Capítulo 23
Quédate conmigo esta noche
Llegamos al río, no era muy lejos, ya me estaba acostumbrando a estas distancias.
—Me voy en dos días— Bella rompió el silencio.
— ¿Tan pronto?— sentí que se me encogía el corazón
—Es lo mejor— dijo sin mucha convicción.
— ¿Hablaste con tu padre?
—Sí. Está de acuerdo y May también.
—Me alegra oír eso.
—Le dije a papá que me acompañaste a Jacksonville, pero omití los detalles, no quiero que acabes como Jake— sonrió.
— ¿Tu padre golpeó a Jake?—pregunté casi conteniendo una carcajada.
—Sí. Parece que se encontró con Vicky cuando iba saliendo de la hacienda. Y esa mujer no se calla nada.
— ¿En serio tu padre era luchador?— pregunté ahora con miedo.
—No. Son sólo habladuría. ¡Como es la gente de chismosa!— se quejó.
—Te creo. Hasta dicen que incendiaste la iglesia del pueblo— Bella rió con ganas.
—Sí. Todo mundo cree que yo golpeé a Jake. ¿Por qué no serán más valientes y preguntan de frente? No me voy a detener a contarle la verdad a todos—dijo furiosa.
—Ya que hablas de preguntar de frente… Te vi el otro día en tu casita. Creí que tu y Jacob…
— ¡Que cosa dices tonto! Le vendimos la casa a Sam, Emily está embarazada otra vez para variar y necesitan una casa más grande— alivio para mi agobiado corazón, aunque me llame tonto.
—Oh bueno... es que como May me dijo que el sacerdote amenazaba con excomulgarte si no firmabas una nueva acata matrimonial— eso me reventaba la verdad.
—Aunque me diga que me voy a mismísimo infierno no le firmo nada— gritó. Esa era mi chica. —A propósito, ¿podrías ver lo de los papeles de nuestra anulación? Me los envías a Jacksonville cuando te lleguen—
—Si claro, apenas tenga alguna respuesta te la haré saber— dije triste ya que tanto le apuraba quedar definitivamente lejos de mí.
—Y deja de usar ese anillo— había tratado de esconderlo de todo mundo. Incluso me lo había guardado en el bolsillo cuando trabajaba para que no se diera cuenta ya que ella se lo quitó el mismo día que lo descubrió en su dedo. Pero yo tontamente me pasaba algunas noches mirándolo como la única prueba que alguna vez estuvimos tan cerca.
Nuestro anillo de bodas.
Era sólo una pieza barata de joyería pero para mí era importante.
Caminamos un rato más, solo mirando la luna. Quizás no volveríamos a hablar abiertamente, debía decirle cuanto me importa y dejarle claras mis intenciones
—Bella… — tomé valor con una respiración profunda.
—No digas nada Edward— me cortó.
—Pero…
—Shhh no lo eches a perder con palabras quizás esta sea la última vez que podamos estar solos…
—Bien, entonces no hablaré— me acerqué a ella y besé sus labios. Pareció no reaccionar al principio pero fue dejándose llevar. Sentía todas las terminaciones de mi cuerpo cobrando vida, y me refiero a todas.
Bella se apegó más a mí y elevó sus brazos hasta enrollarlos en mi cuello. Abandoné sus labios y bajé por su cuello, tenía que hacerlo o moriría asfixiado. Cuando recuperé un poco de lucidez abrí los ojos sólo para grabarme la escena.
La noche era clara, las estrella brillantes, podía escuchar claramente el sonido de las aguas del río y algunos grillos nocturnos. Estábamos envueltos en un penetrante aroma de flores. Todo era perfecto. ¿Por qué no quería escucharme?
— ¿Edward Cullen, que me haces? Bella quitó mi mano traviesa que estaba muy pegada a su cola.
—Dijiste que no hablara— me excusé.
