03 febrero 2013

Cap 24 Jardinero


CAPÍTULO 24

¡NO LASTIMEN A EDWARD!

Edward no vino a buscarme y claramente me evitaba. ¿Cómo podía ponerse de parte de Jessica? Me daba tanta rabia, obviamente no iba a correr tras él. Si alguien debía dar el prime paso era Edward.
Claro, ahora que sabía que lo amaba se aprovechaba de la situación.
Traté de no pensar en ese problema y empecé a salir con Alice. Mi recuperada amiga y yo teníamos una especie de tregua silenciosa, ella no preguntaba por Edward y yo no le daba detalles de mi vida personal aunque me moría por hacerlo, no quería perderla.
Quedamos en salir con Jasper una tarde, hacía tiempo que no lo veía. Él siempre fue muy amable y caballeroso, me recordaba a mi Edward.
—Señoritas— nos sonrió al llegar.
—Hola amor— Alice parecía una niña pequeña cuando estaba con él. Me daba algo de envidia, yo quisiera poder salir así con Edward, tomados de la mano, de compras, que pudiera besarme frente a todo mundo sin escondernos.
—Hola Bella, hace días que no te veía ¿Te escondes en tu casa?— bromeó.
—Es que Bellita encuentra más interesante su jardín que la calle— sonrió mi amiga. Le sonreí, por fin volvía a bromear con eso.
— ¿Es cierto que estas saliendo con Félix Volturi?— preguntó él.
—Sí, pero no por mucho tiempo— sonreí.
—Que bueno, no quiero pecar de hablador pero es tan soberbio— se veía que le costaba expresarse de esa forma, Jasper siempre era muy gentil.
— ¿En serio? Debe ser porque conmigo solo muestra su mejor cara— seguimos caminando por la nueva zona del centro comercial, habían cosas muy interesantes, negocios nuevos con comida exótica y varios spas donde Alice y yo podríamos consentirnos.
Mi amiga sugirió entrar a hacernos la uñas mientras Jasper iba a ver algunas cosas para sus estudios. Entramos a un spa muy bonito llamado Luna Nueva.
—Ey Bells, ¿En serio vas a terminar con Félix?— pregunto mi amiga.
—Sí, apenas regrese. No tiene caso andar con alguien que no quiero. Además el fortachón me hizo reflexionar sabes, a pesar que lo odié al principio—
— ¿Emmett dándote consejos del corazón? Jaja, eso hay que verlo— sonrió.
— ¿Cuál de los diseño escoge?— la manicurista rubia me ofreció un catálogo. Me miraba raro.
—Sí, ¿Te imaginas a Emmett como el doctor corazón?… bueno él ya se había autoproclamado Dios del sexo pero no me imagino… ¡auch!— grité, la chica esa me había hundido uno de esos palitos con los que se limpia la cutícula.
—Discúlpeme— dijo avergonzada.
—Ay fíjate niña— retiré mi mano para verla, al menos no había sangrado.
—Yo que pensaba que iban a seguirle fingiendo a Esme y Carlisle esa tontería que andaban juntos— se rió Alice.
—Bueno, no me los presentó como su novia, ya te dije que solo fue para que no lo atraparan, nada más.
— ¿Eres Bella?— escuché decir a la chica que me limaba las uñas.
—Sí. ¿Quién pregunta?— achiqué los ojos. ¿Manicurista? Oh… la novia pobre del fortachón.
—Soy Rosalie— dijo con timidez.
—Ah, tu sales con Emmett ¿verdad?— sonreí.
—Si— aceptó. –Gracias por todo lo que te hemos hecho pasar— sonrió.
—Ay no lo creo, ¿Ella es la que anda con Emmett?— saltó Alice.
—Sí. El grandote me había dicho que era manicurista, Wow Alice ya tenemos quien nos haga las manitas— dije muy feliz.
—Cuando quieran, ahora trabajo aquí porque… la señora Esme estaba molesta y pues, me corrieron de mi antiguo empleo— nos dijo.
— ¿Por qué? Esme es lindísima— protestó Alice que la conocía bien.
—No fue por mala… es que… he tenido problemas y la verdad creo que ella tiene razón no soy buena para Emmett— dijo con tristeza.
—¡Ay! ya me dan envidia, Emmett con una manicurista y tú con un jardinero, creo que voy aponer a trabajar a mi Jass de mesero o algo así— se rió Alice.
