22 junio 2013

Cap 13 ¿Quién llamó a la cigüeña?






CAPÍTULO 13

EMBARAZADA Y ABURRIDA


Mi padre trabaja todo el día, Jake viene de vez en cuando, Leah se apareció dos veces, Ángela no ha venido a verme. Yo no puedo salir sola, no puedo caminar mucho, no cocino ¡No hago nada! Vegeto todo el santísimo día. Y me siento cansada, de mal humor… ¡Aburrida!

No puedo salir a pasear la barriga, no hay forma que tenga un poco de mi vida normal.

Trato de mantener el buen humor, en serio lo intento. Pero todo el día sola, me desanima.

Ya me terminé todos los libros para el embarazo que compré. Ya he revisado los portales para embarazadas. Tengo suscripción en todas las páginas de pañales, que prometieron enviarme muestras gratis apenas nazca mi bebé. No sé qué más hacer.

Intenté tejer… con manual y videos. Apenas pude terminar un par de zapatitos deformes. Me encanta verlos, los hice de hilo blanco. Pero sigo pensando que el derecho es más grande que el izquierdo, a lo mejor puse un par de puntos demás. Pero no puedo, me desespero en esto del tejido, creí que sería más fácil. He dejado una mantita a la mitad. Se me terminó el estambre y Jake se ha olvidado de comprármelo. La próxima vez que venga le voy a poner una cinta en la mano para que no se le vuelva a olvidar.

Miro a mi derecha, hacia la hermosa cesta-moisés que me trajo mi amigo. ¡Es preciosa! Tejida con juncos de La Push, delicadas figuras de aves en vuelo la adornan. Dentro hay dos delicadas mantas de lana de oveja, Jake me explicó son tejidas con lana de la primera esquilada de las ovejas pequeñas. También tiene unos juguetes pequeños, hechos de madera tallada y algún tipo de calabaza pequeña, relleno de semillas.

Esa era la gran sorpresa que me tenía. Había estado tallando y pintando los pequeños juguetes que ató a la cunita.

Una mañana llegó con este hermoso presente y lloré como un bebé al verlo. Jake se asustó por tantas lágrimas. Se lo agradecía de corazón, mi bebé tendría el mejor padrino del mundo.



Me miro al espejo y me veo llenita. Mi rostro, usualmente en forma de corazón, está redondo. Toda yo estoy hecha un globito.

Y sigo con este aburrimiento que mata. Leo revistas y las dejo a medias, intento escribir pero las palabras no me salen. Sólo puedo plasmar algunas cosas. En ningún lugar me está permitido gritar lo que siento. ¡Y en verdad no sé lo que siento!

Aburrida, desesperada, quisiera gritar.

Mi embarazo es algo inusual, no tengo un hombre al lado que espere a este bebé conmigo. No hay un “nuestro hijo”. Mi pequeño es sólo mío. O tal vez mi pequeña.

Me he distraído un poco esta semana escogiendo nombres. Sigo dándole vueltas al asunto. Debiera tomar una decisión pero no puedo, no hasta que me digan si es niño o niña… incluso creo que esperaré hasta verlo.

Si es niño quisiera llamarlo Charlie, como mi papá. Jake dice que no es bonito y no me importa. Charles Edmund Swan, o tal vez Charles Williams Swan. Esas dos combinaciones me tienen emocionada. Pero si es una preciosa princesa… hay tantas posibilidades. Pensé en muchísimos nombres: Emma, Anne, Jane (éste último lo retiré de mi lista debido a cierta enfermera malvada del hospital), Marianne, Alice… pero mi favorito sin dudar es Elizabeth. “Elizabeth Swan”, aún no decido el segundo nombre. Y no permitiré que le llamen Lizzie como es usual, yo la llamaré Liz o Lis… como la flor de lis que significa inocencia y pureza. Tantas leyendas que rodean ese símbolo y todas son hermosas, aunque algunas más mundanas que otras. Estoy decidida a llamarla Liz, si el cielo me envía una nena. Y Charlie si es varón.



Una mañana desperté y me di cuenta de algo extraño. Mis pies estaban más grandes de lo habitual. Usualmente si estaba de pie o caminaba en el día, mis piececitos aumentaban de tamaño pero al día siguiente amanecían igual que siempre. Pero hoy no. Durante la noche y con el descanso no había disminuido su tamaño.

