13 febrero 2013

Cap 10 El Contrato


CAPÍTULO 10

ES MAGNÍFICO


La tristeza se había apoderado de cada uno de nuestros personajes. Los Hale hacían sus maletas en silencio, Rosalie no se había maquillado y Jasper hacía todo mecánicamente.

A unas cuadras de allí Alice Cullen había derramado sus últimas lágrimas, estaba segura que la nueva temporada otoño-invierno no le devolvería la alegría. Edward traía unas ojeras muy visibles, ya que no pudo dormir las dos últimas noches.

Charlie Swan esperaba que den las 9 de la mañana para soltar a su hijo encerrado y Bella unos kilómetros más lejos trataba de convencer a su madre para que la acompañara a despedir a los amigos de su padre.

¿Acabaría todo esto bien? ¿Volverían a sonreír?

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ROSALIE HALE

Por insistencia de mamá, salimos más temprano del hotel, ella quería pasar por algunas tiendas antes de irnos.

La acompañé sin entusiasmo, ya estaba resignada a que Emmett no viniera por mí. Iba en el auto mirando como tonta, esperaba en cada nueva calle o avenida encontrar ese rostro tan dulce y sonriente lleno de hoyuelos, en ese espectacular cuerpo.

Tomamos más de 5 taxis esa mañana, Jasper y mi padre irían de frente al aeropuerto, mi hermano no tenia que acompañar a mamá en sus compras, en otro momento habría disfrutado mucho esto pero hoy no.

Llegamos al aeropuerto con dos horas de anticipación, nuestro vuelo salía a la una de la tarde y mientras mamá fue a dejar los equipajes, yo caminé hacia el mirador.

Uno de aquellos enormes aviones me alejaría de aquí, quizás no regresaría a New York en algún tiempo, tal vez en años. ¿Volvería a encontrar a Emmett? ¿Volvería a verlo?

Era tal la atracción que surgió entre nosotros, nuestras miradas se habían encontrado tan cargadas de pasión que no habíamos hablado mucho, ni intercambiado números, ni direcciones.

Ahora él era un desconocido más en esta gran ciudad.

Nunca lo olvidaría.

Mi padre me llamó al celular para que me acercara al restaurante donde acordaron reunirse con sus amigos, los Cullen habían llegado ya.

Tenía que ver otra vez al tonto de Edward, el chico más petulante que había conocido.

Según mi padre él era muy educado aunque hizo un comentario con mamá, creo que el perfecto Edward había salido en las noticias por alborotador. Seguro ahora estaría avergonzado y podría mirarlo con desdén… pero con la depre que tenía no creí que fuera posible, de todas formas caminé hasta ellos.

Al llegar, vi a mis padres sentado con el señor Cullen y su esposa, de espaldas a mi estaba Edward con la mirada baja. Me acerqué a saludar.

—Buenos días señor y señora Cullen— dije amablemente, ellos me miraron con una sonrisa y se levantaron para corresponderme.

—Hola Rosalie— saludó el señor Cullen. –Esme ¿recuerdas a la pequeña Rose?— dijo a su esposa que ya venía a abrazarme, era una mujer muy hermosa y amable.

—Claro que sí, la última vez que te vi, tenías apenas un año— me dijo dándome un beso. –Edward saluda a Rose— le dijo ella a modo de reproche, me giré para lanzarle una mirada de desprecio pero no imagine que estuviera tan demacrado.

No era ni la sombra del apuesto muchacho que conocí tres días atrás. Estaba muy serio, con ojeras y sin rasurarse.

—Buenos días— me dijo sin mirarme directamente a los ojos. Apenas asentí, no sería agradable burlarme de él, no cuando estaba peor que yo.

Nos sentamos a esperar, no veía a mi hermano, papá dijo que fue a comprar algo antes de abordar, seguro otro tonto libro de vampiros.

Minutos más tarde llegó el otro socio de papá, eso oí porque mi padre y el señor Cullen se levantaron a recibirlo.

Cuando me giré para saludarlo me quedé en shock, ese hombre era…

—Charlie, déjame presentarte a mi princesa, ella es Rosalie, mi hija— le dijo papá.

El tipo abrió los ojos más de la cuenta, apenas me dio la mano y balbuceó algo que no entendí.

¡Él era el padre de Emmett! Estaba segura.

Miré detrás de él para ver si alguien más lo acompañaba.

