16 julio 2013

No digas adiós Capítulo 9



Nueve


El único alivio que Bella encontraba en las cenas de sociedad era la conversación con su primo, el conde Volturi. Esta noche especialmente, su padre había derrochado arrogancia. Lamentablemente la familia anfitriona parecía darle la razón al señor Swan.  Cansada de tanta vanidad Bella se apartó del grupo.

—Sé que algunas veces es preciso hacer acopio de toda nuestra fuerza de voluntad para soportar a algunas personas. Pero piense que esto le trae distinción a su apellido, crea lazos en la sociedad y mantiene el estatus. Es una compañía buena a pesar de todo.

—Yo creo, querido primo, que la buena compañía es aquella que nos permite compartir  con personas inteligentes, donde podemos aprender de los demás y tratar temas importantes.

—Me temo Bella que esa no es buena compañía… ¡Es la mejor! Lamentablemente la buena compañía se rige solo por una buena cuna, modales y educación, aunque debo añadir que la buena educación no abunda por aquí— dijo mirando el grupo en el que la cabeza de los Swan departía con los demás.

Bella soltó una discreta carcajada. Alec era muy agudo en sus comentarios y tan acertado. Al igual que ella no disfrutaba de estas reuniones pero asistía a ellas con compromiso.

—Pero aquí nos encontramos los dos, a pesar de no disfrutarlo.

—En eso se equivoca nuevamente Bella,  he disfrutado mucho cada evento al que he asistido porque ello me permite disfrutar de la mejor compañía que pueda esperar. La suya— tomó delicadamente la mano de la muchacha y la llevó a sus labios.

Bella se ruborizó pero no retiró su mano, lo tomó como un cumplido fraternal. Además compartía el mismo sentimiento que el conde. Las reuniones habían sido soportables y hasta en cierto punto agradables gracias a él.

A unos metros de allí, la madrina de Bella, Esme, miraba con agrado aquella conversación, hizo un gesto para llamar la atención del señor Swan y le señaló con la vista hacia los jóvenes primos que charlaban animadamente en el sofá.

Charlie los miró unos instantes y sonrió con aprobación. Habría deseado que el conde se fije en su hija mayor, quien seguía siendo bellísima a pesar de su edad. Pero debía reconocer muy a su pesar que Isabella le llevaba una distancia demasiado grande a su primogénita en educación y valores.

“En espíritu Bella es tan parecida a su madre. Con esa alma pura que yo jamás pude hacer justicia. Ella merece el título más que Tanya, será aceptada con mayor facilidad en Italia, su amplia cultura y su corazón noble será apreciado por la nobleza” pensaba mientras la miraba.

La señora Chelsea también estaba en esa reunión, a pesar de no confraternizar con la gente y mantenerse al margen de toda conversación, no perdía detalle de nada. Una de sus tareas de dama de compañía consistía en detallar todo lo que su ama no podía enterarse. Así es que apenas vio a los jóvenes apartados de los grupos, se encaminó a avisarle a Tanya de ello.

La mayor de las Swan lanzó una profunda mirada de desprecio a ambos. Había invertido mucho tiempo y dinero en agradar a su primo. Ni los vestidos más hermosos  ni las joyas de mejor calidad habían logrado conquistarlo. Y allí estaba Bella, con un vestido usado, sin guantes de piel, con aquel cabello oscuro recogido con poco cuidado y él estaba hipnotizado por ella.

“¿Qué clase de brujería tiene ella que atrapa a cualquiera sin darse cuenta?” reclamó dentro de sí. “No es justo, a pesar de mi aspecto muy superior, la gente sigue prefiriéndola” se atormentó.

Era cierto, hacía dos días, había podido oír sin querer una conversación entre algunos jóvenes, hijos de familias importantes.

“La señorita Swan es una de las más hermosas de la zona, ahora que se mudó, su belleza rivaliza con la de mismísima señorita Paige” había dicho alguien. Tanya sonrió.
“¿Las prefieres rubias?” preguntó otro de ellos.
“No, me refiero a la menor de las Swan” contestó el primero.
“Es cierto, yo he tenido la oportunidad de hablar con ella un par de veces, es muy inteligente, a primera vista quizás se pueda pensar que la mayor es guapa pero cuando conocen a Isabella no les quedará la menor duda de cuál es la mejor” concluyó.

Al día siguiente por la mañana, Bella se preparaba para salir a dar un paseo cuando se encontró con su hermana, que recién bajaba de su habitación.

—Buen día Tanya— saludó la menor, colocándose el sombrero.

—Llegó correspondencia de Forks a lo mejor puedas leerla antes que llegue el conde por ti— dijo mientras siguió caminando hacia la cocina.

—Pero yo no voy…— no era necesario terminar de hablar pues Tanya ya se había marchado.

La muchacha fue hacia la charola de la correspondencia, en ella encontró una gruesa carta de Jessica. ¿Qué nuevas noticias le traería aquella misiva?

Suspendió su paseo y fue a su habitación a leer su carta. La abrió con cuidado. Notó que era extensa, más de lo que su hermana acostumbraba a escribir. Se sentó junto a la ventana y empezó su lectura que prometía estar llena de hechos exagerados y comentarios malintencionados pero que le traía noticias después de todo.

