03 febrero 2013

Cap 31 Jardinero


CAPÍTULO 31

¿NO CREES EN MÍ?

Llegué a la delegación a preguntar por Emmett, me informaron que no me podían comunicar con él. Respiré hondo.
—Soy Isabella Swan, vengo a… no sé, si tiene cargos contra mí— me encogí de hombros. Dos policías voltearon a verme.
—Me debes 20 dólares Tony, te dije que aparecería— sonrió uno de ellos, no podía creer que hayan apostado con mi desgracia.
—Acompáñenme señorita Swan, este es un caso inusual pero debo mantenerla detenida hasta que aparezca su padre, soy el comisario— se presentó
— ¿Qué no tengo derecho a un abogado?— pregunté.
—Sí, ya contacté con una. Lo extraño en este caso es que su padre trata de hacer las leyes con su dinero y hay muchas cosas que no puede saltarse, si no es mucha indiscreción ¿Qué pasó realmente?— me preguntó mientras me ponía en una habitación que al menos tenía dos sofás cómodos.
—Es una larga historia— le susurré. –Pero se la puedo resumir, me enamoré de mi jardinero y papá se debe haber vuelto loco por eso— le sonreí, cuando vi sus expresión.
— ¿Por eso se llevó todo? ¿Pretendía fugarse con su jardinero?— preguntó el hombrecillo de la ley absorto en la historia.
—No. Papá trató de enviarme lejos y escapé. Pero Edward, es decir, el jardinero, fue herido en una gresca, y me llevé esas cosas para pagar su operación porque mi papá no le tramitó un seguro social cuando trabajaba en nuestra casa— dije muy segura de mí.
—Es una historia fantástica, llamaré a su padre pero antes a la mejor abogada que tenemos, quiero ver por una vez en mi vida que un ricachón se va de aquí sin obtener lo que quiere— salió casi corriendo de allí.
"Una historia fantástica" pensé, si supieran que Edward es el hijo perdido de una familia rica, vendrían reporteros de todas partes a cubrir la noticia. Si parecía un culebrón digno de cualquier telenovela.
Pero mi vida no estaba para ventilarse públicamente. Yo sólo quería que esto pasara pronto, que Edward despertara y podamos volver a ser tan felices como antes.
La abogada llegó una hora después.
—Buenos días soy Carmen Denali— me saludó.
—Isabella Swan, disculpe si soy muy apresurada pero ¿Ya liberaron a Emmett?— pregunté.
—Aún no. Vamos a resolver esto en una conciliación privada, su padre se niega a hacerlo en una corte por temor al escándalo— me sonrió.
Le relaté todo lo que pasó, ella parecía muy comprensiva, así que hasta le di detalles íntimos que desde luego no escribió en sus notas.
—Me parece que en realidad el problema es que tu padre está molesto porque lo desobedeciste. El auto que diste a vender, era tuyo, eres mayor de edad y tenías libertad de disponer de ese vehículo, en cuanto a las joyas, hay problemas, casi todas fueron compradas por tu padre, él presentó el recibo de algunas, pero las más antiguas no.
—Esas eran de mamá. Jamás creí que me desharía de ellas pero Edward estaba herido y necesitaba dinero— traté de explicarle.
—Comprendo. ¿Dices además que tu padre no el tramitó seguro social a pesar que él trabajó por más de tres meses en tu casa?
—Sí. Fueron tres meses y una semana.
—Podemos acusarlo por eso. Pero Edward tendría que firmar— dijo pensativa.
—Pues, Edward sigue en el hospital.
— ¿Quiénes lo atacaron?
—Un tal Royce King, a Edward y a Emmett, el joven que está detenido por mi causa.
—Creo haber leído algo sobre un arresto, si ellos testifican y con las pruebas de balística, se puede acusar al tal Royce y darle cuantos menos 20 años de prisión— me dijo
—Sería una bendición, ese tipo merece la cárcel— la abogada se fue y escuché a papá gritar fuera, dos horas después, pero no le permitieron verme.
Esa noche la pasé en una celda, pero no me trataron como detenida. Esme y Carlisle vinieron a verme, me dieron su apoyo. Edward estaba mejorando y los médicos esperaban que despertara pronto.
Al día siguiente nos llevaron a Emmett y a mí a una sala de juzgado. Al vernos nos abrazamos, sus padres ya habían hablado con él.
—Así que serás mi hermanita— me dijo sonriendo. –Nunca tuve una hermanita pequeña a quien molestar— se burló.
—Eso parece y no me hace muy feliz emparentar contigo si vas a estar molestando todo el tiempo—le sonreí.
—Yo sabía que conocía a Edward de otro lugar, creo que lo sentí cuando lo hirieron, me dolió como si también me hubiera travesado esa bala— decía muy concentrado.
