos no está enamorado. Y yo estoy loca por Edward. Pero cuido lo que es mío, estoy siempre al pendiente, siempre vigilante. Una planta que no se cuida, muere. Por ello yo siempre estoy muy pendiente de las necesidades de mi marido.

Le tengo la comida más deliciosa preparada cuando llega. Cuido mi aspecto, no quiero que crea que soy una mujer descuidada de mi apariencia. Tengo la casa muy bien arreglada para que sea un ambiente agradable. Su ropa siempre está limpia, sus cosas en orden.  Soy la esposa perfecta.

Pero durante el día lo extraño tanto que me desespera saber que él sale a comer con sus colegas, va a reuniones de la sociedad de psicólogos, lleva una maestría los sábados.  Y yo no estoy incluida en eso. Tengo miedo que por allí conozca a alguien más bonita, más joven, más… interesante. Sé que él me ama pero ¿Cómo estar segura que me es fiel siempre?

Los hombres suelen mirar a las mujeres, se fijan en un buen trasero en unos pechos enormes. No sé si Edward sea la excepción. Y hay algunas ofrecidas que no le importa que sean hombres casados. Igual ofrecen su mercadería sin el menos pudor. ¡Cuántos hogares se han destruido por esas tipas que no tienen moral!

Recuerdo que en mi hogar sólo una vez hubo un problema de ese tipo. Una vez llegó a trabajar a la delegación de policía una teniente que venía de Seattle. Y le echó el ojo a mi papá. Se hizo amiga de mi madre, venía a la casa a visitar. ¡Incluso me regaló una cadena de oro en mi cumpleaños!

Grande fue mi decepción al ver que se le regalaba a Charlie el día del aniversario de la policía. Mi padre, que no suele tomar alcohol, había bebido un par de copas. Yo llegué al salón de eventos porque mamá me envió con algunos bocaditos. Ella estaba muy resfriada y no pudo ir.

Escuché claramente como esa teniente le proponía a papá ir a otro lugar más privado. Le dijo que estaba muy atraída por él. ¡Que sus bigotes eran sexys!

Yo quería llorar de rabia, afortunadamente papá se negó. Aproveché que ella fue al baño para hacerle una escenita. Tomé las butifarras que mamá y yo habíamos hecho y le restregué en la cara y el cabello con tiras de asado y cebollas. Le advertí que no volviera a casa o le contaría a mamá sus bajas intensiones.

Al poco tiempo esa perra se fue de Forks y Renée nunca se enteró de nada. Pero ese pasaje quedó tan marcado en mi memoria que tengo miedo siempre que alguien como esa “Sue” aparezca en la vida de mi esposo.

Dormí tranquila esa noche. Creo que fue la última noche que descansé bien. Porque desde entonces mi vida rutinaria se transformó en un verdadero infierno que me arrastró a cometer muchas acciones precipitadas.

*************

Primer capítulo de este fic corto.

Gracias por leer.

21 febrero 2013

TÚ, MIS CELOS YO




RATED: T (+ 14 años)

GÉNERO: Parodia / Drama

PAREJAS: Edward y Bella

UNIVERSO ALTERNO - TODOS HUMANOS



TÚ, MIS CELOS Y YO


SUMARY:

Situaciones maritales comunes, dudas, pensamientos recurrentes e ideas circulares que nos asaltan a muchas personas. Pero… ¿Cuándo uno atraviesa el umbral de lo patológico? ¿Será que los celos nos pueden llevar a cometer locuras?

“Tengo un esposo maravilloso, una princesita hermosa y el hogar que siempre soñé. Pero no permito que NADIE mire a mi marido, muchas mujeres son potenciales ROBAMARIDOS por ello siempre estoy pendiente y al tanto de lo que Edward haga, los lugares que visite y la gente con la que se rodee. Yo sé cuidar lo que es mío.” Bella Cullen.

“Muchas veces he notado que Bella tiene un leve trastorno bipolar, lo que incrementa su inseguridad ante ciertas situaciones. Tal vez eso cause algunos de sus arrebatos pero no puedo obligarla a pedir ayuda profesional mientras ella no se dé cuenta que la necesita” Edward Cullen.


Cap 1 Mis 2 maridos




CAPÍTULO 1

HABÍA UNA VEZ…

Toda gran historia empieza así. Y yo les vengo a contar la mía, así que…

Había una vez, una adolescente con las hormonas alborotadas que se enamoró locamente de un muchacho moreno, musculoso, que solía andar sin camisa. Manejaba una moto y lucía sus hermosos y blancos dientes a donde quiera que vaya. Nadie sonreía como él, nadie bailaba como él… nadie podía igualar al gran Jacob Black.

Esa adolescente soy yo… o mejor dicho, lo fui. Ahora tengo 25, en un par de meses cumpliré 26…  y un año de ser viuda.

Cuando mi esposo Jacob murió en un accidente de tránsito, en la autopista hacia La Push, quedé devastada. Y digo devastada, no sólo por la muerte de Jake sino por todo lo que vino con ello.

Me case hace 5 años, muy enamorada. Tan enamorada que no me importó dejar la casa de mi padre, tan enamorada que ni siquiera quise estudiar una profesión. Yo vivía, miraba y respiraba por Jake.

Todo lo que él decía yo lo hacía o lo aceptaba. Incluso cosas que ahora me avergüenzan. ¿Por qué me idioticé tanto con él?

Creo que nunca lo sabré.

Por mucho tiempo yo fui su marioneta. Y fui feliz así. No me daba cuenta que hacía el papel de idiota. Alice me lo había advertido. Rose dejó de hablarme y a mí no me importó.

Cuando Jake murió sentí que despertaba de un sueño, para darme de narices con la realidad.  Sin estudios, sin oficio, sin casa.

La pequeña cabaña en la que vivíamos en La Push era de su primo Quil,  Jake se la rentaba y como no tuvimos hijos y me quedé sola, me echaron. Y claro,  debíamos varios meses de renta por eso se quedaron con todas nuestras cosas. Sólo salí de allí con la ropa que tenía puesta.

