05 febrero 2013

CAP 9 ENEMIGO PUBLICO



CAPÍTULO 9

ENTRE REJAS


BELLA
Aquel atardecer quedó grabado en mi memoria… fue mágico.
El sol ocultándose, las nubes iluminadas por los últimos rayos del astro rey parecían pintadas en el cielo. Edward me miraba esperando mi respuesta con un hermoso anillo en sus manos.
No sé como mi hermoso sueño se transformó en pesadilla y me encontré corriendo en medio de la noche, sin zapatos y con el bolso aferrado a mi pecho. Me caí un par de veces hasta llegar a una carretera donde no tardé en encontrar un taxi.
— ¿Se encuentra bien señorita?— me preguntó el taxista al verme.
—Si, gracias. Caminé mucho y me caí— le dije subiendo al asiento trasero.
— ¿A dónde la llevo?
—Al aeropuerto por favor— pedí.
Me llevé una sorpresa al encontrar gran cantidad de dinero cuando buscaba con que pagar el taxi. Lo guardaría por si tenía alguna emergencia.
Traté de alisarme el cabello y busqué primero una tienda para poder comprarme ropa ya que no podía aparecer en el frío Chicago con un pequeño vestido floreado y sin zapatos. Llegué a la aerolínea y pagué cuatro veces más que mis anteriores pasajes por un lugar en el último vuelo.
Llegué llorando a Chicago a lo lejos vislumbré un contingente policial, en medio iba Jake. Me escondí entre los pasajeros para que no me viera, todos ellos parecían preocupados. Temblé imaginando que iban a Miami.
No. Todo debió ser un error y Edward estaría aquí pronto. Casi a la media noche ya estaba en casa y no sabía qué hacer, lloraba sin poder evitarlo.
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JACOB BLACK
Estaba de guardia cuando me llegó un telegrama urgente.
—Jefe, la policía de Miami. Tiene a Masen— me sorprendió uno de mis subalternos esa noche.
"Para Jacob Black: Tenemos a León Masen, venga cuanto antes, la policía de Indiana lo reclama"
— ¿Sabes si ha salido algo en los medios de comunicación?— pregunté presuroso.
—Nada jefe. Ningún noticiero ha informado de semejante captura— me confirmaron.
Alisté un pequeño maletín con una muda de ropa y en quince minutos estuve en el aeropuerto tratando de conseguir un vuelo. Las aerolíneas no ayudaron así que tuve que llamar a la fuerza aérea para que me lleven en un vuelo militar. Debía ver a Masen antes del amanecer, ese pez escurridizo no se me iba a ir de las manos.
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—No tienes el poder para llevártelo— el jefe de policía de Indiana era un viejo testarudo y cojo llamado Tyler Crowley y quería a Masen tanto como yo.
—Ha sido atrapado en nuestro territorio y me temo que soy el que lo mostrará primero— en su cómodo escritorio el jefe de Florida nos retaba, casi amanecía y no llegábamos a un acuerdo.
—Tengo el apoyo de los federales, fui expresamente nombrado para atrapar a Masen— me quejé, yo tenía las de ganar.
—Eres un crío, no podrías ni encontrar tus zapatos. Masen se irá conmigo, lo refundiré en la prisión de máxima seguridad de Crown Point. Acéptalo muchacho, en Chicago sólo juzgarás a Masen por asaltos. En Indiana lo freiremos— me aseguró Crowley, no era tan mala idea, así me llevaba de una vez al bastardo que mató a mi padre.
—No me importa si lo fríen, o le hacen cosquillas hasta que muera, lo presentaré en dos horas, pueden peleárselo luego. El país sabrá que ni el pequeño Black, ni el duro Crowley pudieron atrapar a Masen y que fui yo el más astuto de los tres— se relamía el idiota que dirigía la policía aquí en Florida.
— ¿Cómo lo atrapaste Alec?— preguntó Crowley.
—Yo no monto espectáculos como Black, ni entreno mercenario como tu Tyler, simplemente pagué para que lo delataran. Mi informante, al que debo mantener en el anonimato, me entregó a Masen en bandeja de plata y fue fácil atraparlo, es un tipo educadísimo, hasta jugamos un par de partidas de ajedrez. Con razón no lo atrapaban, tiene más cerebro que ustedes— se rió en nuestras narices, maldito marica.
—Luego que lo presentes a la prensa, me lo llevo— Crowley salió echando humo y yo detrás para poder hablar con mis contactos en los federales y lograr que Masen venga conmigo, tenía que terminar lo que mi padre comenzó.