Estaba sólo, mi vista recorrió los pasillos, algunas tiendas cercanas pero nada.

—Lo siento mucho, de verdad, yo no sabía…— lo escuché disculparse.

— ¿Qué pasa Charlie?— preguntó papá intrigado.

— ¿Y tus hijos?— Preguntó el señor Cullen

—Tuve un problema con Emmett y hoy apenas abrí la puerta salió disparado a otro lugar, no sé si venga. Y Bella estará aquí en unos minutos— dijo dudando.

¿Qué había querido decir con eso de apenas abrí la puerta?

Antes que nadie pudiera decir más, salí de allí corriendo. Tenía que llamar al hotel para dejarle un mensaje y a la aerolínea por si venía para acá

¿Dónde estaría ahora? ¿Me buscaría en estos momentos?

Corrí por los pasillos hacia en counter para dejar el mensaje, llamé al hotel, me confirmaron que alguien había preguntado por mí.

¡Rayos! No podía irme sin verlo.

De pronto la duda me asaltó ¿Y si él estaba aquí? ¿Y si de alguna forma averiguó que ya me iba?

Tenía que encontrarlo, miré hacia todos lados buscando su rostro, había tanta gente y el lugar enorme.

Miré hacia arriba, a un panel publicitario muy grande, había muchos como ese en cada corredor, anunciaba las salidas y también algunos productos comerciales.

Corrí a alguna cabina de información, me llevaron hasta la central. Allí un hombre muy atractivo me atendió pero no era nada comparado con mi Emmett.

— ¿En qué le puedo ayudar señorita?— preguntó más interesado en mis piernas que en mis ojos. Me molestó un poco pero tenía que aprovecharme de eso.

—Es un favor enorme el que vengo a pedirle. Verá, vine a esta ciudad a encontrarme con un familiar pero no pude, acabo de llamar al hotel y me confirmaron que por fin apareció y tal vez venga para acá. Pero será muy difícil encontrarlo y mi vuelo sale pronto— me acerqué tanto que el hombre abrió los ojos como platos. –Necesito que lo anuncie en uno de sus paneles. Por favor— pedí batiendo mis pestañas.


—Lo que usted diga hermosa, panel publicitario, altavoz, lo que quiera. ¿Cómo se llama su familiar?— preguntó.


—Emmett, solo eso tengo. Por favor ponga que lo espero en el Star Buck de la terminal número 4. Gracias.


Salí corriendo hacia el lugar de encuentro rezando que no sea tarde para nosotros.


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ALICE CULLEN

—Alice ¿en verdad te vas a poner eso?— me dijo Esme preocupada.

— ¿Qué tiene de malo?— pregunté. Lo escogí anoche antes de dormir, claro que tenía los ojos llenos de lágrimas.

—Querida, esos colores no combinan. Alice no te puedes poner eso con zapatillas— dijo mamá.

Me miré al espejo y me horroricé. Regresé a mi habitación a cambiarme.

Salimos al aeropuerto con bastante tiempo de ventaja, Edward parecía un vampiro por lo ojeroso, apenas había hablado conmigo. Me contó que el escándalo que armó fue por un reto que le hizo una chica que conoció pero no quiso entrar en detalles.

No quise sentarme a esperar en el restaurante, salí a comprar algunos souvenirs para mis amigas, Ángela y Jessica a las que seguramente les contaría mi triste historia apenas llegara a casa.

Pasé por una librería y me dieron ganas de llorar otra vez, pensar que conocí a mi… no él no era mi Jasper, era el novio de otra.

Me detuve frente a un gran afiche del libro que vi entre sus manos, otra vez se humedecieron mis ojitos verdes pero respiré despacio y profundamente para que se me pasara pronto la pena.

Apenas ponga un pie en el avión, haré la promesa de olvidarme de él, no podía regresar a casa destruida, Alice Cullen es dura como una roca… como un pequeño diamante claro está.

Entonces vi a una chica de cabello caoba a mi lado, mirando el mismo afiche que yo. Sentí de inmediato una extraña necesidad de hablarle, como si la conociera de antes.

—Hola ¿ya compraste el libro?— le pregunté.

—Aún no. Creo que ya no quiero leer sobre historias de amor— ella también tenía los ojos rojos como yo. Otra alma triste.

—Yo tampoco, las historias con finales felices son mentiras— me quejé.

