03 febrero 2013

Cap 25 Jardinero


CAPÍTULO 25

¿NOVIOS?

Afortunadamente, Edward sólo tenía moretones y magulladuras, regresamos tarde, papá ya estaba allí.
—Hola papi— fui a besarlo aunque tenía un ligero temor que ya supiera lo que pasó.
—Bells ¿Saliste con Félix?— preguntó.
—No. Fui a comprar… tampones y como mi auto no encendía me llevé el tuyo— sonreí. Sabía que papá cambiaría de tema, las palabras tampones, toallas sanitarias o cualquier cosa que muestre tu sexualidad por lo general les da alergia a los padres.
—Qué raro. Me encontré con Félix en el almuerzo, recién había llegado de Italia y lo primero que quería era venir a verte.
—Seguro que salí antes— sonreí.
— ¿Y no te ha llamado?
—Apagué mi celular. Debo tener cientos de llamadas perdidas. Ya me voy a acostar, comí algo en la calle— le dije lo más sonriente que pude, era un gran, gran alivio que mi papá ignorara todo.
—Bells… llama a Félix. No te noto entusiasmada con esa relación ¿Ocurre algo?— preguntó. Me acerqué un poco y puse mi carita seria.
— ¿Quieres que te diga la verdad?— hice puchero.
—Claro que sí hijita, tú sabes que puedes confiar en tu viejo— me dio esa miradita de papi sobre protector.
—No me gusta Félix. Es muy guapo y todo pero no me gusta. Es tan… serio, tan grande… y sus conversaciones siempre son de arte, pintura… a mí no me gustan esas cosas.
—Bella, es un chico bien educado, se crió en un internado, sabe varios idiomas y ha viajado por todo el mundo... y parece en serio enamorado de ti—
—Pero yo no siento nada papá. Me aburre su compañía, casi me duermo la última vez que salimos. No tiene lo que yo busco— sonreí imaginando al chico que sí tenía todo lo que me hacía feliz… menos dinero.
— ¿Y qué buscas?— papá sonreía ahora. Uff, esta batalla estaba ganada.
—Alguien tierno, que me diga cosas hermosas, que me trate como a una princesa, igual que tú, no quiero un novio sabelotodo… parece un almanaque mundial…— papá rompió a reír.
—Dale tiempo… no, esas cosas no se dan ni con tiempo, es o no es. Bueno entonces aunque a Aro y a mí nos duela, termina con él, si eso es lo que quieres— dijo algo fastidiado.
— ¡Sí!— Grité. —Gracias papito, pensé que te molestarías— salí de allí corriendo antes que él diga algo más. Un problema menos.
.
Al siguiente día y cuando papá ya se había ido fui a buscar a Jessica en la cocina, teníamos asuntitos que arreglar.
—Buen día señorita que extraño que venga por aquí— me recibió toda hipócrita como era.
— ¿Y no tienes idea porque vengo?— le dije mientras la veía cortar zanahorias.
— ¿Quiere algo especial de comer señorita?— dijo con su sonrisa ladina. Ay como me enfermaba esta mosquita muerta.
—Sí, tu cabeza. Me estás dando problemas Jessica y lo sabes. Te puedo echar ahorita mismo y mi padre ni se interesaría ¿Eso quieres? ¿Quedarte sin empleo?
—No, señorita que cosas dice, yo no creo que usted me deje ir sin una compensación.
— ¿Compensación?— grité.
—Claro señorita, yo sé mucho de su vida, porque a veces veo por allí lo que hace. A usted no le gustaría que yo ande develando sus secretos, por eso si me echa me va a dar una buena indemnización… no sé... Digamos unos 5000 dólares— me sonrió desde la estufa.
—Debes estar loca— le dije.
—Entonces me quedo aquí, me gusta esta casa, todo es tan tranquilo…
—Deja de meterte en mi vida Jessica o lo vas a lamentar— la amenacé.
—No señorita, si se mete conmigo usted lo va a lamentar, yo no tengo nada que perder porque soy pobre— puso una cara de tristeza fingida. De buena gana le daría un par de bofetadas.
— ¿Fuiste tú la que destruyó el jardín?— pregunté.
—No señorita como cree… aunque esas flores no me gustaban— volvió a sonreír.
Ay como detestaba a esa mujer pero por ahora no podía echarla. Tenía que pensar en algo para mantenerla callada. Tal vez si papá salía de viaje pronto podría echarla así no podría decirle nada.
Me fui furiosa a mi habitación, idiota chantajista… 5000 dólares, el colmo. Un problema y una persona más que sabía de mi relación con el jardinero.
Tenía que ser más cautelosa. Ahora ya no iría a buscar a Edward y nos veríamos lejos de casa para que esa bruja no tenga ocasión de vernos y no le diría nada de los chantajes a Edward para no preocuparlo, sólo cuando la eche de aquí.
.
Los días pasaron, apenas pude ver a Edward porque papá tenía mucho trabajo. Por las noches él venía a mi habitación. A veces ni siquiera eran necesarias las palabras, simplemente sabíamos cuando estábamos ansiosos por entregarnos.