—No digas tonteras ni sabes lo complicado que es andar con alguien que sabes que tu familia no quiere… lo siento Rosalie—me excusé.
—Díganme sólo Rose— ella sonrió. —Y sé lo que se siente no poder andar con quien quieres— suspiró mientras limpiaba mis uñas.
—Oye ¿podrías ir a hacerme las manos en mi casa una vez a la semana? A mí, a mamá, a mis tías, uy tengo mucha familia— le sonrió Alice.
—Sería estupendo, aquí sólo me han contratado medio tiempo, tengo las mañanas libres— dijo contenta.
—Yo también quiero manicura a mi casa ¿haces pedicura?— pregunté.
—Claro, estoy tan agradecida contigo que iré con gusto— parecía una buena chica, no me imaginaba que problemas tan graves tendría para que una señora tan dulce como Esme no la quiera.
—Hecho, yo voy a querer atención toda la mañana de los lunes, desde las 9, nadie en casa se levanta antes— Alice empezó a sacarle cita y Rose tomó su agenda y anotó todos nuestros requerimientos.
—Creo que seremos buenas amigas— dije contenta.
Luego de que nuestras manos quedaron bellas, regresé a casa. En mi auto, porque ya no quería usar el de papá. Si el jardinero-chofer seguía molesto no iba ser yo la que lo busque. Ya se daría cuenta de la mentira de Jessica y me daría la razón y le haría sufrir un poquito para perdonarlo.
Al llegar vi el auto estacionado. Edward traía puesto su uniforme, recargado en la puerta del mercedes, parecía un modelo de revista. Así de guapo era mi lindo jardinero.
—Hola Edward, dichosos los ojos que te ven— dije con sarcasmo.
—Hola— respondió secamente. Ay no entendía lo que le pasaba, ni que estuviera menstruando. Ni siquiera debí hablarle.
— ¿Y mi papá?— pregunté.
—Está adentro, vino por unos papeles que olvidó— evadía mi mirada.
Dicen que quien se enamora más pierde y creo que esta vez yo llevaba las de ganar, quería estar con él y si era necesario seducirlo o violarlo, lo iba a hacer, sabía que sólo necesitaba un empujoncito para que caiga.
—Bueno, adiós— dije pasando tan cerca que pude sentir que temblaba. Eso Bella, eres dueña de la situación.
Miré por la ventana como Edward trataba de evitar mirar al balcón. Sabía que me extrañaba.
Papá no regresó hasta la madrugada y creo que me quedé dormida esperando que Edward llegara para salir a buscarlo. Bueno será hoy…
Pero papá volvió a llevarse a mi jardinero (porque era mío) muy temprano. Caray, ni si quiera podía reclamarle, yo misma le había sugerido contratarlo.
Esperé como tonta todo el día, hasta que por fin a media tarde Edward regresó y guardó el carro. Yo estaba en la puerta, mirando.
Pero siguió de largo rumbo a su casita.
Ay, condenado orgulloso. Me iba a oír, como que me llamo Bella Swan, Edward va a ser mío esta noche.
Me vestí con un short corto que resaltaba mi cola y una blusa a tiras. Salí a caminar, mirando las plantas para que nadie sospechara, a veces me parecía que me espiaban.
Apenas llegué a los árboles corrí atravesando el claro. Al pasar vi que no había ninguna de las flores que Edward había plantado. ¿Tan molesto estaría que las quitó? O a lo mejor como ahora tenía el trabajo de chofer se le secaron.
Su puerta estaba cerrada, me dio mucha rabia tener que tocarle, digo ¿Quién le va a robar aquí?
Me abrió, estaba poniéndose la camisa. Oh rayos.
— ¿Qué quieres Bella?— carambas, sí que se hacía el difícil. ¿Cómo podía tratarme así? Si no fuera porque estoy de excelente humor lo mandaría a la mie… y creo que después me echaría a llorar.
—No. ¿Qué te pasa a ti Edward? No te entiendo. ¿Me vas a ignorar por un problema doméstico que tengo en casa? ¡No que me amabas y que te volvías loco cuando no me veías!— ahora si estaba empezando a enfadarme y de veras.
—Isabella, puedo soportar tus desplantes, tus caprichos… incluso tu forma de ser tan déspota… pero lo que hiciste no tiene nombre— no podía creer que le afectara tanto que le gritara a Jessica. Tal vez me había equivocado con él y era un resentido social.
