03 febrero 2013

Cap 29 Jardinero


CAPÍTULO 29

PERDÓNAME EDWARD

Desperté en la misma posición en que me acosté, sin abrigarme y acurrucada. No sabía de qué modo avisarle a Edward, no había memorizado su número. Tal vez si llamaba a Emmett.
Tomé el teléfono de mi velador. Estaba muerto. Bajé a la sala y tampoco había señal.
—Ángela— grité buscándola—
— ¿Si señorita Bella?
—Ángela ¿tienes celular?— pedí.
—Si señorita pero su papá me lo pidió en la mañana. Me dijo que el auto vendría a buscarla a las diez en punto y que esté lista.
—Gracias. Subí a cambiarme, ya eran casi a las diez. No sabía ni que ponerme, la noche no había mitigado en nada mis miedos. Tomé una ropa sencilla y salí a esperar. El auto llegó pronto.
—Suba señorita— dijo Garrett el chofer anterior que ya había vuelto de sus vacaciones.
—Garrett crees que podríamos detenernos en esa gasolinera, me urge ir al baño— pedí.
—Lo siento señorita, tengo órdenes de no detenerme, cuando lleguemos a la empresa de su padre podrá ir a los servicios, no demoro más de 10 minutos— iba a ser inútil insistir, este tipo era tan cuadrado como papá.
Llegamos a la empresa y papá estaba esperando. Subió sin saludarme.
—A casa de los Mallory— dijo secamente.
No dije nada, solo seguí allí en el asiento trasero tratando de fingir que esto no estaba pasando. Demasiado pronto el auto se detuvo, papá me abrió la puerta.
—Baja Bella— ordenó. Baje asustada. Miré hacia todos lados, no habíamos entrado, estábamos fuera de la casa de Lauren.
—Ahora, le vas a llamar para que salga y vas a terminar con él inmediatamente. Le dirás que te vas a estudiar a otro país, lo cual es correcto porque te marchas a Londres, he hablado con unos amigos para que te reciban en un instituto de arte, siempre se te dio bien pintar, eso mientras decidas que hacer.
—No papá— rogué.
—Me lo vas a agradecer en unos años Bella, lo sé. Ahora solo te pido que seas convincente con ese muchacho, ya que te irás y lo menos que puedes hacer es no darle esperanzas. Quiero que sea una ruptura limpia, voy a estar en el auto esperando por ti. Pero si decides no subirte al auto, será la última vez que me veas en tu vida— no podía ser más cruel conmigo, era decir entre Edward y él. Papá era mi héroe, mi amigo, yo lo admiraba. ¿Por qué tenía que ser así conmigo?
—Llámalo ahora— él mismo inició la llamada y me dio el teléfono.
Edward contestó a la tercera timbrada.
—Hola amor, ¿Cómo estás?— casi me echo a llorar pero papá me estaba mirando.
—Bien. ¿Podrías salir un momento? estoy fuera de la casa de Lauren— dije respirando con dificultad.
— ¿Te sucede algo mi vida? ¿Tienes algún problema?—dijo preocupado.
—Solo sal un momento, no te quitaré mucho tiempo— dije casi sin aliento.
—Espérame un minuto ya salgo— corté la llamada.
—Vamos hija, tu puedes hacer esto, sabes que te quiero y no te dejaré caer. Te protegeré de todo el mundo. Ahora haz lo que te pedí Isabella y regresa conmigo— papá entro al auto y subió los vidrios, eran oscuros así que no se notaba que él estaba allí.
Caminé unos pasos más cerca de la puerta principal de Lauren, no sabía que le diría, si me echaba a sus brazos papá se iría y no volvería verlo.
Tal vez si lograba que Edward tuviera dudas de nuestro rompimiento y luego pueda volver sin que papá lo sepa…
Escuché la puerta de Lauren cerrarse y Edward vino corriendo hacia mí. Estaba sucio y sudado aún así me parecía la criatura más hermosa del mundo.
— ¿Qué pasa amor? ¿Qué sucede?— se sorprendió al ver el mercedes negro allí.
—Me voy Edward— dije apenas.
— ¿Qué?, no entiendo— dijo titubeando.
—Me voy a Londres, voy a estudiar. Me adelantaron el curso, yo pensaba tomarlo todavía en el otoño— le inventé.
—Bella ¿Y nosotros?— dijo dolido.