En ocasiones sólo dormíamos, siempre desnudos y con nuestros cuerpos entrelazados, me acomodaba en su pecho y cerraba los ojos oyendo su corazón.
Papá ya había asumido mi rompimiento con Félix, afortunadamente mi ex novio no le dio detalles de nada.
Era un alivio, tal como lo dijo, mantuvo el silencio.
Pero esta noche tenía otra de las condenadas fiestecitas dónde papá me lucía y yo nada más asistía a aburrirme. Lo malo es que era al lado de la casa de los Black.
Así que busqué la gargantilla de diamantes que papá le había regalado a mamá, él decía que me quedaba bien.
— ¿Ángela, has movido de lugar las joyas?— pregunte rebuscando varias gavetas.
—No señorita, las joyas de su madre estaban todas juntas en el segundo cajón de su cómoda— allí siempre habían estado, pero faltaba la gargantilla y el brazalete de zafiro de mamá.
—Las buscaré mejor cuando vuelva, por favor revisa todo ¿sí?— salí lo más rápido que pude porque ya iba retrasada. El auto negro esperaba por mí. Mi corazón dio un vuelco, no importaba todas las veces que lo viera, Edward siempre causaba que mi corazón se acelerara.
—Hola guapo— le sonreí.
—Estás hermosa— dijo mirando mi vestido negro strapler.
—Tal vez podríamos detenernos por allí— le sonreí antes de entrar.
—No creo que sea buena idea, te voy a malograr el maquillaje— me sonrió desde el asiento delantero.
—Mira, traje un neceser con mi maquillaje para retocarme… y una plancha para el cabello— le sonreí.
Estacionó en una desviación y se giró a verme.
— ¿Exactamente qué quieres hacer?— se veía tan hermoso cuando sonreía así torcidamente.
—Si vienes aquí atrás te puedo explicar— no tardó ni dos segundo en llegar.
—Bella… me traes loco— besó mi cuello con avidez.
—No más que tu a mí— me subí encima, no me había puesto ropa interior, la traía también en mi neceser.
—Estas…— no lo dejé hablar más y abrí su bragueta, él se apuró a abrir un preservativo y se lo puso con rapidez.
—Te necesito Edward— bajé un poco sus pantalones y me posicioné bien. Lo sentí llenarme por completo, esta era mi posición favorita, podía sentirlo con más intensidad.
No tardamos ni cinco minutos en llegar al cielo, yo había visto en la tarde una película erótica y estaba ardiendo.
Nos quedamos un rato abrazados, todavía conectados.
Me encantaba tenerlo así, me mentía parte de él, como si fuéramos uno solo.
—Eso fue rápido— dijo todavía jadeante.
—Estaba algo acalorada— sonreí.
—Ahora voy a tener que pasarle mucho ambientador al auto— me dijo sonriente.
Nos arreglamos, volví a maquillarme y me planché el cabello en el asiento delantero mientras él se acababa un frasco de aromatizador de lavanda.
Cada cierto tiempo nos mirábamos y sonreíamos con complicidad.
Llegamos a la fiesta con tan sólo media hora de retraso.
—No quiero bajar, me chocan las fiestas— murmuré.
—Aquí estaré por si quieres irte antes—
—Cuenta con ello— bajé a buscar a mi papá.
Allí estaba como siempre hablando de negocios con todo mundo, a veces creía que él sólo tenía una registradora en su cerebro.
Toda la vida lo vi trabajar por dinero.
—Bells… has tardado— me dijo cuando llegué a su lado.
—Es que me duele la cabeza papá, no quería venir pero te lo prometí, espero que me dejes ir antes— dije haciendo mi mejor representación de enfermedad.
—Gracias por no dejar sólo a tu viejo— sonrió. –Puedes irte cuando quieres, sólo pensé que podrías conocer a algún muchacho aquí, hay muchos chicos hoy, todos los empresarios han traído a sus hijos— pasé mi vista por el lugar.
Era cierto, había muchos jóvenes. Aunque ninguno llamaría mi atención… aunque tal vez si había uno.
—Papá, allá está Emmett, voy a hablarle— me fui a ver al grandote, de cierta forma me sentía en deuda con él, la última vez que nos vimos me había dicho unas cuantas cosas que me ayudaron bastante.
—Ey luchador— lo saludé.
—Pero si es la jardinerita— me dijo al oído cuando le di un beso.
—Cállate tonto— lo amonesté.
—Oye me contó mi Rose que se conocieron—
—Sí, Alice y yo la conocimos el otro día, es encantadora— le sonreí.
—Es… una muñeca— dijo suspirando.
— ¿Qué problemas tiene con tu madre?— pregunte.
—No es con mamá. Rose… tuvo un novio hace años, un maleante. Pero parece que él no la deja en paz. Cada cierto tiempo cuando sale de la cárcel, la busca y la acosa. Una vez fue a mi casa y empezó a gritar afuera.
