13 febrero 2013

Cap 3 Mi dios griego


CAPÍTULO 3

ABANDONÉ A MI DIOS GRIEGO


BELLA 


Había viajado por un mundo de ensueño, vi constelaciones de estrellas, la luna en su esplendor, tan grande. Me sentía volar en brazos de mi dios griego que no dejaba de acariciar mi rostro ni de mirarme.

Esto sí era el cielo.

Me aferré a él, no debía soltarlo o podría irse…

Envuelta en su aroma, volamos lejos de aquí, de una forma sutil, maravillosa.

Yo soy tuya, Dios Griego. Tuya para siempre.


Los rayos del sol me cegaron, no podía ver nada, solté por un momento a mi dios tratando de acostumbrarme a la nueva luz y… abrí los ojos.

Él seguía mirándome ¿A plena luz del día?

Identifiqué los sonidos habituales, el mar, gaviotas, autos.

Y la realidad me golpeó de pronto ¿Cuánto de lo que viví fue sueño y cuando verdad?

—Oh por Dios que hice. Tú eres…— recordé. ¡Edward! así me había dicho que se llamaba.

Entonces no era un dios realmente, aunque seguía viéndose como uno. Y yo no lo había imaginado.

—Soy Edward— se volvió a presentar.

—Si me acuerdo, entonces no eras una visión… oh no ¡Eres real!.

Y sí era real, de carne y hueso. Dudé por un momento si aquella noche no se habría materializado para mí.

Pero que tonta, seguía creyendo en fantasías.

—Tranquila, cálmate— dijo.

Claro él no había llegado borracho a entregarse a una extraña.

— ¿Que me calme? Oh no es de mañana, me van a matar— recordé a mamá, me advirtió que volviera temprano por si papá llegaba. Y parecía que eran más de las diez de la mañana.

Traté de levantarme tenía una manta encima por lo que caí. Los mareos propios de la resaca se hicieron presentes.

Edward tenía la camisa desabrochada dejando ver su hermoso y bien esculpido pecho.

¡Ay no! Anoche él y yo… ¿O lo soñé? Lo besé, desabroché la camisa, volamos juntos y luego…

¡Oh por todo lo sagrado!

¡Me entregué a él!

Se me escapó un chillido, busque mis sandalias con desesperación y arranque corriendo.

Debía llegar antes que papá, necesitaba una coartada.

Vi un taxi en la carretera y lo hice parar. Él me alcanzó antes de subir y trató de detenerme.

¡Quería saber mi nombre!

Con todo en mi cabeza, no supe que hacer.

¿Y si me buscaba luego?

Claro que también quería verlo pero me daba vergüenza, debía pensar que soy una chica fácil.

No… ¡Mi nombre no!

Me invadió el pánico y sólo se me ocurrió decirle el nombre que tenía en la mente. Mi mejor amiga, quien siempre me ha ayudado.

—Alice— susurré.

—Alice que…— volvió a presionar.

—Alice Brandon.

Me sentí fatal por mentir así pero ¿Cómo decirle quien era? Debía estar pensando lo peor de mí.

El taxi arrancó y lo vi por última vez.

Me dolió dejarlo, era el hombre más hermoso que había visto y yo como una tonta borracha lo confundí con una visión, con un dios griego. Aunque a decir verdad sí parecía uno.

Ahora tal vez no lo volvería a ver.

¿Lo habríamos hecho? ¿Él y yo…?

No tenía nada de eso en mis recuerdos, aunque en mi sueños… tal vez.

Mis recuerdos eran borrosos. Mis sueños muy estimulantes…

En menos de diez minutos estaba en la puerta de los Brandon. Apenas llamé, mi amiga se asomó por su balcón y pegó un grito. Bajó corriendo a abrirme.

—Por Dios ¿Dónde has estado?

—Yo…

—He tenido que apagar mi celular desde temprano. Jake me llamó en la madrugada. ¡Quería venir aquí! ¿Qué pasó? Si no supiera que es un papachote diría que había llorado.

— ¿Qué?

—Y tu mamá me llamó dos veces, para preguntarme por ti. Le dije que te quedaste anoche en la fiesta. Tu papá volvió y quería hablar contigo por eso apague mi celular. No sabía qué hacer, si no estabas con Jake ni en tu casa ¿dónde te metiste?

¿Jake buscándome? ¿Después de lo que hizo anoche?

Mamá y papá deben estar furiosos. Bueno, sólo papá. Mamá querrá saber detalles de mi supuesta primera vez.