—Lo siento Edward puedo venir a verte en vacaciones— miré a otro lado para que no se diera cuenta que mentía.
— ¿Vacaciones?— miró a la puerta de la casa, mientras se limpiaba una lágrima.
Me odiaba por hacerle esto, por hacernos esto a nosotros.
—Edward nunca voy a dejar de amarte no lo olvides— traté de no llorar pero no pude. Mis lágrimas simplemente salieron.
—Sabia que esto pasaría, ¿Soy muy poco para ti verdad? ¿Por qué no me lo dices de frente? En lugar de decirme que vendrás a verme en vacaciones— su voz temblaba. Me dolía tanto.
—No pienso que seas muy poco para mi… yo… no podría pensar eso— balbuceé.
—Pero igual me vas a dejar… ¡Y yo no puedo seguirte porque no tengo ni con que comprar un maldito pasaje!— gritó.
—Pero te amo, ¿Por qué no puede solo pensar en eso?— lloré
—Creí que lo nuestro iba en serio, casi vivimos juntos Bella... tenemos nuestro lugar... creí... que te gustaba— podía ver el dolor que le causaba.
—No puedo...—
—Bella, quédate. No te ofrezco mucho pero no podría vivir sin ti, por favor, no te vayas, no me dejes— me miró suplicante.
—Perdóname, espero que algún día me entiendas—ya no podía hablar porque mi llanto se hizo más fuerte.
—Entonces ve… sé que has tenido que decidirte entre lo que quieres en la vida y yo. Obviamente no puedo darte nada. Anda Bella. Ve a cumplir tus sueños, espero que puedas ser feliz—se limpió unas lágrimas.
Ya no soportaba verlo así y menos podía sostenerme, sentía que en cualquier momento me desvanecería.
—Edward…— traté de tocarlo pero me asustó la bocina del auto.
—Vete Bella, si te vas a ir vete de una vez y no me hagas sufrir más— miró a otro lado. Me giré para irme. Estaba destruida.
—¡Bella!— lo oí gritar. Me detuve pero no me volví. Si volvía a verlo ya no tendría valor de subir a ese auto. —Cuidate mucho— gimió.
Me obligué a seguir caminando. Conté cada paso que di, mis uñas se clavaron a mi palma. Llegué junto al auto de papá y subí.
—Vámonos Garrett, directo al aeropuerto— dijo papá.
— ¿Qué? Creí que tenía algunos días— me alarmé.
—Pues no hija, sales en tres horas, tengo todo en la oficina, mi secretaria te llevará personalmente, yo no puedo porque tengo junta— llegamos a la empresa y me quede en el auto, papá apenas se despidió de mi, bueno dijo algunas cosas pero no lo oí, no podía escuchar nada más que mi corazón que me repetía una y otra vez las palabras de Edward.
Sue, la secretaria de papá subió al rato y me llevó al aeropuerto, tenía una maleta lista para mí, papá había pensado en todo.
Cuando hicieron la primera llamada para abordar Sue me dejó en la puerta de embarque, ella misma había ido a dejar mis maletas en el counter.
—Buena suerte Isabella, Londres está muy bonito en ésta época del año— ni le contesté, ningún lugar en el mundo sería bonito para mí. —Aquí tienes un sobre con las instrucciones a seguir. Iras a la escuela Wimbledon, te recogerá un taxi en el aeropuerto y te llevará allí. Tu padre irá a verte la siguiente semana, espero que la pases bien— sonrió, yo ni siquiera pude darle las gracias.
Subí al avión desconsolada, me hundí en mi asiento y empecé a llorar otra vez.
Ahora mi vida será un infierno, ningún lugar en el mundo me podrás hacer feliz si Edward no estaba allí.
— ¿Le pasa algo señorita?— preguntó una azafata.
—Sí, quiero bajarme— le dije entre sollozos.
— ¿Necesita algo para la altura, la ansiedad?— volvió a preguntar.
— ¿Puedo bajar?— volvía preguntar.
—Sí, claro, es la primera vez que me preguntan algo así, no va en contra de las reglas, los pasajeros son libres de bajarse si así lo quieren. Si va a hacerlo dese prisa porque estamos por terminar el abordaje—me sonrió.
Era la primera sonrisa que devolvía.