—Ya deja de ser melodramático Edward, ni que hubiese matado a alguien. Eres tan… exagerado— quería que de una vez me tome entre sus brazos y olvidemos todo.
— ¿Melodramático? ¿Exagerado? Si me hubieses hecho algo a mí me dolería menos… pero…— no podía creer lo que escuchaba y no valía la pena seguir aquí ofreciéndome a este idiota que le importaba tanto una cocinera.
—Si tan mal te sentó lo que hice… bueno… no la despido y punto. ¿Pero sabes qué? Vete a la mierda Edward— quería llegar a casa a refugiarme en mi habitación y no salir hasta haber roto algo o al menos descargado mi furia. Mis manos temblaban de rabia.
Sentí su mano en mi brazo y me deshice con un movimiento brusco.
— ¡Bella! ¿De qué estás hablando?— gritó. Ay desgraciado y todavía se hacía el loco.
— ¡Suéltame! Si tanto defiendes a la cocinerita esa, quédate con ella. Yo no quiero nada contigo—
—Bella… ¡Bella!— trató de tomarme del brazo otra vez pero lo evadí, caminé rápido para que no notara que estaba empezando a llorar. Estúpido jardinero.
Corrió hasta ponerse en frente y me detuvo con ambas manos en mis hombros.
—Esto no es por Jessica… sino por lo que hiciste… mira— me señaló al espacio donde antes estuvieron las plantas. No entendí, ni que yo fuera la encargada de cuidar las flores.
—No inventes Edward, ¿qué quieres que mire?— traté de seguir mi camino.
—Bella, ¿Por qué destruiste este jardín?… lo hice con todo mi amor para ti… siempre he pensado que las personas que tratan así a las plantas no son buenas… — lo miré como si tuviera tres cabezas. ¿De qué me estaba hablando? Sólo fue una flor y no lo hice a propósito.
— ¿Destruir? Eres exagerado… me tropecé con una flor, no destruí tu jardín—volví a zafarme.
— ¿No fuiste tú?— dijo preocupado.
—De que hablas Edward…— no lo entendía por más que me esforzaba.
—Ese día que viniste y peleamos… bueno, al día siguiente encontré el jardín destruido…todas las plantas estaban removidas, las flores muertas… pensé… Dios pensé que habías sido tú porque estabas molesta—
— ¿Cómo crees que voy a matar plantas por muy molesta que esté contigo? me gustaban esas flores… tropecé con una y traté de plantarla pero no pude… ¿Crees que yo destruí el jardín?— me dio tanta rabia que le di un empujón.
—Amor… princesa— trató de impedirme el paso. Si claro, ahora era su amor y su princesa.
—Apártate Edward, ya me malograste el día— volví a deshacerme de sus brazos sin mucha convicción, en verdad deseaba que siguiera intentando abrazarme y apaciguar mi molestia… y que termináramos en su casita haciendo el amor.
—No te vas ir… perdóname— me tomó con más fuerza hasta pegarme a él, sentí su pecho en el mío, no se había abotonado la camisa… ya estaba perdida.
Después de terminar de reconciliarnos aclararíamos que miserable destruyó el jardín y ya tenía una idea por dónde empezar a buscar.
Quise ponerle más condimento a la situación y empecé a forcejear con él, pero en mi rostro se estaba formando una sonrisa, sus ojos también habían recuperado ese brillo que tanto me gustaba.
Sentí un grito ahogado y pronto Edward me soltó.
—Suelta a mi novia. ¡Idiota!— la potente voz de Félix me asustó. Empujó a Edward hasta tirarlo a la hierba. Pero no parecía que fuera a dejarlo así.
— ¡Félix!— grité para detenerlo.
—Vete Bella, yo me encargo de esto— me gruñó.
Con horror vi que antes de dejar que Edward se pusiera de pie y se defendiera volvió a empujarlo, lo levantó del piso y lo tomó del cuello. El corazón se me iba a salir.
— ¡Basta! ¡Detente Félix!— grité. Pero parecía no escucharme, volvió a lanzar a Edward más lejos y corrió a poner su pie sobre la garganta de mi jardinero.
Apenas llegué para ver a Edward casi morado por la falta de aire. Con todas las fuerzas que tenía traté de empuje a Félix, que me miró asombrado.
