03 febrero 2013

Cap 9 Jardinero


CAPÍTULO 9

ASÍ ME GUSTA MUCHO

La organización de la fiesta había puesto muy feliz a Alice y la tenía todos los días en casa con mas revistas.
—Creo que pediremos los canapés y los bocaditos en Madison. ¿Te parece bien un ciento de cada tipo?— preguntó.
—Sí, está bien— dije sin ánimos.
— ¿Y si pedimos que nos traigan strippers?
—Sí, está… ¿Qué?— ¿había oído bien?
—No estás prestando atención ¿Qué te pasa?— no podía ocultarle esto mucho tiempo más.
—Es que… el otro día le grité a Edward y lo dejé botado en la carretera— Alice me miró con lástima y se sentó a mi lado.
— ¿Por qué?—
—Nos encontramos a Jake en el estacionamiento del centro comercial, empezó a insinuar cosas, luego intentó jalarme creo. Edward reaccionó mal
— ¿Lo golpeó?
—No, pero le gritó que no volviera a tocarme, casi se pelean—
—Ilústrame. ¿Por qué estabas con tu jardinero en el centro comercial?— la miré con cara de culpa.
—Fui de compras y necesitaba alguien que llevara mis paquetes— no terminé de hablar cuando sentí un cojín en mi cabeza.
—Mala amiga, prefieres a tu jardinero "todo servicio" en lugar de ir conmigo— se quejó la enana.
—Alice, es que me haces probarme mucha ropa— otro cojín me golpeó el pecho.
—Y fuiste a comprar ropa, ay Bella eres mala— gritó
— ¿Me vas a ayudar o no?— pregunté.
—Bueno. A ver vamos por partes como Jack el destripador. Fuiste con Edward al centro comercial y se encontraron con Jacob. Seguro los dos se pusieron celosos. Jake por verte con alguien nuevo y Edward por lo que tu ex decía o hacía. Pero Edward te defendió, no sé porque te molestas.
—Porque se toma atribuciones de novio—
—Tal vez. Pero yo habría hecho lo mismo si lo veo tratando de jalarte. ¿Entonces lo botaste? ¿Al jardinero? ¿Terminaste tu romance floral?— sonrió.
—No lo sé. Le grité le dije que se bajara del auto pero no para que regresara caminado sólo quería conducir yo misma.
— ¿Él conducía? Vaya— sonrió.
—Cuando Jake se fue Edward estaba molesto y me pidió conducir, pero lo hace como un loco—
—Yo no te puedo aconsejar en eso Bella, lo siento. Soy tu amiga pero me parece peligroso que tengas algo con el jardinero.
— ¿Peligroso? Edward no es peligroso, es buena persona, en serio, no es como los demás muchachos que sólo trataban de propasarse…
—No en ese sentido. Peligroso para tu corazón—
—No me voy a enamorar de un jardinero, ya te dije que es solo un pasatiempo, una canita al aire, una tontera de verano.
—Ay Bella, el destino nos juega malas pasadas. Espero que por tu bien te alejes de él ahora que estás a tiempo, luego no me digas que no te advertí— la miré incrédula.
Yo no quería a Edward, no me importaba si esto quedaba en nada. No sería yo la que lo busque.
.
Llevaba una semana completa sin hablar con Edward, él no había hecho ningún esfuerzo para acercarse a mí. Sentada al borde de mi piscina, miraba el fondo, mientras mis pies colgaban. Qué patética soy.
Esto merece medidas extremas. Necesito algo con qué espabilarme o mejor dicho alguien. Y tenía que ser a la hora del almuerzo, ya que siempre Edward va a comer a la cocina de la casa al medio día.
Le llamé a Mike, que en media hora estuvo en mi puerta.
Mandé a que nos sirvieran el almuerzo al lado de la piscina, Edward pasaba por aquí.
—Hola Bella, me alegró mucho tu llamada— Mike traía unas gafas muy bonitas.
—Hola, oye que bonitas ¿qué marca son?— me acerqué a ver sus gafas.
—Son Carrera, modelo viajero ¿Te las quieres probar?— se las sacó y me las puso. Se veía bien, me gustaban, iba a comprarme unas parecidas para este verano.
Estaba apreciando el paisaje cuando vi pasar a Edward muy cerca. Nos miró y agachó la cabeza.