—Por favor… no lo hagas mas difícil— me miró con tal emoción que cedí un poco mi agarre
—No tiene porque serlo Bella, podemos salir, seguir viéndonos… ¿Quieres ser…—
—No. Somos diferentes, yo no soy una arribista…— cortó con brusquedad la petición que pensaba hacerle.
—No somos tan diferentes, creo que nos parecemos mucho. Y jamás vuelvas a referirte a ti de ese modo.
De pronto a lo lejos un fuerte ruido nos sobresaltó.
—Oh no… va a llover— dijo ella.
—No te voy a dejar ir así de fácil Bella— la volví a tomar por la cintura.
—Edward…— su respiración se hizo errática, podía sentir el fuego en mis venas cuando la miraba. Todo cobraba vida cuando ella se aproximaba.
—Quédate conmigo esta noche Bella. Por favor— pedí casi al borde de la desesperación.
—Sólo… sólo si me prometes… que no me volverás a buscar más— no podía creer lo que escuchaba. ¿Una noche con ella si prometía olvidarla después? Yo no quería sólo una noche…. Quería miles de noches a su lado. No me bastaría unas horas. Y no era su cuerpo lo único que ansiaba.
La solté confundido. No iba a prometerle eso. Moría por tenerla entre mis brazos y hacerla mía pero no le iba a prometer que la dejaría ir.
—Entonces mejor regresemos. La lluvia no tarda en llegar— dije con el poco orgullo que me quedaba, practicante me había arrojado a sus pies sólo para comprobar que no me quería. No realmente. Y todo este tiempo lo había demostrado de una y mil formas. Siempre me trataba con desprecio y me alejaba de ella como ahora.
Era yo el tonto que la seguía como un perro, que me ponía a sus pies cada vez que podía. Solo una noche… No Bella, no acepto eso.
— ¿En serio quieres irte?— dijo tomando mi mano y colocándosela en su cintura. Mi deseo era grande, muy grande. Pero no lo suficiente como para aceptar lo que me pedía.
—Si— quité mi mano de ella. –No te voy a prometer nada— caminé de vuelta tratando de controlar mi rabia. Estaba furioso conmigo mismo, no con ella.
—Edward…— la oí llamarme. Me detuve un instante. –Quédate conmigo… no tienes que prometer nada… quédate para siempre— casi lo gritó.
Eso fue más de lo que esperaba. Me giré a verla, parecía que estaba llorando.
Sentí unas gotas de lluvia en mi cabello pero todo lo externo ya no importaba
Tomé la manta de mi hombro, caminé lo más rápido que pude hasta ella y la cubrí. Bella entendió lo que hacía, sin decir palabra nos dejamos caer en la hierba que empezaba a mojarse.
Nos miramos por unos segundos intensamente, quería darle tiempo para asegurarse de lo que estábamos a punto de hacer. Después de esta noche ya no habría vuelta atrás entre nosotros.
Sus ojos eran hermosos y soñadores, aparté un mechón de su cabello, mientras a nuestro alrededor la noche hacía más oscura. Las nubes estaban tapando la luna, yo lo tomé como una clara muestra de que la naturaleza nos daba intimidad.
Deslicé mi mano en una suave caricia, recordando la primera vez que lo hice, delineé con un dedo su rostro, bajé por su cuello y por su pecho hasta llegar a su corazón.
—Te amo Bella, no me bastará una noche contigo, ni siquiera una vida— por primera vez había conseguido que se quedara callada. Sus ojos me miraban fascinados. De pronto tomó aire y se atrevió a hablar.
—Yo… no sé muy bien que hacer ¿me enseñarás?— dijo con timidez.
—Aunque nunca he hecho el amor, me sentiré honrado de mostrarte la forma— yo también tenía miedo. Jamás había pensado que el acto sexual podía involucrar tal cantidad de emociones. Sólo creía que era cuestión de satisfacerse, ahora tenía miedo de no poder hacer que ella lo disfrutara.