—Isabella…— murmuró sin dejar a Edward libre. Me estaba desesperando ver a Edward así, empecé a llorar.
— ¡Déjalo ya! No lo lastimes, por favor ¡Suéltalo!— yo misma quité el pie de Félix de la garganta de mi Edward.
Vi marcas grandes, tenía muchos moretones y parecía malherido, lo había arrojado dos veces, rogaba porque no tuviera una cotilla rota.
No me pude contener, traté de limpiar la tierra de su piel, tomé su cabeza y lo besé, acaricié sus cabellos cobrizos.
—Edward, amor háblame… plis, plis, dime que estas bien— sollocé.
—Bella…— lo escuché decir.
— ¿Isabella que significa esto?— gritó Félix.
No sabía que decirle, ni la forma de excusarme. Me había delatado, justo con él. Ahora papá lo sabría. Maldición no.
Pero tampoco podía ver como golpeaba a Edward sin hacer nada.
—Lo siento Félix…— traté de encontrar las palabras adecuadas para disuadirlo.
— ¿Estás con él? ¿Con un sirviente?— de veía muy ofendido. Respiré profundamente.
—Sí. Discúlpame, iba a decírtelo cuando volvieras— en realidad sólo iba a terminar con él sin entrar en detalles.
—Cómo puede una muchacha de tu clase fijarse en un insignificante personal de servicio. Isabella… estoy decepcionado. Yo soy mucho mejor que él, y no me voy a rebajar pidiéndote que lo reconsideres— en su voz podía sentir el desprecio.
— ¡No lo voy a reconsiderar! Me quedo con Edward— dije molesta.
—Si esa es tu decisión… no puedo hacer nada por ti. ¿Qué futuro esperas tener con este pobre diablo?— me dio la espalda para irse… debía la menos intentar que no me delatara.
— ¡Félix! Por favor… no le digas a nadie— grité en un último intento de no ser descubiertos. Mi ex novio se detuvo aún de espaldas.
—Yo no cotilleo, no soy lo que ustedes llaman "chismoso" Pero la verdad siempre se sabe Isabella, no lo olvides— dijo antes de irse a grandes zancadas.
Ayudé a Edward a levantarse y caminamos hasta su casa, tosía y se movía con dificultad. Lo ayudé a recostarse en la cama, puse un poco de agua a calentar y fui por un paño húmedo para limpiar sus heridas y su cuello.
—Bella… no debiste interferir…— volvió a toser.
— ¿Y dejar que te golpee más? Debes estar loco— terminé de pasarle el paño y le preparé un té. Ángela siempre me traía uno cuando me ocurría algo extraordinario, malo o bueno.
—Está caliente, ¿Puedes incorporarte un poco?— traté de acomodarlo. —Se ve muy feo ese moretón… ¿Te sientes mejor? ¿Qué te duele?— me estaba desesperando no escucharlo hablar.
—Estoy bien— sonrió. Yo no le veía la gracia a esto. —Te amo— susurró.
—Yo también te amo— le di un beso muy suave en los labios y le alcancé el té.
—Bella, ¿Eres consciente que esto puede traernos consecuencias?— preguntó sorbiendo un trago del líquido.
—Sí. Ya no tengo novio— le sonreí en son de broma. Pero no le hizo gracia.
—Sabes a que me refiero amor— no quería pensar en eso.
—Él dijo que no era chismoso. Siempre ha sido un tipo bien portado, no creo que le diga nada a papá— respondí insegura.
— ¿Y si lo hace?— me miró triste.
—Lo negaré… siempre he sido muy obediente, nunca le doy problemas a papá. Me va a creer… espero…— sólo imaginarme que Charlie decepcionado de mi me hacía sentir triste.
—Debo reconocer que ese tipo tenía razón… No te puedo ofrecer ningún futuro Bella— dijo mientras trataba de levantarse.
—Yo no te pido nada Edward, salvo que estés conmigo. ¿Es eso mucho para ti?— dije tratando de parecer molesta.
—Sabes a lo que me refiero—
—No, no lo sé, aun no es tiempo de pensar en eso. Ahora vístete que quiero que te saquen placas por si tienes una costilla rota— le busqué el uniforme y salimos. Como siempre yo primero para que no nos vean juntos.
Tenía miedo, no podía apartar mi mente de pensamientos oscuros.

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