Debo decírselo a la doctora en mi próxima consulta. Y es mañana. Otro día feliz en el hospital. ¡No puedo esperar para ver a la perfecta Tanya!

Me estoy volviendo tan hipócrita.

No la odio, no le deseo mal… pero me cae como una patada. Por más esfuerzo que hago en verla bien, cada cosa que hace me lleva a tenerle más ojeriza. Siempre creo que conspira contra mí. Luego pienso que son ideas mías. Y finalmente llego a la conclusión que le doy demasiadas vueltas al asunto, sólo porque ella tiene lo que yo… lo que yo quise tener alguna vez.


Ella lo tiene a él. Va a ser su esposa, la madre de sus hijos, su compañera para toda la vida.

Y yo sólo podré verlos, si siguen por aquí luego que se casen. Tal vez Edward sea el pediatra de mi bebé, un tiempo. Luego se marcharán.

Yo me quedaré aquí, con este secreto. Jamás se lo revelaré a nadie. No compartiré mi verdad. Me iré a la tumba con ella. Mi hijo, será sólo mío, sin padre. Yo seré su papá y su mamá. Su maestra, su amiga. Y no necesitará de nadie más. Nos tiene a Charlie y a mí. También a su padrino Jake. Seremos felices juntos.



En mi siguiente cita me crucé con Edward pero él no me miró. Pasó con la vista fija en unos sobres que traía en las manos. Cómo director del hospital debe tener mucho trabajo.

Tampoco llamé su atención, Jake estaba a mi lado. Simplemente giré mi cabeza para ver otra cosa y pasamos desapercibidos.

—Debes empezar tus clases de psicoprofilaxis prenatal— sugirió Tanya. –Debí sugerírtelo hace semanas, se me debe haber olvidado— dijo revisando sus papeles. –Acá está, es que eres de alto riesgo, debes asistir a las clases aceleradas, creo que hay un grupo que inicia hoy— me sonrió.

—Pero no estoy preparada— dije protestando. No tenía nada que hacer pero el hecho que ella lo olvidara me indignó.

“Calma Bella, ella sólo hace su trabajo, eres tú la que la tiene en el ojo de la tormenta” me dijo la vocecita de la conciencia. Esa que aparece muy rara vez.

Es que últimamente cada cosa que decía o hacía esa mujer lo tomaba como algo personal. Si sigo teniéndole ese rechazo puede ser peligroso, leí por allí en un libro antiguo que las abuelas decían que tu hijo se parecía a la persona que le tomabas repulsa en tu embarazo. Y yo ni de cerca deseo que mi hijo o hija se parezca a esta vieja. No es que sea fea, ni siquiera es mala persona, pero preferiría que mi bebe se parezca mucho a mí. Sólo a mí. Si se parece a Edward voy a tenerlo difícil cada vez que me mire a través de los ojos de mi bebé.

—Tengo que ir a una clase, Jake— salí del consultorio desanimada.

— ¿Y el ultrasonido?— se quejó mi amigo.

—Me lo hicieron en la cita anterior, la doctora dice que para la próxima consulta, tal vez. No es algo que se pueda hacer seguido.

—Oh bueno. ¿Y cuánto va a durar tu clase?

—No sé.

—Puedo volver por ti en una o dos horas, debo entregar un auto antes del medio día— me sonrió.

Me dejó en el área del hospital y se marchó. Y me acordé que no le hablé a la doctora de mis pies hinchados.

Algo nerviosa, avancé hasta llegar a la puerta y llamé, esperaba que sea el lugar correcto o de lo contrario confirmaría que esa doctora me odia.

— ¿Vienes para la clase?— me sonrió una rolliza mujer. Era de baja estatura y su cabello estaba lleno de rizos pelirrojos. Era muy joven, Parecía amable así que asentí sonriéndole. –Yo te llevo, debes anotarte primero.

Dejé mi nombre y me dieron las fechas en las que debía asistir hasta terminar el curso, eran dos veces a la semana, los días martes y jueves. Me hacía ilusión compartir con otras embarazaditas como yo. El grupo era poco numeroso, había 6 señoras sentadas en sus cómodas sillas, una de ellas parecía que iba a dar a luz en cualquier momento, su barriga era enorme. Pobre de ella, la espalda debía estar matándola.

