13 febrero 2013

Cap 6 El Contrato


CAPÍTULO 6

ROMANTICO ENCUENTRO 


ALLICE CULLEN

Estaba sentada en la heladería comiéndome un sabroso helado de chispas de chocolate cuando vi pasar a un joven muy guapo.

Casi me da tortícolis porque lo seguí mirando hasta que lo vi entrar en una librería. Escuchaba parlotear a mi hermano sobre mudarse de casa y esas cosas que dice cada vez que alguien menciona el condenado compromiso.

— ¿Alice me estás oyendo?— dijo Edward malhumorado como siempre. ¿Qué habría comido mamá cuando estaba embarazada de él? Seguro se la pasó los 9 meses chupando limones por eso mi hermanito era tan agrio.

—Claro que te oigo, además ya me sé tú rollo, cambia de disco Edward— me quejé.

— Estoy planificando mi argumento. Yo no voy a armar un berrinche para hacer cambiar de opinión a papá.

—No fue un berrinche, fue una bien estudiada técnica de evasión. Me salió mejor que a ti, no necesité más de 5 minutos. Por cierto, necesito ir un momento a la librería— le dije con mi sonrisa de niña buena.

— ¿Lees algo a parte de las revistas y catálogos?

—Claro que sí. Quiero ver un libro que acaba de salir, estoy viendo los anuncios. No tardo ¿Sí?—

—Te acompaño.

—Todavía no acabas tu helado, no tardo, sólo iré a ver si la autora firmará sus libros, otro día lo compro— no quería conmigo a mi hermano espantanovios. Siempre que estuve a punto de salir con alguien Edward me lo espantaba y no porque le tuvieran miedo sino porque es tan serio que hasta sus amigos piensan que es aburrido.

Salí antes de que reaccionara mi “hermanito perfecto” y me asomé a la librería. Aquel muchacho rubio estaba revisando el nuevo libro que había salido.

Era el último tomo de una saga de vampiros, a mí me gustaba pero aún no era fanática. Me acerqué lentamente y simulé revisar la portada. Estaba tan concentrado que ni siquiera me miró.

Tal vez era tímido, se veía tan tierno e intelectual.

De pronto muchas chicas entraron en estampida, la autora del libro había llegado y con ella muchas fanáticas enloquecidas nos invadieron, di un paso hacia atrás pero uno de mis tacos se me atascó en un desnivel del piso. Traté de salirme porque veía el tropel que se acercaba, muchas chicas eran altas, y seguro ni me verían cuando me empujaran, levanté mi pie con tanta fuerza que el taco atascado se rompió entonces sentí un golpe en el pecho y caí de espaldas, me abracé a mi bolsito de dolce y gabanna y me dejé caer, sólo rogaba que no me pisaran. Pero el golpe esperado no llegó, en lugar de eso aterricé en uso fuertes brazos, abrí los ojos y me encontré con una mirada tan linda, unos ojos tan azules como un cielo sin nubes.

—Gracias, soy una damisela en peligro— le sonreí. De inmediato vi que una gran sonrisa se extendía en su rostro, me levantó como si fuera una pluma.

—Permítame ponerla a salvo señorita— dijo llevándome consigo hacia fuera de la librería, llegamos a una bancas y me depositó en el asiento, yo no podía quitar mis ojos de él.

Era como un sueño, tan sereno, tan apacible. Puso una rodilla en el piso y me asusté, seguro que no era para pedirme matrimonio pero el sólo pensar en eso, me puso la piel de gallina. Sonrió ante mi sorpresa.

—Déjeme revisar su tobillo, quiero comprobar que no se lo haya torcido— dijo amablemente.

Asentí sin decir nada, este chico me nublaba el pensamiento con lo que me gustaba hablar. Delicadamente quitó mi zapato y movió mi pie en varias direcciones, no me dolía ni un poquito.