Tomé su mano y la llevé hacia mi pecho quería que sintiera mi corazón. Segundos después ella estaba desabrochando mi camisa con movimientos erráticos y unas manos temblorosas. Sonreí, sin licor encima Bella era muy tímida para esto.
Me moví un poco para darle libertad de terminar con los botones pero eso hizo que ella sintiera mi dura excitación sobre su pierna. Saltó un ligero gemido de susto. Mi dulce y tierna berrinchuda parecía aterrada.
Estábamos empapados y eso no pudo detenernos, ni la lluvia ni los rayos, simplemente el mundo dejo de existir.
Espero que entiendan si no doy detalles íntimos de lo que sucedió aquella noche, no sería caballeroso por mi parte. Solo puedo asegurar que la amé, amé cada parte de su adorable cuerpo. Tomé su inocencia como un profanador. Quería estar dentro de ella, tan dentro y tan profundo que me sintiera parte de su cuerpo y su alma.
.
Caminamos abrazados de regreso a casa, ella no había dicho si sentía algo por mí más que deseo. Pero para eso tenía tiempo, pues apenas mi padre vuelva a ocupar su lugar en la hacienda yo correría a su lado y le demostraría de una y mil formas cuanto la amaba.
.
Al día siguiente me desperté tarde, salí a buscarla, ya no me importaba enfrentarme a su padre o a toda una horda de trabajadores enfurecidos. Bella era mía y pelearía con quien sea.
Pero no pude hallarla en toda la mañana temí que se hubiera marchado sin decirme nada.
— ¿May viste a Bella?— pregunté. Ella sólo me miró molesta.
—Salió temprano con Jake— dijo
— ¿A dónde y por qué?— Pregunté fastidiado.
—Eso es algo que ellos están resolviendo, ya bastante te has metido mi niño. Te quiero mucho pero no has sabido respetar a mi nieta, así que déjala en paz— era la primera vez que May me hablaba así.
—Yo la amo May, en verdad estoy enamorado de Bella— quise decirle más pero escuché un fuerte sonido afuera, era el claxon de un auto y no cualquier auto. Eran mis padres.
Salí presuroso después de darle un beso en la frente a mi ex niñera.
Alice revoloteaba alrededor de mi madre, Emmett, Jasper y Rosalie también habían bajado al escuchar el ruido.
Con Carlisle aquí mi trabajo había terminado y podría marcharme con Bella hoy mismo si ella quería.
Me acerqué a ellos para darles la bienvenida. Al verme mi padre dejó de sonreír. Avanzó hacia mí con una mirada que jamás había visto en sus ojos en todos mis 24 años de vida.
Y sin decir palabra alguna me golpeó. Mi madre y Alice corrieron hacia él para detenerlo. No sabía lo que pasaba, estaba en el piso aturdido. Me llevé una mano hacia mi labio partido. Algunos trabajadores a lo lejos miraron con interés.
— ¡Carlisle te dije que esperaras a que nos dé una explicación!— Esme se puso delante de mi mientras me levantaba para que papá no volviera a golpearme, algo que evidentemente quería hacer.
— ¡A mi despacho ahora!— gritó papá y entró a la casa.
Caminé confundido, no entendía porque mi padre hacía esto. Yo había cumplido lo que me pidió, estuve aquí para la cosecha, detuvimos una helada que pudo acabar con todas las uvas, me esforcé para que el pedido de aceitunas estuviera a tiempo. No le había fallado en anda, salvo la primera semana que me fui con Bella pero eso no había afectado mi desempeño en la hacienda cuidando del negocio de la familia.
Entré a su despacho, Esme venía tras de mí y dejó a Alice fuera de la habitación.
—No sé que hice mal para que me trates de ese modo— le reclamé a mi padre.
Él abrió sus portafolios y me arrojó un sobre que claramente había sido abierto.
"Capillas Rock – Las Vegas" Decía el membrete. Había documentos, fotos, y un Dvd dentro.
Obviamente esa no era la anulación matrimonial que esperaba.
0 comentarios:
Publicar un comentario