13 febrero 2013

Cap 2 Mi dios griego


CAPÍTULO 2

CONFUSIONES


EDWARD

—Qué sol tan radiante, seguro que me acostumbraré pronto— mi hermano Emmett traía una sonrisa enorme, al parecer esta nueva ciudad le agradaba. A mí me daba igual.

—Es molesto, nos irritará la piel. Ahora solo podré salir a pasear de noche— me quejé.

—Tú te quejas de todo Eddie, ya te dije cuál es tu problema hermanito, necesitas desfogue.

— ¿Por qué no te fijas Emmett? Tu maleta ya se fue. Si no estuvieras mirando la espalda de esa chica ya nos habríamos ido de este aeropuerto.

—Debes expresarte bien Edward, no es su espalda lo que estaba mirando. Esa parte se llama trasero.

Lo dejé allí en la banda esperando su condenada maleta.

Acabábamos de llegar a Los Ángeles, un lugar caluroso, con gente muy ruidosa y de poca vestimenta. No soy puritano, ni tampoco frustrado como dice Emmett, mi hermano, pero no me gustan los cambios. Y venir a vivir aquí era un gran cambio. Vivimos tantos años en Chicago que ya estaba habituado a ese ritmo aunque no totalmente acostumbrado, por lo menos ya nadie me molestaba.

Había tenido que soportar muchos años de humillaciones hasta que finalmente aprendí a defenderme.

—Eddie mira que pollitas, hermano esto sí que es el paraíso. ¿Crees que alguien me reconozca aquí?

—No creo... con ese polo de los Toros, tu nombre y tu número no creo que te reconozcan.

— ¿Estás siendo sarcástico? No me deprimas, tengo que ser optimista, estoy fuera de mi territorio y me asusta un poco el comenzar de nuevo. Ahora tendré que ganarme a pulso una reputación otra vez. Ya tengo mi táctica, me presentaré a primera hora del lunes con el entrenador, tengo mi hoja de vida, mis recomendaciones de los Toros y mis fotos con todas las estrellas. ¿Crees que con eso baste para entrar al equipo?

—Sabes que si te bastará para entrar ¿Qué entrenador se resistiría a llamarte?.

—No me refiero a ser un integrante más. He sido capitán de equipo toda mi vida, es lo que sé hacer. Claro en los Toros sólo era un suplente pero esas son ligas mayores y no tenía edad para ser titular. Me ofenderían si no me dan la capitanía en esta preparatoria.

— ¿Y no te has puesto a pensar que a lo mejor la escuela fue hecha para estudiar, aprender y esas cosas?

—No me vengas con eso. Con pasar los exámenes es suficiente. Wow mira esa pelirroja ¿Esos pechos serán naturales?

Era un hecho que con mi "hermanito" no se podía mantener una conversación que no tuviera baloncesto y chicas.

Yo me conformaba con encontrar un buen gimnasio y una gran biblioteca. Había decidido abandonar mi deporte favorito, aquí no lo necesitaría, empezaría de nuevo y nadie me conocía. No tenía porque meterme en problemas. El tiempo de ser el marginado había pasado. Mi vida era diferente.

Tomamos un taxi hacia nuestra nueva casa. Carlisle y Esme ya nos esperaban. Ellos ya estaban instalados y mi padre pronto comenzaría a trabajar en el hospital. Les debía tanto. Eran mis padres, no biológicos pero me habían acogido, dado su apellido y una vida. Cuando niño fui muy infeliz. Mi padre vivía casi todo el tiempo en la cárcel y mi madre tenía que hacer de todo para poder comer y tener un lugar donde dormir.

Fue la peor etapa, los demás niños se reían de mí por mi ropa, mis cuadernos o mi almuerzo. Después quedé sólo y los padres de mi mejor amigo Emmett me adoptaron, desde esa época aprendí a defenderme e hice de eso un estilo de vida. Ahora ya no necesitaba pelear.

—Mira que caserón. Oye esta es más grande que la anterior. ¿Crees que nos dejen tener un piso a cada uno? Ya sabes por si traigo a alguna amiga, siempre te quejas del ruido.

—Eres incorregible, aun no conoces a nadie.

