03 febrero 2013

Cap 26 Jardinero


CAPÍTULO 26

MALDITA BRUJA...

Al día siguiente esperaba que papá se quedara en casa, era domingo. Pero salió temprano.
Aproveché para buscar las joyas que la noche anterior no encontré. Saqué todos los joyeros y cajitas que tenía. El brazalete y la gargantilla no aparecían.
Contra mi voluntad reuní a los empleados, no quería hacer esto tan grande pero sabía que si Jessica lo había robado y a vista de todo el mundo lo comprobaba, cualquier cosa que ella dijera en contra sería tomado como revancha por haberla despedido. La tenía acorralada.
—Los he reunido porque se me han perdido dos cosas de valor, muy costosas y con valor sentimental inigualable. Nunca he querido dudar de ustedes pero no tengo otra opción que revisar en sus habitaciones— Ángela me miró sorprendida, la señora de la limpieza me volteó la cara, que mujercita tan odiosa, sólo la teníamos aquí porque era más vieja que matusalén y nadie más le daría trabajo.
—Está bien señorita Bella— contestó Ángela.
Buscamos de arriba abajo las tres habitaciones y no pudimos hallar mis cosas, seguramente esa intrigante lo había escondido bien y me las devolvería si le daba los 5000 dólares que pedía, en realidad no era mucho pero me fastidiaba que me chantajeara así. Creo que iba a acceder.
— ¿Bella que es todo esto?— papá me encontró terminando de buscar otras habitaciones de empleados que no estaban ocupadas.
—Papá, se me han perdido la gargantilla y el brazalete de mamá y estoy revisando las pertenencias de los empleados— le dije con seguridad.
— ¿En serio? Esas joyas se las di para nuestro primer aniversario de bodas, tienen que aparecer— dijo molesto.
—Ya revisé todas las habitaciones, de los empleados, me falta la cochera, la cocina y la despensa— le respondí.
—Pero no hemos revisado todas las habitaciones de servicio, falta la del jardinero— dijo la intrigante de Jessica, ojala algún día pueda retorcerle el pescuezo.
—Edward nunca entra en la casa, son ustedes las que tienes acceso a mi habitación— dije furiosa.
—Pero tienen razón, si mandas revisar las habitaciones de los empleados deben ser todas. Yo me encargaré— dijo papá.
Al menos estaría fuera un rato suficiente para poder reprender a Jessica. La llevé a mi habitación.
— ¿Qué es lo que quieres?— le pregunté.
— ¿Yo señorita? Yo no he tomado esas joyas, yo no sería capaz, puedo ser muchas cosas pero ladrona no soy— parecía muy seria pero no me engañaba con esa carita de mosquita muerta.
—Ya deja de fingir, si tanto quieres dinero, te doy los 5000 me devuelves mis joyas y te largas de una vez por todas, no quiero seguir viéndote la cara— ella sólo sonrió.
—Está bien señorita, cuando me dé el dinero saldré de aquí y no volverá a verme, se lo prometo— eso era lo único que quería, dinero.
Fui hasta mi ropero donde tenía una pequeña caja con llave donde guardaba documentos y dinero, allí debí haber puesto esas joyas costosas, que bruta. Tenía casi 8000 dólares. Tomé cinco y se los di.
—Ahora desaparece de mi vista, deja las joyas y no vuelvas nunca más ¿Me oíste? O el resto de dinero que tengo lo usaré para contratar a alguien que te rompa las piernas— la amenacé, se asustó un poco y salió corriendo.
Una amenaza menos, debía hacer esto apenas me pidió el dinero.
Esperé en la sala a que papá volviera pero se estaba tardando. Fui a ver si Jessica ya todas sus cosas listas y mis joyas allí, no quería que papá se inmiscuyera en esto o la cocinera podía hablar.
Pero la muy imbécil se había largado, dejando su ropa y algunos libros, no sabía que la bruta leyera.
Fui a la puerta, el nuevo vigilante me dijo que un taxi vino por ella. Maldita ladrona, se había llevado mis joyas. Quería llorar de rabia.
Regresé a casa sólo para ver a papá que traía a Edward sujeto.
— ¿Qué pasa papá?— llegué a ellos asustada.
—Encontré tus joyas Bells, el jardinero la tenía— me dijo furioso.
—No, él no las tomó, estoy segura— sentía que esto no iba a ser fácil.
—Bells, las encontré en uno de sus cajones, este muchachito se regresa al orfanato d donde no debió haber salido— me puse frente a ellos.
—Edward no es culpable. Fue Jessica, ella me pidió dinero para devolvérmelas y cuando se lo di salió huyendo— traté de convencerlo.
—Tal vez ella había visto quien la había tomado— dijo papá.
—No. Yo confió en Edward… fue ella papá estoy segura que las puso en la habitación de Edward para incriminarlo—dije más segura de mí.
—Pues, sea como sea, yo no confío en este muchacho— papá por fin lo soltó.
—Pero eres injusto, Edward siempre ha sido muy correcto— no iba a permitir a mi papá que lo ofendiera así.