Y qué decir del trato… luego que me quedé viuda, la gente no me respetó más. Jared y Quil siempre me gritaban cosas obscenas desde sus motocicletas. Y Leah solía atacarme con indirectas. Bueno ella tenía razón, muchas veces me advirtió y yo no la quise escuchar.

A Jacob le gustaba… me da pena decirlo… A él le gustaba hacer intercambio de parejas. Y yo de tonta que lo aceptaba. Terminé acostándome con muchos de sus amigos y parientes. Con Sam, Embry, Call, Jared… incluso con Mike Newton, una vez que vinimos a una fiesta en Forks.

Para esto, Jake me convenció de inyectarme unas hormonas. Él decía que yo era algo frígida y que esas sustancias harían que me resulte más placentero el sexo. Y terminaron por hacerme sexo—adicta.

Teníamos nuestros encuentros como conejos, en toda la casa, el patio, el jardín… a decir verdad en todo La Push. Lo mínimo eran 6 veces al día… dos en la mañana, 2 al medio día y 2 por la noche. Y los fines de semana eran continuos. Empezábamos el viernes por la noche y no parábamos hasta los domingos a medio día. Organizábamos fiestas o asistíamos a alguna donde habían muchas parejas.

Solía despertarme debajo de alguien diferente cada vez. Eso era humillante. Tener que buscar a Jake y llevármelo a casa para alimentarnos.

Pero eso comenzó alrededor del tercer año de nuestro matrimonio, es decir los últimos años que Jake estuvo vivo.

Al quedarme viuda regresé a casa. Papá ya no vivía aquí. Se casó y se fue a Seattle. Y mamá, ella ya ni me llama. La última vez que la vi, se marchó hecha una fiera. Le vació en la cabeza, un bol lleno de fideos con salsa a Jake. Él le dijo vieja metiche… y yo no la defendí.

Hablé con ella luego del funeral. Ni siquiera quiso venir. Quizás por eso no le escribo ni le llamo. Papá si vino a darme sus condolencias y las llaves de la casa. Creo que para él fue un alivio. También me dejó una tarjeta del banco. Había un par de miles de dólares, según él, es lo que había ahorrado para mi universidad.
No se la habría aceptado de no ser porque no tenía absolutamente nada de dinero.

Y con ello pude comer el tiempo que me encerré a querer morirme.

Pero como el ser humano tiene instintos de supervivencias, un día me levanté, me duché, fui a la peluquería, compré algo de ropa y salí a buscar un empleo. Fue difícil, mucho. Nadie quería contratarme porque no tenía experiencia en nada.

Sólo la librería me dio trabajo medio tiempo. Y no para atender al público, sino para limpieza. Y la semana pasada encontré trabajo el medio día libre que me quedaba, también limpiando un consultorio psicológico. Y para buena suerte, la psicóloga, la doctora Ángela me está ayudando. Ella misma me ofreció una terapia.

Me recetó unas pastillas para dormir, pues a veces tenía pesadillas espantosas.

Y fue así como conocí… al farmacéutico.

Al hermoso, serio y  siempre bien educado Edward Cullen.

Aquí comienza la historia en realidad, lo anterior fue sólo para mostrarles que a veces la vida te trata como a hijastro. Te golpea, te humilla, te deja con hambre y te vuelve a pegar.

Pero a veces, también te da oportunidades nuevas. En realidad lo que me pasó antes fue por ser muy tonta, crédula y enceguecerme por un hombre que no valía la pena.

......................

Mi nueva locura amigas, actualizaré un capítulo por semana porque ando atrasada en mis otros fics.

Gracias por leer.

PATITO

MIS 2 MARIDOS




RATED: M (+18 años)

GENERO: HUMOR / ROMANCE

PAREJAS: EDWARD / BELLA

TODOS HUMANOS - UNIVERSO ALTERNO


MIS DOS MARIDOS
(Inspirado en el libro y obra teatral Doña Flor y sus dos maridos)



SUMARY:

Bella Swan perdió a su esposo Jacob, hace un año. “Jake parrandero” como era conocido, fue un sujeto muy fiestero, alocado y vital. Arrastraba a la pobre Bella de juerga en juerga, desde que eran novios. Se casaron jóvenes, por ello Jake no la dejó estudiar y Bella se conformó con ayudarle en su taller mecánico.

Las fiestas en casa de los Black-Swan eran conocidas por terminar siempre en peleas, líos y arrestos. Los amigos de Jake, la pandilla de los lobos, eran todos iguales a él. Arrastraron al límite a la pobre Bella pues muchos tenían sus parejas estables y les gustaba hacer tríos o intercambios de parejas. 

Para Bella la muerte de su esposo fue triste pero a la vez puso fin a 5 años de dolores de cabeza. Dejó aquella casa en La Push, mejor sería decir que la obligaron a dejarla, y regresó a la casa que fue de sus padres alguna vez.

Resignada y decidida a seguir con su vida, Bella encuentra la oportunidad que esperaba en el guapo farmacéutico que llega a Forks. Pero Edward es diametralmente opuesto a su anterior marido, él es un caballero a toda regla.

Y aunque no quiera, Bella siempre termina comparándolos.

Mil y un enredos de una viuda que se vuelve a casar pero que no encuentra la paz que buscaba porque el fantasma de su marido muerto la persigue…

Jake regresará del “purgatorio de la rumba” para hacer vivir a Bella las más alocadas situaciones ya que sólo ella puede verlo.

CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 4

CAPÍTULO 5

CAPÍTULO 6

14 febrero 2013


Quiero mi poster tamaño natural!!!


¡¡FELIZ DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD!!

Gracias por visitarme, el blog está oficialmente inaugurado.

Han sido semanas de duro trabajo para poder traerles un lugar dónde pueda publicar sin el temor y los sinsabores de los plagios.

Espero que me visiten, aquí subiré los capítulos de los fics en proceso y adelantaré los nuevos proyectos de fics que se están gestando en mi cabecita loca.