— ¿No puedes caminar?— me preguntó la instructora.

—Sí, sí puedo, es sólo por mi embarazo de alto riesgo.

Me levanté despacio y caminé hasta colocarme en medio de la más panzoncita.

— ¿Cuánto tiempo tienes?— pregunté.

—Mañana serán 36 semanas, espero gemelos— sonrió haciendo que su redonda cara forme un hoyuelo hermoso. Creo que todas las que estamos esperando tenemos algo de luz en nosotras.

— ¡Gemelos, es estupendo!— la felicité.

—Eso espero— dijo asustada.

— ¡A ver gorditas, vamos a empezar! Pónganse de pie…

Nos mandaron a hacer algunos ejercicios de estiramiento, muy suaves, mover la cabeza, la espalda, las piernas. Me sentía mucho mejor ahora que podía compartir con otras amigas que estaban pasando lo mismo que yo. Seguro tenían mucho que contar, tal vez algunas ya tengan experiencia previa sobre los embarazos. No podía esperar para hacerles preguntas, intercambiar números telefónicos e iniciar amistad con ellas.

— ¿Qué dicen si bailamos un poco? Esos bebés necesitan movimiento niñas. Por favor, las de alto riesgo, Jen e Isabella, solo balancéense, nada de saltar o girar.

El vaivén me hizo sentirme bien, con los ojos cerrados, al compás de la música me dejé llevar. Parecía un vals o una polka, no sabría decirlo, nunca lo había oído. Pero me recordó la última vez que bailé, sería mejor decir nos balanceamos. La noche que me encontré con Edward en aquel jardín, dentro del hospital. Él intentó bailar, yo lo seguí, nos movimos lentamente, el olor a tierra y a césped me había hecho recordar nuestro prado.

La música acabó demasiado pronto, un ritmo más rápido lo sustituyó, abrí los ojos para ver muchas barriguitas moviéndose. ¡Qué bien se sentía estar rodeada de otras embarazaditas como yo! Debí haber buscado compañía de este tipo hace mucho tiempo y no encerrarme a llorar mis penas en casa. Esperaba no tener que aburrirme el resto de mi embarazo si podía hacer amistad con más de una gestante.

— ¡Eso! ¡Vamos!— nos animaba Maggie la instructora. Movía los brazos de forma tan rítmica, yo no podría hacerlo ni después de dar a luz. Mi coordinación pies-manos nunca ha sido muy buena. Mamá intentó hacerme bailar de niña. Creo que se dio por vencida cuando no me pusieron en la obra de la escuela a pesar de llevar clases particulares de ballet. Yo veía su rostro de preocupación cuando ensayaba. Aun así siempre me animó a seguir.

—Eso es todo, vamos a reunirnos ahora para conocernos mejor— nos anunciaron.

Fuimos ocupando sillas que traían dos enfermeras ayudantes de las que apenas me había percatado de su presencia. No sabría decir si en verdad eran enfermeras o practicantes. ¿Qué especialidad tendrían?

—Nos presentaremos, algunas ya me conocen pero hoy tenemos dos nuevas integrantes al grupo.

Me di cuenta que muchas eran más jóvenes de lo que había pensado viéndolas a la distancia.

—Isabella Swan— dijo y me asusté. La miré con una sonrisa.

—Soy yo— levanté una mano.

—Cuéntanos algo de ti Isabella— sonrió.

¿Contarles algo? Podría narrarles una novela de mi vida… ¿Por dónde empezar?

—Prefiero que me digan Bella. Tengo 24 años, he vivido en Forks toda mi vida. Soy maestra de pre-escolar. Tengo embarazo peligroso por eso me han confinado a casa— sonreí tímidamente al decir esto. –Y… a veces me aburro sola, ojalá pudiera hacer amigas— me sonrojé al afirmar lo último.

—Cuéntanos como tomó tu familia tu embarazo Bella. El padre del bebé, tus padres, amigos ¿Alguna anécdota de especial?

Tomé aire. Ya estaba harta de la mentira de la inseminación, la cual no podría mantener por mucho tiempo. En mis registros médicos no figuraba, así que mejor obviarla.

—Mi hijo no tiene padre— dije bajando la vista.

—No hay nada de qué avergonzarse Bella— advirtió Maggie.

