05 febrero 2013

CAP 6 ENEMIGO PUBLICO



CAPÍTULO 6

MÁRCAME COMO TUYO

JACOB
Me lleva el diablo ¡Maldito Masen!
Había asaltado otro banco y yo me encontraba a sólo tres calles de allí, en el nuevo "laboratorio" que el FBI me había enviado. Tres estúpidos científicos habían analizando el abrigo de Masen para saber dónde había sido comprado. ¿A mí que me importaba?
—Jefe, la prensa lo espera, debe hacer su declaración— Jessica me seguía como si fuera un rabo, me detuve en seco y la mandé a pasear.
Mi superior había llamado a una conferencia, las emisoras radiales y los principales periódicos estarían allí.
¿Y ahora que les digo?
Tomé aire y salí a hacerles frente a esos idiotas.
Últimamente todo me salía mal. Bella ni siquiera escuchó mi propuesta, ahora tenía "novio", un tipo de lo más desagradable que a leguas la quería sólo para pasar el rato. Ahogué mi furia y esbocé una sonrisa. Los flashes de las cámaras me cegaron, escuché gritos mezclados con preguntas.
—Buenos días señores—saludé
—Jefe Black. ¿Confirma que los dos últimos asaltos fueron perpetrados por la banda de Masen?
—No está 100% confirmado pero creemos que es así. Ambos fueron bien planeados, demoraron menos de dos minutos y el tenor fue el mismo, dos rehenes que abandonaron en las afueras de la ciudad.
— ¿Es cierto que el FBI va a tomar el caso?
—No tengo esa confirmación pero la policía de Chicago es completamente capaz de hacerse cargo, hemos recibido refuerzos y equipamiento científico.
— ¿A cuántos criminales ha arrestado jefe Black?— preguntó un periodista del diario más amarillo de la ciudad.
— No sé a qué viene esa pregunta pero le diré… desde que me uní a la policía han sido más de trescientos.
—No me refiero a los arrestos y capturas de su padre. Personalmente ¿A cuántos ha arrestado usted?
—He participado en al menos cinco arrestos desde que mi padre murió— aseguré.
—O sea que no está suficientemente calificado para el cargo ¿No cree que su nombramiento fue algo apresurado y que en gran parte se lo debe a la leyenda que dejó el jefe Billy Black?— de haber podido le habría roto la boca al infeliz periodista
—Mi misión es atrapar a León Masen y a eso me abocaré— esta conferencia estaba siendo peor que la anterior.
— ¿Y está listo para eso?—
—Por supuesto señores—
— ¿Al menos conoce su rostro?
—Nunca ha sido apresado, no está fichado, nadie sabe como es.
—Algunas cajeras podrían ayudarle— dijo un periodista obeso, la mayoría empezó a reír.
— Masen es el enemigo público número uno de Chicago, aunque algunos lo hagan ver como el nuevo Robin Hood. Toda la ciudad cree que es un maldito héroe pero no es más que un criminal.
— ¿Alguna vez donó algo a los pobres?— preguntó otro periodista
— ¿A qué viene eso?
—Que se lo expliquen los pobres señor— otra vez carcajadas. —Cada vez que hay un asalto en Chicago, los indigentes de la ciudad se acuestan con el estomago lleno, tal vez por eso lo consideren su héroe— me restregaron.
—Señores estamos persiguiendo a los más temidos asesinos y criminales, en nuestra ciudad se concentra la mayor tasa de asaltos y robos y eso va a cambiar. Hoy declaro la guerra contra el crimen en Chicago y personalmente perseguiré y atraparé a León Masen de ser necesario en todo el país. Tenemos dos cosas que él no tiene.
—Y cuales son ¿Astucia y belleza?—toda la bola de amarillista volvieron a reír.
—Lo primero: técnicas modernas. Vamos a combatir la delincuencia científicamente. Y segundo: el legado visionario de mi padre, él me enseñó como atrapar a los bribones más escurridizos— puse fin a la conferencia.
"¿Atrapar o volarles la cabeza?" "El jefe Billy tenía más agallas que su hijo" "1000 dólares a que no lo atrapan" Escuché murmurar a mi alrededor.
Regresé a mi trabajo dónde me esperaba la nueva central telefónica implementada por el FBI. Cuatro operadores escucharían las conversaciones telefónicas en toda la ciudad.
