03 febrero 2013

CAP 5 ENEMIGO PUBLICO



CAPÍTULO 5

EL AMOR CIEGA Y LA PASIÓN ENLOQUECE

EDWARD POV
Traía puesto un largo abrigo que camuflaba perfectamente mi rifle Tommy Gun, herencia de mi predecesor. En el bolsillo de la chaqueta mi pistola automática Colt 1911 calibre 45.
Seguía a la perfección las instrucciones del anterior jefe, había estudiado muy bien el movimiento del lugar y el flujo de gente. Esta era la hora más propicia, minutos antes del almuerzo. Las cajas estaban llenas, así como la bóveda y los policías estarían comiendo en algún lugar cercano. Esos idiotas siempre tienen hambre aunque no trabajen mucho.
Sin querer sonreí al pensar como le caería esto a Black, igual que en el anterior asalto le lloverían críticas. Disfrutaría el diario de mañana, compraría un ejemplar de cada editorial. Leer las críticas al nuevo comisario sería mi desquite con ese imbécil.
Ahora tenía que concentrarme en que el golpe fuera perfecto y sin demora, quería volver con Bella lo más pronto posible.
Jasper por la derecha, Emmett a la izquierda. Mike ya se encontraba dentro del banco, vigilando.
Me acomodé mejor el sombrero, era necesario para que no vieran mi cabello porque su color peculiar.
Oso y pantera se abrieron cada uno por su lado, yo como siempre, me dirigí al encargado de este asqueroso lugar.
— ¡Esto es un asalto! ¡Todos al suelo!— Mike y Jasper quitaron con estruendo el seguro de sus armas, la gente se quedó muda, solo una que otra mujer como siempre soltó un chillido. Saqué mi arma y le apunté al pecho del gerente.
—A la bóveda— le sonreí.
El hombrecillo de escritorio se levantó temblando, caminaba despacio así que lo apuré con la punta de mi rifle. Tomó las llaves de un casillero y empezó a intentar abrir la bóveda probando con algunas llaves.
Esto nos retrasaría. Y no podía permitirlo.
—Tú eliges. ¿Héroe muerto o cobarde vivo?— le apunté con el rifle en la cabeza.
Como por arte de magia el tipo encontró la llave correcta y entramos. Saqué uno de los sacos que tenía escondido y se lo lancé.
—Mete todo allí. Billetes de 100 dólares, no quiero menos—llevábamos 50 segundos. Estábamos muy atrasados.
Miré al techo, el lugar era hermoso, columnas griegas, murales bizantinos y piso de mármol italiano. Vaya que sí derrochaban estos bancos. Y todo con el esfuerzo ajeno.
—Es todo lo que entra— dijo el gerente alcanzándome la bolsa con sus manos temblorosas.
Estos tipos eran tan miedosos.
Lo encerré en la ostentosa bóveda. Claro, antes tomé varios fajos de billetes de 10 y de 20 que no había querido en el bolso. "Mi contribución a la sociedad" pensé.
Salí rápido, en la primera caja vi un hombre desarrapado junto a algunos billetes d dólares y varias monedas. Al verme trató de ocultar su dinero.
—Guarda tu dinero, no le robamos a la gente, sólo a los bancos— su mirada de miedo cambió. Tomé uno de los fajos de donación y se lo metí en su raída chaqueta sin que nos vieran.
—Gracias Masen— dijo soltando una lágrima, maldije en mi interior. Ahora los hombres a parte de miedosos son llorones, el mundo estaba cada vez peor.
— ¿Listos? Pantera, Oso… pájaro—Mike me lanzó una mirada envenenada, sólo a él se le ocurría haberse puesto un sobrenombre de ave que nunca podía recordar.
—Es halcón— dijo entre dientes.
— ¡Listo!— gritó Emmett mostrando su bolsa de la recolección de las terminales. No oí la confirmación de Jasper.
— ¿Pantera?—lo busqué.
Tenía su bolsa en la mano pero la mirada perdida. Me fijé qué era lo que acaparaba su atención y me llevé una sorpresa.
La cajera, a quien Jasper miraba con tanta atención, era la amiga de Bella. Esa pequeña que trabajó con Bella en el guardarropa del club. Alice, era su nombre.
Me miró confundida, luego su mirada cambió. Parecía haber visto al mismísimo diablo.
— ¡Listo!— gritó Jasper.
— ¡Vámonos! ¡Los rehenes!— grité, el tiempo se agotaba y no podía hacer nada más que salir de allí.
Tomé a una de las cajeras y salimos veloces. Ben estaba en la puerta esperando, esta vez no había policías.
