13 febrero 2013

Cap 9 El Contrato


CAPÍTULO 9

REUNIÓN DE EMERGENCIA

Los tres amigos desesperados quedaron en verse a primera hora en las oficinas de su empresa. Llegaron puntuales, sus caras de preocupación los delataban, parecían no haber podido dormir. 

Se miraron y tomaron asiento muy abatidos.

—Tengo a Emmett encerrado— empezó Charlie Swan.

—Jasper está castigado, por primera vez en su vida— respondió Raymond Hale.

—Edward está arrestado— Carlisle se tapó cara con las manos. –Alice, no para de llorar y estoy seguro que no es por su hermano— terminó volviendo a mirar los rostros de sus socios.

—Rosalie no quiso salir, está deprimida y no quiere hablar— dijo Raymond.

—Bella no aparece— concluyó Charlie, todos se giraron sorprendidos al oírlo. –No vino a dormir, seguro está en casa de su abuela. Esperaba eso de Emmett, no de Bella, ella siempre pareció la más calmada— terminó.

—Amigos, esto se nos está yendo de las manos, creo que debemos replantearnos las cosas— dijo Carlisle muy serio

—Si, la verdad no esperaba que reaccionaran de esa forma— Charlie se cruzó de brazos.

—No quiero ver a mis hijos sufrir así— Raymond los miró esperando que alguno de sus socios reacciones.

— ¿Pero qué haremos? ¿Y las universidades? Ya están pagadas y las vacantes listas. Empezar de nuevo va a ser difícil—se quejó Carlisle.

—Bueno al menos mis hijos si podrán asistir a esa universidad, pero imagino que ustedes preferirán quedarse en sus ciudades— dijo Raymond.

—Creo que lo mejor será que cada uno se quede en su ciudad, Emmett se escapará apenas abra su puerta, no voy a poder ponerlo en un avión hacia Los Ángeles. Renée me dejó Bella tampoco querrá ir— Charlie estaba abatido.

—Y ya que estamos en esas, mis hijos tampoco querrán ir. Edward me ha decepcionado, siempre tan maduro, tan correcto. Se le ocurrió armar un escándalo, Esme llegó en la madrugada, y me culpa, dice que está segura que su hijo explotó por la presión. Me ha amenazado con pedir el divorcio sobre todo porque no quise pagar la fianza y lo dejé pasar la noche en la delegación— todos miraron a Carlisle.

—Entonces no nos queda de otra que romper el contrato y seguir como hasta ahora, cada quien en su ciudad y por su lado.— dijo Raymond.

—No debimos apresurarnos y forzarlos así. Alistaré todo para marcharnos mañana mismo. — concluyó Carlisle.

—Si yo también me iré mañana, veré que vuelo sale— Raymond tomó su laptop.

—Espero que no nos alejemos, mucho. Raymond iré a Los Ángeles en un par de meses para lo del proyecto de las casas inteligentes— dijo Charlie.

—Te esperaré. Carlisle te daré las escrituras de esa casa en Malibú para ver si puedes negociarla— dijo Raymond.

—Iré a despedirlos al aeropuerto, y así tenga que arrastrarlos, llevaré a mis hijos para que se despidan— sentenció Charlie saliendo de la oficina.

—Voy a sacar a mi hijo de la delegación y compraré los pasajes ¿A qué hora viajarás?— preguntó Carlisle a Raymond.

—A medio día, estoy confirmando los pasajes por Internet ¿quieres que compre los tuyos?

—Si por favor, le llamaré a Charlie para reunirnos antes del medio día en el aeropuerto.

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CARLISLE CULLEN

Salí hacia la delegación, si no llevaba a Edward conmigo sería un esposo abandonado.

Si, había hecho mal al forzar a mis hijos así.

Caminé apesadumbrado, la delegación no estaba lejos. Saqué a Edward, la fianza hoy me costó la mitad. Él se veía triste, no dijo nada, ni siquiera quiso darme explicaciones, parecía tener los ojos enrojecidos.

Tomé un taxi e hice una para da en la quinta avenida en una tienda donde vi un suéter de cachemira para Alice. Esperaba que con eso dejara su tristeza. Seguro cuando le dijera que romperíamos el contrato volvería a sonreír y mi hijo me hablaría.

Cuando volví al auto me sorprendió ver a Edward con los ojos húmedos mirando en dirección a la torre Trump, había algo que no sabía, él jamás fue depresivo, era solitario pero no triste.

— ¿Me vas a decir porque hiciste lo de anoche?— pregunté sin mirarlo.

—No quiero hablar de eso— me cortó.

Al llegar al hotel me dirigí a la habitación de mi hija. Me abrió, estaba despeinada, sin maquillaje, con una bata de hotel y sin zapatos. Me deprimí al verla así.

—Alice, te traje esto— le tendí la bolsa, ni siquiera reparó en la marca de la tienda.

—Gracias— dijo apenas.

—Hija, necesito hablar con ustedes, acompáñame a mi habitación— dije, vino tras de mí, ni siquiera hizo nada por arreglarse o peinarse. Sí que estaba mal.

Edward ya nos esperaba allí.

—Hijos, creo que no ha estado bien esto de comprometerlos, he hablado con mis socios, decidimos anular el contrato, hemos invertido ya un buen capital en la nueva corporación pero lo mejor será dejarlo— dije esperando que mi princesa se lanzara sobre mi y Edward hablara. Los dos permanecieron sin inmutarse.

—No tendrán que casarse con los hijos de mis amigos, ya pueden dejar de fingir— dije.