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Cinco horas después miré como despegaba el avión de fierro llevándose a Masen hacia Indiana. Una llamada de arriba le dio la razón a Crowley y ni siquiera me dejaron ver al bastardo. Pero para mí consuelo, Alec tampoco pudo darse el gusto de hacerse el héroe. Tomé un vuelo con dos escalas para llegar a la conferencia de prensa que se había organizado en el penal a medio día donde presentarían a Masen.
Lo que no llegaba a entender en los informes era los asaltos en Indiana. Según los partes de la policía, Masen realizó tres asaltos, mató 6 policías, 3 trabajadores del banco y a los 7 rehenes que se llevó. Conocía a Masen y sus asaltos tenían una firma singular, él jamás disparaba a menos que fuera necesario, todos los rehenes que entrevisté lo calificaban de gentil y caballeroso.
Esos asaltos no fueron hechos por Masen, estaba seguro. Es más, el último asalto en Indiana fue un día antes del último asalto de Masen al banco de Michigan. Si lograba probar que ese maldito ladrón no fue el que atracó esos bancos en Indiana, tal vez me lo podría llevar. En Chicago no había pena de muerte pero mi reputación sería reivindicada y ningún periodista amarillo volvería a compararme.
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Esperaba impaciente, parecía que toda la prensa del país se había reunido para conocer el rostro del ladrón, no entendía porque le daban tanta importancia incluso se han olvidado de la crisis. Desde el amanecer las radios no habían dejado de anunciar la captura, el idiota de Alec no dejaba de echarle flores a Masen tildándolo de educado, refinado y amable. ¿Desde cuándo un ladrón es educado? Si son la peor escoria que hay, sólo era un delincuente más.
Como policía de otro Estado me tocó estar hasta atrás. Pronto oí los murmullos, quería ver a Masen con grilletes en los pies y las manos y si fuese posible un traje a rayas tan viejo y sucio que a nadie tendría dudas de dónde venía. De las cloacas.
Todos se pusieron de pie y muchas cámaras de fotografías hicieron que sea imposible ver a quien llevaban. Vi las espaldas de varios hombres de trajes y corbatas, en el centro estaba Edward, el novio de Bella ¿Sería un policía infiltrado? Llevaba un traje muy fino como el niño rico que era y un sombrero de cuero nuevo. Pero sus manos… ¡Tenía las manos esposadas!
Por Dios, ese tipo. Él era… ¿Masen?
—Buenos días señores, gracias por venir a esta conferencia. Después de un operativo de grandes…
"Ya, cállese y preséntenos a Masen" gritaron algunos, Tyler Crowley acortó su discurso.
—Este es Edward Masen, más conocido como León Masen, criminal asaltante de bancos y asesino. Este es su primer arresto, ya ha sido fichado y…
"Andrea, es guapísimo" escuché decir a dos reporteras.
"Sí, me muero. Si así fuesen todos los asaltantes no me molestaría en echarle seguro a mi casa" decía la otra en evidente estado de excitación. ¿Cómo podía gustarle a una mujer un pendejo ladrón?
Estaba seguro de dos cosas. Uno, Masen había engañado a Bella, haciéndole creer que era un hombre de negocios. Dos, el imbécil estaba fuera del juego. Bella era hija de policía y abogada, respetaba las leyes. Ahora tenía una oportunidad con ella pues esta alimaña se pudriría en prisión.
No haría nada, aunque me lo pidieran los federales, para probar que Masen no robó los bancos en Indiana. Este penal sería su cárcel y su tumba, no lo quería en Chicago ni de broma.
—Calmados señores, nuestro buen amigo Masen va a responderles, por favor levanten la mano— un hombrecillo que parecía ser un admirador del ladrón empezó a moderar la entrevista.
—Buenas tardes señores, gracias por venir, estoy un poco incómodo pero procuraré responder—escuché que Masen hablaba, su voz parecía un canto de sirenas para las damas. Maldito enamorador.
"Quítenle esas feas esposas" gritó una periodista.
"Si, que falta de educación mostrar a un entrevistado así" gritó otra. De pronto todos los periodistas pedían que le quitaran la cadena. Rayos.
Vi como un policía se acercaba con la llave y los demás que estaban cerca llevaban la mano a su arma.
—Tranquilos, no muerdo. Prometo comportarme— sonrió el ladrón. Por Dios no entendía cómo es que podían tener a un criminal cerca y sin esposas.