Escondimos las armas y subimos lo más rápido posible. Íbamos en silencio, Jasper en el lugar del copiloto, yo junto a mi rehén y Emmett al lado del suyo. Mike iba colgado a la puerta, vigilando las calles.
— ¿Nos dejarán ir?— preguntó mi rehén mirándome.
—Desde luego, no se preocupe señorita— le respondí.
—Oh— dijo apenada. – Gracias— terminó.
—No me hagan daño, tengo 4 hijos que mantener— lloriqueaba el rehén de Emmett.
—Calma, es sólo precaución—lo animó mi amigo con una sonrisa.
Llegamos a un lugar desolado, a cinco minutos de la última casa del bosque.
—Detente cobra, debemos dejarlos aquí— le indiqué a Ben.
Los atamos a un árbol, con una cuerdas tan débiles y un nudo tan malo que no tardarían en zafarse.
—Para tus hijos— le dije al hombre poniéndole un fajo de billetes en el saco.
—Gracias Masen, jamás te delataré— me dijo agradecido.
Volvimos al auto Jasper seguía en silencio. Me desesperaba no saber lo que pensaba. ¿Acaso conocía a Alice?
—Me he sentido humillado hoy ¿Pájaro?—vociferaba Mike. –Es halcón ¡Halcón! Tal vez si escogiera algo más impactante no te olvidarías de mi sobrenombre Edward. ¿Qué tal Águila?
—No—dije secamente.
—Pero me recordarías, ya sé que era el nombre del anterior jefe, creo que podrías llamarme así. Digo... Yo también lo conocí, también fui su aprendiz, claro solo fueron dos robos pero sí que lo vi, el hombre era un genio...
—No— volví a decirle.
—Pero Edward… no recuerdas mi sobrenombre y quedo como un idiota. No quiero que los periódicos lo digan otra vez, salió publicado, tengo aquí el recorte— sacó una página del diario. –León Masen, Pantera, Oso, pajarillo y cobra, atracaron el banco de Michigan ayer en horas de la tarde… ¿Lo ves? Pajarillo, es humillante— si Mike seguía jodiendome la vida iba a pegarle un tiro.
—Si no te callas serás el señor papagayo— solté molesto, Emmett ahogaba una carcajada pero Jasper ni nos oyó.
—Solo quiero un poco de respeto…— mascullaba Mike.
Aparcamos en la casa.
— ¡Repartición!— grité entrando al salón.
—Mi parte favorita— sonrió Emmett.
Conté los fajos, 24 de 1000 dólares. Emmett contó lo que ellos recaudaron. 6000 dólares más.
—30.000 en total. 5.000 para cada uno, 10.000 para ti Edward— dijo Emmet.
— ¿Por qué dividimos entre 6?— preguntó Mike como siempre. Ya me estaba hartando, siempre se quejaba como mujer.
—El jefe vale por dos— lo encaró Emmett.
—Cierto. ¿Y por qué Ben recibe lo mismo si no se juega el pellejo?— refutó.
— ¿Mi trabajo te parece menos que el tuyo?— lo amenazó Cheney. Ben podía ser callado pero tenía un temple de hierro.
—Tú no puedes manejar como él. Sólo Edward maneja mejor que Ben pero el jefe debe estar dentro del banco…— empezó la discusión Emmett.
Los dejé pelear un poco, que Ben y Emmett se encargaran del avechucho, ya estaba hasta la coronilla de Mike, siempre lo sorprendía mirando a Bella, jamás se atrevió a hablarle, eso no tenía ni que advertirle. Sería capaz de sacarle la cabeza si le hacía alguna proposición a mi mujer.
—Jasper ¿puedo hablar contigo?— le dije haciéndole señales para que me siguiera. Asintió. — ¿Conoces a Alice?— pregunté cuando estuvimos solos.
— ¿Alice? ¿Así se llama?— me miró como si sufriera.
—Tenemos un pequeño problema aquí. La conozco, ella es amiga de Bella— le dije.
— ¿Su amiga? Yo la vi la otra noche en el club, iba saliendo del baño, ella estaba sentada en una mesa. Sólo nos miramos. Me faltó valor para hablarle o invitarle algo— me confesó.
— ¿Qué haremos ahora con esa niña?— pregunté alborotándome el cabello.
— ¿Haremos? No le haremos nada malo. ¿Verdad?— se levantó.
—Me conoce y ahora a ti también. Solo tenemos dos opciones. Ella desaparece o desaparecemos nosotros.
—Pero nos vamos en unos días— se quejó.
— Debemos marcharnos ahora mismo, no podemos dejar cabos sueltos… a menos que nos aseguremos que se quede callada— mi mente seguía trabajando la forma de resolver el problema.