Miles de gracias por la paciencia y la espera amigas.

Gracias por leer!!

PATITO

Misión San Valentín







Misión San Valentín

By: Jimena

Todo comenzó un día normal, estaba sentada viendo televisión mientras, mama, cocinaba en eso llegó papa y me cargó.

— ¡Ay! ¡Papá!—dije fingiendo estar molesta.

—Vamos a comer cariño—dijo mi papi, Edward.

Solo le sonreí pues todos los días me hacía lo mismo, ya me acostumbré.

–Yupi, ¡pizza! –exclame al ver mi comida favorita.

—Tranquila, Nessie, no pongas cara de muerta de hambre.

—Es que tengo el estómago vacío. — Y puse mi mejor cara de gatito hambriento.

—Déjala comer Bella debe estar muy cansada—Me defendió mi padre.

—Bueno, sírvanse 3 porciones cada uno y no coman antes de agradecer—Dijo mamá.

 Trate de comer lo más despacio que pude, pero aunque hice todos mis esfuerzos termine en un dos por tres.

—Nessie, toma un pedazo más. —Me ofreció mi padre— Debes estar hambrienta.
—No, Edward, ella ya comió suficiente. Tú deberías comer más, ya que trabajas.

—Pero ella está en proceso de crecimiento, mi amor.

— ¿Crecimiento? Si el pediatra dijo que tenía sobrepeso.

—No está gorda, solo un poco llenita.

—Pues tiene 6 kilos de más no es un peso apropiado para una niña de tan solo 9 años.

—Ese pediatra está equivocado. Hay que llevarla con Carlisle.

¡Claro! Tu padre, ¡siempre tu padre! Tu padre es doctor, ¡no pediatra! ¡Si lo dijo el pediatra, hay que creerle porque está especializado en niños!

Otra vez peleando. Desde que mama se embarazó empezaron a pelear por cualquier cosa.

Siempre terminaban dándose un beso. De pronto el sonido de un plato rompiéndose al caer al suelo me hizo volver a la realidad.

—Isabella Swan ¡Tranquilízate! –Dijo papá

Vi la escena detenidamente: Mama estaba roja de rabia y con un plato en la mano, papá trataba de calmarla con palabras dulces y suaves, tras él había un plato roto que había esquivado, me sorprendí de ver que mamá casi le acierta, entonces me di cuenta de que esta si era una pelea de verdad.

— ¡Mama! ¡Papa! —grite cuando ella estaba apuntándole a papa otro plato.

— ¡Cállate Renesmee! –Grito mama.

—No le hables así a la niña –Le dijo papa.

Mama lo miro con cara fea y se fue a la cocina. Papa solo me miro y me dijo que lo arreglaría todo para mañana, puesto que había roto el plato le había dado a mi muñeca de porcelana.

Ya eran casi a las 10 de la noche ¿Tanto se demoran en pelear los adultos?

Fui a mi cama y admire el bello dibujo que había hecho de mi familia. Incluso había dibujado al nuevo “roba cariño” que estaba por llegar.

Escuche muchos gritos y a la vez un sonido familiar, como el que hacia mi walkie talkie… ¡MI WALKIE TOLKIE!

Rebusque por toda mi habitación en búsqueda de ese preciado regalo de mi mejor amigo y a la vez vecino, Jacob, me dio. Íbamos en el mismo curso y siempre estábamos juntos.

— ¿Si? ¿Jake?

—Nessie, ¿Cómo estás?

—Bien. ¿Por qué?

—Escuche gritos y que algo se rompía en tu casa.

—Ah eso, no fue nada solo mi mama y mi papa peleándose. Uy, tengo que cortar mama y papa están subiendo.

—Ok, te hablo después.

Escondí mi walkie talkie rápidamente. Papá y mamá entraron.

 —Disculpa mi amorcito –Me dijo mama al entregarme un plato de pizza.

—No, mama, ya no tengo hambre. –Le dije.

—Bueno, si se te antoja, te la dejo aquí. –Dijo mientras depositaba el plato en la mesa de noche.

Ellos salieron y voltearon brevemente para enviarme un beso volado.

Pero mientras pasaban los días las discusiones se hacían más intensas. A diario había una o dos peleas entre ellos.

Ya no sabía qué hacer y además tan cerca de San Valentín no puede haber dos personas que se aman discutiendo tanto.

Así que Jake y yo iniciamos la “Misión San Valentín”.

Todo debía ser tierno y delicado, por tal razón iniciamos decorando mi casa.

No funcionó pues decore toda la casa con flores pero no sabía que mama era alérgica al polen y se molestó mucho con papa al pensar que él me había mandado a decorar.

Lo siguiente era regalar flores a mama de parte de papa pero como era alérgica no iba a funcionar.

Decidimos darle chocolates en un envase con forma de corazón y envueltos en un forro color rojo con pequeños corazones en todos lados. Y por supuesto una etiqueta que dijera que era de mi papa.

Tampoco funcionó porque el chocolate le provoco problemas estomacales a mama y casi le pega a papa pensando que lo había hecho a propósito.

Lo que en verdad paso fue que reunimos todos nuestros ahorros y compramos un chocolate de mala calidad y con fecha de vencimiento cercana, puesto que teníamos poco dinero.

Lo último que se nos ocurría era una cena muy romántica a la luz de las velas como en las películas.

—Jake, la harina se hecha en el pastel no en el estofado –Le exclame al ver que tenía unas muy absurdas intenciones.

—Disculpa, Nessie, nunca antes había cocinado –Me dijo con cara de perrito abandonado.

—Bueno, ve a ver el arroz –Dije— No se vaya a quemar.

—AYY —Grito mi amigo

— ¿Qué pasa?—dije al voltear y vi la peor escena en la cocina.

Jake estaba cubierto de harina, azúcar y huevo.

—Era lo único que teníamos para hacer el pastel –Dije apenada

—Lo lamento Nessie –Dijo, mientras una lágrima caía sobre su pecho.