Hasta los asaltantes usan el teléfono, apenas Masen cometa un error estaré allí para atraparlo. Muy pronto cometería un error.
Prefería capturarlo vivo, así me echaría por tierra su reputación y su aire de heroísmo.
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EDWARD
Era mi última noche en Chicago y a regañadientes acepté ir al club, Jenks me había enviado un mensaje. Llevé a Bella conmigo, no quería dejarla sola en casa. Además quería lucirla.
Llevaba puesto un hermoso vestido azul y el abrigo que le obsequié. Estaba deslumbrante.
Esperaba que no tardáramos mucho, lo único que deseaba en este momento es hacerla mía otra vez.
Fui a la mesa de Jenks, antes les encargue a mis amigos que cuidaran de mi mujer, había demasiados bribones por allí que la miraban de manera descarada.
—Hola Edward, que bueno que llegas— saludó Jenks
—Dime de qué se trata— le urgí.
—Así me gusta, al grano. Queremos atrapar a un tipo, un banquero de Miami, necesitamos algunos hombres, me han dicho que vas para allá.
—No me gustan los secuestros.
—Robar bancos se está volviendo difícil en estos días, deberías considerarlo— sonrió.
—A la gente no le gustan los secuestradores.
— ¿A quién diablos le importa lo que piense la gente?
—A mí. Yo me oculto entre ellos, nos tiene que importar lo que piensen.
—Diablos. Tendré que contratar a la banda de James— se lamentó.
— ¿Tiene banda?
—Sí. Ha asaltado tres bancos en Indiana. El idiota mató a sus rehenes y varios policías en su huida. Ahora lo buscan en todo el país, han ofrecido diez mil dólares por él.
—James nunca pudo hacer nada bien— sonreí. —Lo siento. No le entro a los secuestros.
—También tenemos en mira un tren que transportará algo interesante pero no está confirmado, te avisaré cuando llegue el momento.
— ¿De qué va eso del tren?
—Necesitaremos un par de hombres de confianza en un par de meses, un envío de la reserva federal. Es el típico trabajo que te retira, adiós tu vida delictiva.
— ¿Y a dónde vas a ir si te retiras?—pregunté.
—No sé. A Brasil, Cuba, me gustan las playas y el sol.
—Pensaré bien lo del tren ¿De acuerdo?
—Esperaré tu respuesta. Ahora ve a tu mesa antes que te quiten la chica— miré hacia la mesa donde estaba Bella. Emmett y Jasper habían desaparecido, ni siquiera Mike estaba allí para cuidarla. A su lado estaba un tipo moreno, musculoso que parecía divertido hablando con ella.
— ¿Edward?— Tanya andaba merodeando. –Oh, veo que Bella ya te cambió. Invítame una copa— tomó mi mano y me llevó a la barra.
— ¿Mañana te vas?— me preguntó, apenas la oí.
No podía apartar mi vista de aquella mesa. Bella se reía de buena gana con aquel hombre.
—Si— contesté secamente.
—Sabes que yo te seguiría a cualquier lugar del mundo. Sólo tienes que pedirlo, dejaría el club y me iría contigo— ofreció.
—Gracias Tanya pero yo estoy comprometido, si me disculpas— me levanté y caminé hasta mi mesa.
Sea quien sea el tipo, se iba a enterar que esa mujer era mía. A medida que mis pasos me acercaban donde Bella sentí que alguien caminaba a mi lado pero no presté importancia.
Llegué a la mesa y me aclaré la garganta. Bella volteó con una gran sonrisa que se le congeló al instante.
—Hola Bella ¿Quién es tu amigo?— pregunté. En ese momento me di cuenta que Tanya había venido conmigo. Estaba perdiendo mis instintos con lo celoso que estaba.
—Él es Sam, un amigo de la infancia— nos presentó seria.
— ¿Sam? ¿Policía de Chicago no es cierto? ¿Qué lo trae por aquí?— Tanya estaba muy contenta, mis celos se redujeron al saber que era un amigo de su infancia pero estaba molesto porque él era un policía.
—He venido a relajarme, la semana ha estado muy movida— dijo él fascinado con Tanya.
—Si, esta ciudad es tan insegura. No puedo creer que hayan tantos asaltos—instintivamente Tanya tomó mi mano y Bella se levantó.