— Si, mis padres acaban de separarse y pues yo… yo no tengo esperanza— me dijo con tanta tristeza que me sentí algo mejor. Ver que alguien está peor que tu a veces te hace valorar lo que tienes, mis padres se amaban mucho.

—Siempre hay esperanza…— traté de saber su nombre alargando la frase para que me lo dijera

—Bella, mi nombre es Isabella pero me puedes decir Bella—dijo.

—Siempre hay esperanza Bella, soy Alice— le sonreí. Nos dimos la mano

—Tal vez tienes razón Alice— me dijo tratando de sonreír. Miró hacia la tienda. –Oh no— dijo sin ganas, miré hacia dónde ella veía y mi corazón saltó hasta mi garganta.

¡Jasper! era él. Estaba comprando uno de los libros de vampiros. Traté de serenarme para preguntarle a mi nueva amiga si lo conocía.

— ¿Conoces… a ese joven?— pregunté temblando.

—Sí. Es… bueno era mi prometido— dijo haciendo una mueca de desagrado.

¡Ay el destino era cruel! Justamente venirme a encontrar con la novia… un momento ¿era su prometido?

— ¿Era? ¿Ya no es? ¿Terminaron?— le pregunté poniéndome frente a sus ojos.

—Mi papá decidió liberarme de aquella pesada carga. Apenas nos conocemos, nos querían casar por no sé qué tonto contrato— me dijo fastidiada.

¿Contrato?

Un momento ¿No sería el mismo contrato por el que a mí me querían casar con el mastodonte?

—Bella ¿Cuál es tu apellido?— le pregunté.

—Swan. Soy Bella Swan— me dijo confundida.

Salté de la emoción. Claro, Swan, debía ser la hermana de Emmett. Ay mi Dios, entonces Jasper era… Hale, hermano de la prometida de Edward, bueno la ex prometida.

Quería gritar de felicidad, la abracé.

— ¡Bella soy tan feliz!— le dije gritando.

— ¿Por qué?— preguntó asustada.

—Es que yo estoy enamorada de Jasper…— le confesé.

— ¿En serio? Bueno él es libre, nunca tuvimos nada que ver, apenas lo conozco— me dijo sonriendo.

—Gracias, voy a hablar con él antes de irme, mi avión sale en un par de horas— le dije emocionada.

—Me alegro por ti— dijo dándome una sonrisa y se alejó.

Camine con temor, Jasper estaba haciendo fila en la caja para pagar su libro, esperé a que cancelara su ejemplar y cuando iba saliendo de la tienda, me paré frente a él con mi mejor sonrisa.


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BELLA SWAN

Renée no quiso acompañarme, me dijo que su relación con Charlie ya estaba algo deteriorada y que se iba a tomar un tiempo.

Afortunadamente pronto entraría a la universidad y no tendría que estar en medio de ese problema.

Papá era muy terco a veces, era hora de que ellos solos arreglaran sus problemas y dejaran de usarnos como excusa para seguir viviendo juntos.

Llegué temprano al aeropuerto, miré algunas tiendas, quise comprarme un helado pero recordé con quien tomé mi último helado y mi corazón se oprimió.

Seguí caminado, mirando revistas y joyas, hasta llegar a una librería. Me detuve a contemplar ese gran afiche negro y rojo. Una chica de cabello oscuro y algo más baja que yo me hizo conversación.

Entonces vi dentro de la librería a Jasper Hale, mi ahora ex prometido. Pero la muchacha a mi lado estaba eufórica, me preguntó por él, parecía que tenía un interés especial, me dijo que estaba enamorada de Jasper. La animé a que entrara a hablarle y me marché de allí.

Si tan sólo papá hubiese roto su contrato un día antes habría aceptado la proposición de Edward.

¿Dónde estaría ahora?

Tenía que contarle sobre ese contrato, de alguna forma debía hablarle, tal vez ya estuviera de vuelta en su ciudad y no quisiera contestarme, haría mi último esfuerzo.

Tomé mi celular y con dedos temblorosos marqué su número.

Me detuve frente a un restaurante dónde papá me dijo que estaría, lo vi junto a un hombre que me pareció conocido pero no quise recordar ya que mi corazón se aceleraba más a cada timbrada que escuchaba en el teléfono.

Dos, tres, cuatro timbradas.