Se supone que debía sentirme feliz. Soporté estoicamente el parloteo de Mike. No sé porque me aburría tanto.
— ¿Vamos a dar una vuelta?— pidió mi visita. Excelente, una caminata por la casa, a lo mejor con cruzábamos con el celoso cavernícola.
— ¿Vas a venir a mi fiesta de cumpleaños verdad?— le pregunté a Mike
—Claro no me la perdería por nada del mundo ¿Va a venir Black?— dijo arrugando la nariz.
—No pienso invitarlo— era mejor que mi ex se alejara un tiempo… mucho tiempo.
—Que bueno, no lo soporto— se quejó Newton. Anduvimos un rato, traté de llevarlo más hacia el pequeño bosquecillo.
— ¿Cuándo te vas a Seattle?— preguntó. Ay eso no quería pensarlo todavía.
—Creo que apenas termine el verano ¿Y tú?— Mike aún no se decidía porque según él tenía demasiadas opciones.
—He decidido que haré un viaje alrededor del mundo primero. Quiero conocer muchos lugares y luego de eso entraré a estudiar finanzas— dijo presumido, me alegraba saber que por fin había decidido y un viaje le haría bien.
La tierra estaba húmeda, suspiré, Edward había pasado por aquí. Mike iba hablando de todos sus proyecto cuando tropezó con un pequeño arbusto y cayó.
—Estúpida planta— dijo levantándose.
—Las plantas no son estúpidas, es la gente la que no se fija— Edward estaba subido en un árbol— parecía feliz.
— ¿Y tú quien eres?— gritó Mike molesto.
—El que cuida las plantas— dijo todavía sonriendo. Desde donde yo estaba resaltaban sus bíceps, traía una camiseta muy gastada pero aún así se veía hermoso.
—Yo no pierdo el tiempo con sirvientes. Vámonos Bella— esperé que Mike avanzara un poco, seguía mirando a Edward, que parecía indiferente conmigo. Regresamos a casa sin decir nada.
Cuando Mike se fue, no pude esperar para ir hacia mi prado. No vi al jardinero, así que simplemente me dejé caer en la hierba. Otra vez me sentía sola. Bueno, siempre he estado sola pero ahora parecía afectarme de veras.
—La tierra aún está húmeda, te vas a resfriar— dijo muy cerca de mí.
— ¿Vas a seguir ignorándome?— pregunté sin abrir los ojos.
—No te ignoro, eres tú la que lo haces— sentí que estaba casi a mi lado, yo todavía tenía los ojos cerrados.
—Eso no es cierto— dije molesta.
—Claro que sí, no habías venido por aquí estos días— parecía triste.
—No tenía porque—
—Bella. Perdóname por favor— abrí los ojos de golpe y me incorporé hasta quedar sentada. El dolor en su voz me causó cierto malestar, como un aguijón.
—Está bien. Lamento haberte dejado en la carretera— quería que me abrazara, necesitaba sentir cariño.
—Quería caminar. Pensar. Pero creo que todo es inútil— también se tiró sobre la hierba. Nuevamente me recosté pero ya no estaba triste.
Nos miramos y nos tomamos de las manos, parecía todo mágico. Una lluvia muy ligera empezó a caer, como diminutas gotas. Pronto su cabello estaba lleno de ellas y parecía brillar. Tenía un poco de frío pero no quería romper el encanto de esa tarde. Cuando casi no podía mirarlo por la oscuridad, él se incorporó.
—Vamos, te vas a enfermar— hizo que me levantara.
—Sí, tengo frío— dije temblando.
—Te prepararé algo caliente— fuimos a su casita y me dio un mate de hierbas muy rico. Luego sacó un suéter gastado y me lo puso.
Sus atenciones me tenían abrumada, me acerqué y sin decir nada me senté sobre sus rodillas, me abracé a su cuello. No habló, simplemente me correspondió.
Busqué amparo en su cálido cuerpo, mis dedos fríos se colaron debajo de su camiseta buscando su calidez corporal.
Pronto mi palma vagaba por su pecho y espalda. Sus labios llegaron a los míos, su lengua delineó mis labios y temblé ante ese contacto.

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