Me alegraba que resultaran así las cosas, papá no podría hacer que me retuvieran mucho tiempo, pronto estaría al lado de Edward como debía ser. Y de ahora en adelante nada se interpondría. Era maravilloso.
.
Mi padre estaba sentado del otro lado de aquella enorme mesa. Temblé un poco al verlo así tan molesto.
—Buenos días jóvenes y bienvenidos, queremos aclarar algunos puntos incongruentes en esta sesión— nos recibió un señor mayor y entrado en canas, asumí que sería el juez o el conciliador, o algún abogado que estaba a cargo. –Tengo en mi poder los recibos de compra de los objetos declarados como robados, pero da la casualidad que los mismos están a nombre de la señorita Isabella Swan, la presunta acusada.
—Esos objetos se los compré para su uso personal, no para que los revendiera por allí— dijo mi padre furioso.
—Aquí tengo un documento excluyendo al señor Cullen de cualquier responsabilidad. ¿Está de acuerdo con firmarlo señorita Swan? Si él actuó por pedido suyo, entonces no es culpable de nada— me miró sonriente. Parecía buena persona.
—Si, Emmett sólo hacía lo que le pedí— tomé un lapicero y me apresuré a firmarlo.
—Puede irse señor Cullen— dijo el señor.
—Si no le molesta me gustaría quedarme, Bella es mi mejor amiga— pidió Emmett, le agradecí en el alma que no me dejara sola. Bueno, mi abogada estaba cerca de mí pero no era un apoyo moral.
—Continuemos. ¿Señor Swan, insiste usted en acusar de robo a la señorita Swan a pesar que los objetos eran de propiedad de ella?
—Algunas joyas están a mi nombre, ese auto lo compré yo. Y ella obviamente los quería vender con otros fines— papá no me miraba.
—Pero si usted los compró a nombre de su hija… son propiedad de ella y por ende, puede disponer a su libre albedrío de los mismos— le sonrió aquel hombre.
— ¡No puede! No para lo que quería, no para gastárselo con ese imbécil arribista— gritó Charlie.
— ¡No hable así de mi hermano!— se levantó Emmett. Mi padre lo miró como si fuera un fantasma. No salía de su asombro, me imagino que cuando se entere que Edward no es pobre su odio por él tan sólo desaparecerá como por arte de magia.
—Señor Cullen, señor Swan tratamos de arreglar esto en los mejores términos y sin llegar a una corte, así que por favor— aquel buen hombre los invitó a sentarse. – ¿Mantiene su declaración señor Swan? Sinceramente no veo cómo puede acusar a su propia hija. Según los recibos, sólo tres de las diez joyas son de su propiedad señor Swan. Y si son devueltas y pagada la fianza, la señorita Swan podrá irse. Pero, yo soy un juez de conciliación, no puedo dejar este asunto inconcluso, según mis investigaciones, éste es un problema familiar, en el cual debo entrometerme por la armonía común. Usted, ha incluido entre la demanda un documento desheredando a su hija ¿Es eso correcto?— preguntó. Sabía que papá haría eso, aún así me dolía mucho.
—Isabella me ha ofendido de gravedad, me ha mantenido en una constante mentira, es mi deseo repudiarla como hija. Ni mis propiedades, ni nada de lo mío pasará a ella, no tendrá derecho a nada de los Swan— dijo él firmemente. Me encogí un poco, yo no quería dinero, ni sus propiedades, sólo lo quería a él, por mucho tiempo habíamos sido muy unidos.
—Está en su derecho de repudiarla señor Swan, más no puede despojarla de toda la herencia. El 50 % de las propiedades de su madre le corresponden por derecho propio, si la señorita Swan apela tendrán un juicio quizás manoseado por la prensa— nos advirtió.
—Yo… yo no quiero apelar nada. Aceptaré lo que mi padre diga— dije tratando de conseguir al menos una mirada suya. Su abogado sólo me alcanzó un papel con el fin de firmarlo.
—Una decisión muy apresurada señorita. Lo lamentará más adelante— me sonrió el hombre que dirigía el proceso.
—Isabella no debes firmar nada sin leer, déjame guardar el documento y lo revisaremos con calma— habló por primera vez mi abogada.
—No. Si esto es lo que papá quiere, lo firmaré. Puede quedarse con el auto y las joyas de mamá. No las quiero por la fuerza— dije tomando un lapicero.
— ¡Eso Bella! Ya nos necesitarás nada de todas formas— dijo Emmett algo presumido. Pero no iba a vivir de ahora en delante de sus padres. Ya veríamos Edward y yo como nos las arreglaríamos. Tal vez montemos un negocio o nos vayamos lejos de aquí.