—Edward quiero irme ya, tengo sueño— me dijo clavando sus ojos en mi mano y la de Tanya.
Yo me solté de inmediato.
—Un gusto conocerte Sam. Permiso Tanya— tomé la mano de mi chica y salimos del local.
— ¿Qué rayos hacías con esa?— me soltó Bella en el auto.
—Lo mismo que tú con aquel policía— le reclamé.
—Sólo conversábamos— casi me gritó.
—Lo mismo hacía yo— le dije sin demostrar emociones.
—No quiero que se te acerque— me estaba amenazando, me hizo gracia pero no sonreí.
—Lo mismo digo.
—Pero Sam es mi amigo de muchos años— se quejó. Sólo me encogí de hombros.
Llegamos a la casa y bajamos sin decir palabra.
—No voy a dejar a mis amigos sólo porque a ti no te gusten— me reclamó al llegar a la habitación.
—Lo mismo digo— repliqué más calmado, me hacía gracia su mal humor.
—Pero esa golfa no quiere ser sólo tu amiga, no quiero que te toque ni que te mire…— empezó a dar vueltas por la habitación, se veía sensual cuando estaba celosa.
Lentamente me fui desvistiendo mientras ella vociferaba.
—Esa… Tanya, la he visto cuando te mira, te come con los ojos, hasta se atrevió a amenazarme para que me aleje de ti ¿Qué se cree? Ella está con todos los hombres de la ciudad y tenía que poner los ojos en ti, si te vuelvo a ver cerca de ella te juro que le arranco todos sus cabellos teñidos, es que no le has dejado claro que nosotros…— se detuvo al verme totalmente desnudo, sus ojos se agrandaron y dejó de respirar.
—Entonces márcame como tuyo— le sonreí.
Avancé a zancadas el corto espacio que nos separaba. La tomé por las nalgas y la levanté del suelo, lo suficiente para que sintiera mi necesidad de ella.
La llevé a la cama, mientras mis manos subían su vestido, necesitaba entrar en ella cuanto antes. Le rompí los ligueros de sus pantimedias y sus bragas, tenía el vestido en la cintura pero no se lo quité. Simplemente tomé lo que era mío, entré en ella de un tirón y empecé a balancearme mientas le hablaba al oído.
—Soy tuyo, tómame cuando quieras, soy sólo tuyo Bella, todo lo que soy, todo lo que tengo es para ti. No hay nadie que me encienda como tú, a nadie más le quiero hacer esto— empecé a moverme más rápido mientras ella gemía fuerte y abría más la piernas.
—Edward… más— veía su rostro contraerse de placer, me movía tan rápido como pude, entraba y salía de su cuerpo, era la sensación más exquisita del mundo. Toda ella, rendida al placer que le daba, entregada, tan… mía.
La vi temblar y arremetí con más fuerza hasta llegar a lo más profundo de sus entrañas. Eso me llevó literalmente al cielo, la sensación de gozo y plenitud sólo podía sentirlas con Bella.
Por primera vez me sentí cansado, abandonado a mí éxtasis.
Luego de tal hazaña, la acomodé entre mis brazos mientras empezaba a quedarme dormido.
— ¿Edward?— escuché su voz y sentí sus manos en mi pecho.
—Si mi reina.
—Mañana te vas…
—Si ¿Irás a despedirme verdad?
—No. Prefiero no hacerlo. No quiero que me veas llorar.
—Amor, es solo un "hasta luego" no un "adiós". Te esperaré el otro fin de semana. Te compré hoy los pasajes.
—Nunca he volado, los aviones me dan miedo— se quejó.
—De aquí a Miami son casi dos días en tren, si quieres perder tanto tiempo viajando adelante— sonreí.
—Está bien, volaré, sólo por ti.
—Ya verás cómo nos divertiremos en Miami, vamos a ir a muchos lugares, te llevaré a conocer el mar— prometí.
— ¿El mar? Suena fantástico pero te extrañaré mucho.
—Yo te extrañaré más.
— ¿No le harás caso a ninguna golfa verdad?
—No. Tengo tu marca. Espero que sea suficiente para espantar al resto de la comunidad femenina. ¿Bella?— no me respondió, ya estaba profundamente dormida. Le terminé de quitar el vestido y la acomodé. Era nuestra última noche en Chicago. Cuando volvamos ya no seré más León Masen, ni un asaltante de bancos.

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