—No te preocupes podemos conseguir más

—No a estas horas, todas las tiendas deben de estar cerradas.

—Entonces será sin pastel.

—­ ¿Qué les vamos a servir? El arroz ya se quemó.

—Aún tenemos guiso.

—No sirve lo dejaste de mover y esta negro.

—Hay un poco de helado.

—Nos lo acabamos ayer.

—Podemos ordenar pizza.

—Solo atienden hasta las 8 en punto y ya son 9 y media

Jake se aseo en un tiempo record, me dio ganas de llamar a esos señores de los records Guinness.

Así fuimos repasando todas las alternativas y optamos por servirles fresas con chocolate derretido puesto era lo único que había en la refrigeradora.

Busque en internet como hacerlo y decía que había que ponerlo en baño María y le pregunte a Jake si teníamos alguna vecina llamada María para que se bañe y podamos derretir el chocolate.

— ¿Seguro de que no hay ninguna María en el barrio?

—Más que seguro. Un momento recuerdo una María… ah, la ex novia de tu tío Jasper.

— ¿Tuvo alguna otra novia a parte de la tía Alice?

—Sí, se lo oí a mi mama.

—Pero sabes que tu mama es una chismosa.

—Hey, no te metas con mi mami.

—Está bien. ¿Entonces qué hacemos?

—Busca en tu laptop “Baño María”.

—Ahh, no es una chica que se llame María es una forma de calentar alimentos.

—Menos mal, no quería entrar en una casa y decirle a una señora que se bañe junto al chocolate.

—Jajajaja… no sería apropiado y menos a estas horas.

—Hay que apurarnos ya van a llegar tus papás.

Hicimos todo lo que nos dijo el internet y llegamos a derretir todo el chocolate y cortar las fresas, solo quedaba arreglar el lugar.

Después de 15 minutos todo estuvo perfecto, las velas prendidas y como música de fondo “A Thousand years” de Christina Perri.

Todo era tan romántico.

—Espero que les guste todo –dije

—Les encantará –dijo Jake viendo su reloj de pulsera.

 En eso entro la mama de Jake.

— ¡Mama! ¿Qué haces aquí? –dijo Jake

—Hijo, esta es nuestra casa.

— ¡QUE! –dijimos al mismo tiempo

Cogimos rápidamente un carrito muy grande y pusimos absolutamente todas las cosas que habíamos hecho. Abrimos la puerta y vimos a lo lejos a mi mama y a mi papa. Entramos a mi casa y empezamos a decorar todo colocamos las velas, una fuente de chocolate y todas las fresas.

—Apúrate, ya vienen.

—No lo puedo hacer más rápido

— ¿Vas a irte? –le dije justo cuando lo vi cogiendo el pestillo de la puerta.

—Ok, seré el mozo –Me dijo.

Oí abrirse la puerta.

— ¿Nessie, donde estás?

Volteé a ver a mi amigo que con una rapidez impresionante se había disfrazado de mozo.

—No te preocupes yo los guiare hacia el comedor –me susurro Jake

Salió de nuestro escondite y escuche carcajadas.

—Señores Cullen, pasen al comedor, por favor.

Escuche que se acercaban cada vez más a ese paraíso de enamorados, la felicidad y la nostalgia flotaban en el aire. Recordé nuestro quinto San Valentín lleno de emociones y alegría. Yo corría por todos lados con chocolates y tarjetas en forma de corazón fue el mejor San Valentín.

—Wow, fresas con chocolate –Exclamó papá.

—No te hagas, Edward, sé que enviaste a los niños a hacer esto.

—Cariño, yo no los he enviado a hacer nada.

Vi que las cosas se estaban poniendo feas así que me levante y les dije lo mucho que los quería y que por tal razón había hecho esto.

— ¿Cuánto les diste Edward? ¿$/. 15, $/. 20, $/. 50? No los puedes andar sobornando para que te perdone.

—Mamá, mi papá no me ha pagado nada.

— ¡Edward, dime la verdad!

— ¡No he hecho nada!

— ¡No te creo!

— ¡Preciosa, cálmate!

— ¿Por qué no se dan cuenta de que nuestra familia se está desmoronando? – grité. Y salí corriendo en medio de las lágrimas hacia mi habitación.

Mi familia no tenía remedio, solo era cuestión de tiempo para tener que elegir entre mi mamá y mi papá.
*toc, toc, toc*

—No voy a abrir, mama.

—Soy Jake

— ¡Quiero estar sola!

Estuvo tocando por unos minutos más y luego oí que se alejaba.

—Todo es por tu culpa –escuche a lo lejos.

—Yo no hice nada, Bella

—Eh, disculpen, yo… me voy

—Adiós, Jake –Dijo mi padre

Ahora estaba sola con dos adultos que se comportaban como dos adolescentes caprichosos.

En eso se me ocurrió una idea, ¿Por qué no vivía con Jake?

No, era algo muy desesperado.

Mejor me iba con mis abuelitos Esme y Carlisle…

Ellos me entenderían, me cuidarían, me llevarían a la Universidad, me ayudarían con mis hijos, yo los cuidaría de ancianos…

Ya me imaginaba toda una vida con ellos.

Escribí una nota diciendo que ya no estaba feliz aquí y me iba de casa.

Cogí lo más importante, como mi mochila llena de cuadernos, mucha ropa, libros, muchos libros, demasiados libros, pues adoro leer.

Con suerte mis abuelos no llamarían a mis padres.

Salí por la ventana y toque el suelo con mucha gracia.

Eran como a las 10 de la noche.

En eso vi a Nickey Newton Stanley, el hijo de Mike Newton y Jessica Stanley.

¿Quién le pone de nombre a su hijo una combinación entre Mickey Mouse y la marca de zapatillas Nike? Son bien tontos la verdad.

No me podía creer que el niño salió igual a sus padres, es tan torpe que no parece acordarse de cuál es su izquierda y cual su derecha cuando camina y es tan tonto que ni siquiera puede sumar una fracción homogénea.

