03 febrero 2013

Cap 27 Jardinero


CAPÍTULO 27

NUESTRO NIDITO DE AMOR

Desperté muy temprano, tenía tanta ilusión de buscar un lugarcito para Edward y para mí.
Me puse ropa muy simple, dejé mi auto en una cochera y salí a caminar en la zona menos exclusiva de Forks. Adquirí un diario de avisos clasificados, jamás en mi vida había leído algo parecido. Hasta regalaban gatos sin pedigrí ¿Estarían vacunados?
Visité varios lugares, de uno salí corriendo cuando me cruce con una cucaracha. Todos estaban arriba de los 300 dólares, esperaba que Edward me permitiera aportar los 100 dólares restantes.
Había más baratos pero se situaban en unas zonas horribles, donde parecía que podría encontrarme con un cadáver en la calle y a nadie le importaría. De todas formas fui a ver un par de esos.
Los servicios eran un asco, no tenían agua o estaban dentro de departamentos.
No podía creer que la gente viva tan hacinada. Bueno parece que no sé mucho del estilo de vida de las personas pob… con menos recursos.
Cuando Edward salió de trabajar lo llevé a ver las habitaciones que me gustaron, o que al menos no me disgustaron tanto.
—Amor, te dije el presupuesto— me dijo entre dientes cuando estábamos en la habitación que más aparente se veía.
—Yo puedo aportar lo demás— le dije para que no escuchara la dueña.
—Señora, regresaremos en un momento, nos disculpa— salimos a la calle.
—Bella, no quiero que te gastes el dinero de tu padre en esto— me dijo algo fastidiado.
— ¿El dinero de papá? ¿Eso es lo que te molesta?
—Amor, no. Es sólo que me gustaría poder decir que yo sólo puedo cubrir nuestros gastos básicos—
—Pero Edward, las habitaciones de 200 dólares son horribles, tienen cucarachas, no voy a ir a verte a un lugar lleno de cucarachas— me ofendí.
—Linda… Bella, entiéndeme— me susurró dándome un beso en el cuello, condenado manipulador.
—No me vas a convencer con tus besitos Edward Masen tú no has visto como me pongo cuando veo una cucaracha y si me encuentro con un ratón grito tan fuerte que te puedo dejar sordo— él solo rió. –Además no es sólo el dinero de papá. Mamá también tenía mucho dinero que mi papa supo invertir bien. Así que tómalo como mi dinero, pero por favor no me hagas vivir en un basurero— hice un puchero muy convincente.
—Está bien. Pero yo voy a pagarlo, así me quede con el dinero justo para la comida— dijo un poco ofendido.
—Ésta es la habitación que más me gustó, anda, es grande, solo está en el segundo piso y tiene ventana a la calle. Por favor, me gusta este lugar— rogué un poco.
Hicimos el contrato a su nombre y esa misma noche fuimos a ver la cama que ya había separado en una tienda de muebles.
— ¿Para qué quieres una cama tan grande?— se quejó mi novio delante de la dependienta al ver la cama King que había comprado.
—Para maniobrar, no me hagas quedar en ridículo— le dije entre dientes. Él solo asintió y quedaron en entregárnosla en dos días.
Los siguientes días nos la pasamos limpiando la habitación, Edward la pintó y quedó muy bonita. Compre tapices, cortinas, muchas cosas para el baño, que aunque tenía sólo una ducha iba a ser muy bien aprovechada.
También llevé una cocina pequeña, repisas, una mesita de noche, una lámpara y esperé en el día a que trajeran e instalaran la cama.
Al cuarto día ya estaba esperándolo con todo listo para la inauguración de nuestro nidito de amor.
Hasta mandé a sacarnos una foto para el velador.
Parecía un verdadero hogar, pequeñito pero nuestro.
—Es hermoso, era cierto eso que tanto había oído... que sin una mujer una casa no es un hogar— me sonrió.
— ¿Ahora si podemos inaugurar la cama?— dije ansiosa. Él rompió a reír.
—Muero por estrenar esa cama— me tomó de la cintura y me cargó hasta llegar allí.