En cualquier momento entraría en el buzón de voz y no sabía si me atrevería a dejarle mensaje.

Escuché la grabación indicando dejar mi mensaje. Colgué de inmediato.

Seguramente no quería responder mi llamada. O ya estaría a cientos de kilómetros y me odiaría porque lo arrestaron por mi culpa.

—Bella— escuche una voz suave y aterciopelada a mi espalda.

Empecé a hiperventilar de la emoción.

Ojala que no sea mi imaginación, ojala que si esté detrás de mí, me repetí mentalmente.

Me giré lentamente, rogando porque no sea mi imaginación.

Frente a mi estaban esos dos ojos verdes, tan profundos, tan intensos.

Edward me miraba con tanta emoción que sentí que mi corazón de detuvo un instante y volvió a latir más fuerte y desbocado.


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EMMETT SWAN

Amaneció y a pesar de llevar casi dos días volví a aporrear las puertas, a cada hora que pasaba sentía que la perdía un poco más.

—Ya va Emmett, te dejaré salir si prometes…

—Abre papá o nunca volverás a verme, apenas salga de aquí...

— ¿Me estas chantajeando?— preguntó.

—Acaso no estabas haciendo lo mismo anoche— le reproché.

—Eres imposible Emmett. Te quiero en el aeropuerto antes del medio día ¿sí? Necesito que te despidas de Carlisle y Raymond, mis amigos. Y de la pequeña Alice— me pidió.

—No quiero volver a ver a esa enana poseída, ni quiero despedirme de tus amigos. Tampoco de ti. Me iré a vivir con mi abuela— le grité.

—Si quieres irte hazlo. Ya no sé qué hacer contigo— me dijo.

Abrió la puerta, salí caminando, estaba desesperado pero no quería parecer un loco.

—Solo quería que me escucharas papá. En verdad me gusta esa chica, como nunca nadie me gustó. No quiero perderla y tal vez ahora ya no esté en la ciudad. Si no encuentro a Rose, será tu culpa y te prometo que si eso pasa, no volveré a pisar tu casa jamás. Me has tratado de la peor manera, yo no soy un animal, no debiste hacer eso viejo. Estoy decepcionado de ti— le dije con mucho sentimiento.

—Emmett— murmuró.

No me detuve a escuchar sus excusas. Ni siquiera fui al garaje. Salí y empecé a correr. Me tomó casi media hora llegar al hotel Wellington, me detuve delante y tomé valor para entrar y preguntar por ella.

—Buenos días, estoy buscando a la señorita Rosalie. Habitación 906—dije al recepcionista

—La habitación 906 fue desocupada hace 1 hora. Me temo que la persona que se alojaba allí dejó el hotel definitivamente— contestó el recepcionista

—Por favor ¿sabe a donde fue?— dije desesperado.

—Lo siento no lo sé— me dijo firmemente. A su lado una camarera me miraba expectante.

—Soy un amigo. Pero me urge encontrar a Rose— le dije desesperado.

—Disculpe señor, no puedo ayudarle— sentenció.

Salí desesperado, ahora había perdió a mi Rose.

—Joven, ¿está buscando a una señorita rubia muy hermosa?— me pregunto la misma camarera que había visto.

—Si ¿La viste?— pregunté desesperado.

—Oí que salía hacia el aeropuerto con su madre. Es todo lo que sé— me dijo.

Le besé la mano aquella mujer y salí disparado para tomar un taxi al aeropuerto.

Cuando llegué bajé corriendo pero no sabía dónde buscar. Trate de recordar… me dijo que vivía en Los Ángeles. Fui a la sección de vuelos a Los Ángeles, pregunté en el counter, había un vuelo que acababa de salir y otros 5 a lo largo del día. Caminé triste y con la cabeza gacha.

Tal vez la había perdido.

—Qué lindo yo también quisiera un aviso así— escuché a una pareja.

— ¿Qué tiene de lindo? Es sólo un aviso de servicio público— decía su novio.

—Es que no tienes imaginación, podría ser una pareja que ansía encontrarse. Eres más seco que una piedra— le dijo lo dejó furiosa.

Me dio curiosidad y levanté la vista a un gran panel electrónico, anunciaban los vuelos internacionales.

De pronto cambió la imagen para publicitar a una línea aérea francesa, había una aeromoza rubia y me recordó a Rose. Mi Rose.