—Corrección tengo más de 20 amiguitas que viven en algún lugar de la ciudad, sólo tengo que encontrarlas, me enviaron sus direcciones.

—Edward, Emmett, bienvenidos— Esme salió a recibirnos con los brazos abiertos.

—Chicos ¿Qué opinan? No es imponente— Carlisle nos señalaba nuestra nueva casa.

—Es perfecta— dije y ambos sonrieron.

—Está bonita ¿Pero ya han investigado si tenemos vecinas?— mi hermano empezó a mirar hacia las casa cercanas.

Si, la nueva casa era muy bonita pero la vista era mucho mejor. Casi se ponía el sol. Quería salir a recorrer las playas cuanto antes, hoy habría luna llena.

.

—Chicos hay pastel en el horno, la guía telefónica está en el recibidor pidan pizzas si quieren— Esme apareció con un vestido que le quedaba espectacular, parecía tan joven.

—Estás guapísima mamá— la halagué

—Que galante, gracias hijo.

—Señora Cullen ese vestido es muy escotado— a Emmett no le gustó ver así a su madre.

—Aquí no hace tanto frío hijo, puedo usar algo más ligero— se defendió ella.

— ¿Papá has visto que trae puesto mamá?— gritó Emmett. Siempre tan infantil.

—Desde luego, yo mismo se lo puse— sonrió nuestro padre. –Regresaremos tarde, no nos esperen, tenemos una reunión con el cuerpo médico del hospital.

Genial, no tenía hora para regresar y si me perdía podría dormir a la luz de la luna. Subí a buscar una manta y algunos bocaditos. Sería una noche preciosa.

—Eddie voy a salir, no me esperes despierto.

— ¿A dónde si no conoces a nadie?

— ¿No es divertido? Miles de rostros nuevos, cientos de chicas que aún no me conocen, quizás alguna se saque la lotería hoy. Te invitaría pero siempre me dices que no.

—Tú siempre terminas tus salidas en un hotel, no me interesa liarme con una desconocida.

—Claro, tu esperas que llegue tu príncipe azul a rescatarte— usaba otra vez esa vocecilla molesta de gay.

—No espero a nadie, también voy a salir.

—La biblioteca no abre los sábados por la noche, los gimnasios tampoco, y las academias de lu…

—No volveré a asistir a peleas. Se acabó eso.

—Que pena, era lo único divertido que hacías hermanito. Nos vemos.


La playa era hermosa, llegue pronto a unos peñascos, no quería detenerme así que continué, no era muy difícil de atravesar, en la siguiente playa había más gente, las casas estaban casi juntas y se oía el sonido de música en varias de ellas. Vi muchos chicos bailando en las terrazas y bebiendo.

Caminé hasta llegar a una zona de discotecas, así que regresé, volví a atravesar los peñascos, la luna casi estaba directamente sobre mí.

Tendí la manta y me dispuse a quedarme en ese lugar, la luz de luna le daba un matiz mágico.

A punto de dormir escuché ruidos. La casa quedaba cerca pero aún así no conocía a nadie y no sabía cómo era la zona. Traté de mantenerme quieto, listo para defenderme si era necesario. Al parecer era una sola persona y parecía estar ebria por cómo caminaba.

Cuando llegó a la arena pude verla, era una chica, venía llorando. No me moví para que no me viera.

Más cerca pude ver su rostro, era hermosa y parecía muy triste. Su cabello suelto volaba al viento, era oscuro pero los rayos de luna le arrancaban un hermoso brillo.

Todo en ella parecía brillar, me quedé absorto viéndola y no me di cuenta en qué momento cambio de dirección y se tropezó conmigo.

Me moví con rapidez y la tome de la mano para ayudarle a levantarse, me miraba asustada o eso pensé, no sabía que pasaba por su cabeza normalmente puedo leer a la gente por sus gestos, Emmett dice que es porque siempre estoy a la defensiva.

No me decía nada, no parecía estar loca, ni perdida. Le pregunté algunas cosas pero no respondía.

¿Sería autista o muda? Era tan linda que eso no importaba. ¿Yo había pensado eso?

Nunca antes había dejado que una chica se me acerque tanto, desde niño sólo recibí burlas de ellas. Cuando los Cullen me adoptaron y fui un "buen partido" muchas cambiaron de opinión. Pero yo no estaba interesado en ninguna.