—Lo sé. Sólo que… me gustaría contar con alguien que me ayude— mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Tranquila— me susurró la compañera del lado la que esperaba gemelos. Tomé aire para continuar.

—No tengo mamá pero mi papá está muy emocionado con mi embarazo. Mi mejor amigo también, ellos me apoyan mucho. Tengo pocas amigas, la mayoría eran de mi trabajo pero he perdido contacto por mi estado.

— ¿No tendrás baby shower?— preguntó otra gordita.

—No— dije tristemente.

—No, no, no. Sí vas a tener fiesta. El baby shower aquí es la próxima semana, podemos añadir tu nombre a la lista— me sonrió Maggie.

— ¡Sí!— dijo una rubia pequeña a unos metros.

—Lo hacemos cada dos o tres meses, te va a agradar— me animó Maggie. –Ahora, Jennifer Evenson por favor— llamó a otra. Miré entre ellas a la única que no se había movido en el baile junto conmigo.

—Yo… soy Jennifer pero todo me dicen Jen. Tengo 16 años, soy huérfana, nací en Port Ángeles y he estado en hogares provisionales toda mi vida. No sé quién es el padre de mi hijo— dijo endureciendo el tono de su voz. ¡Santa madre! 16 años y aparenta más de 20. Pobre chica, huérfana.

— ¿Qué pasó Jen?— preguntó dulcemente Maggie

—No lo sé. Salí, me fui de fiesta, hice mi vida. Un día empecé a sangrar y me dijeron en el hospital que estaba embarazada. Desde entonces debo estar quieta y mi barriga crece.

— ¿Dónde vives?— le preguntaron.

—Aquí en Forks, en un hogar para madres adolescente, no está lejos. Si quieren saber más, daré en adopción a mi bebé. No puedo quedármelo, no podría alimentarlo, no he terminado la escuela y no sé hacer mucho. Estará mejor con otras personas— su voz vaciló y pude darme cuenta que a pesar de la máscara de indiferencia que mostraba, le dolía.

Bajé la vista porque mis ojos se habían vuelto a aguar y no quería que ella se diera cuenta.

—Gracias Jen ¿Te anoto para el baby shower?— preguntó Maggie.

—Como quiera— respondió la jovencita.

—Vamos ahora con otra nueva integrante. Mary Bangs— dijo Maggie intentando animarnos.

— ¡Yo! Dijo una joven morena. —Tengo 19 años, vivía en Calawah pero me mudé a Forks porque mi esposo vino a trabajar a un depósito de maderas— a pesar que no dejaba de sonreír pude notar que no estaba a gusto.

—Qué bueno tenerte entre nosotras— dijo Maggie. Todas le sonreímos.

—Sí, gracias— respondió la morena. La barriga de Mary era muy pequeña por lo que deduje que no tendría más de 5 meses.

—Ahora vamos con otra de las antiguas. A ver… Kristie preséntate por favor— le pidieron a una joven afroamericana con un avanzado estado de embarazo.

— Kristie, 18 años, vivo en el motel Huckleberry…

— ¿La posada que está en el bosque?— preguntó Jen.

—No, el motel que está en la 101 y Huckleberry— le corrigió molesta la aludida.

—Continúa Kristie — dijo suavemente Maggie.

—Mi ex no quiere saber nada del bebé, así que también lo daré en adopción. Fin— dijo con agresividad. Nadie dijo nada, yo no me atrevería a preguntarle alguna cosa.

—Shelly, tu turno— pidió Maggie. Una jovencita latina soltó una risita.

—Soy Shelly Lombardo, tengo 22 años y nací en Colombia pero viví en Chicago desde los 2 años. Estoy casada, mi marido es piloto y no lo veo mucho— suspiró.

— ¿Tu primer bebé?— preguntó una rubia que aún no se había presentado.

—No… perdí uno hace dos años. Placenta previa—sonrió tristemente. Recordé lo que me había pasado hace poco tiempo, cuando creí que había perdido al mío. Un escalofrío me recorrió.

–También voy a estar en el baby shower así que me da emoción, no tengo muchas amigas en Forks— sonrió.

—Gracias Shelley. Vamos con… Ivanna— llamó. La joven castaña con quien había hablado primero se presentó.