Sacando la basura se veía como un mono con dos grandes cocos en cada mano a punto de caerse.

—Hey, Ness ¿A esta hora despierta?

—Sí, ¿Algún problema?

—No, nada solo que a estas horas yo ya estoy dormido.

— ¿Y?

Con él ni se podía hablar. Enredaba todo y no pronunciaba bien

— ¿Qué haces?

—Me voy de mi casa

— ¿Por?

—No quiero seguir aquí, en especial con un vecino tan tonto y sin cerebro.

—Deja de hablar así de mí, todos me quieren.

— ¡JA! Hice una encuesta entre rescatarte a ti y a un gatito. El gato gano

— ¿Por qué me tratas así?

—Ummm… no sé, ¿Será porque no eres buena persona y siempre me andas molestando?

—Yo no te molesto

—Y… ¿Por qué razón me jalas el pelo, me dices que soy una sonsa?, en especial, ¿Por qué me quieres quitar a mi mejor amigo?

—Él se merece un amigo, se la pasa todo el día contigo. Los hombres no deben andar con mujeres, ustedes siempre lo malogran todo.

Saque muy despacio una manzana de mi mochila y se la tire en la cabeza. Por suerte yo si tengo buena puntería, le di justo en la frente y se fue llorando a su casa.

La gente normal, como yo, ya está harta de los retrasados como él.

Bien, la casa de mis abues estaba un poco lejos.

Me llevaría un par de horas llegar, pero a las 10 calles ya estaba agotada.

Creo que aún faltan otras 10 más.

Llegué a un parque muy bonito y me senté en una de las bancas.

Había un señor a lo lejos y se me ocurrió preguntarle donde quedaba el Museo de madera de Forks, cerca quedaba la casa de mis abues.

—Disculpe señor, ¿Sabe dónde queda el Museo de Madera?

— ¿Qué haces a esta hora despierta? – dijo el señor mientras se levantaba y me cogía de la mano.

— ¿Abuelo?

— ¿Y tus padres?

—No vienen conmigo.

—Ven vamos con Esme.

—Ok –Dije mientras sonreía

¡Ya me encontré casa! Ahora viviría una vida muy feliz.

Llegue a mi segunda casa, tan grande y bonita como siempre.

—Jovencita, ¿Que hacías en la calle a estas hora?

—Mama y papa se pelean mucho y me fui de casa.

—No los puedes dejar así como así ¿Y tus estudios?

—Traje toditos mis útiles.

— ¿Te pensabas mudar?

—Claro, no van a llamar a mis padres ¿Verdad?

—No –dijeron al mismo tiempo— lo haremos mañana a primera hora.

— ¿QUE? Yo quería pasar un tiempo con ustedes.

—El único tiempo que pasaras será en el cuarto de huéspedes.

—Está bien.

Me llevaron al pintoresco cuarto de al fondo, era muy feo.

Me leí dos libros de tan solo 68 páginas cada uno, me quede pensando en mi papa y mi mama, lo mejor era que no se disgusten, por el bien de mama.

Qué bueno que dije a donde iba, porque si no mama se hubiera desmayado.

Esto me iba a dar un buen castigo, pero generalmente me porto bien, espero que no sea un castigo muy fuerte.

******************************

Desperté algo agitada había tenido una pesadilla de la cual ya no me acuerdo.

—Nessie, ven cariño.

¿Esa es la voz de mama?

Seguro vinieron a buscarme.

—No voy a ir si siguen peleando

—Deja de hacer drama y conoce a tu nuevo hermanito.

¿QUE? ¿NUEVO? ¿HERMANITO? ¡SI!

Baje las escaleras como un rayo y logre visualizar a un pequeño bebe.

— ¿Cómo se llama?

—Anthony, nació cuando te fuiste...  hablaremos de eso después

—Déjame cargarlo.

—Claro, es todo tuyo.

Papa lo miro con ternura.

Él bebe era pequeño y con cabello cobrizo, abrió sus ojos verdes y me dedico una desdentada sonrisa.

—Hola bebe…

Bueno que le dices a un bebe que apenas te entiende.
Me miro atentamente y pude ver en su mirada que sabía que lo amaba.
Vi mi celular, era 14 de Febrero.

— ¿A qué hora nació?

—A la una de la madrugada.

—Pues bienvenido al mundo Cupido baby.

Así este fue el mejor día de San Valentín de toda la historia

♥  F I N  ♥



 Gracias por leer, este oneshot lo escribió mi hija Jimena para mí pero lo comparto.

PATITO











Cap 7 ¿Quién llamó a la Cigüeña?




CAPÍTULO 7

NO SOY LA UNICA FOREVER ALONE


Esa noche me preparé un bote enorme de ensalada de frutas y puse una película romántica. Seguiría torturándome con el mito del amor eterno y la media naranja.

El timbre sonó y fui a atender. ¿A quién se le ocurre molestar a una embarazada anónima un viernes por la noche?

— ¡Bella! Hace semanas que no salimos— Jake llegó felicísimo. Parecía que algo le había salido bien hoy. ¿Se habrá ganado algún premio?

—Es cierto, ya no me visitas ingrato ¿A dónde quieres ir?— sonreí.

—Vamos al parque de diversiones, hay uno que acaba de llegar a La Push, tiene una rueda de la fortuna…— mi amigo seguía hablando pero yo estaba pensando si eso no sería contraproducente en mi estado.

No, definitivamente no me subiría a ningún juego de esos. Por nada del mundo.

—Quédate conmigo Jake, anda. Empezó una película romántica de vampiros— rogué.

—Los vampiros no son románticos, te chupan la sangre Bella, son monstruos.

—Anda Jake, no tengo ganas de salir—seguí quejándome.

—No. Tú vienes conmigo. ¡Leah ha vuelto!

Mi mandíbula casi se cae al piso. Leah… tanto tiempo sin verla, mi amiga… ojalá ya haya olvidado…

— ¿Es en serio? Quiero verla, vamos— me cambié apurada.