Me desplomé en brazos de mi amiga. Ya no tenía que fingir. Me puse a llorar.


—Bella. ¿Qué pasó? Cuéntamelo todo.


—Alice soy de lo peor. Sabes que anoche sería especial… pues encontré a Jake con Tanya, en la terraza, estaban durmiendo juntos.

— ¿Qué? Pero…. ¡Es un maldito asqueroso! Esa era la noche de ustedes dos, ¿De dónde salió Tanya?

—No lo sé. Pero eso no es lo peor.

— ¿Puede haber algo peor que eso?

—Sí. Me tomé una botella de champaña, salí de allí corriendo hasta pasar los riscos, llegué a la otra playa. Allí creí tener una visión. Lo juro, pensé que estaba alucinando. Había un dios griego, hermoso y perfecto. Lo besé, prácticamente lo violé, aunque él no oponía resistencia.

—Es lógico amiga, a lo mejor tu mente te jugó una mala pasada, siempre has sido medio loquita y con licor encima… pues…

—No lo imaginé. Esta mañana desperté en brazos de un muchacho. Guapísimo, pero era un hombre, no un dios. No aluciné Alice.

—Santos Cielos ¿Te entregaste a él?— chilló mi amiga.

—No lo sé, en eso estábamos pero no me acuerdo— volví a llorar.

—Eso es fácil de comprobar, no te atormentes. Ve al baño y revísate, eras virgen y si pasó eso debiste haber sangrado, además lo sentirías. ¿Estás adolorida?

—No.

— ¿Sientes comezón?

—No.

— ¿Te duelen las piernas?

—No.

—Bueno sólo ve a comprobar que no tengas sangre.

Le hice caso, entré al baño, me revisé y todo normal. Ni siquiera tenía arena y eso que había dormido en la playa.

—Alice no veo nada anormal— dije saliendo más calmada.

—Entonces no pasó nada y sigues intacta— sonrió. Pero otra vez me puse a llorar.

— ¡Ay no me digas que si querías!— se quejó mi amiga.

—No es eso… es que yo… soy de lo peor…

—Ya basta con eso ¿Qué puede ser tan malo?

—Es que salí corriendo de allí y él me siguió, no me dejaba irme sin darle mi nombre y me asusté… le dije que me llamaba… Alice… Brandon.

— ¡Bella! Eres de lo peor— gritó mi amiga.

—Lo siento, lo siento, es que lo primero que pensé fue venir aquí así que tu nombre estaba en mi cabeza.

—No le podías decir otra cosa, no se… Periquita Nomeolvides o algo así. Sólo ruego que no sea un psicópata. Mi apellido está en la guía telefónica y mi dirección también.

—Perdóname amiga, estaba tan aturdida.

—Está bien te entiendo, tuviste una noche muy loca. Primero Jake y luego tu alucinación. Pero dime cómo es él ¿Sabes al menos cómo se llama?

—Es alto, muy guapo, ojos verdes y cabello cobrizo, sus músculos son bastante duros, parece un dios griego y se llama Edward.

—No he visto un tipo así nunca… suena interesante. Y ahora tratará de buscarme, si no tuviera novio te lo quitaba por tonta.

En eso sonó el teléfono de casa, pegué un brinco. Alice contestó.

— ¿Si? Oh si Charlie… acá está. Es que estábamos dormidas, regresamos temprano de la fiesta y nos develamos viendo televisión, acabamos de despertarnos. Ah mi celular se quedó sin batería. Te la paso— me extendió el teléfono.

— ¿Bella?

—Si papá ¿dime?

—Hola pequeña, vamos a ir a almorzar al Club ¿no quieres venir?

—No papá quedé con las chicas. ¿Puedo ir por la tarde?

—Bueno alcáncennos si pueden, yo invito. Seguro Jake estará también. Nos vemos— cortó.

Sonó el timbre y volví a asustarme.

— ¡Cálmate! No hay cuidado. Si el Jake lo echo a patadas— Alice regresó segundos después con Rosalie.

—Bella, te traje lo que te prometí, supuse que estarías aquí. Eso me ofende sabes, siempre que algo te pasa corres con Alice. Pero ya me acostumbré.

—No necesito eso Rose, aunque me lo tomaría por las dudas— le aseguré.

—Rose no sabes todo lo que ha pasado— entre Alice y yo le contamos todo lo ocurrido. Nuestra rubia amiga no podía creerlo.