—Ivanna Perkins tengo 36 semanas, espero gemelos, varones. Y estoy asustada, el padre de mis hijos tiene otra familia así que estaré sola, espero que mi madre venga a ayudarme pronto— sonrió. –Trabajo aquí en el hospital, en la cafetería pero creo que tendré que dejarlo en pocos días... ah también estaré en el baby shower.

—Y por último y no menos importante Cassandra— la rubia pequeña saltó de alegría al escuchar su nombre.

—Soy Casandra, este es mi tercer hijo, tengo dos niñas así que espero que sea un varón— parecía bastante feliz. –Tengo 29 años vivo en la avenida principal y soy maestra de secundaria. Voy a celebrar mi propio Shower, todas estás invitadas desde luego pero también estaré en el que organiza el hospital ¡Traeré regalos para todas!— Ivanna, Mary y Shelley sonrieron, a Jen no pareció importarle pero Kristie hizo un gesto obsceno con su dedo medio. Nadie más que yo lo notó.

—Eso quería recordarles, las que van a estar en el shower deben traer regalos para todas las gorditas…

—Pero yo no tengo dinero— acotó Jen.

—Puedes ayudarme a hacer los cupcakes ¿Verdad Ivanna?— preguntó Maggie.

—¡Sí!. Si te encargas de hacer los cupcakes especiales para cada una será tu obsequio— le sonrió.

—Perfecto…todas participarán, sólo falta que me confirme Kristie ¿Nos acompañas linda?— preguntó amablemente Maggie a la rebelde de la clase.

—No le veo la gracia. Me voy a deshacer de esta lombriz apenas nazca, ni siquiera voy a verlo ¿Para qué celebrar? No quiero obsequios que no voy a usar— dijo con frialdad. Me sorprendieron sus palabras. ¿Lombriz?

—Kristie, ya lo hablamos— susurró Maggi. –Puedes darlo en adopción y a pesar de ello permitirte quererlo.

— ¿Para sufrir más? No, gracias, mi padrastro mataría a mama si me lo quedo, fue culpa mía por abrir las piernas, así que no tengo opción— dijo furiosa.

—No eres la única aquí que sufre si no te has dado cuenta— le reclamó Mary. Todas la miramos. Ella estaba casada, no creí que tuviera problemas.

—Yo no sufro— le corrigió Kristie. –Me da lo mismo si la lombriz es niño o niña, me da igual si se lo llevan los duendes. Sólo quiero que todo vuelva a ser como antes, lo más rápido que se pueda.

—Nada volverá a ser como antes— dijo Mary triste. – ¡Nunca! Yo me casé enamorada, pensé que con este bebé tendríamos un hogar. Pero no es así… mi esposo ha cambiado, ya no me quiere. No llega a dormir… apenas me habla y casi no me da dinero. ¡Yo tampoco sé cómo voy a hacer cuando mi bebe nazca! También tengo miedo, a veces creo que podría darlo a alguien para que tenga una familia que lo quiera y no me vea sufrir. ¡Pero lo amo! Es mío y no lo voy a regalar aunque tenga que trabajar con él a cuestas— dijo llorando.

—Mi vida tampoco es una feria saben— dijo Ivanna. —Soy la amante de alguien y siempre viviré esperando un poco de su tiempo. Y con gemelos creo que la voy a tener difícil.

—Al menos todas ustedes saben quién es el padre de sus hijos— susurró Jen. Me volví a verla. Parecía querer reírse. —Tal vez no estaba en nuestros planes preñarnos pero ya no podemos hacer nada así paz ¿Ok?— dijo haciendo una señal elevando los dedos medio e índice de su mano.

— ¿Alguien más tiene algo que decir?— preguntó Maggie que asombrosamente no había intervenido.

—Es la tercera clase a la que asisto, a pesar del buen humor que tengo y el esfuerzo que hago por comprenderlas siempre salgo peor que como entré— dijo Casandra. La profesora de secundaria. –Chicas por favor, un esfuerzo. Ya nos falta poco, sé que llevar un hijo… o dos en tu cuerpo es bastante pesado, esta es mi tercera vez…

—Tú no te cansas— se burló Kristie.

— ¡No! Porque los amo, aún a este que llevo dentro y no conozco, lo amo. Algún día te vas a arrepentir de haberlo entregado, solo espero que te consuele el hecho de saber que hiciste lo correcto— le dijo mirándola directamente.

