05 mayo 2013

Cap 5 Tu, mis celos y yo




CAPÍTULO 5: ESTO NO TIENE SENTIDO


Intenté que mi día sea normal y no pude. La traición de Edward me quemaba por dentro, muchas veces me arrepentí  de tratado con esa rudeza. Me gustaría haberle oído confesar sus culpas. ¿Qué estupidez habrá pasado por su mente? ¿Creería que yo lo iba a perdonar y aceptar todo? ¿En verdad creería que podía convencerme con alguna de sus tontas teorías psicológicas?

A lo mejor quería hipnotizarme para que acepte en casa a su amante.

El muy idiota, ni siquiera vio venir el divorcio. Si me conociera debería traer puesto un chaleco antibalas porque si yo los pescaba infraganti, lo menos que hubiese hecho es masacrarlos con mis propias manos. No dudaría en romperle la cabeza a ese par de cerdos.

Debo confesar que la ira me dio fuerzas para acabar con todos los quehaceres más rápido. Lavé, tendí la ropa, cociné y desinfecté el baño antes del mediodía. Terminé de sacar todas las cosas de Edward y las puse en dos bolsas de basura enormes. Sus libros de psicología, revistas, manuales. Incluso dos cuadros con pinturas de dos psicólogos famosos. Nunca me interesó quienes eran.

Era extraño que Alice, Esme o Carlisle no me llamaran hoy. Edward debió ir a llorarles que soy un monstruo. Debe agradecer que no le hiciera nada más. Con gusto le hubiera partido la cabeza o cortado cierta parte de su anatomía, que había usado para follarse a esa zorra.

Es un hecho: odio a Edward.

Todo el amor incondicional que le tenía se había podrido. Así me sentía por dentro. Que me estaba pudriendo. Él había infectado mis sentimientos con su inmundicia.

Escuché el teléfono de casa. Debe ser algún Cullen que intentará hacerme entender que la familia es primero y bla bla bla.

— ¿Diga?— respondí cortante.

— ¿La señora Isabella Cullen?— preguntaron.

—Por desgracia soy yo— respondí.

—Bueno… le hablo del estudio jurídico. La licenciada Victoria me encargó que le llame. Ella quiere que usted venga hoy.

—Está bien, iré hoy en la tarde. Gracias.

Así que la pelirroja “patea traseros” tenía información para mí. Excelente. Ojalá me consiguiera la dirección de algún lugar donde vendan instrumentos de tortura. Seguro que ella sabe de eso. Sonreí al imaginarme dándole latigazos al infiel. En algún lugar del mundo sé que está permitido hacer eso a los que sacan los pies del plato.

Alisté a Nessie y salí rumbo al bufete. Todo estaba calmado hoy, demasiado para mi gusto. Sin noticias de Edward o su familia. Extraño, muy extraño.

Ahora que recuerdo, el cumpleaños de Esme es mañana. Cada año cenamos en el Chateu Margaux. Me pregunto si estará toda la familia del adultero allí. Sus padres consentidores, sus hermanos apañadores y él con toda su hipocresía.

—La licenciada la está esperando, pase— me abrió la puerta la secretaria.

—Buenas tardes—saludé a Victoria.

—Buenas tardes Isabella— me sonrió.

—Sólo Bella— corregí.

—Bella, tengo todo listo y en regla para iniciar la demanda de divorcio— dijo tomando un sobre del cajón de su escritorio.

Lo recibí intentando prepararme para lo que sea que fuera a mirar. ¡Ya no debía afectarme!  Lo abrí y salieron varias fotografías tomadas en distintos lugares.

En las cuatro primeras, mostraban a Edward abriéndole la puerta de copiloto a su zorra adolescente. Estaban fuera de las oficinas de él. En la siguiente foto Edward la tenía de la mano en un restaurante. Parecía que ella lloraba o se hacía la idiota.

Casi destrozo la siguiente fotografía. Edward besaba a la tipa. Le daba el mismo beso que a mí cuando quería calmarme. Besaba su frente ¡Ese era su beso especial! ¿Por qué se lo daba a ella?

Seguí mirando esas desagradables fotografías. Ellos saliendo del restaurante, él la llevaba abrazada, le tomaba del brazo en la calle. ¡En plena puta calle! Maldito bastardo. Calma Bella, calma.

—Ese es el departamento que su marido le puso a su amante— me señaló cuando miré una fotografía dónde estaban cerca de una puerta. Parecía un lugar elegante.

— ¿Cómo lo sabe?— pregunté.