Volver a estar entre sus brazos era un sueño, lo había extrañado muchísimo.
Hicimos el amor hasta casi la media noche.
— ¿No tienes que volver a la casa de los Mallory?— pregunté.
—No. Ya traje todas mis cosas— me señaló una mochila grande.
Siempre me había dado pena que llevara todas sus pertenencias en solo una mochila vieja.
—Pues yo debo regresar, papá tenía una fiesta hoy pero seguro ira a verme cuando regrese.
—Entonces ve amor, no te retrases.
Me despedí a regañadientes.
Llegué a casa cuando papá entraba, me asusté un poco pero seguí con mi pose molesta.
— ¿De dónde vienes?— preguntó papá.
—Salí a comprar— dije algo fastidiada.
—Hoy estuvieron todas tus amiga en casa de Mike Newton, me preguntaron por ti y no sabía que decirles— dijo molesto.
—No tenías que decirles nada, Mike me cae como costal de estiércol, así que no pensaba ir aunque me obligaras— entré a casa.
— ¿Isabela, que te sucede? ¿Sigues así por lo del jardinero?— me miraba intrigado.
—Sigo molesta con mi padre por ser tan injusto y no tener el valor de aceptarlo, por cierto cuando vea a Edward le daré tu dinero pero no se a donde se fue— mentí para que no me relacionara más de la cuenta con el amor de mi vida.
—Mallory me dijo que lo contrató, me pidió referencias y pues le dije que… que se fue porque quiso pero que siempre se portó bien— dijo fastidiado.
—Es lo menos que podías hacer ¿no?
—Espero que pronto vuelvas a ser la Bella alegre y divertida que siempre has sido y no esta niña caprichosa y malhumorada que ahora eres— su voz se oía triste, quizás ya no debía presionarlo tanto con eso pero en verdad me daba mucha rabia lo que le hizo a Edward. —Por cierto Lauren me envió una invitación para su fiesta la próxima semana, será en la tarde, dice que es en la piscina y que lleves bikini. No me agradan ese tipo de fiestas— dijo molesto extendiéndome un sobre rosa.
En casa de Lauren, podría ver a Edward aunque sea de lejos, claro que iría.
—Pues a mí tampoco. Iré pero no con bikini sino no podré quitarme la baba que Mike me eche encima— dije algo más calmada, él sonrió y subió a su habitación.
Los siguientes días me la pasé feliz, cada tarde me encontraba con Edward en nuestro lugar. Y cada día se me hacía más difícil marcharme.
Como me gustaría quedarme con él para siempre, pensaba a veces...
Papá salió de la ciudad por un par de días y fue nuestra oportunidad de volver a dormir juntos. Estaba emocionada, ya no por hacer el amor sino porque podríamos dormir y despertarnos juntos.
Pero no teníamos televisor así que Edward tomó uno de sus libros para leerme algo. Me miró un instante antes de animarse.
—Este libro no era del agrado del padre Eleazar pero yo lo considero bueno— me sonrió.
— ¿Habla de sexo?— le pregunté interesada. Él sólo soltó una armoniosa y suave carcajada.
—No amor, Whitman no escribía erotismo. El padre Eleazar lo consideraba… mala influencia por sus pensamientos liberales sobre la sociedad, pero te leeré algo muy bonito que escribió, ven— me extendió uno de sus brazos para que me recostara en su pecho.
Feliz fui hacia su encuentro, a mi lugar favorito, su corazón.
—"No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento… Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia…"— se detuvo a mirarme, esas palabras eran muy hermosas, jamás lo leí cuando estaba en la escuela aunque si me sonaba el nombre del escritor. Bueno, no fui nunca muy aplicada en la escuela, me la pasaba leyendo revistas de moda y siguiendo artistas famosos.
—Es muy lindo, sigue por favor— lo animé a continuar.
—"Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos… Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo…. No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas..."—terminó dándome un beso en la frente.
—Me gusta mucho esa poema, es la primera vez que escucho alguno que no habla del amor — le sonreí.