Ella fue siempre tan buena conmigo y yo no pude apoyarla cuando pasó lo de Sam.

Aún hoy me reprocho eso. Haberla abandonado cuando más me necesitaba.

*** flashback***

Hacía una semana que Edward no me hablaba, los exámenes habían comenzado y a pesar de la tristeza que tenía, me alisté para ir a La Push. Era el cumpleaños de Sam y Leah ha estado preparado esta fiesta hace meses. No me perdonará si no voy.

Le pedí a Charlie que me deje llegar al siguiente día. Acordé con Leah que me quedaría a dormir con ella. La señora Sue era una mujer muy buena, lástima que su esposo siempre estaba enfermo. Antes él y papá iban de pesca cada fin de semana. Pero luego que al señor Harry le diera Clearwater lo atacara esa artritis, ya no salían.

Leah decía que estaban tratándolo en Port Ángeles y yo esperaba que se mejore. Sobre todo porque Seth el hermanito de Leah era muy apegado a su papá. Ese niño me cae bien, trabaja los veranos en Forks, ayuda en el único almacén que hay. Y tiene sólo 15 años, creo que estoy empezando a sentir una punzada de remordimiento. Buscaré trabajo apenas pueda.

Aunque Charlie no quiere. Dice que puede pagarme un extra por todas las cosas que hago como lavar, limpiar, encerar y mantener todo en orden y en su lugar.

Pero yo no siento que eso sea un trabajo. Es mi obligación. Y aún así me lleva varias horas del día.

Llegué a La Push temprano, estacioné en la casa de los Clearwater. Me dio gusto ver a mucha gente afuera, terminando de ayudar en la decoración. Habían hecho un pequeño  altillo improvisado para que se presenten los cantantes. Tres de ellos ya estaban afinando sus instrumentos.

A lo lejos divisé a Leah, quien estaba indicándoles a algunos de los chicos que se subieran a un árbol para colgar más guirnaldas.

—¡Bella!— llegó Jake a recibirme, se le veía sudoroso y cansado.

—¿Mucho trabajo?— pregunté con una sonrisa.

—Leah nos trata como sus esclavos pero no importa, nos pagara bien— sonrió de vuelta.
—¡Interesados! ¿Quiénes son ellas?— pregunté mirando un grupo de chicas desconocidas, nunca las había visto en la reserva.

—Son primas de Leah y algunas amigas, vienen de Makah, allá hay chicas muy bonitas, no digo que más bonitas que tu, solo que tu sabes, son lindas también— trató de hacerse el interesante.

—Ah sí ¿Cuál de ellas te gusta?— pregunte solo por preguntar. No tenía muchos ánimos para bromear.

—Todos coincidimos en que Emily es la más guapa de todas— dijo rascándose la cabeza.

—¡Bella! Llegaste— Leah venía hacia mí muy sonriente.

—Lo prometí— traté de sonreírle. Últimamente las sonrisas me costaban demasiado.

La noche transcurrió alegremente. Jake me sacaba a bailar cada tanto. Pero yo seguía sintiéndome incompleta, partida en dos. Rogaba porque Edward regrese pronto.

Fui a tomar algo, entré a la casa por refresco. Aún no era mayor de edad para beber. Tomé un vaso de jugo de arándanos y salí a la parte trasera de la casa. Era una noche bonita, la luna brillaba y había muchísimas estrellas.

¿Edward, también estás mirando al cielo como yo? ¿También piensas en mí? Suspiré. Tuve la necesidad de llamarle pero me contuve al oír voces susurrando.

Tal vez no deba… tal vez es algo privado. Traté de volver mis pasos pero un sollozo me causó curiosidad.

—¿Qué vamos a hacer?— gemía una mujer.

—Debemos asumirlo. Yo debo hacerme responsable— era la voz de Sam. Pero aquella voz femenina no pertenecía a Leah. Nunca la había oído.

—Te echarán de la reserva. Mi familia nunca me lo perdonará. Oh Sam ¿Qué haremos?— la mujer se echó a llorar.

—Debo hablarlo con ella. Es posible que luego de eso deba mudarme. No llores Emy, tranquila, todo saldrá bien. ¿Me amas?

No pude seguir oyendo, me sentía intrusa.

Caminé unos pasos de vuelta. Tan silenciosamente como pude. Pero no podía con eso. ¡Sam engañaba a Leah! Y al parecer su engaño había dado frutos.

Cuando Leah se entere… cuando se lo digan… ¡No! Será terrible. Yo sé cuánto ama a Sam. Se la pasa hablando de él desde niña. Cuando se hicieron novios, toda la reservación se alegró, eran una pareja espléndida. Ambos tan atléticos, tan fuertes.

Esto le romperá el corazón a mi amiga… ¿Cómo decirle sin destruirla?

Miré por la ventana pero en el lugar dónde escuché aquella conversación, había una sombra más. Alguien al lado de un árbol escuchaba los lamentos de la mujer y las palabras de amor de Sam.

Escuché un grito agudo que resonó en la noche. Parecía un aullido…

Leah lo sabía.

La vi correr rumbo al bosque, la música afuera cesó. La gente entró a la casa a ver qué pasaba. Murmullos, gritos y demás ruidos me aturdieron.

Sam corrió tras su novia engañada…

Jake me llevó a casa esa noche, todos traían caras largas y preferí marcharme a ser testigo de un problema tribal. Según Jake, estas cosas se arreglaban en un consejo de ancianos. Esa era su costumbre y su ley.

No volví a ver a Leah. Yo también estaba pasando un momento difícil, había hablado con Esme y eso me hizo olvidarme que los demás también tenían sentimientos. Me encerré en mi propio dolor.

Días después Leah se fue a Hawai. Una de las hermanas mayores de Jake trabajaba allí.

****** Fin del Flashback **********

Salimos rumbo a La Push, me sorprendí al encontrar una feria vistosa en un descampado al lado de la reservación. Había juegos mecánicos, futbolitos, tiro al blanco y camas saltarinas para los niños. Todo estaba tan iluminado que no parecía la reserva sino un bosque lleno de juegos.