— ¿Acaso Bella no sabe también nuestra identidad?— gritó. –¡Ella también nos conoce y nos hemos salido corriendo de la ciudad!
—Bella no dirá nada. Está conmigo— le recordé.
—Alice tampoco dirá nada. Hablemos con ella. Por favor— rogó.
—Bien, le haré una visita— estaba algo incómodo. Me sorprendía la reacción de Jasper.
Yo confiaba en Bella pero su amiga era otra cosa.
—Iré contigo, no dejaré que le hagas…
— ¿Crees que le haría daño? ¡Es amiga de mi mujer!— salí de allí furioso.
Ahora tendríamos que apurar nuestra salida de la ciudad si la pequeña no cooperaba.
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BELLA POV
No pude concentrarme en clases ni en el bufete. Estaba nerviosa, con la radio cerca tratando oír las noticias. Ángela a mi lado, parecía confundida.
— ¿Bella, estas bien?—preguntó.
—Si, sólo que no se. Tengo un presentimiento extraño— Seguí acomodando archivos cuando en el noticiero lanzó un boletín de última hora.
"Hace menos de una hora el banco central de Chicago ha sido asaltado. Repetimos, el banco central de Chicago ha sido asaltado. Los ladrones serían nada más y nada menos que la banda del perseguido asaltante León Masen. La pregunta del día es ¿Dónde estaba el jefe de policía Black? El flamante hijo del gran Billy Black quien mató hace 2 años al anterior jefe de la banda más buscada del país ¿Acaso capturar a León Masen es más difícil que matar a sangre fría a Aguila Nelsom? ¿O es que el hijo jamás podrá superar al padre? Seguiremos informando, en unos minutos la entrevista exclusiva con la rehén del asalto y la declaración de testigos que afirman que el robo fue perfecto…"
Solté un suspiro al saber que Edward seguía libre. Me molestaba que la radio le haga tanta mala publicidad a Jake. Él era bueno y muy dedicado a su trabajo. Pero Edward… era el mejor.
No debía tener esos pensamientos. Edward era el malo en esta historia, aunque no para mí. Ya no había cabida para dudas ahora era suya y debía apoyarlo. Y animarlo a dejar esa vida delictiva y peligrosa.
La hora del almuerzo llegó, esperaba que Edward viniera por mí. Sólo saber que estaba bien me tranquilizaba. Cuando iba saliendo hacia mi refrigerio Alice entró, pálida como un fantasma.
—Necesito hablar contigo. Ahora— me urgió.
Caminamos una calle y me hizo entrar a la fuerza al restaurante más cercano. Me imaginaba para que venía pero la dejaría hablar primero.
—Bella, voy a decirte algo muy difícil pero tienes que creerme. Edward, tu novio, es un asaltante de bancos— La miré fijamente sin decir nada, ella esperaba que yo me indignara o que montara una escena. Abrió los ojos como platos. —¡Lo sabes! Sabes a que se dedicaba. Bella ¿Cómo pudiste enredarte con un criminal?— me reprochó.
—¡Edward no es un criminal!— le grité. Miré a los lados para verificar si alguien nos oía. Afortunadamente el restaurante estaba vacío.
—Ah discúlpame, traía un rifle enorme y le apuntó a mi jefe. Se llevó casi todo el dinero del banco. ¿Eso que lo hace? –me reclamó.
—Técnicamente no ha sido juzgado, no se le ha probado ningún crimen— bajé un poco la cabeza.
—No me vengas a hablar como su abogada. Yo lo vi. Con estos ojitos. Entró con su banda y asaltó el banco.
—No digas nada por favor. No lo acuses— mis lagrimas llegaron demasiado rápido, si es necesario le suplicaría que no lo delatara.
—Bella. Sé que lo amas pero… Debes dejarlo, no es bueno para ti— me habló suavemente.
—Alice, lo amo. Más que a mí misma, más que a todo en el mundo. Por favor, él va a dejar lo que hace, me lo ha prometido. Se va la semana que viene de la ciudad…
— ¿Se va?— suspiró. —Está bien. No creo que vaya a cambiar, los criminal… las personas como él no cambian Bella. Tranquila no lo voy a acusar, sólo ten cuidado, si lo atrapan podrían comprometerte, arruinarías tu vida, tu carrera.
—Si lo atrapan me muero Alice. La semana que viene se van a Miami, serán sólo dos asaltos más y él dejará su banda. Viviremos aquí, se dedicará a otra cosa.
— ¿Así? ¿Qué sabe hacer? A parte de lo obvio— mi amiga me miraba incrédula.