Firmé los papeles y se los regresé al abogado. Terminamos el proceso con más firmas, papá salió antes que pudiera darme cuenta. Me sentí tan triste y vacía. Emmett me apoyó todo el tiempo y no me dejaba llorar haciéndome bromas tontas y llamándome hermanita torpe.
Carlisle estaba esperándonos afuera, pagó mi fianza y nos encaminamos al hospital. Quería dejar atrás todo este episodio. Quizás papá reflexione con el tiempo y me perdone. La vida sería muy triste sin él.
—Edward despertó esta mañana— nos dijo Carlisle, casi salto de mi asiento. –Está algo atontado, Esme y yo le hemos hablado. Le contamos algo sobre su pasado, pero parece muy triste, obviamos hablarle de ti. Queremos que tú misma le expliques todo, creo que contigo va a estar bien— me sonrió.
Quise que se apresurara más para poder estar ya con é nos estacionamos bajé como una flecha y fui directo a la habitación que Carlisle me indicó.
—Respira, calma Bella. Tranquila, él de seguro va a estar más que feliz de verte— Emmett me frotó la espalda y entré casi conteniendo la respiración.
Edward estaba con ropa de hospital y recargado en su almohada.
Tenía los ojos cerrados y parecía dormir. Se veía tan pálido, debía ser por la sangre perdida. Avancé lentamente, a pesar de querer abrazarlo con todas mis fuerzas.
Me senté en la silla de al lado, tomé su mano. Al instante reaccionó y abrió los ojos. Quise llorar de alegría, por fin estábamos juntos nuevamente.
—Edward— dije a punto de echarme a llorar.
—Isabella— dijo con frialdad. — ¿No estabas en Londres?—preguntó.
—No. Edward, no sé si Esme y Carlisle hablaron contigo, ellos son…
—Mis verdaderos padres. Han tratado de explicármelo toda la mañana, como si no fuera capaz de comprender… lo que no entiendo es que haces aquí, pensé que estarías muy lejos— quitó su mano de la mía.
—Es que… han pasado tantas cosas, por donde comenzar…— traté de ordenar mis pensamientos, debía ser clara, él estuvo dormido todo este tiempo y no se enteró de nada.
—Entonces te enteraste que tengo una familia rica y regresaste— su voz no era cálida, parecía un reproche. Estaba en un error, yo no supe de su familia rica hasta que Esme reconoció la medalla.
—No. Edward… ¿Crees que estoy aquí porque… eres un Cullen?— pregunté.
— ¿Que otro motivo habría para tu presencia? ¿Ahora que no soy un huérfano, te parezco más interesante que tus estudios en Londres?— me miró con reproche.
—Edward…— no podía resistir eso. No de él.
—Me dejaste por ser pobre, ahora que sabes que no lo soy, has vuelto— trató de sonreír.
—No he vuelto… bueno… yo nunca…
— ¿Te enteraste antes? ¿Cómo lo supiste? ¿Contrataste algún investigador?— miró hacia la pared.
—No… ¿Edward que te sucede?— retrocedí un par de pasos.
— ¿Qué me sucede Bella? Me dejaste, me rompiste el corazón, me hiciste ver que era muy poca cosa para ti, un jardinero no puede aspirar a tu amor pero alguien con dinero o un Cullen ¿si verdad?— me miró con una sonrisa fingida y con reproche.
— ¡Eso no es cierto!— grité.
—Cuando no tenía nada que ofrecerte me dejaste, ahora que sabes que tengo padres ricos vuelves ¿Qué quieres que piense?— gritó.
Retrocedí hasta la puerta aturdida, era lo último que esperaba. Podía soportarlo hasta de mi padre pero no de Edward.
—Eso no es cierto— dije mientras me llevaba las manos al pecho, me dolía el corazón, me apretaba el pecho y apenas respiraba. Sus palabras dolían mucho.
—No te creo Bella, lo siento— dijo mirando hacia la ventana. No pude resistirlo más. Abrí la puerta para salir, respiré muy fuerte y camine por el pasillo. Emmett estaba recostado contra la pared esperando para entrar.
— ¿Qué te dijo? ¿Está bien? Quiero hablar con él— me sonrió.
—Entra… apenas hablamos, Edward… no me quiere— dije muy despacio para que no escucharan sus padres.
— ¿Qué? Debe estar atontado, voy a sacudirlo un poco— Emmett entró a la habitación y aproveché para salir del hospital. Sentía que me habían golpeado en el pecho. Necesitaba aire.
No me detuve a pesar que Esme y Carlisle me llamaron. Yo no quería hablar con nadie.
Tomé un taxi hasta la habitación que una vez fue nuestro hogar, Llené una mochila con algunas cosas, un poco de ropa, un par de libros, una foto.
Ya no tenía ningún lugar en el mundo donde pudiera ser feliz. Sin mi papá y sin Edward ¿Dónde podía ir? No lo sabía, pero quería irme lejos, muy lejos, dónde nadie me encontrara.

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