Apenas divisé a Leah corrí a abrazarla.

— ¡Leah!— grité.

— ¡Bella!— vino a mí apenas me vio.

— ¡Qué bueno verte!

—No creías que me iba a esconder siempre ¿No?— dijo mientras me abrazaba.

— ¿Te estabas escondiendo?

—Ay Bella, tan despistada como siempre, claro que me fui a esconder al otro lado del mundo. Pero nadie estaba interesado en buscarme, ni siquiera mis amigos— me dijo a manera de reproche.

—Lo siento. No sabía a dónde llamarte.

—Bueno te perdono sólo porque nunca le he dado mi número a Jake. No quería que Emily me llame— dijo cambiando su sonrisa por una mirada dura.

Todavía le afectaba lo que pasó hace tanto tiempo. De la misma manera que a mí todavía me causaba tristeza recordar a Edward.

Caminamos por la feria mientras ella me contaba los lugares donde estuvo. Me sorprendí saber que pasó sólo dos años en Hawai. Y el resto del tiempo viajó de un lugar a otro. Y seguía tan sola como yo… No dejaba entrar a nadie en su corazón y trabajaba mucho para ahuyentar la pena que hace años le infringieron.

Ahora Sam estaba casado con Emily, tenían dos niños. Ya había hecho su vida y olvidado a mi amiga.

Me preguntaba si Edward habrá hecho lo mismo. ¿Saldrá con alguien? ¿Vivirá con alguna mujer? ¿Se casará alguna vez con otra?

—Vine porque quiero hacer las paces. Quisiera volver para pasar tiempo con mi hermano, han sido 5 años que me perdí de Seth. Ya está más alto que yo, he sido tan tonta— trató de sonreír.

—No. Sólo fuiste a curar tu corazón.

—Hablando de corazón… Pensé llegar y encontrarte casada con Jake— sonrió.

— ¿Jake?

—Mi madre mencionó algo sobre ustedes hace como 2 años.

—Oh si, lo intentamos pero es sólo amistad.

—Vaya… ¿Entonces quien es el padre?— preguntó mirando mi vientre.

¡No se notaba! ¿Cómo es que ella sabía?

— ¿Qué?— pregunté.

—Bella, tienes los pechos más grandes, las caderas más anchas y caminas de lado. Debes tener al menos 10 semanas.

¿Quién era ella? ¿Un ultrasonido andante?

— ¡Leah!— dije molesta.

—Yo no me equivoco Bella. No soy médico pero sí enfermera y he asistido a muchos partos. Y sé reconocer a una panzoncita a kilómetros.

La miré abochornada, creo que debía confiarme con alguien, pronto no podría ocultar mi estado. Ni siquiera usando ropas anchas.

—Era mi última oportunidad. La doctora me dijo que debían sacarme el útero…

—Entiendo. Yo he pasado por lo mismo. Y no tuve el valor…— sonrió tristemente.

— ¿En serio?

—Sí… además, según la medicina china, todas las mujeres que sufrimos una pena del corazón terminamos destrozando nuestros ovarios. Dicen que el corazón y el útero están unidos, pero no me hagas caso, son sólo… cuentos chinos— sonrió.

—Bueno yo… creo que no pensé bien las cosas y… no quería quedarme sola, y decidí que debía tener un bebé— sonreí.

—Pensaste bien Bella, fue la mejor decisión. Soy yo la que me quedaré sola. Pero ¿Quién es el padre?— preguntó.

—Fue… fue inseminación— dije lo primero que se me ocurrió.

—Debió costarte mucho, además está el riesgo que sea un embarazo múltiple— miró otra vez mi estómago.

—Bueno no… es sólo un bebé— sonreí. –Pero mi padre aún no lo sabe… ni Jake, ni nadie más— confesé.

— ¿Qué? ¿Cómo puedes ocultar algo así?

—Te dije que no lo pensé, yo sólo actué.

—Bella un embarazo así es riesgoso, toda la gente a tu alrededor debería estar enterada para que pueda cuidarte…

—Ey, Bella ¡vamos a subirnos!— gritó Jake tomando mi mano con intensiones que lo acompañe a la montaña rusa. No era muy alta pero no me podía arriesgar.

— ¡No!— grité quitando mi mano.

—Llevaremos a Leah— insistió.

—Bella no puede— dijo ella. –Se siente mal.

—Ay no jueguen. Esa cosa no tiene ni cinco metros, vamos Bella— rogó.

—No Jake, me siento mal en serio— traté de sonreírle.

— ¡Gallina!— mi amigo ahora me estaba retando. Aceptaría si eso no pusiera en riesgo a mi bebé.

—No Jake. En verdad no puedo— me puse seria.

— ¿Por qué?— preguntó muy interesado.

—Estoy Bella está embarazada— le soltó Leah muy feliz.

Pero la sonrisa de Jake se desvaneció. Abrió la boca y se quedó rígido.

— ¿Qué?— dijo minutos después. Leah lo miraba sonriendo.

—Que espera un bebé, un ser humano pequeño— le dijo como si Jake tuviera 5 años y no fuera capaz de comprenderlo.

— ¿Cómo? ¿Quién? ¿Cuándo?— trataba de preguntar mi amigo de forma atropellada.

—Mejor me voy, regreso cuando le hayas explicado Bella, no quiero ver esto— Leah nos dejó. Llevé a Jake a sentarnos en una banca.

—Fue algo precipitado, estoy enferma, tenían que operarme y ya nunca podría ser madre, así que yo… decidí tener un bebé. Fue inseminación— seguí manteniendo mi mentira.

— ¿Cuánto tiempo tienes?

—11 semanas.

— ¿Charlie lo sabe?

—No. Y debo decírselo cuanto antes.

—Sí… es algo difícil de ocultar ¿sabes?

—Lo sé. Sólo espero que él y tu puedan ayudarme— lo abracé pidiendo su apoyo.