—Pero tiene mucho amor, a la vida, a uno mismo. Me ha ayudado en momentos tristes. Whitman tiene razón, la vida es a veces un desierto y otras un oasis. Yo vivo en el más feliz de los oasis desde que te encontré— volvió a darme un beso.
—Pues yo no conozco el desierto, al menos nunca he sufrido. Siempre he tenido todo lo que necesitaba, bueno, extrañaba a mamá pero no se podría decir que sufría— si, realmente mi vida había sido muy plana.
—Me alegro por ti mi vida, si de mi depende jamás conocerás el desierto— me estrechó con más fuerza.
— ¿Ahora si podemos disfrutar el oasis?— le miré con picardía.
Edward dejó a un lado su libro para dedicarme toda su atención.
—Sí, es momento de perdernos en el oasis otra vez— nuestros labios se encontraron y casi no dejaron de tocarse hasta caer rendidos al sueño.
.
La fiesta de Lauren estaba próxima, le dije a Edward que iría a la casa donde trabajaba, no le hizo mucha gracia, según me contó a veces esas reuniones terminaban en excesos.
Yo sólo quería verlo, así que me marcharía pronto, en realidad sólo pensaba quedarme hasta que Edward saliera de trabajar.
Y como no quería ir sola llame a mi amigo escudero Emmett para ver si me podía acompañar.
—Ey Bella, ¿cómo te sienta el nuevo hogar?— preguntó al teléfono.
—Pero que chismosos que son ustedes los hombres— le reclamé.
—Calma, es que siempre le llamo a mi amigo, ahora que tiene celular es más fácil ubicarlo, de haber sabido que se fue de tu casa le habría pedido a papá que lo contrate, el jardinero que tenemos aquí es el dolor de cabeza de Esme, porque poda sus rosas fatalmente— soltó una carcajada.
—Oye Em… ¿vas a ir a la fiesta de Lauren?— pregunté.
—Sí, quería ir pero no me atrae mostrar mi cuerpito en público sin mi Rose presente— dijo feliz.
— ¿Y si vamos con Rosalie? Es más le puedo decir a Alice y también vamos con Jasper— sonreí.
—Eso suena bien. Creo que no habrá adultos allí, así que podría llevar a mi Rose, para que algunas de esas niña vean lo que es un cuerpo escultural— dijo presumido.
— ¿Oye, que insinúas?— le grité.
—Siempre te he dicho que no te vendría mal engordar un poco— lo escuché reír.
—Baboso. ¿Bueno vamos o no?— le di un ultimátum.
—Si puedo llevar a mi Rose, vamos. A ver si la enana saltarina quiere ir y si convences al señor emociones será perfecto— lo escuché reírse nuevamente, ¿es que nunca podría hablar en serio?
— ¿Por qué le dices a Jasper señor emociones?— pregunté.
—Porque es de lo más tranquilo que he conocido, hasta Edward reniega de vez en cuando pero mi amigo Jasper es un mar de tranquilidad y eso que tiene una novia loca— se volvió a reír, nunca se podía tener una conversación seria con Emmett.
—Bueno, entonces le llamaré a Alice para acordar.
Pero hice algo mejor que eso, quedé al día siguiente con mi mejor amiga para ir a comprar pareos y trajes de baño.
— ¿Entonces si vas a lo de Lauren?— me preguntó arrugando la nariz.
—Sí, pero no iré con bikini, pretendo ir con una ropa de baño más formal, no me gusta que me miren como si fuera carne—
—Ay te apoyo, bueno la verdad si yo tuviera algo más que mostrar tal vez no me sienta tan disminuida en esos eventos con poca ropa— se quejó.
—Pero tienes un bonito cuerpo— la animé
—"Bonito" Bella, no es mi mismo que "escultural"— me sonrió con sarcasmo.
—Bueno yo tampoco si vamos a eso. Qué tal si le llamas a Rosalie para que venga a escoger un traje de baño igual al nuestro, así vamos las tres iguales y no hay vergüenzas— a Alice le emocionó la idea.
