03 febrero 2013

Cap 7 Jardinero


CAPÍTULO 7

ESTA SERÁ LA MAS GRANDE AVENTURA DE MI VIDA

Más segura de mi poder sobre el espléndido jardinero, fui a verlo dos días después, era viernes y necesitaba un entretenimiento para esta noche, aunque dudaba que pudiéramos sólo conversar, al menos por mi parte.
Lo vi en el claro que tanto me gustaba, plantaba pequeño brotes que días antes le había visto traer.
—Hola Edward ¿Esas son mis flores silvestres?— pregunté interesada.
—Hola Bella. Sí son las flores silvestres que querías. Las traje del bosque— no se levantó, siguió agachado con una pequeña pala haciendo agujeros en el suelo y sembrando las plantitas.
— ¿Puedo ayudarte?— también me agache, no me importó ensuciar mis jeans versace, se sentía bien hacer algo manual.
—No tienes porque hacerlo, te vas a ensuciar— sonrió un poco.
—Pero quiero hacerlo, cuando era pequeña me gustaba plantas flores— tomé otra pala e hice lo mismo que él. Algunos minutos pasaron sin que ninguno dijera nada. Mi plan no estaba funcionando.
— ¿Qué tienes que hacer hoy en la noche?— pregunté.
— ¿Hoy? Creo que terminaré de leer un libro—
— ¿Quieres salir por allí? ¿A caminar o a tomar algo?— pregunte.
— ¿No tenías una cita con tu novio?— preguntó.
—Emmett no es mi novio y no tenemos una cita.
—Bella, no estoy sordo, tampoco era mi intención oírlos, pero creo que habían quedado para hoy— dijo como si no le importara.
—No. Quedamos que le diríamos a nuestros padres que saldríamos, no que íbamos salir en realidad
—No entiendo— me miró.
—Mi papá me sugirió que me acerque a él, su familia tiene mucho dinero, así que hemos acordado que fingiremos salir, así nuestros padres nos dejan tranquilos.
— ¿Eso no es mentir?
—Es mejor que hacerles la guerra.
—Sigo sin entender— ahora si me prestaba toda su atención.
—Yo no quiero salir con Emmett, pero si me niego, mi padre va a fastidiarse. Emmett es un buen amigo, estuvo de acuerdo con todo, además él tiene novia y va a usar el tiempo que supuestamente vamos a salir para llevársela a algún lugar.
— ¿Y tú que harás mientras finges salir con él?
—Pues, daré unas vueltas, caminaré un poco, no lo sé.
— ¿Vas a salir sola?
—Te estaba invitando pero si no quieres— me hice la ofendida.
—No deberías salir conmigo— dijo con total convicción, si tan sólo yo me lo creyera.
—Bien, entonces iré a caminar sola— me puse de pie dispuesta a irme, tampoco le iba a insistir.
— ¿A dónde irás?
—No te importa, es mi problema—
—Puede ser peligroso que andes por allí en la noche.
—Se cuidarme.
—No lo creo. Te acompaño— ¡lo logré!, bueno no es que me alegre tanto.
—Bien, saldré en mi auto después de las 7. ¿Te puedo recoger en la entrada del pueblo como a las 7:30?
—Está bien. Yo sólo te acompañaré, ni siquiera tienes porque cambiar los lugares a los que pensabas ir. Seré algo así como tu protección.
— ¿Mi guardaespaldas? Que miedo— logré que sonriera un poco.
—Lo que sea, mientras no te pongas en peligro.
—Bien, nos vemos en la noche— me fui feliz a buscar algo que ponerme, tenía una casi cita con mi jardinero, eso sería mil veces más interesante que salir con un muchacho estirado de los que conocía, que seguramente me llevaría a un lugar fino y pagaría con la tarjeta de su papi.
¿Ahora lo interesante sería a donde iríamos? Debía ser un lugar donde no gastáramos mucho, para que Edward no se incomodara, y tampoco podía ser un lugar lujoso para que no se sintiera fuera de tono.
Entonces sabías más o menos a donde llevarlo, sólo que yo debía parecer menos modosa que de costumbre.
Las cosas que tenía que hacer para poder tener mi aventurilla con el jardinero, que patética debía verme a los ojos de Alice. Pero como siempre me repetía, es sólo un pasatiempo, algo que hago para no aburrirme.
.
— ¿La feria?— Edward se sorprendió, bueno llevaba sorprendido más de media hora, desde que dejamos el auto en un estacionamiento público y cambié mis ropas. Bajamos del taxi en una zona muy populosa de Forks, siempre había querido venir aquí pero no me atrevía.