—Eso es terrible— dije sorprendida.
—Sí. Pero eso no es todo. Un día en que Rose se había quedado hasta tarde en casa papá fue a dejarla. El tipo ese, un tal Royce, le rompió las lunas al carro a papá porque pensaba que Rose y él tenían algo… Mi papá hizo que lo detuvieran. Es por eso que cuando se enteraron que yo salía con ella se opusieron— dijo triste.
—Hasta yo me opondría. Lo siento es sólo que es peligroso Emmett— dije muy seria.
—No más que tu relación Bella. Si tu padre supiera ¿qué crees que haría?—
—No sé. Probablemente eche a Edward y me encierre. No quiero ni pensar en eso— dije aturdida.
—Bueno dejemos de hablar de "lo que pasaría si" y bailemos un poco— fuimos hasta la pista de baile y nos entretuvimos un par de horas.
Era fácil conversar con Emmett, era como un hermano mayor, divertido, amable.
Vi por allí a muchos amigos de la escuela, estaba Mike que no se acercaba porque Emmett estaba a mi lado, también Tyler, Erik, Lauren, Irina, Kate. Esto parecía una fiesta juvenil.
— ¿Hola Bella, ya dejaste a Edward y a Félix?— era la odiosa voz de Jacob "celoso" Black. Mi ex buen amigo que se volvió maniático cuando empezamos a salir.
—Hola Jake… que te importa— le dije mientras caminaba para alejarme de él.
—Claro que me importa, cambias de novio como cambias de ropa interior— sonrió. Ay qué mal me caía, en serio ¿qué fue lo que le vi alguna vez? Jamás había sido caballeroso, al contrario era burdo y tosco para tratar a la gente.
— ¿Molesto porque jamás verás mi bragas? Vete a la mierda Jake, tu no vales la pena— le susurré antes de alejarme.
Que rabia con ese tipo.
Fui a buscar a papá para decirle que ya me iba. Emmett me acompañó al auto.
—Edward, buen amigo, acá te la traigo, Bella se cae de aburrimiento allá adentro— saludó Emmett a mi lindo… ¿Qué éramos Edward y yo? ¿Amantes? ¿Amigos?
—Hola Emmett, gracias por cuidar de ella— sonrió.
—A la orden amigo— casi me echo a reír, no sabía que todo el tiempo que Emmett permaneció conmigo era porque Edward le había pedido que cuidara de mí.
—Son un par de… cómplices— dije tratando de ponerme seria. Subí al auto.
—Lo siento amor, pero temía que Félix estuviera por allí— me dijo Edward cuando ya íbamos de regreso, yo no le había hablado.
—Descuida. Sé como evadir a la gente— sonreí.
—Lo sé. Pero no me hubiera sentido del todo seguro. Emmett es un gran amigo—
—Me doy cuenta que ustedes han congeniado muy bien, que extraño— ahora tenía que hacerle la pregunta. –Edward, ¿puedes estacionar el auto? necesito hablar contigo— Otra vez salimos a una desviación y minuto después Edward entraba al asiento trasero.
—Mi vida, podemos hacerlo toda la noche si quieres, pero en una hora debo volver por tu padre— me sonrió.,
—Que enfermo eres, no quiero sexo— le di un coscorrón.
Reímos debido a eso, me hizo cosquillas y yo también le respondí. Terminamos echados él sobre mí.
— ¿Edward que somos?— le pregunté mirándolo fijamente.
—Tú eres mi vida— me dio un beso suave.
—Sabes a lo que me refiero… cuando pienso en ti y en mí, no puedo buscar una palabra que nos defina. ¿Pareja, amantes, amigos?
—Somos todo eso y mucho más— me besó la punta de la nariz.
—Eso lo sé pero para buscar una palabra que englobe…
— ¿Quieres ser mi novia?— me miró dudoso.
Me sentí mal, él ya me lo había pedido una vez y yo lo había rechazado.
—Si Edward, si quiero— su sonrisa tan tierna aceleró mi corazón.
Volvió a besarme esta vez con más ímpetu. Bajó por mi cuello y buscó el cierre de mi vestido.
—Edward… dijiste que…
—Lo sé, no haremos nada, sólo quiero besarte— se detuvo a mirarme. –Tenía miedo que dijeras que no— sonrió.
—Aquella vez dije que no podía, no que no quería— le sonreí.
— ¿Bueno pero imagino que esto es sólo entre nosotros verdad?— me miró confuso.
—Bueno sí. Tampoco es que lo vamos a andar diciéndolo a todo mundo ni a publicarlo. Con que no lo sepa mi papá, no me importa si se lo dices a tus amigos.
—Se lo diré al padre Eleazar… no tu nombre amor. Pero me muero por decirle que tengo novia, así ya no podrá volver a insistir con eso del seminario.
Nos tardamos un buen rato en llegar a casa. Edward fue de inmediato por papá.
Estaba feliz, creo que nunca me hizo más feliz la idea de un novio. Esperaba que viniera pronto a mí porque me moría por dormir entre sus brazos.

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