El panel se puso negro y aparecieron unas enormes letras, estaba mi nombre allí.

"Emmett búscame en el Star Buck, cuarta terminal. Rose"

Mi corazón se aceleró, corrí como loco, estaba en la terminal 2.

Casi arrollé a la gente que venía en contra, corrí hasta que me quedé sin aliento y empecé a sentir un dolor debajo del estómago.

Tercera terminal, seguí corriendo.

Cuarta terminal.

Busqué desesperadamente todas las tiendas y locales. Entonces la vi. Con su cabello rubio suelto, aún más hermosa de cómo la recordaba.

Me miró y corrió a mis brazos, la elevé por los aires y di una vuelta completa con ella.

¡Por fin!

Esta vez no dejaría que me alejen de ella.

—¡Emmett! ¡Te extrañé!— dijo.

Apenas termino de hablar la besé, la necesitaba tanto, me correspondió con muchas ganas, esto era el cielo.

—Emmett, estamos en un lugar público— dijo cuando empecé a estrecharla con más fuerza.

—Rose, Rose, creí que no volvería verte. Lo siento— dije.

—Nada de eso, es sólo que hay mucha gente sino…— dijo mirándome con picardía. Esta mujer hacía que me ponga a mil.

—Que bueno que te encontré, no pude buscarte antes discúlpame, yo…

—Lo sé. Ven conmigo, tenemos que aclarar algunas cosas— me dio la mano y caminé a su lado, iría a dónde me llevara, así fuera al infierno.

Caminamos hasta que llegamos a un restaurante, mi padre estaba allí, conversando con dos parejas.

Apenas nos vieron, se levantaron de sus asientos.

—Rosalie ¿Quién es este muchacho?— preguntó un hombre rubio, sus ojos eran iguales a los de mi Rose. Seguro era su padre.

—Es Emmett mi hijo— dijo Charlie algo avergonzado.

— ¿Es tu hijo?— dijo el hombre rubio. — ¿Él era el que comprometimos con la hija de Carlisle?— dijo mirando al otro hombre a su lado, lo reconocí, era el padre de la enana loca.

—Si y Rosalie estaba comprometida con Edward— dijo el señor Cullen.

¿Mi Rosalie? ¿Comprometida?

No terminaba de entender.

Entonces ellos nos habían comprometido sin que nos conociéramos.

Vi sonrisas en sus rostros, al ver nuestras manos unida, yo no pensaba soltarme de Rose.



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JASPER HALE

—Jass podrías cambiar de cara, me estás deprimiendo— me reclamó papá de camino al aeropuerto.

—Lo siento, es la única que tengo— le dije mirando por la ventana del taxi.

—Jasper ¿vas a seguir con eso? Ya te dije que el contrato se acabó, eres libre de salir con quien te guste— me dijo despreocupadamente.

—Si papá ya me lo dijiste.

—Hay cientos de chicas en el mundo, búscate otra.

—Las chicas no son intercambiables, no puedes reemplazar una por otra como la ropa.

—Entonces busca a esa niña del otro día.

—Si supiera dónde buscarla ya estaría con ella— le contesté y di por concluida nuestra pequeña charla.

Llegamos al aeropuerto y bajamos del taxi, confirmamos el vuelo y llegamos a un restaurante elegante dónde mi padre se encontraría con sus socios.

—Necesito caminar un poco papá— dije sin siquiera sentarme en aquel lugar.

—Jasper regresa pronto, quiero que te despidas como es debido de mis amigos y de Isabella.

No le respondí y seguí caminando sin rumbo fijo. Entré en una librería y empecé a mirar algunas revistas, hasta que llegué al estante de los libros de vampiros.

Recordé a mi pequeña y dulce Alice, cuando la conocí tenía un ejemplar de este libro en las manos.

Decidí comprarme el libro, no sabía si lo leería pero me la recordaba.

No sabía a dónde ir, no quería estar con los amigos de papá, ni fingir.

Tal vez si entraba a un cibercafé hasta la hora de abordar. Si, necesitaba mantener mi mente ocupada, caminé con decisión pero alguien me impedía la salida.

Mis ojos se detuvieron en un par de zapatos conocidos, solo una pequeña dama entraría allí y yo conocía esos lindos pies.

Levanté la vista de inmediato para encontrarme con ese par de ojitos verdes que brillaban como turquesas. Era ella, mi Alice.