Le dije mi nombre y no reaccionaba. Levantó su mano y toco mi mejilla, haciendo que me estremeciera, quise dejarla allí pero mi cuerpo no respondía

Colocó su cabeza en mi pecho, me abrazó. Una extraña sensación de paz... me sorprendió. Eso era ¿Felicidad?

Volvió a mirarme.

Sentí su respiración… su aliento.

Tenía un leve olor a alcohol pero no era cerveza, era algo más sutil, más delicado.
Di un paso hacia atrás muy confundido a percatarme de sus intensiones. ¿Quería besarme?

Yo había puesto barreras muy altas y no sería una chica ebria la que las derribara.

— ¿También tu me vas a rechazar?— su voz fue melodía en mis oídos.

¿Rechazar? ¿Sabrá ella lo que es el rechazo? ¿Quién podría rechazarla?

Yo sabía lo que se sentía ser rechazado.

Con cuidado me acerqué, limpié una lágrima de su mejilla y la besé. Con cuidado, con ternura, como se merecía que la traten.

Sabía a champaña. Me sentía en un día festivo, el mar, la luna, ella.

El beso fue haciéndose más intenso, ella se dejó caer en mis brazos y procuré acomodarla en la arena. Me posé sobre ella tratando de no aplastarla, creo que la conexión entre mi cerebro y mi cuerpo se había perdido.

“Edward” dijo. Mi nombre nunca había sonado tan bien.

Sus dedos empezaron a desabrocharme la camisa. Algo en mi se activó, algo que nunca había sentido, una parte irracional y peligrosa.

No la conocía, no sabía quién era y eso no me importaba.

Solo tenía una certeza: yo la había estado esperando todos estos años.

Mis largas caminatas, los atardeceres, las melodías que tocaba eran tan melancólicas. Siempre creí que tenía nostalgia por el pasado pero no. Ahora estaba seguro… ya la extrañaba, sin conocerla.

Sabía que vendría a mí, pero no sabía cuándo. Y ahora estaba aquí. Era ella.

Se abrazó a mi espalda y soltó un suave suspiro. Empezaba a quedarse dormida, debía estar muy cansada.

Esta niña me había alborotado y no sólo mis emociones. Había partes de mi cuerpo que habían reaccionado de formas violentas.

Verla dormida me aplacó. La acomodé entre mis brazos y nos tapé con la manta que había llevado, no quería que la brisa del amanecer la enfermara.

No me soltó toda esa noche, se mantuvo aferrada a mí. Sus sueños eran tranquilos.

Casi al amanecer el sueño me venció, me preguntaba qué diría Emmett si me viera así.

.


Desperté unas horas después, sentí que se movía. La miré desperezarse y abrir lentamente los ojos.

Se levantó asustada en cuanto me vio.

—Oh por Dios ¿Que hice? Tú eres…

—Soy Edward

—Si me acuerdo, entonces no eras una visión o una alucinación. ¡Oh no, eres real!— gritó asustada.

—Tranquila, cálmate.

— ¿Que me calme? Oh no… es de mañana, me van a matar— se levanto de un salto y volvió a caerse. Me reí y la ayudé.

Cuando vio mi camisa desabotonada gritó.

Miró al suelo, tomó sus sandalias y empezó a correr. Me demoré solo unos segundos mientras recogí mi mochila y metí mis cosas.

Corrí lo más que pude pero ella había llegado a la carretera y paraba un taxi.

— ¡Espera! No sé tu nombre— intenté detenerla pero se subió muy rápido. Le hice señas al taxista para que se detuviera. — ¿Cómo te llamas?— le rogué.

—Alice— dijo atropelladamente.

—Alice que…

—Alice Brandon— me miró con cara de culpabilidad.

Entonces lo comprendí, ella creía que nosotros habíamos… No… debía explicarle. Debía decirle que… el carro arrancó por insistencia de ella y se marchó.

¡Rayos! Debía encontrarla y explicárselo.

Bueno si era inteligente se daría cuenta, esas cosas deben dejar alguna especie de huella.

Caminé a casa pensativo. Definitivamente mi vida había cambiado esta noche.

