14 febrero 2013

Cap 7 Metiches



SÉPTIMO METICHE: MI PAREJA DE BAILE

BELLA


Casi acababa el año escolar, había decidido irme a estudiar literatura a New York, tenían un buen programa allí, y muchas ventajas para publicar si algún día decidía sacar al mundo alguno de mis escritos.

Edward y yo apenas nos saludábamos cuando Alice estaba cerca.

Era como un pacto invisible, como una raya imaginaria que ninguno se atrevía cruzar, ni con un saludo efusivo, ni con una mirada penetrante.

Eso estaba bien.

Al menos para mí tranquilidad… y la de mi padre, era más que feliz sabiendo que yo no tenía novio.

A unas semanas de la graduación, los preparativos del baile ocupaban casi todo el tiempo libre de mi amiga. Y por consiguiente yo también me vi involucrada en todas sus locuras.

Aún nadie me había pedido ser su pareja, o mejor dicho yo no lo había permitido.

En cuanto alguien se me acercaba con alguna conversación sospechosa pegaba un brinco e inventaba cualquier excusa para salir corriendo.

Pero los días se acercaban peligrosamente ya era hora de ocuparme de eso, no podía llegar sola.

—Sabes que mi hermano te invitaría con gusto— Alice siempre trataba de llevar la conversación hacia ese tema, muchas veces habíamos tenido pequeñas peleas, para mí era terreno minado, con muchas bombas que podían explotarme en el corazón sino tenía cuidado.

—Estaba pensando aceptar a Tyler, ayer se me acercó por décima vez, el pobre debe creer que soy hipocondríaca, cada vez que llega me invento un dolor—le dije muy seriamente, creo que con tan poco tiempo iba a aceptar al primero que me lo pidiera. Alice hizo un gesto de asco.

—Entonces vas a ganarte la enemistad eterna de Lauren, pero si no te molesta eso, bien por ti— dijo mi amiga haciéndose la indiferente.

—No tengo mucho tiempo, aceptaría hasta a mi primo Seth si me lo pidiera.

—Ese niño apenas tiene 16 años— se quejó ella.

—No me importa, mientras tenga a alguien del brazo ¿Sería patético tener que alquilarme un acompañante no te parece?— confesé.

—Nunca entenderé que pasó con Mark— Alice volvió a darle vueltas al asunto.

—Pues nada, no pasó nada. Ya olvídalo— ese era otro secreto bochornoso. Mark resultó ser gay. Alice jamás me dejaría olvidar que “mi romance de verano” fue pillado en un armario besando al capitán del equipo de beisbol.

— ¿Sabes que chico está sin pareja? Pues mi hermano…— la corté de inmediato.

—Shhh, por favor quiero que sigamos siendo amigas— le sonreí pero la mi mirada de advertencia la silenció.

Así que ahora debería aceptar al primero que me lo pidiera, incluso si era menor que yo.

Antes del almuerzo Tyler me llamó a un aparte para conversar.

—Hola Bella, oye ¿Con quién irás al baile de graduación?— preguntó.

—Pues… no lo sé…

— ¿No tienes pareja?— sus ojos se abrieron como si yo fuera un bicho raro.

—No, la verdad no sé si iré.

— ¿Quieres ir conmigo? Di que si, por favor… — casi era un ruego.

—Está bien— bueno no tenía más opciones.

— ¡Sí!— gritó

—Pensé que iras con Lauren.

—Yo también, es decir, el año pasado lo creí pero, ahora todo es diferente, bueno no te quito tiempo tengo que hacer muchas cosas, llamar a mi madre, debo ir de compras hoy… tu me entiendes, el traje…nos vemos— se fue saltando.

.

— ¿Vas a ir con el señor papada?— estaba en casa de Alice mirándola probarse su vestido y procurando no necesitar nada de la cocina o de ningún otro lugar de aquella casa para no encontrarme con Edward.

—No le digas así— dije enfocando mis pensamientos en la papada de Tyler, este ultimo año había ganado peso. Bastante. Ni su metro ochenta y cinco de estatura podían camuflar su obesidad.

—Es un gordo seboso, que asco me da imaginarlo bailando contigo, espero que solo sea tu pareja por esa noche, no se te ocurra aceptarlo como cita— me miraba molesta.

— ¿Por qué?— pregunte.

— ¿Por qué?, hasta la pregunta es necia. ¿Vas ir al baile de graduación con Tyler y estás considerando aceptarlo como cita? ¿Qué tienes en la cabeza? ¿Se te secó el cerebro?— gritó.