No pude detenerme, de inmediato la levanté hasta la altura de mis ojos y la besé, no puso objeción, ni sentí rechazo alguno, temí que aún estuviera enfadada, pero haría lo que sea para que me perdonara.

—Jasper, te extrañé— dijo aferrándose más a mí.

—Que tiernos— escuché a un par de chicas al pasar por nuestro lado y me di cuenta en dónde estaba. Me ruboricé un poco, la coloqué en el suelo pero no la solté.

—Alice, tengo tanto que explicarte, por favor escúchame— le dije temiendo que recordaría lo ocurrido antes y se volviera a ir.

—Ya lo sé todo, Bella me lo contó— me dijo sonriendo.

— ¿Bella? ¿Conoces a Isabella Swan?— le pregunté.

— Si ¿Y a que no sabes? Yo estaba comprometida con su hermano— me soltó de pronto.

¿Ella también estaba comprometida?

Un momento… ¿Alice también formaba parte de este contrato?

— ¿Qué?— le pregunté asombrado.

—Soy Alice Cullen—dijo abrazándome.

—Jasper Hale, a tus pies— le dije estrechándola otra vez.

— ¿Hale? ¿Eres hermano de Rosalie?— preguntó.

— ¿La conoces?

—No, pero mi hermano Edward sí. Y creo que no se cayeron bien— me dijo pensando.

— ¿Eres hermana del tipo que puso de mal humor a Rose? Increíble— sonreí.

—Jasper, lo siento… yo no sabía que tu compromiso…

—No princesa, eso era cosa de nuestros padres. Yo te quiero, no por un tonto contrato, te quiero de veras— le confesé con miedo.

—Jasper, yo también te quiero— me dijo saltando para darme un beso, la atrapé en el aire y le di un dulce y apasionado beso.

—Creo que debemos ir a ver a nuestros padres— me dijo guiñándome un ojo cuando la bajé.

—Lo que usted ordene señorita.

Caminamos entre los pasillo, Alice no dejaba de mirar a los escaparates, de pronto gritó al verse en un espejo.

— ¿Qué tienes, te sientes mal?— le pregunté asustado.

—Esta ropa realmente no combina y es de la temporada pasada— decía mirándose por todos lados. Sonreí al escucharla hablar.

Seguimos andando hasta llegar al restaurante donde estaban mis padres y sus amigos.

—Alice— dijo un hombre rubio.

—Jasper. ¡Vaya la encontraste!— dijo mi padre.

—No entiendo— dijo una mujer muy hermosa con cabellos castaños, sus ojos eran de un verde idénticos a los de mi princesa.

—Oh no… ¡la enana!— oí murmurar a un tipo muy grande que tenía a mi hermana de la mano. Lo miré de forma amenazante, no solo porque parecía tener algo con Rose sino por referirse así de mi niña.

—Oye mastodonte, ya te dije que no me digas así o verás de lo que soy capaz— le reprendió mi pequeño corazón.

Me reí al ver que es tipo con sus casi dos metros retrocedía para colocarse detrás de Rose.

—Papá, mamá, ella es Alice. Mi novia— dije sin tomar en cuenta que aún no se lo había pedido.

—Carlisle, Esme. Él es Jasper Hale… mi novio— dijo ella me miró con complicidad y sonrió.

Mi padre miró a su amigo.

— ¿Es tu hija? Carlisle ¿te das cuenta? Creo que sólo nos equivocamos de parejas, aun podemos…

—Nada de contratos Raymond o tendrás que conseguirte donde dormir en Los Ángeles— amenazó mi madre.

—Eso va también para ti Carlisle— dijo la madre de Alice. –Me da gusto verte feliz hija. Mucho gusto Jasper— me dio un beso.

—Encantada de conocerte pequeña, veo que le robaste el corazón a mi Jasper— le dijo mamá a mi Alice.

—Jass, él es Emmet. Es mi novio— dijo Rose presentándome al chico con el que estaba. Lo saludé algo serio.

—Hola, gusto conocerte. A la ena... digo a Alice ya la conozco, no se preocupen— dijo mirando a mi pequeña que le lanzó una mirada desafiante.

—Alice ella es Rose. Mi hermana gemela— las presenté y congeniaron al instante, sabía que se llevarían bien.

—Ahora sólo falta que Bella ande con tu ex— le dijo Emmett a Rose.