— ¿Fingir? ¿Tengo el corazón roto y crees que estoy fingiendo? Ya ni me acordaba del mastodonte ese, jamás iba a dejar que me cases papá— dijo Alice y se fue. Me quedé asombrado

—Yo tampoco pensaba casarme con Rosalie— dijo Edward antes de irse. ¿Qué diablos les pasaba?

¿Entonces por qué estaban así?

Caray, adolescentes hormonales ¿Quién los entiende?

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RAYMOND HALE

—Que bueno que llegas, ya era hora, espero que tengas buenas noticias— me dijo molesta Lilian, mi esposa.

—Si amor, los chicos y yo hemos hablado parece que el contrato no va más— dije tratando de abrazarla, ella estaba molesta pero se dejó, tenía esa mirada fiera que tanto me gustaba.

—Llamaré a Rose y a Jasper, tienes que decírselo personalmente.

—No es necesario, ya lo oí— dijo Rose mirándonos con tristeza.

— ¿Pequeña, quieres salir a pasear en familia? Nos iremos mañana antes del medio día— esperaba poder visitar algunos lugares con mis hijos.

— ¿Tan pronto?— empezó a llorar y se escondió en su habitación.

Lilian me miró triste.

—Pero ya le dije que no tiene que casarse con el hijo de Carlisle ¿Qué más quiere?— me quejé.

—Amor, Rose tiene mal de amores, al igual que Jasper, tu contrato es lo último que piensan— me dijo.

— ¿Mal de amores? ¿Incluso Jasper? No lo creo— dije y fui directo a la habitación de mi hijo, seguro era por esa pequeña de ayer. Lo encontré mirando el techo.

—Jasper mis socios y yo hemos decidido anular el contrato, no tienes que casarte con Isabella— le dije, me miró y solo asintió. —Hijo ¿tanto te interesa la chica de ayer?— pregunté.

—Más de lo que puedes imaginar papá— no podía creer lo que oía, mi hijo enamorado.

—Entonces sal y búscala— lo animé.

—No vive aquí, apenas sé su nombre no alcanzó a decirme en que hotel se hospeda. Además me dijo que no quería volver a verme— suspiró.

—Pues mi hijo no se daría por vencido— dije para animarlo.

—Déjalo así papá. Ya no me ayudes más— me dijo a modo de reproche.

Salí a ver si Lilian quería pasear conmigo, ya que con tanto sufrimiento me estaba sintiendo deprimido.

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CHARLIE SWAN.

Cuando salí de la oficina me llamó Bella para decirme que ella y su madre estaban en casa de su abuela. Ni ganas de ir a ver a mi suegra, seguro me echaría sus perros encima, con lo loca que es.

Fui a casa para tratar de hablar con Emmett. Apenas toque su puerta me respondió furioso.

— ¡Papá sácame de aquí!— gritó.

—Sólo si prometes no escaparte— amenacé.

—Me iré apenas abras esa puerta, no podrás retenerme por siempre— contestó.

—Entonces no te abro, espero reflexiones. No puedes tirar todo tu futuro por una mujer— le grité.

— ¿Cuál futuro? ¿La enana que me escogiste? Prefiero ser vagabundo— me gritó.

—Ese contrato ya no va. Te portaste fatal, ya mis amigos se arrepintieron. Hasta tu hermana huyó— me quejé.

—Me alegro mucho a ver si te das cuenta de tu error— dijo logrando que me enfadara.

—Y seguro tú si estás acertado, huyendo como loco tras una rubia….

—Ni te atrevas a ofender a mi Rose— gritó. –El toro no recuerda cuando fue ternero. ¿Acaso mamá y tú no se escaparon para casarse en Las Vegas?

—Eso fue porque la madre de Renée es intratable— respondí.

—Seguramente hubiera sido tan primitiva de encerrar a su hija— dijo reclamándome.

—No se puede hablar contigo— grité alejándome

—Lo mismo digo— escuché su voz a lo lejos.

Ya era casi medio día. Fui por algo de comida, me las ingenié para meterla en el cuarto de Emmett sin que reaccionara, fui muy rápido. Afortunadamente tenía baño su habitación.

Dormí el resto de la tarde, René no me llamó así que marque el número de la casa de su madre porque no me respondía el móvil.

—Diga— era la voz de mi suegra.

—Buenas, me pasa con Renée por favor— le dije tratando de ser cortés.

—Justo el imbécil con quien quería hablar ¿sigues teniendo encerrado a mi nieto?— me gritó, alejé el auricular de mi oído, podía escucharla a un metro de distancia.

—Discúlpeme pero a mis hijos los educo yo— dije secamente.

—Me alegro de que seas tan tarado, con suerte para mañana tendré a mis nietos y mi hija conmigo. Te quedarás sólo Swan— se rió. Si que era una arpía esta mujer.

— ¿Señora me permite hablar con Mi esposa?— dije tratando de no perder la paciencia.

—Por ahora Swan, por ahora— entonces oí susurros.

— ¡Papá!— dijo Bella. –Mamá no quiere hablarte.

—Bella, ya no tienes que exiliarte en casa de la viej… en casa de tu abuela. He decidido anular el contrato que hice con mis amigos. Parece que sus hijos tampoco estuvieron de acuerdo. Te pido, por favor, mis amigos se irán mañana antes del medio día, ven a despedirlos. Después si quieres puedes regresar a la casa de tu abuela— dije.

—Está bien papá. Estaré allí, adiós papá y libera a Emmett— se despidió.

Fui a ver una película y a dormir. Mañana soltaría a Emmett, ya si no me quería acompañar al aeropuerto podría largarse si quería con su rubia. Ay, cómo me recordaba a mí mismo.

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