Forks 22 de julio de 1901
Querida hermana:
¿Cómo te encuentras? Debes estar muy feliz después de haber dejado Forks, Port Ángeles es un lugar más entretenido sobre todo en esta época del año en que la gente prefiere visitar los baños termales. Yo estoy deseando hacer un viaje para allá, figúrate que se ha desatado una epidemia de resfriados aquí y estoy segura que lo contraeré, tú sabes que mi constitución es débil y tiendo a enfermar.
Por otro lado debo informarte que Irina llegó aquí la semana pasada y ha traído la increíble notica de su compromiso, estoy deseando que empiecen los preparativos para poder acompañarla a visitar a los modistos más importantes…

Bella no pudo seguir leyendo. Ahogó un suspiro antes de llevarse la mano a la boca para que el sollozo no se le escape.

“Entonces se han comprometido, al fin sucedió como Jessica decía” se torturó la joven mientras estrujaba el papel contra su pecho.

“El tiempo y el olvido son hermanos, poco a poco apagan aún los fuegos más violentos, pero a veces… a veces hay grietas en la memoria, tan profundas, tan hondas que ni siquiera esas dos fuerzas combinadas pueden con ellas” volvió a encogerse sujetando su pecho.

Después de unos minutos, reunió el suficiente valor para seguir leyendo.

…Pero lo que jamás imaginarás hermana, es con quien se comprometió Irina. ¡Nada menos que con el capitán Cheney! ¿Increíble verdad?

 Lo sé, yo tampoco puedo recuperarme de la impresión. A todos nos tomó de sorpresa, fue algo que nunca creímos posible. Parece que durante la convalecencia de mi cuñada, la compañía de aquel depresivo capitán fue la fuerza que necesitó para reponerse. Qué extraño es el mundo Bella, pudiendo escoger al capitán Cullen que es muy superior al tal Cheney, Irina prefirió a quien le leía poesía. Con esto puedes descartar cualquier presentación que hayas tenido si alguna vez creíste que el capitán Cheney tenía alguna preferencia por ti, se lo he repetido a Mike pero él sigue pensando que tú eras su favorita. Cosa que no es cierta como lo prueban las circunstancias.

Lo que sin duda es un gran misterio es el paradero del Capitán Cullen, quien se marchó unos días después del accidente y nunca regresó. Estoy segura que la noticia del enlace de su amigo y mi cuñada le producirá una gran decepción y será un duro escarmiento por hacer abandonado a Irina cuando más lo necesitaba. Espero que no haya alguna desavenencia entre ambos capitanes por el amor de Irina, eso sería como una novela rosa donde ambos se enfrenten en duelo. Creo que tengo demasiada imaginación.

Yo estoy en este momento esperando a Mike, para ir a cenar a la casa grande, es que además de Irina, Kate también se ha comprometido nada menos que con el primo venido a menos de Mike. Ese tipo con pintas de vagabundo llamado Garrett. Tantas esperanzas que albergaba de ver bien casadas a mis cuñadas pero así es la vida Bella, seguiré siendo la señora más notable de la familia después de mi suegra ya que sus hijas jamás podrán aspirar a más lujos, tendrán que conformarse con una casa decente y una renta suficiente para vivir.

Confío en poder ir pronto a Port Ángeles y saber si se llevará a cabo el compromiso entre Tanya y nuestro primo el conde Volturi, es lo que todos esperamos ver, a nuestra querida hermana mayor convertida en condesa. A veces Bella, la suerte no es nuestra aliada y algunas debemos quedarnos solteras para poder cuidar en la ancianidad a nuestros padres, confío en que esa carga no arruine tus planes futuros si los tuvieras.

Nos vemos pronto.
Tu hermana
Jessica Newton.


Las lágrimas aún no se habían sacado en su rostro y una enorme sonrisa se asomaba.

¡El capitán Cheney comprometido con Irina!                   

Sí, era increíble… increíble… ¡Demasiado maravilloso para ser cierto!

La joven secó sus lágrimas antes de comenzar a reír. Había sentido que el corazón se le estrujaba con las primeras noticias pero algo había renacido en su pecho al saber que Edward estaba libre de toda responsabilidad y culpa que pudiera atarlo a Irina.

¡El capitán Cheney comprometido con Irina!  Dos personalidades tan distintas, ella alegre y risueña, él taciturno y atormentado por un recuerdo. ¿Cómo pudieron enamorarse?

Debe haber sido la circunstancia, convivieron bajo el mismo techo desde el accidente. Irina convaleciente y él dispuesto a ayudar… después de todo si había una forma de curar el corazón de Ben Cheney.

Y Edward seguía libre.

“Que egoísta eres Bella” se reprochó pero no por ello se sintió menos alegre.

Mientras Bella secaba sus lágrimas, primero de tristeza y ahora de alegría, Edward descendía de la diligencia que lo había traído a Port ángeles. Dos meses viajando por tierra lo habían hecho pensar mejor sobre su comportamiento. Había ido hasta Rochester y vuelto, haciendo múltiples paradas. Una y otra vez había repasado los acontecimientos ocurridos desde que le habían dado licencia. Durante un año iba a dedicarse a reconstruir su vida. Ése había sido su propósito pero el destino volvía a jugarle una  mala pasada. Llevaba 6 meses alejado del mar y no había podido ni siquiera poner los cimientos de su futuro. El último mes había cumplido 31 años. Ya no era adolescente, no tenía excusa para seguir en una eterna incertidumbre.


Venía decidido a dar fin a sus dudas, a poner punto final a una triste historia.

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