—Porque el contrato está a nombre de su marido, mire— me tendió un papel. Apenas era de la semana pasada, el muy imbécil hasta le había alquilado un lugar a la zorra. Sí, Edward firmaba como arrendatario. ¡Ojalá se pudra en el infierno!

—Malditos— dije intentando serenarme.

—Lo sé. ¿Me da carta libre para… proceder?

—Claro, quiero que ahora mismo introduzca los papeles del divorcio— pedí.

—No sólo para eso. ¿Acaso no quiere darle una lección al maldito?— preguntó con una sonrisa pícara.

—Es lo que más deseo. ¡Qué pague!

—Perfecto, no la abrumaré con términos legales, firme en estos papeles y su marido va a quedar con una mano delante y otra detrás.

—Quiero que le quiten el auto. El volvo plateado. Ese imbécil se pasea por toda la ciudad con su zorra montado en nuestro auto— dije entre dientes.

—El auto, la casa, el consultorio… todo lo que poseen será suyo Isabella. El adulterio de tu esposo le favorece. Tiene el derecho, como mujer maltratada, a pedir lo que desees.

—La custodia, es lo que más quiero.

—Un hombre adúltero no tiene derecho a criar a una niña. Ni siquiera a visitas regulares.

—Pero… bueno, Edward siempre fue buen padre.

—No le importó su hija cuando se llevó a esa rubia a la cama— sonrió malévolamente.

—Eso es cierto.

—No las merece.

— ¡No!—dije intentando tragarme lo que sentía. Humillada, como si fuera un trapo viejo que acaba de ser desechado. ¿A dónde se fue todo el amor que decía tenerme? ¿A dónde se fueron todos los recuerdos? ¿Las promesas? ¿Los planes futuros?

—Perfecto— guardó los documentos que le firmé sin leer. Ya no me importaba lo que pudiera pasarle a Edward. Él se lo buscó por pendejo.

Salí de allí con Nessie despierta,  me crucé con un grupo de personas que estaban por entrar al edificio de abogados, parecían bastante importantes.

—Disculpe señora ¿Conoce a la abogada Victoria Lefevre?— preguntó.

—Si— respondí recelosa.

—Quisiera preguntarle si ha tenido problemas con ella.

—No, ninguno.

— ¿Sabe si la abogada se sobrepasa en sus funciones o coacciona a sus clientes a firmar papeles de los que no informa con claridad?

—No. ¿Por qué?— pregunté interesada.

—Es solo una investigación por acoso que ha presentado la asociación de padres separados y divorciados. Creemos que la abogada en cuestión, está manipulando los divorcios culposos. Pero bueno, afortunadamente no es su caso. Disculpe— dijo aquella mujer antes de irse.

Una extraña sensación me afectó. Tal vez Victoria es muy dura con los maridos adúlteros, manipuladores y golpeadores. Quizás los aleja de sus hijos.

¡Yo que sé! Quien hace la paga, Edward debió medir las consecuencias de sus actos cuando decidió tener una aventura. Y si se ha enamorado de esa, no quiero que tenga el derecho de llevarse a mi hija a conocer a su zorra. ¡Eso jamás!


Por la noche, Edward me llamó al celular. Se oía muy afectado, pero esta vez estaba molesto.

—Quiero verte Bella. No puedo creer que de todos los abogados de la ciudad, eligieras exactamente a esa tal Victoria— me gritó.

—Mis decisiones legales no te competen. No tengo nada que hablar contigo— le colgué.

Llamó y llamó pero no le respondí.

Al día siguiente a media mañana recibí una llamada de Esme. Siempre la había respetado mucho siempre porque era una mujer muy equilibrada. Quisiera saber que tiene que decirme. Además es su cumpleaños…

—Buenos días Bella— empezó. También estaba enojada ¿Por qué conmigo y no con el adúltero de su hijo?

—Hola Esme— dije cortante.

—Bella, debes escuchar a mi hijo, todo esto es ridículo…— empezó a sermonearme.

—Esme, lo realmente ridículo es que una madre tenga que abogar por un hijo de más de 35 años— sonreí.  –Por favor, no se meta en esto. Es un problema de pareja— dije más tajante.

—Era de pareja, hasta que metiste a Nessie en el embrollo ¡No tienes derecho pedir la custodia completa!— el tono de su voz se hizo más fuerte. A mí no me iba a gritar la madre del infiel.

—Mi hija, mi problema señora— le corté. No quería pelearme con ella el día de su cumpleaños.