"Lo siento papá" pensé mientras me bajaba de esa jaula de metal que quería llevarme lejos. "Ojala me perdones algún día viejo"
Salí corriendo de allí a buscar el primer teléfono que de verdad sabía.
— ¿Alice? Me puede comunicar con Alice por favor— pedí a la empleada.
—Lo siento la señorita ha salido— me contestaron
— ¿Charlotte? ¿Eres Charlotte?—apenas recordaba el nombre de su ama de llaves.
—Sí soy yo ¿Con quién hablo?— dijo amablemente.
—Soy Bella Swan, por favor, me urge un numero y estoy sin celular ni agenda, tal vez Alice tenga alguna agenda por allí, quiero el numero de Emmett Cullen— dije tan rápido que tuve que repetírselo otra vez más despacio.
—Un momento por favor— me hizo esperar como 5 minutos, estaba desesperada. –Aquí lo tengo señorita, es el celular del niño Emmett— me dictó los números y apenas terminó le dije lo mucho que la quería y lo feliz que estaba, eso debió sonarle ridículo pero que me importaba ya.
—Le marqué a Emmett que contestó a la segunda llamada.
—Si— dijo, su voz era gruesa y fuerte, él jamás respondía así.
—Emmett ¿Eres tú?— pregunté dudosa.
—Ah, Isabella, ¿Qué quieres?— dijo.
— ¡Emmett ayúdame por favor!— rogué.
— ¿Qué te pasa?—dijo asustado.
—Me acabo de escapar de un avión, ven por mí al aeropuerto, no tengo auto, ni celular, mis tarjetas no funcionan, no sé qué hacer— grite.
—Sabía que no eras capaz de hacer esto bruja, voy por ti en este momento, espérame en la puerta del aeropuerto porque no pienso entrar a buscarte— su voz volvió a ser juguetona.
—Como digas, ya mismo voy para allá, no tardes—
Se me hizo una eternidad esperar, volví a comerme las uñas como cuando era niña. Cada vez que me daba cuenta me metía las manos a los bolsillos.
El Jeep de Emmett se estacionó muy cerca de mí apenas lo vi corrí a subirme.
—Explícame que pasó porque todavía estoy muy molesto contigo— me dijo esperando respuesta.
—Papá se enteró, le dejaron una fotografía que el idiota de Jacob me tomó con Edward ayer. Me esperó anoche furioso, me dijo cosas horribles. Y hoy me llevó a terminar con Edward, me dijo que me enviaría a Londres la otra semana pero era mentira y me hicieron subir a ese avión— tomé aire porque se lo había dicho de golpe.
—Calma Bellita, calma. Más despacio— me animó.
—Emmett, papá ya no me quiere, me dijo que si lo desobedecía iba a aborrecerme, a romper todas mis fotos y haría como que nunca existí— me eché a llorar.
—Ya Bella, ya. Estoy contigo, ese viejo algún día se arrepentirá de sus palabras, así son todos, cuando le lleves a su primer nieto se va a olvidar de lo que te dijo— sonrió.
—Él cree que Edward es un arribista— dije recuperándome me un poco.
—Que palabrita tan fea, yo también la he oído de papá, y duele, sobre todo cuando conoces bien los sentimientos de la otra persona… ¿bueno a donde vamos?— pegunto.
—Llévame con Edward, ya no hay otro lugar para mí, no tengo casa, ni carro, ni celular, ni tarjetas de crédito… soy una chica del llano— le dije feliz.
—Edward va a mantenerte con mucho gusto, aunque… déjame encontrarlo primero—
— ¿Qué?
—Me llamó hace como dos horas, me contó las cosas de manera atropellada, no quiso decirme dónde estaba, pero no andaba ya donde los Mallory, seguramente se fue al primer antro a embotarse de alcohol… es lo que todos hacemos cuando queremos olvidar— sonrió.
— ¿Entonces qué hago? – pregunté.
—Bueno te quedas en tu nidito de amor y yo salgo a buscarlo. ¿Para qué son los amigos? Me va a dar un gusto enorme darle la noticia—
Me bajé en nuestra habitación y subí a esperarlo. Emmett me dio otro celular que tenia para emergencias, lástima que allí no figuraba el número de Edward, se fue tan rápido que no me dio tiempo a pedírselo.

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