—No es mi ex, es un tipo tan pedante que seguro cualquier mujer de este planeta le parece insuficiente— dijo mi hermana altivamente.

—Edward sólo le tiene aversión a las chicas huecas— dijo Alice haciéndose la inocente.

—Rose no es….—empezó a decir el novio de mi hermana.

—¿Perdón?— se encrespó mi hermana inclinándose peligrosamente hacia mi novia.

— ¡Papá!— escuché la tímida voz de Bella detrás de mí.

Todos nos giramos a verla y para nuestra sorpresa venía tomada de la mano de un muchacho de cabellos castaños.

—Edward— gritó Alice soltándose de mi mano y corriendo a abrazar a su ¿hermano?


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EDWARD CULLEN

Estaba hecho un idiota, no había comido nada, ni dormido. La conciencia me estaba matando.

Debí haber dejado que Bella me explicara.

Ahora que pronto me marcharía es que estaba consumido en la pena y la duda.

No podía irme sin verla, sin pedirle disculpas, sin oír su voz. Quisiera verla, quisiera hablarle.

— ¿Edward apúrate porque tardas tanto?— me recriminó mi padre.

Lo alcancé en la puerta, estaba ayudando a Alice con sus maletas, como siempre mi hermana llevaba mucha ropa sólo que en esta ocasión parecía que no había las había abierto.

Llegamos al aeropuerto y me dejé caer en la silla frente a mamá. El señor Hale ya estaba allí. Permanecí más de media hora allí sin abrir la boca hasta que llegó Rosalie, apenas la saludé.

Seguía en mi debate interior sobre hacer esa llamada.

Ya no tenía mucho tiempo.

¿Qué debo decirle?

"Hola te acuerdas de mí, soy el chico que gritó desde el torre Trump", "Soy Edward, perdóname por no haberte escuchado"

Pero si le decía esto último tal vez me contaría sobre su novio y yo no quería eso.

No importa, diga lo que diga, sólo quería oír su voz.

Saqué mi celular para marcar cuando vi a mi padre levantarse de su silla, hice lo mismo, seguro entraba el último de sus amigos que faltaba.

Lo saludamos, era un tipo corpulento con bigote. Habló con Rosalie, con mi padre, no preste atención a lo que decían hasta que una frase me dejó helado

"Bella estará aquí en unos minutos"

¿Bella? ¿Había dicho Bella? ¿Sería la misma Bella que yo moría por ver? ¿Mi Bella?

Me levanté como autómata y salí sin decir nada. Entré a la tienda de enfrente donde vendían joyas. No estaba interesado en nada de allí, sólo quería reponerme de este impacto hasta poder hilar mis pensamientos de forma coherente.

"Bella estará aquí en unos minutos" eso me desesperaba más.

No sabía qué hacer, que decirle.

Si Bella era su hija, entonces ella también era parte del malogrado contrato de Carlisle. Comprometida con el hermano de Rosalie.

Y yo no dejé que ella me explicara. ¡Qué tonto fui!

— ¿Hola, lo puedo ayudar en algo?— me sonrió una muchacha muy guapa que atendía la joyería.

Miré los escaparates para serenarme un poco. Me di cuenta que estaba en el Tiffany's, una joyería muy conocida por mi hermana y mi madre. Alguna vez las acompañé pero jamás compré nada.

—Bueno… ¿tiene algo especial?—pregunté.

— ¿Algo especial? Como… para tu madre, o tu hermana— dijo acercándose a un escaparate.

—Algo como para mi novia. Con una piedra en forma de corazón— se me ocurrió. Tomó un mostrario de terciopelo negro y lo sacó.

Con delicadeza tomó una cadena corta de plata y la levantó a la altura de sus ojos.

— ¿Qué te parece? Es un diamante perfecto, brilla como el arco iris, es duro como una roca y fuerte como un gran amor. La cadena de la pulsera es de plata. No se tu, pero a mí me encantaría que me obsequien algo así— dijo mirando al vacío.

—Lo llevaré. Gracias— le dije.

—Déjame ponerlo en un estuche— dijo tomando una preciosa cubierta roja.

—No, quiero que sea algo informal— le pagué, no acababa de echar la pulsera en mi bolsillo cuando la vi.

Avanzaba con su celular en la mano, miraba al restaurante donde mis padres, los Hale y el señor Swan estaban conversando animadamente.