—Bella, no se puede confiar plenamente en un huérfano— gritó papá.
—Yo no he tomado nada que no me pertenezca señor Swan pero si el ser huérfano es para usted tan malo, espero que acepte mi renuncia— dijo Edward, casi me echo a llorar, ¿porque tenía que mostrar orgullo justo ahora que todo se estaba arreglando? ¿Cómo íbamos a hacer para vernos?
—Está bien, le diré a Eleazar que no necesitamos jardinero— dijo papá visiblemente afectado, sabía que estaba cometiendo una injusticia pero también era orgulloso.
—Si señor— respondió Edward.
— ¡No!— grité aturdida. —Papá ¿Cómo puedes hacer esto?—
—Bella, será mejor que no te metas, yo sé cómo dirigir mi casa— papá camino dándome la espalda. Sabía que como siempre iba a refugiarse en su despacho.
—Edward… no te vayas— dije triste.
—Lo siento amor, he tratado de razonar con tu padre pero es… difícil. No puedo permitir que me humille de esa forma.
—No seas orgulloso, ya no vamos a poder estar juntos, Edward— empecé a llorar desconsoladamente.
—Si nos amamos buscaremos la forma de vernos. Bella, yo también te voy a extrañar— dijo con lágrimas en los ojos.
Caminó hacia su casita a recoger sus pertenecías.
Maldita sea, todo iba mal, no debí haber hecho tanto alboroto. ¿Ahora que iba a hacer?
Me fui a casa para seguir discutiendo con papá pero había salido y se llevó el auto. Seguro quería que Edward se fuera caminando.
Esperé a que Edward saliera de la casa y minutos después salí con mi auto, lo alcancé un kilómetro más allá.
Me estacioné al lado y corrí para abrazarlo.
— ¿Como haremos?— pregunté todavía pegada a su pecho.
—Amor, subamos al auto, tu padre podría regresar y vernos— dijo dándome un beso en la frente.
Lo dejé conducir y me acomodé junto a él, recargada en su hombro.
— ¿Fue Jessica la que ocasionó esto?— me preguntó.
—Sí. Ella fue ella que destruyó el jardín, me pidió 5000 dólares el otro día para irse sin decir nada de nosotros.
— ¿Porque no me avisaste?
—Pensé que podía manejarlo sola. Cuando fuiste con papá a revisar tu casita, me volvió a pedir la misma cantidad para devolverme mis joyas. Se las di sin chistar porque las joyas eran de mi mamá y ella se largó de inmediato, ni siquiera se llevó todas sus cosas.
—Me puso esas joyas para incriminarme.
—Sí. Seguro aprovecho que salimos ayer y no había nadie— dije furiosa.
—Voy a quedarme en el pueblo, si regreso al orfanato en Port Ángeles, es posible que el padre Eleazar me consiga un empleo allí y no va a ser fácil venir a verte—
—¿Edward tienes dinero para quedarte en Forks?— pregunte.
—Claro que si amor, he ahorrado gran parte de mi sueldo estos tres meses que trabajé en tu casa.
— ¿Fueron tres meses? Me pareció apenas una semana— contesté.
—Sí, el tiempo vuela cuando eres feliz— llegamos a un hotel económico, Edward no quería quedarse en uno más presentable.
—Es mejor que regreses mi vida, yo te llamaré, me compraré uno de esos teléfonos celulares para que estemos en contacto— Saqué de inmediato una de mis tarjetas personales y se la di.
—Llámame apenas tengas noticias, si consigues empleo o si quieres que venga. Yo me escaparé en cualquier momento para verte— le di un profundo beso antes de verlo bajar.
Me fui con un profundo pesar a casa. Me dolía que Edward ya no esté cerca, las noches iban a ser frías y solas. Ya lo extrañaba.
.
Dos días pasaron sin noticias de Edward, estaba tan molesta que apenas le hablaba a papá.
—Bella ya deja eso, sé que sigues molesta pero no pude hacer nada, él sólo renunció— me dijo una mañana que se quedó a desayunar conmigo.
—Me ofendiste a mí también papá…
—No te entiendo— me miró preocupado.
—Dijiste que no se podía confiar en ningún huérfano, por si no lo has notado yo también soy huérfana— me levanté de la mesa a punto de llorar.
—Bells, sabes bien que no me refería a eso— trató de enmendarse.
—Pero lo dijiste, sabías que era inocente y lo dejaste que se fuera, ni siquiera le pagaste el mes o le diste alguna compensación. Eso es abuso. Y me ofendiste terriblemente a mi también— en verdad estaba dolida por sus palabras, en ese momento sólo pensaba en Edward pero después analizando las cosas había caído en la cuenta que la ofensa contra los huérfanos también me afectaba.
—No lo voy a volver a contratar, no le voy a pedir disculpas a un empleado— Sacó su billetera. –Aquí tienes 2000 dólares, envíaselos al orfanato por mí, no puedo hacer más— me dio la espalda para irse.
—Bien, si eso es lo que vale tu conciencia— tomé el dinero y subí corriendo a mi habitación y lloré un rato, últimamente era todo lo que hacía. Por las noches me despertaba con pesadillas y lloraba hasta la madrugada, me sentía muy sola otra vez.