Victoria debe haber hecho su trabajo muy bien para que el avispero en la casa Cullen se haya removido.

Alice me estuvo llamando reiteradamente, pero no le contesté. Ella me responde cuando le da la gana y si no quiere hablarme ni se molesta en contestar. ¿Por qué yo iba a responder sus llamadas?

Por la tarde, Rose me llamó. Casi había oscurecido. Ella no era una Cullen de nacimiento, así que estaba segura que no me reprocharía nada.

—Hola Rosalie— saludé.

—Hola Bella, creí que no contestarías— escuché el ruido de algunos autos en la llamada, debía estar en la calle.

—Dime ¿Te puedo ayudar en algo?

—Sólo quería decirte que elegiste mal a la abogada— dijo sin ningún tono de reproche.

— ¿Tú crees?

—Está pidiendo un adelanto de herencia— dijo.

— ¿Eso qué es?— pregunté interesada.

—Dice que quieres parte del patrimonio de los padres de tu marido, lo que le corresponde por herencia.

— ¿En serio?— ahora entendía a esos investigadores que me encontré ayer. Creo que Victoria sí se excedía después de todo. ¿Pedir parte del patrimonio Cullen? Jamás se me habría ocurrido. Parece que si piensa dejarlo con una mano delante y otra detrás.

—Pero lo que más les ha caído mal a tus suegros es… que Victoria está desprestigiando a Edward a nivel laboral— me soltó.

— ¿Cómo así?— pregunté.

—Ha pedido una suspensión de su licencia. Y creo, Bella, que eso es ya demasiado. Edward cometió un error y lo estás crucificando por ello— me soltó.

— ¿Demasiado? ¿En verdad te parece demasiado?— pregunté empezando a sentir que me punzaban la sien.

—Sí. Bueno luego hablamos, acabo de llegar al restaurante.

—Disfruta tu cena— dije entre dientes.

— ¡Sabes bien que nadie lo hará!

— ¡Entonces hablen de lo mala mujer que soy! ¡Del pobrecito de Edward! ¡Y de esa rubia tonta!— grité.

—Tanya no tiene la culpa, no la vamos a incomodar hoy hablando de tus problemas con Edward— me cortó la llamada.

¿Es perra iba a cenar con ellos? No lo puedo creer, no. Ellos simplemente no pueden cambiar a una por otra. ¡Eso es humillante!

Ella no iba a ocupar mi lugar allí. Yo soy la esposa, lo he sido por varios años, incluso antes de casarnos, Edward ya me llevaba a la cena de cumpleaños de su madre.

¿Qué mierda le pasaba? ¿Por qué me hacía esto?

Sin querer le llamé a Irina. Me sentía fatal con ella por haberla tratado como la traté. Y en este momento la necesitaba más que nunca.

—Irina, por favor, soy Bella Cullen— dije.

—Señora… lo siento tanto— volvió a disculparse.

—Irina, soy yo quien lo siente, te juzgué mal. Sé que no tuviste malas intensiones, yo estaba muy preocupada.

—No se preocupe, entiendo— dijo dulcemente.

—Tengo una emergencia, no sé a quién recurrir, mis padres están de viaje, me he separado de mi marido y no tengo con quien dejar a Nessie— pedí.

—Yo estoy a tres calles de su casa, aquí vive un amigo de la universidad, hoy no tuvimos clases pero vine a estudiar— parecía muy feliz. Pero yo estaba con las emociones tan revueltas que me era difícil pensar.

—Ven pronto por favor. Prometo que será sólo una hora— pedí.

Diez minutos después la niñera llegaba. He de confesar que sí fui demasiado intransigente la vez anterior. Pero todo se debe al lío en que Edward anda metido.

—Regreso pronto, Nessie está dormida pero se levantará dentro de poco— le dejé más instrucciones y salí luego de ponerme una blusa de vestir.

No sabía exactamente lo que iba a hacer. Estaba enloqueciendo de ira. Pero de alguna forma quería verlos juntos. A esos dos perros y a la familia.

¡Qué bellos deben verse! ¡El adúltero y su puta cenando en familia!

El taxi demoró un poco, el tiempo suficiente para sacarme de mis casillas. Le grité a voz en cuello a otro taxi que nos cerró el paso. Insulté a un tipo árabe por querer adelantarnos.

Me comí las uñas. No lo hacía desde la secundaria. Mi tensión alcanzó tal nivel que cuando llegué a la puerta del restaurante tuve un mareo. Esto me estaba afectando demasiado, Edward iba a acabar conmigo.