—Y yo que pensaba que tenía una buena historia que contarles. Me han dejado pasmada. Ese tarado de Jake, el muy baboso. ¡Hombre tenía que ser, raza maldita!

—Pero Jake me llamo en la madrugada, no sé, parecía estar llorando. ¿Tú crees que la zorra mayor se haya metido con él a propósito?— preguntó Alice.

—Tal vez y parece él no opuso mucha resistencia. Mañana sí que será un día difícil. Va a venir arrastrándose a buscar a Bella. Por cierto mi hermano llegó de madrugada, su vuelo se atrasó. Pero ahora que salí no lo vi en casa, seguro se fue a la playa a broncearse para mañana. Como si una semana en New York lo hubiera puesto pálido.

— ¿Mi coronel regresó?—Alice saltaba.

—No entiendo porque le dices así— se quejó Rose.

—Mejor no preguntes amiga, ya te dije que no quieres saberlo.

—Mejor cambio de tema. ¿Bella entonces estás segura que no pasó nada con tu dios griego?

—Creo que no pasó nada. No siento como si hubiera hecho algo, no me duele, ni tengo ardor, nada.

—Entonces ese dios griego o lo hace muy bien o es un caballero. ¿Dices que se llama Edward? No conozco a nadie con ese nombre. Aunque anoche conocí a alguien…— la mirada de Rose cambió.

—Cuenta, cuenta— le urgió Alice.

—Salí de la fiesta ¿Y qué creen? A medio camino se me ponchó un neumático. Me orille a un lado de la carretera, cuando un Jeep enorme se detuvo y de él bajo otro dios griego… jajaja, el término me gusta. Era un monumento de hombre, más alto que Félix y que Jacob. Y con una mirada que derretía, que sonrisa, que hoyuelos. Me cambió el neumático. La verdad yo lo habría hecho sin problemas pero me había hecho las uñas ayer. Ese chico casi levantó mi auto con sus enormes manos. Ay quisiera que esas manotas me tocaran.

— ¿Bueno… a parte de cambiarte el neumático no te cambió nada mas?— preguntó Alice con picardía.

—Oye no soy de esas que se acuestan… oh lo siento Bella, que quede en claro que tú no te acostaste con él… bueno mejor dicho que no hiciste nada…me entiendes, no quiero decirte que te considero una de esas— me dijo eso para consolarme ya que puse mi carita de sufrimiento cuando habló de "esas".

—Sólo cambió el neumático. Me dijo que su nombre era Emmett y que acababa de mudarse aquí de Chicago. Va a ir a nuestra prepa. Es más, estaremos en el mismo nivel. Lo que me dio esperanzas de volver a verlo así que me hice la difícil. Un tipazo como él debe tener docenas de mujeres cayendo a sus pies, no iba a ser yo otra más. Preferí darle tiempo, que sea lo que tenga que ser.

Me quedé con mis amigas toda la tarde y regresé a casa al atardecer, mis padres aún no estaban así que me fui a bañar otra vez, ya lo había hecho dos veces en casa de Alice.

El teléfono sonó así que contesté creyendo que eran mis padres que aún no habían llegado.

— ¿Si?— pregunté.

— ¡Bella!— era la voz de Jake. —No me cortes por favor, sólo escúchame. He estado buscándote todo el día. Amor por favor tienes que oírme.

—No Jake… no tienes…

—No es lo que crees. No pasó nada. Ella me encontró dormido, tomé mucho, estaba nervioso. Subí para terminar de arreglar la champaña y me recosté. Me desperté en la madrugada, con ella a mi lado, casi muero de la impresión. Vi las cosas que te di en la mesa. Bella, amor… créeme.

—Jacob Black, no quiero saber de ti. No hoy. Me duele la cabeza.

—Pero Bella, mañana empieza la escuela…

—Entonces nos veremos mañana— le colgué.

Ahora si todo esto se estaba complicando.

¿Por qué todo esto nos pasaba?
¿Sería cierto que se quedó dormido?

No deseaba darle más vueltas a ese asunto. Lo que no podía sacarme de la cabeza era a mi dios griego.

Cómo había terminado así?

El destino juega con nosotros, eso era lo único de lo que estaba segura.

Mañana en la escuela esperaría a aclarar todo.

Aunque ya no estaba segura de querer volver con Jake. Todavía tenía la imagen de él y Tanya durmiendo juntos.

Si, mañana sería un día difícil… muy difícil.

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