—Sí, quiero subirme a esa montaña rusa— casi grité cuando la vi.
—Es bastante alta y no se ve muy segura.
—Bueno estarás allí para cuidarme así que no tengo miedo— lo tomé de una mano y prácticamente lo jalé para entrar. Había tantas cosas, tiro al blanco, futbolitos, una adivina, salón de espejos. Pero lo que más me emocionaba eran los juegos, no sabía cómo se llamaban pero parecían sensacionales.
Fui hasta la boletería y compré 2 boletos para cada uno de los juegos, no cabía en mí de felicidad.
— ¿Por dónde comenzamos?— le pregunté al regresar con Edward.
—No estoy seguro, nunca he estado en un lugar así— miraba asombrado a todos lados.
—Pues yo tampoco, escoge un boleto y nos subimos, date prisa— le mostré todos los boletos que tenía, se sorprendió mucho.
El primer juego fueron los carritos chocones. Me reí y grité a más no poder, le chocaba a Edward a propósito, poco a poco él se fue soltando y empezó a disfrutarlo. Para cuando nos subimos en la montaña rusa Edward había dejado atrás toda su seriedad. Fue una de las experiencias más intensas de mi vida, grité y me aferré a Edward cada vez que bajábamos a velocidad. Al final tuvo casi que bajarme en brazos.
— ¿Estás bien? ¿Bella?— preguntaba.
—Sí, sólo déjame recuperarme. Fue súper ¿Lo hacemos de nuevo?— dije casi famélica.
—No, te pone mal, quizás otro día— me sonrió.
— ¿Vendremos otra vez?— pregunté feliz.
—No lo sé, fue divertido— me tomó de la mano para seguir caminando se sentía tan bien.
Por más que insistí en pagar Edward compró bocadillos y nos sentamos a comer.
— ¿En serio nunca has venido aquí?— me preguntó.
—No, nunca.
—Es gracioso, tu eres demasiado rica y yo demasiado pobre para un lugar como éste.
—No digas esas cosas Edward. No soy demasiado rica, es mi padre el que trabaja yo no hago nada. Y tú no eres demasiado pobre… creo que la verdadera pobreza no está en el dinero— me sorprendía yo misma de hablar así, cuando me había vuelto filosofa. Estar con Edward ya me estaba afectando.
Me giré para verlo, él estaba muy cerca de mí, se acercó y me besó. Sus labios eran la gloria, suaves, dulces. Aproveché para intensificar el beso, tenía que aceptarlo, no era yo la que estaba ganando en esto, era él quien me alborotaba más.
Me sentía flotar en el aire, debía ser consciente que él era sólo el… jardinero, si, sólo eso.
—Te quiero— me dijo cuando nos separamos, creo que dejé de respirar del susto ¿Qué rayos había dicho? No, no escuché bien, debía ser otra cosa.
— ¿Qué?— pregunté sorprendida. Ay no, no quiero complicarme la vida, así estoy bien.
—Me gustas, te quiero Bella— sonó tan bonito. Pero debía poner freno a sus ilusiones para que luego no me acusen de ser una mala mujer.
—Edward, yo no puedo tener nada contigo—le dejé en claro.
—Creí que tú… me besaste— balbuceó. Su expresión tan tierna me desarmó por completo. Pero yo debía ser fuerte y decirle las cosas de frente.
—Eso no significa nada… al menos nada importante. No quiero que te ilusiones, yo… podemos salir, divertirnos, pasear, pero no podemos tener algo serio, espero que entiendas.
—No nací ayer Bella, sé a qué te refieres. Una señorita educada y fina como tú no puede tener algo serio con alguien como yo. No te voy a pedir nada. Absolutamente nada. Serás tú la que diga cuando podemos vernos, así como ahora. Yo obedeceré lo que mandes— tragué en seco, por Dios prácticamente se estaba poniendo a mis pies. ¿Eso era lo que quería verdad?
—Si es así como lo pones. Pero por favor no te encariñes conmigo… no te enamores de mí— volví a besarlo esta vez con más ganas, este hombre era una tentación, parecía tan besable, acariciable.
El dulce beso se convirtió en una batalla dónde ávidos nos esforzábamos por quitarle el aliento al otro. Para cuando nos separamos yo estaba completamente ruborizada y él despeinado. Nos miramos intensamente.
Acababa de descubrir que esta sería la más grande aventura de mi vida. Llena de nuevas sensaciones y muy arriesgada… pero lo valía.

0 comentarios:

Publicar un comentario