—Está bien, no tiene ninguna torcedura, sólo perdió el taco del zapato y no creo que lo pueda rescatar dijo mirando a la abarrotada librería.

—Me siento bien y no te preocupes por mi taco. Soy Alice ¿tú eres?— pregunté, por fin podía hablar, necesitaba saber todo de él.

—Soy Jasper. Encantado— dijo sentándose a mi lado.


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JASPER HALE

La entrevista con Bella me había dejado pensativo, acompañe a mi hermana al centro comercial para que no anduviera sola por allí, sólo le pedí que pasáramos un momento a una librería, pero ella no es muy asidua a los libros.

Me avergonzaba un poco entrar a comprar este libro sólo, normalmente lo leen chicas pero a mí la historia me parecía fascinante, no sólo la trama romántica sino porque eran valores en desuso los que estaban implícitos en el libro. El honor, el valor, el deber. Me parecía una buena influencia, muchas chicas ahora buscaban al hombre ideal en lugar de conformarse con cualquier tipo que les falte al respeto. Ése ya era un logro valioso.

Escuché rumores de que la escritora estaría hoy firmando los ejemplares y quise quedarme un poco más aquí para observar. Rose era muy independiente rara vez me necesitaba así que en cualquier momento me llamaría para decirme que se había marchado a otro lugar, ya estaba acostumbrado.

De pronto escuché gritos cerca y muchas chicas entraron en la librería, quise salir pero la puerta principal había sido bloqueada por la multitud, en eso estaba cuando miré a mi lado una frágil y pequeña muchacha de hermosos rostro. Parecía estar en problemas, hacía movimientos extraños.

La miré con más detenimiento, uno de sus zapatos estaba enganchado al piso, sonreí al verla hacer ese movimiento tan gracioso. Pero la empujaron y vi que caería, con rapidez llegué a su lado, sentí un fuerte sentimiento de protección por ella.

No quería que se lastimara o que sufriera algún daño. Sus ojos estaban cerrados y sentí ganas de besarla. Era algo extraño y muy fuerte, yo siempre había sido muy centrado e introvertido, prefería el mundo de las ideas a lo sensitivo. Pero tenerla en mis brazos me hizo estremecer, le sonreí cuando abrió sus pequeños e inquietos ojos verdes.

—Gracias, soy una damisela en peligro— me dijo batiendo sus pestañas, me pareció tan linda, tan graciosa, la levanté en mis brazos para sacarla de allí, si realmente era una damisela en peligro yo quería ser el príncipe que la rescatara

—Permítame ponerla a salvo señorita— le dije saliendo por la puerta trasera de la librería hacia una banca, tenía miedo de que se hubiese torcido el pie, me arrodillé para revisarla y ella pareció asustarse.

—Déjeme revisar su tobillo, quiero comprobar que no se lo haya torcido— le dije para calmarla, le quité el fino zapato y tomé su pequeño pie, imaginaba que hace mil años bien podría ser el pequeño pie de cenicienta ya que según todos los libros era diminuto.

—Está bien, no tiene ninguna torcedura, sólo perdió el taco del zapato y no creo que lo pueda rescatar— dije buscando con la vista la parte que le faltaba a su zapatito de cristal, toda ella era una muñeca, una muy delicada y fina.

—Me siento bien y no te preocupes por mi taco. Soy Alice ¿tú eres?— me dijo queriendo saber mi nombre, me fascinó que se interesara por mi también. Su nombre era Alice, muy hermoso como ella, significaba sinceridad y vitalidad. Me gustaba.

—Soy Jasper. Encantado— dije tomando asiento a su lado después de volver a colocarle el zapatito.

— ¿Eres de New York?— preguntó interesada.

—No, soy de California, he venido por un tiempo debido a los negocios de mi padre— le confesé. Entonces caí en la cuenta de que me estaba ilusionando con alguien que no era mi prometida, eso me entristeció. Bella era muy linda pero Alice tenía una vitalidad y un brillo que me deslumbraba.