—Yo… —dije para aliviar la tensión. – ¡Yo engañé al padre de mi hijo!— lo hice en un arranque de evitar un enfrentamiento entre ellas. Todas me miraron esperando. –Por favor no lo repitan. Qué esto no salga de aquí. Yo necesitaba embarazarme porque tengo que extirparme el útero y me acosté con una persona que estaba cayéndose de borracho y él no sabe que será padre— dije.

Kristie soltó una carcajada, Jen sonrió. Ivanna me miró con pena, Mary y Shelly me lanzaron una sonrisa de lástima y Casandra parecía asombrada.

Miré a Maggie buscando aprobación.

—Aquí no vamos a juzgar a nadie Bella. Estamos en reunión y nada de lo que digamos saldrá de aquí. Al menos no con nombre y apellido ¿Estamos todas de acuerdo?— nos preguntó.

—Eso ya nos advertiste desde que empezamos— dijo Kristie.

—Si alguien tiene algo que decirle a Bella, quedará entre nosotras— dijo Maggie suavemente.

— ¿El padre de tu hijo es rico?— preguntó Jen.

—No… bueno es profesional pero no es millonario.

—Entonces no vale la pena, no le digas nada— me respondió y dejó de interesarse en mí.

—Deberías decirle— dijo Cassandra. –Tiene derecho a saber…

— ¿Y si no lo quiere?— preguntó Kristie.

—Podrías arriesgarte Bella. Quizás él también te quiere— me sonrió Shelley.

—Se embarazó de un borracho, para que quiere un padre así para su hijo— se rió Jen.

—Aunque tenga familia e hijos deberías decirle— aconsejó Ivanna.

—Ya déjenla en paz— Kristie parecía querer defenderme.

—Bien… ya hemos terminamos por hoy. Hay cosa pendientes para organizar el shower ¿Alguna de las nuevas se anota? Necesitamos alguien que me ayude a la decoración, otra gordita que se encargue de los bocaditos con Ivanna…

— ¿Puedo hacer decoración? Tengo materiales para pintar, hacer guirnaldas, pompones, centros de mesa… puedo hacer las cajitas para el árbol de los deseos— me ofrecí.

—Pareces saber mucho de esto— me sonrió Maggie.

—Me gustan las manualidades— contesté. Recordé cuánto me gustaba decorar pero hace tiempo sólo lo hacía en mi aula de clases.

—Está bien, Bella se encargará de la decoración, usa tonos pastel neutros y deja volar tu imaginación— me sonrió la conductora.

— ¿Bueno ya nos podemos ir?— preguntó Kristie.

—Sí… ah me olvidaba, tú vas a dar el discurso de agradecimiento a los que vengan— le dijo Maggie. Ella se quedó boquiabierta.

— ¿Qué?— dijo molesta.

—Sólo agradeces a los que vengan, ya saben todas que pueden traer un par de invitados— nos dijo Magie a todas, ignorándola.

— ¿Y si no vengo?— la retó Kristie.

—Pues no le agradeceremos a nadie— le sonrió.

Todas nos miramos. Ivanna y Casandra se me acercaron e intercambiamos números. Mary se despidió de mí con un abrazo. Shelley conversaba con otra de las ayudantes de Maggie.

Kristie salió rápidamente y Jen se quedó a conversar con Maggie.

Impulsé mi silla después de despedirme pero antes de salir alguien interrumpió mi marcha.

Vi sus zapatos y me disculpé porque lo había pisado con una de mis ruedas.

—Fue mi culpa, entré muy rápido— me contestó. Elevé la vista para encontrarme con aquellos ojos verdes que hace tanto me había hechizado.

—Hola— saludé intentando que no me afecte.

—Te sienta de maravilla el embarazo, no recuerdo haberte visto tan hermosa— susurró. –Lo siento— se disculpó avanzando hacia dentro del lugar.

Salí lentamente, mientras procuraba que mi corazón dejara de latir y mi bebé se tranquilice. Lo sentí patearme insistentemente.

Alcancé a oír que estaba coordinando con Maggie lo de la fiesta que se organizaba para nosotras.

Llegué la salida y por fin pude respirar a gusto. ¿En qué me estaba metiendo? ¿Cómo diablos se me ocurrió compartir con las demás la forma en que concebí a mi bebé? Esperaba que a nadie se le ocurr
a abrir la boca ahora.

***


Gracias por la espera amigas.