—Sabe de autos, de propiedades, tiene dinero ahorrado, además puede terminar de estudiar…
— ¿Estudiar? ¿Los asaltantes van a la universidad?
—No le digas así. Edward dejó de estudiar, iba a ser médico— ella se rió. –No le veo la gracia Alice y ruego que jamás pases por lo mismo— me levanté dispuesta a irme.
—No. Perdóname Bella. Es solo que… la otra noche creí conocer a alguien especial pero…—volví a sentarme al verla triste
— ¿Alguien?— pregunté más calmada por desviar la conversación.
—Un joven, rubio y apuesto, me miraba como jamás me han mirado. Y hoy volví a verlo, su mirada es tan… enigmática. Solo que traía un revolver— la pequeña se hundió en su silla.
Me quedé muda, ¿Alice interesada en alguien de la banda de Edward?… ¿Mike? No, esa mirada no tiene nada de enigmática. ¿Ben? No, el nunca entra al banco. Emmett imposible, no sería su mirada lo que resalte. ¿Jasper? El de mirada triste...
—Su nombre es Jasper, es sureño. Fue soldado pero le dieron de baja cuando se lastimó, para no indemnizarlo lo acusaron de negligencia— le dije pues sabía que quería preguntarme pero no se atrevía.
—Qué perros… los del ejército. Gracias pero no me interesa saber de él. Es un asaltante y a mí me gusta mi vida tal y como está— levantó la cabeza molesta.
—Disculpa señorita perfecta. No te hablaré de él. Ahora tengo que regresar al bufete. Me iré temprano, tengo un examen importante mañana. Por favor prométeme que guardarás silencio— le rogué.
Hizo un ademán de echarse candado a la boca y me despedí. Caminé hacia mi centro de trabajo. En el camino me sobresalté al sentir unas manos en mi cintura.
—Hola preciosura ¿Me extrañaste?— esa voz derretiría un témpano de hielo. ¿Cómo podía ser tan atractivo y tan sensual?
—Mucho— me giré y le estampé un gran beso, no me importara que las viejas nos miren y murmuren.
—Amor… Bella—él trataba de cortar el beso, parecía apurado por decirme algo.
—No te preocupes… ya hablé con ella… me lo prometió— apenas podía hablar, necesitaba que me llevara a casa, quería tenerlo todo para mí.
—Vámonos por favor— me urgió.
Entré al bufete, me excusé con Ángela y salí lo más rápido que pude. Me subí al auto, él estaba esperándome. Llegamos a casa y sin decir palabra fuimos a nuestra habitación.
No sé que me había excitado más, el miedo a perderlo o el asalto. No quería pensar en eso, simplemente lo empujé a la cama, lo desnudé y besé cada parte de ese glorioso cuerpo, que entró en mí sin demora haciéndome ver estrellas.
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— ¿Quieres ir de compras?— preguntó cuando me estaba quedando dormida después de llegar a un orgasmo especialmente intenso.
—No. Alice no querrá gastar el dinero— lo miré algo avergonzada.
— ¿Es seguro verdad? No quisiera tener que irme tan pronto, no quiero dejarte— volvió a acariciarme.
—Me lo ha prometido. No dirá nada ¿Sabes que le gusta Jasper?— le conté.
—A él también le gusta, hasta la defendió cuando insinué que había que mantenerla callada. Jasper es muy frío en cuanto a eso, es divertido mientras no pongas emociones en la conversación. Y mientras hablábamos de Alice estaba serio y callado. No es buen síntoma.
— ¿Por qué?
—Se está enamorando y eso no es bueno.
— ¿No es bueno enamorarse? ¿No está bien lo que hacemos nosotros entonces?
—No. No soy bueno para ti y moriré de pena si te pierdo. ¿Ya ves que enamorarse es peligroso?— volvió a tomarme de la cintura mientras su boca buscaba mis pechos.
—Pero ya no tengo remedio… — le confesé.
—Entonces déjame darte tu medicina preciosa, tienes que hacerme caso, tengo conocimientos médicos.
— ¿Qué me receta doctor?
—Sexo, en la mañana, tarde y toda la noche. Estás reteniendo líquidos, es necesario que desfogue señorita. Déjeme revisarla mejor, tengo el estetoscopio a punto— sentí su miembro otra vez duro.
Me penetró con fuerza y no dejaba de mirarme. Sentir su peso, su olor, sus movimientos era más de lo que podía soportar, demasiado pronto estaba otra vez en las nubes.
Edward era mi mundo y toda mi necesidad
El amor ciega y la pasión enloquece, y yo ya no tenía remedio ni para uno ni para lo otro.

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