El muy imbécil hasta agradeció cuando lo liberaron y entonces miró al público, de inmediato todos los brazos se levantaron y algunos gritaban sus preguntas.
—Uno por uno, tranquilos— decía él como si fuera una rueda de prensa a un actor famoso.
—Damas primero. A ver la señorita guapa del suéter rojo—una rubia se levantó de su asiento.
—Hola. Mi nombre es Heidi del New York Times. ¿Señor Masen, cuanto se demora en asaltar un banco?— le preguntó y algunos rieron de la obvia forma en que la periodista supuestamente seria del Times prácticamente se ofrecía.
—Aproximadamente 1 minutos 40 segundos, 1.35 en el último asalto, linda— él le sonrió.
Vi otra mano levantada.
—Señor Masen, ¿es cierto que parte del botín robado es repartido entre la gente del pueblo?—preguntó otro periodista tonto.
—Si mi estimado amigo, tu pagas impuestos cuando compras algo y también cuando recibes tu salario, eso debe ir a los más necesitados. Obviamente nadie me cobra el impuesto cuando asalto así que yo mismo me hago cargo de eso— otra vez terminaba de responder con una sonrisa
— ¿Qué te pareció el recibimiento de la gente?— preguntó un periodista retrasado. ¿Es que acaso nadie le preguntaría algo importante?
—Encantador, desde el aeropuerto hasta estas maravillosas instalaciones ha habido gente en las calles dándome su apoyo. Tienen mi eterno agradecimiento— el muy idiota se estaba burlando de todo mundo y esos tontos no se daban cuenta.
Avancé unos pasos y levanté la mano para preguntar. En cuanto sus ojos me miraron por un momento le borré la sonrisa.
—Masen, actúas como un héroe pero todos sabemos que eres un criminal, estás aquí por asaltar bancos y matar decenas de personas. ¿Qué se siente estar entre las rejas?— sonreí al ver su fastidio pero se recompuso y me miró fijamente.
—Todavía no estoy entre rejas jefe Black— me sonrió. –Y usted que tanto ha seguido mis pasos sabe perfectamente que la última vez que asalte en este lugar fue hace dos años. Asumo mi trabajo, no el de otras personas. Y no he matado a nadie por placer, no es mi costumbre— su mirada burlona casi me hace sacar mi arma y volarle la cabeza pero eso sería aceptar que perdí.
— ¿Entonces no fue usted quien asaltó esos bancos acá en Indiana hace dos meses?— le preguntó otro.
Di media vuelta y salí de ese lugar, no quería respirar el mismo aire que él. Me dirigí entonces hasta la administración del penal para pedir una entrevista personal con Masen en cuanto sea puesto en una celda.
Quería tener unas cuantas palabras con él antes de dejarlo aquí para siempre.
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EDWARD
La policía de Florida era educada, quizás porque su jefe era un amanerado hombre que odiaba la violencia, a diferencia de los otros jefes que todavía creían que vivían en el siglo pasado.
Me arrestaron de manera pacífica y me llevaron a la central para tomarme las declaraciones.
Apenas abrí la boca, sabía que todo lo que diga podría ser tergiversado.
Mis documentos, afortunadamente estaban en una caja de seguridad del hotel y nos habíamos registrado con otros nombres.
Tres policías vinieron a interrogarme.
— ¿Eres tu el conocido asaltante León Masen?— me preguntó uno de ellos.
—Ni me llamo León ni me apellido Masen— le refuté.
— ¿Estuviste implicado en los dos últimos asaltos que ha habido en la ciudad?— preguntó el otro.
—No tengo idea de lo que me habla— dije sin interés.
—Que el jefe traiga al soplón— gritó el más obeso. Me dejaron solo, minutos después la puerta se abrió, entró James. Yo tenía las esposas puestas sino le hubiera roto la nariz.
—Edward, que gusto— saludó. No le contesté. —Sé que no esperabas esto pero es mi forma de agradecerte por echarme de tu automóvil ¿Recuerdas?— no respondí. Lo que quería era que yo mismo me implicara.
— ¿Caíste solo? Qué lástima, esperaba ver oso, a pantera y al tarado de Mike. Ah por cierto fue el mismísimo Mike el que me dio información. Quiere pasarse a mi banda, pero yo no recibo cobardes— quisiera golpearlo hasta cansarme.
Lo único que me consolaba era que Bella y los muchachos no se habían visto involucrados.