Cuando llegué me sorprendió encontrar a Emmett con un muchacho, generalmente eran chicas las que traía a casa.

— ¿Qué hay hermanito? Oye te presento a un amigo. Mi primer amigo en esta ciudad. Anoche me pasó de todo, primero ayudé a una rubia lindísima a cambiar un neumático, después casi me peleo con unos tipos y terminé perdido en la ciudad. Este amigo me trajo hasta aquí.

—Hola soy Jasper— me tendió la mano, era casi de nuestra edad, más o menos del mismo tamaño que yo.

—Soy Edward, mucho gusto— estrechamos las manos. Me pareció buena persona, yo tenía un especial instinto para saber las intenciones de la gente.

— ¿Qué tal tu noche hermanito? ¿Alguna sirena se te apareció?

—Si, una muy hermosa— me senté pensativo.

— ¿En serio? Ey cuéntanos, eso en ti es tan extraño.

—Pasamos la noche juntos... no sé de dónde venía, salió de pronto y…

—¿Te violó?— Emmett soltó una carcajada.

—Deja de decir tonterías, no te cuento nada.

—Lo siento hermanito ¿Esa nena tiene nombre? ¿Existe? No la soñarías.

—Si, tiene nombre. Se despertó asustada esta mañana y se fue corriendo sólo alcanzó a decirme cómo se llamaba. Debo buscarla.

— ¿Y cómo se llama? Yo conozco a la mayoría de chicas en la ciudad. Puede que vayamos a la misma escuela. A la preparatoria Edison.

— ¿En serio? Nosotros también iremos allí— dijo Emmett.

—Su nombre es Alice…Brandon— el rostro del rubio cambió. Se puso de pie y en menos de lo que pude respirar me tomó de la camisa y me levantó del suelo. No sabía si reaccionar o no, era amigo de Emmett y lo había ayudado.

¿Debería golpearlo?

—Espera Jasper, con cuidado, yo que tu no haría eso—lo detuvo Emmett.

— ¿Dijiste Alice? ¿Alice Brandon? ¿Ella pasó la noche contigo?— Jasper fue soltando su agarre y sus ojos cambiaron.

— ¿La conoces?— pregunté. El tipo se había quedado en shock.

—Es mi novia— se dejó caer en el sillón.

Emmett me miraba asustado, yo no sabía qué hacer ¿Cómo podía saber que esa linda chica tenía novio? Y era justamente el nuevo amigo de mi hermano.

Esto estaba empezando mal.

— ¿Seguro te dijo que se llamaba así Eddie?— Emmett se acercó a mí.

—Eso dijo.

— ¿Y qué pasó entre ustedes?… acaso ella y tu…— Jasper estaba destrozado, hice bien en no golpearlo, parecía tan maltrecho como si hubiese recibido una paliza.

—Sólo nos besamos y dormimos, es todo. Estaba ebria, si eso te sirve de consuelo— traté de aliviar su pena, bueno nada serio había pasado en realidad.

— ¿Mi Allie ebria? La llamé anoche, estaba en la fiesta de Jake, yo no pude venir antes, porque… y esta mañana no me contestaba el celular— se cubrió el rostro, parecía a punto de echarse a llorar.

Mi hermano seguía mirándonos, pasmado. Por primera vez se había quedado sin palabras.

—No iré a verla hoy. No quiero ofenderla. Edward, mañana te espero antes que empiecen las clases, en el estacionamiento— salió rápidamente de la casa.

—Carajo, tu primera experiencia y resultó ser la novia de otro. En serio me cae bien ese chico. Pero cuéntame ¿Qué tal fue? Pensé que te quedarías a vestir santos hermanito.

—No pasó nada, no le mentí. Bueno, quizá las cosas se pusieron algo más comprometedoras de lo que le dije pero finalmente no lo hicimos.

—Menos mal, el pobre se veía destrozado. ¿Pero cómo es ella?

—Es perfecta, linda, suave…

—Uy, te dio fuerte hermanito nunca te oí hablar así.

Durante todo el día recordé la noche anterior, no podía apartar mis pensamientos de ella, así fuera la novia de otro, tenía que volver a verla y hablarle.

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