Mi teléfono empezó a vibrar, lo saqué y de inmediato lo silencié. No quería oír su voz de otra forma que no fuera mirando sus ojos. Podía ver su nerviosismo, el móvil temblaba en mis manos.

Cuando dejó de hacerlo, ella suspiró, yo ya estaba a solo dos pasos, a su espalda.

—Bella— la llamé, mi voz salió quebrada y ansiosa. Ella se giró lentamente.

—Edward— dijo tan suave que pareció un suspiro. Miré hacia el restaurante, ninguno se había fijado en nosotros.

—Ven conmigo— le dije tomando su mano.

Caminamos unos minutos, nadie dijo nada pero se sentía tan bien llevarla de la mano. Cuando estábamos en una zona donde no había mucha gente ya no pude contenerme más y la acerqué a mí.

—Bella. No puedo estar lejos de ti— tomé su rostro entre mis manos.

—Pues… no lo estés— balbuceó, cerró los ojos, estaba tan cerca. Me incliné lentamente, aspiré su aroma, sentí su corazón latiendo aprisa, el mío quería abandonar mi pecho.

Posé lentamente mis labios sobre los suyos, la sentía temblar ligeramente.

Todo mi mundo cobro sentido y supe que me había enamorado irrevocablemente de Bella.

—Te quiero— le dije después de haber recuperado el aliento. Me sonrió.

—Yo también te quiero Edward.

—Perdóname por ser un idiota. No te dejé explicarme, me habría ahorrado esta agonía— le dije uniendo mi frente a la suya.

—Edward… ya no tengo prometido…

—Lo sé. Acabo de conocer a tu padre— le confesé sonriendo por primera vez.

— ¿Conoces a Charlie?— dijo asombrada.

— ¿Recuerdas ese tonto contrato?

— ¿Tu sabes del contrato de mi padre?

—Si, yo también estaba incluido allí.

— ¿Tu?— retrocedió asombrada.

—Soy Edward Cullen. El contrato es Cullen-Hale-Swan. Lo leí hace un par de meses cuando mi padre lo mando a redactar, aunque no especificaba los nombres de los implicados.

—De los sacrificados querrás decir—me sonrió.

— ¿Te das cuenta de que si solo hubieran variado las parejas, tal vez habríamos acabado juntos?—sonreí. –De una u otra forma debíamos conocernos— terminé.

Tomé su mano y delicadamente saqué la pulsera de mi bolsillo, se la coloqué, la plata brillaba sobre su pálida piel.

—Edward, no puedo aceptarlo… es… bellísimo pero costoso... no debiste— decía entrecortadamente.

—Esto no está en discusión, ¿aceptas ser mi novia?—le volví a pedir.

—Pero ¿cómo haremos? Vivimos en diferentes lugares…

—Tú sólo responde mi pregunta, lo demás se arreglará solo— prometí.

Me miró con sus bellísimos ojos chocolates y sonrió ligeramente.

—Si quiero ser tu novia— dijo y la abracé de inmediato.

—Entonces vamos a decirles a nuestros padres que de todas formas nos vamos a la universidad en un par de meses— le dije al oído.

— ¿Crees que sea prudente?— me cuestionó.

—Esos socios han estado sufriendo porque pensaban que el dinero que dieron de adelanto a la universidad de Los Ángeles no sería reembolsado. No creo que tengan problemas en cuanto a nosotros. Pero no dejaré que decidan mi carrera ni que pongan nuestro noviazgo en un contrato— besé su mano y la llevé de vuelta con nuestros padres.

Al llegar al restaurante vi la pequeña figura infantil de mi hermana que iba de la mano de un tipo delgado y rubio. Rosalie Hale estaba de la mano de un chico robusto y de amplios hombros pero lo más extraño era que a pesar de parecer que Rosalie quería comerse a mi hermana, mi padre y sus socios estaban sonriendo de alegría.

—Papá— dijo Bella mirando al hombre que yo había saludado hacia un rato.

—Edward— dijo Alice y corrió hacia mí. — ¿Bella? Tú y Edward están juntos. ¡Qué bien!— gritaba la duendecilla saltando.

—Es increíble— dijo mi padre.

—Como si lo hubiéramos planeado— agregó el padre de Bella.

—Esto es magnífico— terminó el señor Hale.

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