14 febrero 2013

Cap 5 Metiches



QUINTO METICHE: LA PSICÓLOGA

EDWARD

Hace un mes exacto que pasó aquello y todavía tengo la duda en mi cabeza.

¿Bella iba a besarme antes que su padre llegara a amenazarme?

Ahora ella me evitaba notablemente y pues yo tampoco hice mucho por acercarme, después de aquella advertencia de su padre tenía algo de miedo.

Soy muy joven para morir, apenas tengo 16 años.


—— Flashback ——

—¡Isabella Marie Swan!— gritaron, Bella miró hacia la calle.

—Papá— balbuceó.

—Súbete al auto— le gritó, ella obedeció y me dejó solo con Chuk Norris.

Toda la ciudad sabía que su padre era el policía más condecorado. Pero también el más rudo.

—Señor Swan— empecé a hablar. Pero su mano en alto me cortó el parlamento.

—Mi hija apenas tiene 16, si te veo cerca de ella nuevamente voy a sacar a mi Angelina— sacó su pistola de su cinto y me la mostró, con el cañón mirándome, casi temblé. –Y creo que ya sabes lo demás. Me costarás mucho papeleo pero buscaré la forma que parezca un accidente, muchachito. Aléjate de mi Bells o en serio te va a doler. Dale mis saludos a tu padre, gran médico, por cierto si alguna vez quieres cortejar a mi hija será mejor que vengas con tu título universitario sino, mejor ni te acerques— me sonrió y se fue tan campante.

—— Fin del Flashback ——

Desde aquel día cada vez que veo un patrullero sudo frío.

Pero ahora estaba por iniciar mis exámenes y pronto terminaría el año escolar, las vacaciones estaban a la vista.

¿Soportaría más de dos meses sin verla?

—Oye Eddy ¿Otra vez con la cara larga? ¿Ahora qué te pasa?— preguntó Emmett, una tarde mientras mirábamos una película. Bueno yo la compré y la puse en la televisión, él y su novia se colaron en mi función privada.

—Nada— dije sin mirarlo.

—No lo molestes, debe tener algún problema— le dijo su novia, otra psicóloga, sólo que ella no era una psicóloga sexual como mi hermano.

Trabajaba en mi escuela pero nunca hablé con Rosalie porque mi comportamiento no era tan malo como para que me enviaran al departamento de psicología. Tampoco tenía traumas de la infancia ni problemas en los estudios. Tengo la teoría que los rebeldes también van al psicólogo pero no quería comprobarlo, usualmente, era buen chico.

— ¿Quieren palomitas?— dijo Emmett saliendo a la cocina.

—Por tu carita creo que es una chica ¿Verdad?— preguntó Rose, mi casi cuñada. No dije nada solo asentí con la cabeza.

—Lo sabía. Y según creo se trata de Bella Swan— la miré asustado ¿Acaso leía mi mente? –No le voy a decir a nadie Edward, sólo he oído cosas por allí— me sonrió. – ¿Te preocupa su padre?— preguntó.

—Si— dije suspirando.

—Creo que tendré unas palabras con él, o con su esposa, no eres el primero que amenaza. La sexualidad es algo normal en los jóvenes, no pueden empezar a vivir con miedo— volvió a sonreír, casi me río también ¿Así que Chuk Norris también había amenazado a otros?

Bueno, nadie ha sufrido algún extraño accidente, eso quería decir que no cumplía sus amenazas o que tal vez Bella todavía no salía con nadie. Visto así, no me importaría pasar alguno que otro susto para estar con ella.

—No deberías evitar a Bella— me sonrió, se veía que sabía más de lo que decía pero seguramente no iba a decirme.

Bueno su intento de caerme bien resultó, generalmente yo apenas la saludaba. No es que me cayera mal, era sólo que prefería guardar mis distancias. Nunca me gustaron las rubias.

—Gracias— le sonreí ligeramente.

—Creo que deberías pasar por el consultorio algunas veces, no sé, tal vez los martes o los jueves— me guiñó un ojo. Eso sí que no entendí pero tenía ganas de investigar.

Esperé con impaciencia a que llegara el martes siguiente y salí sólo a merodear el consultorio de Rose.

Cuál fue mi sorpresa al ver a Bella entrar después de la tercera clase. Esperé un rato, me acerqué a la puerta solo para husmear. Pero de pronto se abrió y quedé cara a cara con ella.

—Ho… hola Edward— se sonrojó furiosamente.

—Hola. Venía a ver a… la psicóloga— dije avergonzado.

—Ah sí… bueno… suerte— salió corriendo. ¿Qué le pasará? ¿Tendrá algún problema?

Entré al consultorio, Rose me esperaba con una amplia sonrisa.

—No tienes cita pero si quieres podemos conversar un poco— me saludó.

—Si claro— dije todavía aturdido.

—Te veo sólo últimamente ¿Ya no eres amigo de Jake?— preguntó. ¡Qué memoria! ¿Sabrá quienes son amigos de cada cual en toda la escuela?

—No. Peleamos— confesé.

— ¿Es algo pasajero o permanente?

—No volveré a ser su amigo jamás.

—Que tajante, debió ser un problema grave.

—Si lo fue, me mintió y traicionó mi confianza.

—Eso es algo fuerte, ya no confías en él— era una afirmación no una pregunta.