—Es que no quería ir sola— murmuré muy despacio, me sentía triste.

Había tenido que aceptar una pareja de la que no gustaba. Quizás si sólo me atreviera a cruzar el pasillo y dejarme ver por Edward… él tal vez podría… no, yo no le interesaba de esa forma, tal vez antes, en años pasados, no ahora.

—Ya, tranquila, a pesar que seas una cabeza dura te entiendo, lo veo en tus ojos, no por nada somos amigas de tantos años. Vas a ver que algún día nos vamos a reír de esto, tranquila— yo lo dudaba sinceramente, eran la épocas más vergonzosas de mi vida, no le veía la gracia.

.

El día de la graduación, Tyler llegó por mí, muy bien vestido.

Pero como siempre mi torpeza por delante, me caí bajando las escaleras, delante de él.

¡Qué vergüenza!

Y se me rompió el tacón del zapato, mi madre lo consideró una verdadera emergencia y movilizó a dos de sus hermanas para que me consiguieran otro par de mi medida y en color lavanda.

Eso me demoró mucho, casi llegamos cuando la ceremonia comenzaba, Tyler estaba algo estresado, sus padres nos miraron con reprobación, habían contratado un equipo de filmación profesional.

Después de la ceremonia, Alice me secuestró al tocador para poder maquillarme, según ella yo no había hecho un buen trabajo.

Su novio Jasper la estaba esperando afuera. Ese par estaba hecho el uno para el otro.

Caminé sola hasta llegar al salón de baile, estaba triste, recién hoy me daba cuenta que no volvería a estas aulas, ni a ver a la mayoría de mis compañeros.

De pronto lo vi… sentado en una de las mesas, estaba Edward.

Tenía la mirada perdida, su traje azul oscuro lo hacía verse más pálido y guapo que de costumbre. Y cómo Alice me contó, no tenía pareja.

Quise tomar otro rumbo pero nuevamente tuve problemas con los zapatos.

Él se dio cuenta de mi presencia, estábamos a unos pasos apenas.

Decidí acercarme, tal vez sería la última oportunidad que tengamos para hablar.

—Hola— lo saludé, me miró pero no como lo hacía últimamente, sino como hace tiempo, sus ojos eran muy expresivos, se veía feliz.

—Hola Bella, te ves… hermosa— sonrió.

—Bueno tú no eres precisamente un monstruo— le bromeé, en realidad él era el hombre más bello que mis ojos hayan visto, pero no iba a decírselo en la cara.

Mi corazón se aceleró, esa era la sonrisa que tanto me gustaba, durante todo el año no la había visto.

— ¿Quieres sentarte?— me preguntó, estaba a punto de hacerlo cuando recordé a Tyler, seguramente sus padres debían estar buscándome para seguir filmando.

—Creo que no, deben estar buscándome por allí—retrocedí un par de pasos.

— ¿Te vas a ir a New York?— preguntó, seguro su hermana le dijo, bueno tampoco le prohibí a mi amiga que se lo dijera, ni siquiera quería que habláramos de él.

—Sí. Voy a estudiar literatura.

—Estoy seguro que serás una gran escritora.

— ¿Tu qué vas a seguir?— le pregunté interesada en su futuro.

—Entraré en la Escuela de Arte Dramático— dijo sin mucha alegría.

— ¿Vas a ser actor? Es fantástico, siempre fuiste bueno actuando— le dije con sinceridad y me senté a su lado.

— ¿Cómo sabes eso? No he actuado en una obra desde el quinto grado— sonrió, parecíamos grandes amigos.

—Fuiste un Robin Hood maravilloso— todavía me acordaba de él en ese trajecito, creo que desde ese momento me gustó, recién me daba cuenta hoy.

—Solo corrí de un lado al otro disparándole a todo el mundo— rompió a reír, me encantaba verlo así, era el Edward que tanto amab… no, que me gustaba, era sólo eso.

Yo no podía enamor… ay, no debo mencionar ni pensar en esa palabra, no debo amar a nadie y menos a alguien que estoy a punto de perder de vista quizás por mucho tiempo.

—Pero te veías muy bien— ups, eso se me salió sin pensar.

— ¿Querrías bailar conmigo?— estaba de pie cola mano extendida hacia mí, la música empezaba a sonar.

Sabía que debía bailar la primera pieza con mi pareja, pero esa canción era mi favorita y sin pensarlo mi mano tomó la suya.

