14 febrero 2013

Cap 4 ¿Quién llamó a la Cigüeña?




CAPÍTULO 4 


DECISIÓN TOMADA, CONSECUENCIA ACEPTADA

Recordar todo aquello fue triste pero como decía mi mamá: “Lo que no mata, fortalece”

Después de esa introspección y dos noches sin sueño lo decidí.

Me iba a dar la oportunidad de ser madre.

Tal vez era egoísta, no lo sé. Pero no quería estar sola, tenía todavía tanto amor para dar.

Ahora que ya lo había decidido venía la parte difícil. Necesitaba un padre para mi hijo.

Pero yo no quería una pareja.

Necesitaba un voluntario porque la inseminación es costosísima. Averigüé en el hospital y casi me voy de espaldas. Hacerlo de la forma tradicional no me costaría nada.

Y ahora debo ahorrar cada dólar para la llegada de mi heredero… o heredera.

Me rompía la cabeza pensando en ello. ¿Quién?

Hace tiempo y por insistencia de Charlie, Jake y yo nos hicimos novios.

En verdad lo intentamos. Pero yo sentía que estaba traicionando mi amistad y tenía miedo de perder a mi mejor amigo. Y Jake se quejaba que yo era demasiado fría.

Así que lo dejamos ahí.

Él sería un buen padre. Pero eso nos ataría para toda la vida. No. No quiero que sea Jake.

Tenía pocas posibilidades. ¿Mike Newton? También es profesor en la escuela dónde enseño y estudiamos juntos en la preparatoria.

No.

Malos genes, dicen que la estupidez se hereda. Y Mike era bien tonto la verdad.

¿Erik Yorkie? Todavía anda por el pueblo y siempre me invita a salir. Pero es un exhibicionista, lo vi correr desnudo a través del campo de los Titanes la temporada pasada.

¿Ben Chenney? No creo que Ángela me lo quiera prestar para eso.

Obviamente no iba a poner un aviso en el diario. “Se solicita: Hombre joven y bien parecido para ayudar a concebir a un niño. Interesados, enviar su curriculum con foto a bellaquiereunhijo@desesperada.com”

Cada que pensaba con quien concebir a mi hijo, el rostro de Edward aparecía en mi mente. Y los recuerdos volvían.

Él había sido el único. El único con quien pude tenerlo, me hice mujer con él.

Quisiera decir que nuestra primera vez fue mágica, que tuve diez orgasmos, me olvidé de mi nombre y vi el cielo.

No fue así.

Yo estaba asustada y él nervioso. Lo hicimos en mi habitación un día en el que estudiábamos, cuando llevábamos apenas dos meses saliendo. Y yo, en mi eterna torpeza, accidentalmente le di un rodillazo en sus partes cuando apenas empezábamos.

Ay, si tan sólo Edward estuviera cerca…

¡Bella! ¡Qué cosas piensas!

Ni siquiera sé dónde está.

En teoría sí. En algún lugar de Canadá.

Ya debió haber terminado su carrera, seguro trabaja en algún hospital de Vancouver. No creo que fuera difícil encontrarlo. Hace un par de meses vi que Mike lo tenía en su cuenta de Facebook.

Bueno, tendré un hijo y el padre será Edward, sino no seré madre.

Estaba decidido y cómo decía mamá: “Decisión tomada, consecuencia aceptada” No había marcha atrás.

Así que tomé valor. Tanto valor, que me hice una cuenta falsa con el nombre de Jessica Stanley, mi compañera de carpeta en la prepa. Hasta subí una bonita foto de ella de hace tres años, antes que se uniera a la iglesia misionera. Ni siquiera debe acercarse a una computadora en estos días.

Cuando todo estuvo listo, agregué a algunos amigos de estudios, incluyéndome a mí. Y busqué el nombre: Edward Cullen. Aparecieron cinco personas pero sólo en una cuenta reconocí la foto del hombre que todavía me ponía nerviosa.

Había actualizado hace una semana. Le envié una solicitud de amistad y a esperar.

Dos días después seguía agitada y revisaba mi nueva cuenta falsa cada dos horas.

Hasta que llegó el anuncio. Me había aceptado.

Le dejé un mensaje en su muro: “Hola Edward, hace tanto que no sé de ti. Por acá en Forks todo sigue igual. Cuéntame que haces. Besos”.

Sonaba más o menos cómo a la Jessica que él debía recordar.

Me contestó al día siguiente. “Hola Jess, cuanto gusto. Trabajo en el hospital general de Vancouver, soy pediatra. Saludos”

¡Sí! Ahora sabía dónde trabajaba. Necesitaba una coartada para desaparecer unos días.

Conseguí que Ángela me supliera dos días en la escuela y le dije a mi papá y a Jake que tenía un seminario en Seattle.

Alisté mis maletas pero todavía estaba dudosa.

¿Cómo me presentaría ante él? ¿Casualidad?

No lo sabía, pero ya se me ocurriría alguna buena excusa.

Lo difícil iba a ser seducirlo.

.

Después de un viaje rápido y si novedades llegué a Vancouver y me hospedé en un bonito hotel, planeaba que aquí fuera el o los encuentros, así que no escatimé en conseguir una bonita suite.

¿Cuántas veces serían necesarias? Estaba en mi periodo fértil.

¿Y si él luego Edward quería volver a mi vida?
¿O si aún estaba molesto conmigo por lo que pasó?
¿Y si ni siquiera quería mi amistad? Obviamente menos iba a querer ser mi donante.

Tantas dudas que me hacían arrepentirme cada cierto tiempo.

Pero tenía una misión… ¡Necesitaba los espermatozoides de Edward y no me iría de Vancouver hasta que los consiga, o me dejo de llamar Bella Swan!

Ok, eso sonó patético y desesperado.

Cuando llegué al hospital me sudaban las manos. Bajé del taxi y me caí en el primer escalón.

Vaya, mi torpeza he dio una excusa pobre pero al menos tenía motivo para estar allí. Mi rodilla sangraba.

Cojeé hasta la recepción y me asombré de ver muchos adornos festivos.

—Buenas tardes. ¿Me podrá atender alguien?— pregunté.

—El tópico está por ese pasillo, al fondo— me indicó una enfermera.

—Dígame ¿qué están celebrando?— pregunté.

—Es el aniversario del hospital, habrá un gran baile en la sala de recepciones esta noche— sonrió.

Fui a que me hicieran la curación, luego vagabundeé un poco por el nosocomio.

Tenía miedo de encontrarme con Edward.

Mi corazón latió muy aprisa cuando llegué a pediatría. Revisé las hojas de guardia que estaban pegadas en un mural.

¡Estaba de guardia! En este momento debía estar en uno de los consultorios.

Salí de allí lo más rápido que pude tomando en cuenta mi cojera.

Regresé a hotel tan agitada como si hubiera corrido una maratón.

Tenía que ir a esa fiesta.

Había traído un bonito vestido azul noche. Era una bendición que lo hubiera metido a la maleta. No era despampanante ni atrevido pero era lo único que tenía para la ocasión.

Engendrar un niño es una ocasión buena para usar un vestido así.

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