Rosalie llegó una hora después y compramos tres trajes de baño idénticos, en distintas tallas claro está, yo apenas llenaba el mío.
Estábamos felices de ir juntas, aunque yo no tanto porque no podría tener a Edward conmigo en todo momento como ellas. Pero bueno, con verlo me conformaba y a lo mejor podría llevármelo saliendo de allí.
—Lo siento chicas no puedo ausentarme mucho de mi trabajo— Rose se despidió y nos dejó solas otra vez.
—Bella, dime porqué tienes tanto interés en ir a casa de Lauren, nunca te llevaste bien con ella y jamás has ido a uno de sus cumpleaños—
—Edward trabaja ahora en su casa. Papá lo corrió por un malentendido— dije triste.
— ¡No! ¿Se enteró?— me preguntó asustada.
—No, fue otra cosa, pero una injusticia al fin. Sé que no quieres que te hable de eso pero es que quisiera contarle a alguien lo que me sucede y no tengo a nadie— casi me pongo a llorar. Entramos a una cafetería.
—Calma Bella. Sé que he sido una mala amiga. Pero seguía molesta contigo— nos abrazamos.
—En serio te necesito— me quejé.
—Lo veo. Pero te diré que estoy muy orgullosa de ti. Has ido cambiando, tal vez no te des cuenta pero yo lo he notado. ¿Ahora si lo amas verdad?— preguntó, se había dado cuenta de lo mucho que me importaba Edward.
—Si Alice…con todo mi corazón— confesé.
—Bella, yo sólo estaba en desacuerdo con que jugaras con él. Me sentaba fatal que seas tan mala y lastimes así a un chico pobre y huérfano. Pero si lo amas las cosas cambian. Lo siento— se disculpó.
Lo conté todo lo que había pasado, lo que estábamos viviendo y hasta nuestra habitación en la ciudad, ella no pareció sorprendida.
—Un nidito de amor, que lindo— dijo cuando se enteró de esa parte.
— ¿No te parece mal?— dije algo asustada.
—No, Jasper y yo tenemos uno— sonrió.
— ¿En serio?— dije sorprendida.
—Sí. Hace tiempo— dijo sonriendo.
—No me habías contado eso— le reclamé.
—Pues antes no podíamos hablar de sexo porque eras virgen pero ahora sí que podemos. ¿Qué tal lo hace Edward?— preguntó sonriéndome socarronamente.
— ¡Alice!
— ¿Tan mal lo hace que no merece halagos de tu parte?
—Todo lo contrario, es… divino— mi amiga sonrió.
— ¿Ves que es fácil hablar de esas cosas? Cuando lo haces por amor es fácil, la verdad no sé que será hacerlo sólo por placer. El sexo sin amor debe ser vacío. Mi Jasper y yo somos como dos piezas de puzle, encajamos a la perfección— sonrió.
—Y eso que te lleva más de 20 centímetros— me burlé.
—Oye eso nos ayuda, además peso muy poco y podemos hacer ciertos malabares— se estaba ufanando.
— ¿Malabares?— pregunté con curiosidad.
—Vamos a la librería del tercer piso, hay un libro que tienes que leer.
Fuimos a ver y me llevé una gran sorpresa, no sabía si leer el libro normalmente o de cabeza, traía cada ilustración más difícil que la anterior, creo que me quedé más tiempo de la cuenta observando
—Vas a ver que ustedes lo disfrutarán— Alice me obsequió aquel libro.
—Estoy segura que sí— todavía se me iban los ojos por las imágenes. —Bueno nos vemos en la fiesta de Lauren mañana, ¿A qué hora estarás allí? No quiero llegar sola— le pedí.
—A las 3 de la tarde, ya le avisé a Jasper, él irá a las 4 saliendo de la universidad— nos despedimos y me fui directo a mi nidito de amor.
Envolví el libro en un papel rojo y lo dejé sobre la cama de nuestra habitación.
Me fui a casa feliz, quería dejar a Edward esa noche sólo. Para que lo leyera y apreciara todas las fotos, así mañana me recibiría con más ganas.

0 comentarios:

Publicar un comentario