Él sonrió de lado, haciendo que mi corazón latiera casi al ritmo de la música, desesperado, ansioso y vivo.

Aún cuando el ritmo se hizo más rápido, nosotros seguíamos bailando lento, su aroma me envolvía y me hacía soñar. Muy pronto acabó la canción, yo no quería apartarme de él.

No habíamos terminado de bailar cuando sentí la voz de mi pareja de baile.

—Bella allí estás, mi mamá quiere tomarnos una gran fotografía en ese arco de flores de allá— Tyler tomó mi brazo, Edward me miraba como si quisiera sacarme de allí.

No. Debían ser ilusiones mías. Le di una tímida sonrisa y le dije adiós con la mano.

Los padres de Tyler me tomaron mas de mil fotos, estoy segura que me habrían sacado tomas en el baño si hubiesen podido, estaba harta de los flashes y de ser llevada de un lado para el otro.

Mi madre se lo pasaba bien, papá estaba algo aburrido, nunca le gustaron mucho las fiestas.

No había vuelto a ver a Ed, y varias veces lo había buscado con la mirada. Los zapatos me mataban, así que salí hacia los jardines de la escuela, la noche estaba fresca, era mi última vez en este lugar. Me senté en uno de los columpios en la zona de juegos para los más pequeños. Escuché pasos, alguien caminaba cerca, esperaba que no fuera Tyler o alguien de su familia.

—Bella— era la voz suave de Edward, mi corazón pareció tener vida propia.

—Hola… otra vez— saludé.

— ¿Cuándo te vas?— preguntó.

—Mañana, en el último vuelo— sonreí aunque no creo que lo hubiese notado, estaba oscuro.

— ¿Tan pronto?— murmuró muy despacio, como para sí mismo.

—Debo empezar a vivir mi vida— elevé mi vista al cielo, no había luna pero las estrellas brillaban.

—Pasará mucho tiempo antes que nos volvamos a ver— se acercó mucho, esta vez nuestros ojos se encontraron. Él se agachó, hasta quedar en cuclillas, los columpios eran pequeños, así que su rostro quedó a mi altura.

—Sí. Vendré para navidad, fiestas, feriados y tal vez nos veamos por allí… Edward… ¿En serio te… te enamoraste de la psicóloga el año pasado?— era mi última oportunidad de saberlo, tenía que aprovechar.

—No. Rosalie sólo me ayudaba a…— no sé porque no pude dejar que terminara de hablar, debía ser la noche, el momento, las tres copas de champagne o tal vez el saber que no lo vería en mucho tiempo.

Su rostro estaba cerca y yo… me atreví.


Necesitaba respirar su mismo aire. Nuestros labios se juntaron, por unos segundos mágicos me uní a él, nuestros corazones latían tan fuerte que podía oírlos a ambos, a un mismo ritmo.

Cuando el beso terminó, sus ojos me hipnotizaron, parecía que podía ver dentro de ellos, me sentí segura, feliz, como si hubiera encontrado un lugar que no sabía que existía pero donde quería estar siempre.

— ¡Bella!, ¡Bella!— escuché gritar mi nombre y pegué un salto. Era mi madre, se escuchaba histérica.

—Creo que… algo le pasa a mamá— dije debatiéndome si debía ir donde mi madre o quedarme allí.

—Eso parece, te acompaño— caminamos hacia la fiesta nuevamente.

Apenas me vio mamá corrió hacia mí.

—Tyler se ha caído, llamé a los paramédicos— miré hacia el estrado dónde se arremolinaba la mayoría de mis compañeros.

— ¡Bella!— el pobre Tyler estaba en una posición bastante graciosa. ¿Cómo habrá llegado allí? Me llamaba pero yo no tenía la más mínima intensión de acercarme, no se veía grave.

—Hija dale la mano, el pobre se ha pegado un golpe fuerte, espero que no tenga consecuencias, anda, acércate— mi madre me llevó a empujones.

Los señores Crowley estaban arrodillados al lado de su hijo.

—Mamá, es que yo…— quería hablar con Edward, lo busqué entre la multitud pero no pude verlo.

—Ya llegó la ambulancia ¡Por fin!— lloriqueaba la madre de Tyler. No me dejaron escabullirme por más que lo intenté, me rogaron que vaya con él en la ambulancia para calmarlo.

Me pasé tres horas en el hospital, Tyler no había sufrido ninguna lesión, sólo tenía un chichón del tamaño de una canica pero sus padres eran tan escandalosos que los médicos les sacaron de la sala de espera.

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