—Claro. Lo único que me ofende es que no hayas pensado en mí. Tú sabes que sería un buen padre y un buen marido— me miró fijamente.

—Jake. Lo nuestro no funcionó…

—Porque no pusimos mucho de  nosotros Bella, pero si tu quisieras…

—Te quiero a mi lado… quiero que seas el padrino de mi hijo… o hija— le sonreí.

— ¿Padrino? Pero… Bella, yo quisiera ser…

—Tú eres como mi hermano Jake, serás un tío fabuloso y un excelente padrino.

—No. Yo puedo ser más que eso… si tan sólo me dejaras.

—No voy a atarte a mí Jake por eso no te pedí ayuda. Quiero ser una madre independiente, trabajaré mucho y sacaré a mi hijo adelante…

—Me hubieras preguntado al menos… A mí sí me gustaría estar involucrado en esto— se quejó.

—Gracias. Y lo estarás, dentro de poco apenas podré caminar y quiero verte allí.

—Dalo por hecho. Yo quiero ver qué cara pone Charlie cuando le digas— sonrió.

—Se lo diré hoy. No tiene caso que lo siga ocultando, él ya sospecha.

—Si claro… por eso dice que estás rara.

— ¿Lo ves? Iré directamente a decirle.

—Te acompaño, vamos.

Nos despedimos de Leah que soltó una fuerte carcajada al escuchar que le avisaría a Charlie. No le vi la gracia.

Llegamos a casa, papá ya había regresado. Al vernos entrar se extrañó.

— ¿Tan temprano? Creí que la feria era divertida— sonrió.

—Papá, siéntate por favor— le dije para poder conversar a gusto.

Pero  Charlie, no se sentó. Tomó a Jake de la camiseta y lo estampó contra la pared.

—Cobarde ¿Cuánto tiempo más ibas a esperar para decirme?— le reclamó.

— ¡Papá! ¿Qué te pasa?— grité.

— ¡Contesta miserable!— Charlie no me escuchaba. –Te di mi confianza ¿Así me pagas? Ni siquiera tienes el valor de decírmelo cara a cara.

— ¡Papá!— tiré de su brazo.

— ¡Charlie!— trató de gritar Jake, entonces me di cuenta que papá tenía sus manos cerradas en el cuello de mi amigo.

— ¡Papá! ¡Basta! Jake no tiene culpa de nada.

—Ahora vas a portarte bonito y vienes con Billy a pedir la mano de mi hija…— papá no quería oírme.

— ¡No es hijo de Jake!— grité con todas mis fuerzas.

Charlie volteó por primera vez a mirarme. Soltó lentamente a Jacob, quien se dejó caer recostado a la pared.

— ¿Qué? ¡Bella!— los ojos desorbitados de mi padre me dieron miedo.

—Siéntate y te explico ¡Deja de actuar como Neanderthal!— le ordené.

Sin decir más, caminó como autómata hacia el sofá. Ayudé a Jake a levantarse del piso.

—Lo siento— dije a modo de disculpa.

—No te preocupes— tosió. –Me lo merezco por metiche— respiró profundamente y se sentó en el sofá más alejado de papá, aun se agarraba el cuello.

Respiré hondo y me senté frente a mi padre.

—Hace tres meses me detectaron poliquistes y me dijeron que debían extraerme el útero. Sólo tenía una posibilidad de ser madre, antes que me operen... Tomé una decisión apresurada sin consultar con nadie y acepté hacerme una inseminación. Tengo 11 semanas de embarazo papá. Vas a ser abuelo— se lo solté todo de una vez.

Salvo el detalle de la inseminación lo demás era cierto. Digamos que me hice una inseminación bastante placentera pero ellos nunca lo sabrían.

— ¿Qué hiciste que?— preguntó papá.

—Ya está hecho. Espero un hijo… o hija. Y de todo corazón quiero que me aceptes y no me eches de casa— miré al piso.

Tal vez papá se moleste tanto al extremo de echarme  y yo lo aceptaría. No fui sincera con él.

—No digas tonterías ¿Cómo te voy a echar?

—Es tu casa…

—Es nuestra casa. ¿Un bebe? ¿Aquí? ¿Corriendo por esta sala?

—Charlie los bebés no corren…— empezó Jake.

—Tú te callas, seguro lo sabía y no me dijiste nada…

—Jake no sabía, recién se lo dije hoy.

— ¿Inseminación? ¿No hubiera sido más sencillo del modo normal?— preguntó papá abochornado.

—Yo me habría ofrecido gustoso— empezó Jake.

— ¡Tú te callas Jacob!— volvió a gritarle.

—Fue apresurado y no era justo para Jake atarlo así…

—Yo habría sido feliz— mi amigo respingó la nariz.

— ¿Entonces?— Charlie seguía sorprendido.

—Entonces papá… en unos meses serás abuelo— sonreí.

—Eso va a ser bastante… increíble. Sabía que algo ocultabas y cuando los vi llegar asustados creí que venían a confesar.

—A eso venía… yo sola. Jake se coló— solté una carcajada. Papá esbozó una sonrisa.

— ¡Es bienvenido!— dijo finalmente. –Alegrará esta casa. Un nieto….

—O nieta— le corregí. Yo tenía la esperanza que sea una niña. Una princesita que pueda estar conmigo siempre.

—Bueno, hay que celebrar. Jake, ve por la champaña— mandó Charlie. Mi amigo a regañadientes se levantó. –Trae leche para Bella— gritó papá.

—Charlie, siento no haber confiado pero estaba asustada….

—No. Yo soy tu padre pero no soy tu amigo, por eso no confías en mí.

—No es eso…

—Sí lo es Bella, no quiero que nos tengamos secretos, este viejo te ama. Eres lo más importante en mi vida y ahora me harás abuelo. No sabes la alegría que esto me causa… Renée estaría feliz. –miró el retrato de mamá, colgado sobre la chimenea.

Sí, ella estaría saltando de felicidad… y me diría… “A lo hecho, pecho”