Edward me llamó esa tarde, mi corazón saltó de alegría al escuchar su voz.
—Amor, te extraño— fue lo primero que escuché.
— ¡Edward! ¿Porque no me has llamado? no sabía dónde estabas ayer fui al hotel pero no te encontré— me quejé.
—Lo siento amor, me hice la promesa de no llamarte antes de conseguir empleo. Ahora trabajo en la casa del Mallory— ay eso me cayó bomba. En casa de la Lauren "facilona" Mallory, la que se encerraba en el baño del colegio con cuanto chico le gustara.
—Edward, allí vive una amiga del colegio y es muy, muy resbalosa— le dije casi fastidiada.
—Ya he conocido a la señorita Lauren y créeme amor que jamás tendré ojos para nadie que no seas tú— eso me reconfortaba un poco, sólo un poco.
— ¿Cuando nos vemos?— parecía una niña ansiosa.
—Tengo vivienda aquí en la casa de los Mallory, pero puedo salir después de las seis y regresar antes de las 11 pm, lo siento— se escuchaba algo abatido.
—Excelente, entonces paso a buscarte hoy a las 6 ¿Está bien?
—No amor, encontrémonos en otro lugar no quiero que te expongas al venir aquí—
— ¿Entonces dónde?— creo que yo estaba más ansiosa que él.
—En el centro ¿recuerdas ese restaurante donde comimos la primera vez que salimos de compras?— parecía feliz.
—Sí, estaré allí a las 7 en punto— dije otra vez feliz.
A las 6:30 ya estaba allí, apenas Edward entró me eche a sus brazos, la verdad estaba tan desesperada por verlo que poco me importaba que si alguien me reconocía.
—Te extrañé tanto mi amor— me dijo al oído. Comimos algo ligero y pedí para llevar.
—Déjame pagar a mí— me pidió, no se lo negué, si eso lo hacía sentir bien pues me parecía lo mejor.
Salimos de allí felices.
—Mi papá te envía 2000 dólares, dice que como compensación— le comente cuando íbamos hacia mi auto.
—Pues no los quiero, espero que no te ofenda eso— me dijo temeroso de mi reacción.
—Claro que no y se los devolveré muy molesta, hoy discutimos otra vez, le dije que también me había ofendido a mí al decir que no se podía confiar en los huérfanos, yo no tengo madre— le sonreí.
—Sabes que no se refería a eso— me aclaró.
—Pues no especificó que huérfanos, así que también me cae el comentario— me detuvo al llegar al estacionamiento y me besó con mucha pasión, casi dejo caer la comida que llevaba.
— ¿Olvida eso sí? Olvida que te falta tu madre, desde que te conocí, el vacío que sentía por haber crecido sólo desapareció, ahora tú eres mi madre, mi padre y toda mi vida— casi lloro cuando oí eso.
Lo abracé muy fuerte, sólo Edward podía hacerme sentir así.
—Me siento igual Edward, ya no pensaré en cosas tristes— dimos algunas vueltas por la ciudad, no sabíamos dónde ir, Edward se oponía a ir a un hotel y yo me moría por hacer el amor.
—Creo que deberíamos rentar algún lugar para nosotros, para poder vernos como es debido, incluso podría quedarme a dormir allí, el señor Mallory me contrató porque el jardinero que tienen es muy anciano y apenas puede podar el gras pero al viejecito no le gusta mi presencia en su casa. Creo que podré trabajar y regresar a casa como todo el mundo— me sonrió.
— ¿Un departamento para nosotros? Edward sería como un sueño— casi salté de la emoción.
—No amor, no puedo pagar todavía un departamento, será una habitación grande, con servicios e independiente, sé que mereces más pero aún no puedo— quería decirle que yo podía pagarlo y casi ni lo sentiría, pero aceptaría lo que él pudiera ofrecerme.
Hasta una simple habitación sonaba bien con Edward dentro.
—Por mi está bien. Pero yo debo aportar algo, me quedaré algunas veces contigo cuando papá este de viaje. ¿Dime que puedo llevar?
—La cama. Escoge una bonita y resistente cama— me sonrió con ironía.
—Será la cama más sexy que hayas visto, con sabanas y colchas rojo pasión— nos reímos un buen rato. Pero demasiado pronto se nos agotó el tiempo.
— ¿Quieres ir a ver lo de la habitación mañana?— preguntó.
—No tienes que pedirlo, puedo avanzar en el día, buscaré las mejores opciones y por la tarde cuando salgas de trabajar decidimos los dos— le dije feliz.
—Bella, mi presupuesto es de 200 dólares, no creo que consigas algo muy decente con esa base— otra vez se veía triste.
—Encontraré un palacio por ese dinero, ya vas a ver que tendremos un lugar sólo nuestro— me dio un beso antes de bajar cerca de la casa de los Mallory, hasta donde lo había llevado para que no caminara.
Llegué a casa muy contenta, ni siquiera ver a mi padre podría quitarme la alegría.

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