—Yo soy de Chicago, también estoy aquí por unos días. Qué lástima— dijo entristeciendo. Así que estábamos condenados a separarnos. Mi teléfono vibró y contesté en el acto.

— ¿Jasper, quieres almorzar ya?— preguntó mi hermana.

—No ¿Rose, puedes ir tú sola? Creo que demoraré un poco— le mentí porque no quería separarme aún de mi pequeña Alice. Mi hermana entendió y cortó. Al girarme vi que mi pequeña musa tenía una expresión triste.

— ¿Rose es tu novia?— preguntó, yo le sonreí.

—No, es mi hermana, mi gemela— le dije y eso la puso feliz.

—Bueno príncipe encantador ¿A qué te dedicas a parte de rescatar damiselas en peligro?— preguntó sonriendo.

—No hago mucho exactamente, terminé la preparatoria hace un par de meses y me gustaría estudiar historia. Pero tengo una vacante para Negocios Internacionales en la Universidad de Los Ángeles— dije con poco entusiasmo.

— ¿Eso es lo que quieres estudiar?—preguntó.

—No realmente pero mis padres tienen una empresa y debo ayudarles.

—Pues a mí también quieren obligarme a estudiar algo que no quiero. Pero pienso rebelarme, lo que yo sueño es convertirme en una famosa diseñadora de modas, que cada artista famosa lleve uno de mis vestidos.

—Eso suena interesante, ojala lo consigas— le dije para darle más ánimos aunque se notaba que a pesar de su aspecto frágil tenía una gran personalidad

—Lo haré, no habrá nada en el mundo que detenga a Alice Cu…. Ups…—no alcancé a oír su apellido ya que de pronto se levantó y se escondió detrás de mí. Un joven alto y con cara de pocos amigos apareció. Se veía que buscaba algo, estuvo unos segundos y se marchó. Seguramente era su novio y por eso se escondía.

—Me podrías ayudar a salir de aquí, no podré llegar muy lejos con este zapato roto— me pidió. Me levanté en el acto y le ofrecí mi brazo para que se apoyara y pudiera caminar sin dificultad. Me condujo al estacionamiento hacia un bonito auto amarillo.

—Es lo más parecido que he conseguido al mío— dijo mirándolo.

— ¿Tienes que irte ya?— pregunté, sentía que una parte de mí moriría cuando dejara de verla.

—Sip, quiero huir de mi hermano ¿no quieres venir conmigo?— dijo sonriéndome, eso fue lo único que necesité para seguirla. En minutos estábamos en una zapatería, ella no demoró ni cinco minutos y regresó con un par de zapatos nuevos, luego fuimos a un restaurante muy bonito.

— ¿Tienes hambre?—preguntó.

—Sí. Conoces bien la ciudad para no vivir aquí— le comenté asombrado.

—Ya tengo casi una semana en la ciudad, en un mes conocería hasta las tiendas de remates— sonrió, yo también tenía casi una semana en esta ciudad y no había conocido ni la calle en dónde me hospedaba.

Entramos y almorzamos, la comida era deliciosa pero más la compañía, en cada palabra Alice derrochaba energía y gracia. Cada minuto a su lado me iba gustando más.

Me trajo a mi hotel una hora después, tenía que pedirle su número o quedar para verla otra vez. Bajó para despedirse de mí, estábamos en el lobby.

—Adiós Jasper fue un placer conocerte— me dijo acercándose, hizo un puchero tan delicioso que no me pude contener, puse ambas manos en sus mejillas y me agaché a rozar sus dulces labios.
Era lo más osado que jamás había hecho, yo solía ser el más centrado y calmado de la familia y ahora estaba fuera de control, mi corazón latía desbocado, me sentía lleno de vida y de fuerza.

— ¿Jasper?— la última persona que hubiese deseado que me viera estaba llamándome. Mi padre, el hombre que tanto admiraba, mi ejemplo a seguir.

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