—No, no confío más en él. Lo siento debo irme, tengo clases de matemática— me levanté, no sé como rayos terminé en el consultorio, sentado y confesando mis males.

—Cuando necesites hablar Edward ya sabes a donde venir. Como paciente, como amigo o como familia, mi puerta siempre estará abierta para ti— me sonrió otra vez.

Caray, era agradable saber que se podía hablar con un adulto.

Salí de allí pensando en muchas cosas, pero los exámenes me agobiaban y casi no tenía tiempo.

La última semana de clases luego que me exprimieran el cerebro en complicadas pruebas escolares fui al consultorio, quería decirle lo ansioso que me sentía al saber que pronto dejaría de ver a Bella y no sabía cómo manejarlo.

—De modo que estás enamorado— casi no le dije nada pero seguro podía ver mis emociones.

—Sí. Estoy enamorado de Bella y ahora que las clases terminan y no la veré en dos meses me duele el pecho— eso era lo que sentía como si me apretaran el esternón.

—Eso es simple. Creo que deberías decirle lo que sientes.

—No creo ser capaz, me quedo sin palabras cuando la tengo en frente— dije.

—Es sólo cuestión de practicar. Esto es lo que harás: elabora un texto bonito, con tus sentimientos y lo que ella te hace sentir, memorízatelo y repítelo mirándote en un espejo durante tres días. El viernes regresas y quiero oírlo, haremos un par de dinámicas para que tengas más seguridad ¿Te parece?— ofreció.

¡Por fin ayuda científica!

—Sí claro, lo haré— salí feliz de allí.

Durante tres días y cuando no había gente en casa practiqué mi declaración, era algo melosa y hasta ridícula pero me gustaba y esperaba que a ella también.

El viernes llegó y ya no tenía miedo, además era el último día de colegio y mi oportunidad perfecta para decirle todo lo que me hacía sentir. Llegué al consultorio y Rose me esperaba.

— ¿Lo tienes?— preguntó sonriente, parece ser que siempre estaba feliz, con razón mi hermano sonreía tanto, creo que hacían una buena pareja.

—Si— estaba algo nervioso, si tenía que decirlo en voz alta frente a ella me avergonzaría un poco.

—Bueno, haremos esto, vas a decir estos textos en voz alta, muy alta. Con eso verás que romperás el miedo a iniciar tu declaración. Pero creo que tal vez sea un poco estrecho este consultorio. ¿Te parece si vamos a la azotea? Es mejor mientras más fuerte lo digas— Salimos de allí rumbo al último piso, esta técnica para perder el miedo me gustaba.

Por cinco minutos grité a todo pulmón un soneto de Romeo y luego una noticia de un periódico. Me sentía listo y con fuerza suficiente para lograr que Bella me oyera y me aceptara. Nada podía ir mal esta vez.

—Excelente Edward ¿Te animas a practicar con tu declaración?— lo pensé un tanto y me animé, total, ya había llegado hasta aquí, había sido un gran logro.

—Está bien— me acerqué un poco.

—No tienes que mirarme, puedes hacerlo de espaldas, sólo imagínate a la dama frente a ti— me sugirió. Estuve a punto de girarme pero rayos, no era cobarde, podía hacerlo de cualquier manera, era ahora súper Edward.

—Puedo hacerlo— sonreí y empecé.

“Eres la inspiración de mis poesías, la música de mis canciones, eres siempre tu, sólo tú. Hace muchos años que me gustas, hace mucho que me traes loco. Cuando te miro el corazón parece tener vida propia y cuando escucho tu voz siento que es el sonido más hermoso. Sé que no he tenido el valor de decírtelo antes y no me importan las advertencias ni los problemas que puedan surgir, lo único que ahora me importa eres tú. Te quiero, siempre te he querido… ¿Quieres ser mi novia hermosa…?— pero antes que pudiera termina escuché un grito, más bien un jadeo que interrumpió el magnífico final que tenía preparado.

Giré a ver quien se había atrevido a cortar mi declaración y me quedé petrificado.

Junto a la escalera, estaba Bella y una de sus vecinas, creo que se llamaba Jessica.

Pero Bella parecía pálida y a punto de llorar.

Salió corriendo, Rose corrió detrás de ella pero no la alcanzó.

Bajé y la busqué en toda la escuela pero no estaba.

¡Maldición esto no iba bien!

Rose probó en llamarla a su celular y a su casa pero no contestaban.

Esperé dos días hasta que me armé de valor y fui a su casa, no me importa si su padre me pegaba un tiro, tenía que saber de ella y aclararle las cosas.

—Hola Edward— salió su madre, siempre le había caído bien, era una mujer agradable.

—Señora Swan ¿Está Bella?— pregunté.

—No. Se fue esta mañana a New York, dijo que quería pasar la navidad con sus abuelos— mi corazón se contrajo.

— ¿Sabe cuándo regresará?— pregunté.

—Tal vez después de fiestas, no estoy segura, a ella no suele gustarle el frío tal vez después de navidad— me fui a casa deshecho, todo había salido mal.

Hablé con Rose un par de veces, ella estaba muy apenada por lo ocurrido y prometió localizar a Bella para explicarle.

No la vi en todas las vacaciones, incluso Alice no pudo hablar con ella.

Parecía como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra, muchas veces hasta hice planes para ir a verla pero New York era muy lejos, no tenía ahorros suficientes y no sabía dónde estaba de todas formas.

Fueron las peores vacaciones de mi vida.

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