Claro, eso debe querer el adúltero, acabar con mis nervios, verme muerta. Así mete a su puta a la casa, la hace madre de nuestra hija y tiene la familia perfecta.

El anfitrión intentó preguntarme algo pero no le hice caso y entré hacia la mesa que yo conocía bien. Sentí sus pasos detrás de mí. Debía temer por la paz del lugar. Y estaba en lo cierto.

En medio de su “nueva familia” estaba la puta esa. Conversando con mis ex suegros de lo más feliz. Traía el cabello suelto en bucles y un vestido negro sin mangas. ¡Sí que era delgada la desgraciada!

¿Y qué hacía el adúltero? La miraba idiotizado, ni siquiera reparó en mí hasta que estuve frente a él. Delante de mí estaba Jasper, me daba la espalda.

— ¡Bella!— se levantó Edward de su lugar, todos hicieron silencio y voltearon sus ojos a reparar en mi persona. El infiel parecía asustado.

— ¿Te diviertes, Edward?— dije apretando la mandíbula. Intentaba ser sarcástica pero sonó a amenaza. Imagino que cualquiera que me viera pensaría que soy una loca acosadora.

—Acompáñame al hall por favor— pidió.

—Así  nadie va a poder oír lo que tengo que decirte— dije cambiando de tono. Parecía más una burla.

—Bella por favor. Ven conmigo— salió de su lugar y dio un par de pasos hacia mí con la mano levantada.

— ¿Y después qué? ¿Vas a volver aquí a sentarte como si nada hubiese pasado?

—Bella, no tenemos por qué llegar a esto— rogó. Pero ni con su carita arrepentida iba a lograr ablandarme.

— ¿Llegar a dónde? ¿Te da más vergüenza que yo te diga algunas cosas a tener una amante?

La mirada de él cambió por completo. Si antes se veía nervioso, ahora parecía confuso.

—Y tu zorra… ¿No te da vergüenza sentarte al lado de una familia que no es tuya?— dirigí mi mirada a la rubitonta .

— ¡Isabella Basta!— Carlisle se levantó de sus asiento. –No nos arruines el día de hoy— me miró molesto.

¿A ese viejo que le pasaba? Claro, ahora recordaba, él los acompañó en los análisis. Ya debe amar al engendro que lleva esa puta en su vientre, por eso la defiende a capa y espada.

—Y yo pensé que eras decente Carlisle— dije mirándolo con furia. –De todas las personas del mundo creí que tú estarías de mi parte— le reclamé.

—Bella, mis nietas están primero… no importa lo que haya pasado antes…— intentaba disculparse pero ya no era posible. ¿Dijo nietas? ¿Ya saben el sexo del engendro que va a tener Edward con la puta? Qué rápida es la ciencia.

—Ok me voy, les dejo que cenen en paz, total, ya se deshicieron de mí. Edward sólo espero que me firmes el divorcio y nunca más te aparezcas en mi casa…

— ¡Esa casa también es de mi hijo!— saltó Esme.

—Mi casa, mi hija, mi auto… todo es mío. ¡Su hijo debió pensarlo mejor cuando decidió acostarse con putas!— grité.

Ya estaba fuera de mis casillas. No me importaba que me saquen cargada del lugar, mientras les diga todo lo que pensaba  de ellos y su estúpida familia apañadora.

— ¡Mi madre no era ninguna puta!— se levantó de su asiento la rubia.

No entendía nada de nada ¿Su madre? ¿Qué pasaba aquí? Ay por Dios, por Dios.

Edward tomó mi mano y me llevó a la entrada del restaurante. Me dejé guiar confundida y avergonzada… las cosas no tenían sentido…  ¿O sí?


**************************

Este es el último capítulo del POV de Bella, los siguientes 5 capítulos serán desde la perspectiva de Edward.
Gracias por leer.

PATITO

5 comentarios:

Unknown dijo...

woow pobre bella jejejeejeje... ahora veo q' celos son muy potentes :/ ...

Liz Avilan dijo...

ya me lo olia! che bella por eso no soy celosa hahahha!!

Ojala y se calme son CELOS ENFERMISOS COMPULSIVOS
Relax!
Pero que fuerte !!

Anónimo dijo...

ohh esto no me lo esperaba es su hija hay bella que show hiciste. ya quiero saber mas.........

Unknown dijo...

a lo ke puede llegar una depresion en el embarazo; y peor la post-parto...

kellys becerra dijo...

nena cuando actualizas??... espero sea pronto.. porfavor,

Publicar un comentario