—Parece que te comieron la lengua Masen ¿O debo decirte Edward? "Si Edward, claro que acepto" Esa ricura con la que pensabas sentar cabeza ahora se quedará sola y desamparada… quien mejor que un amigo tuyo para cuidarla y hacerle compañía. Me gusta la morena, me gusta mucho y voy a hacerla mía— me susurró al oído, de inmediato reaccioné. Le di un buen cabezazo, rompí su tabique al muy desgraciado.
—Tranquilos chicos ¡Qué primitivos!— entró el jefe de policía, oliendo a colonia y loción para afeitarse. –Smith, saca a al soplón y déjenme solo con Masen— me miró con picardía y tomé asiento nuevamente.
— ¿Edward verdad? Mira, el que te delató se va a ir si no confiesas que tú eres tú. Jajaja, que bien suena eso… Bueno, si cooperas y confiesas todo haré que ese loco pase un buen tiempo en alguna prisión de mala muerte. Si no, me temo que lo dejaré ir y tú estarás con nosotros mientras te investigamos. ¿Qué dices? ¿Colaboras? Siempre oí que eras muy inteligente— soltó una carcajada.
Si esas teníamos iba a jugar su mismo juego, bien decía mi anterior jefe, "a donde fueres haz lo que vieres".
Si incriminarme hacía que James quede fuera del juego, entonces asumiría bien mi papel. Después de todo yo era el asaltante más famoso.
—Correcto. Edward León Masen a sus órdenes— lo saludé con una sonrisa.
—Maravilloso—sonrió. –Entonces ¿Eres el asaltante de bancos?
—Ese mismo soy yo. Le responderé lo que quiera saber.
Pasamos mucho tiempo conversando como dos buenos amigos, le expliqué como planeaba mis asaltos y el tiempo que me tomaba.
— ¡Smith!— llamó a su ayudante. –Mete al soplón a una celda, está buscado en varios estados, busca en cual piden más por él y lo mandas en entrega especial. Y quítale las esposas a mi amigo Edward. Tráenos mi caja de ajedrez, quiero ver si le puedo ganar a Masen en estrategia— gritaba a voz en cuello.
Le gané dos partidas de ajedrez. Era ya de madrugada cuando me llevaron a una celda bien amueblada y con una cama blanda. Había una cesta de frutas y bocadillos. No estaba mal para ser una cárcel.
Me despertaron al amanecer, supe que sería llevado a Indiana dónde se me acusaba de asalto y asesinato. Eso era nuevo para mí. Hace tiempo que no asaltábamos en ese estado.
El vuelo fue rápido, iba vestido con un traje nuevo, cortesía a Alec quien no quiso de ninguna manera que me presente con ropas viejas.
El jefe Crowley me miraba como si quisiese matarme.
Al bajar del avión pude divisar cientos de personas esperando bajo una lluvia copiosa, muchos reporteros me fotografiaban y mientras nos dirigíamos al penal de máxima seguridad la gente apostada a los lados de la vía me saludaban.
No creí ser tan famoso aquí, la última vez que vinimos la crisis recién empezaba y donamos una buena parte del botín en la ribera del río. Eran noches frías, el invierno estaba en su apogeo. Organizamos fogatas. Fue divertido, no creí que lo recordaran.
Llegamos a la prisión y nos recibió una mujer hermosa que dirigía la cárcel. Prácticamente me comía con la mirada, eso me puso algo serio. Ya me estaba acostumbrando a mi perfil relajado y burlón.
Pronto me llevaron a un encuentro con los medios de comunicación, estaba nervioso, mi rostro saldría en diarios y tal vez lleguen a manos de mi madre o de Bella.
Mi apellido de adopción pronto sería vapuleado si el hotel les entregaba mi caja de seguridad con documentos.
Iniciaron las preguntas y no encontré mejor forma de responderles que con humor, hasta que el mismísimo Black hizo acto de presencia.
No quise darle demasiada importancia pero casi me derrumba, él me recordaba que yo no era bueno para Bella. Jamás fui bueno para nadie, menos para esa adorable mujer.
¿Qué haría él ahora? ¿Se ensañaría con ella?
Pero él quería hacerla su esposa eso significaba que la amaba. Y ahora tal vez la odie, a menos que ella niegue que conociera a que me dedicaba yo.
Ojalá haga eso mi princesa. Podría soportar quedarme aquí un tiempo si sabía que no la incriminarían, que ella era libre, aunque eso signifique que sea libre también para amar a otra persona.
Sólo rogaba que esa otra persona no fuera mi enemigo Jacob Black.

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