03 febrero 2013

Cap 22 Jardinero


CAPÍTULO 22

ME ENAMORÉ COMO UNA IDIOTA

Edward no vino a dormir conmigo esa noche, ni las siguientes. Tenía ganas de salir a buscarlo y aceptar su ofrecimiento. Esto estaba mal, no debía deprimirme por rechazar al jardinero. ¿Qué derecho tenía el muy tonto a enamorarse? Yo le advertí que no lo hiciera. Fui sincera con él.
—Bella, esta noche tenemos una fiesta en casa de los Cullen— papá entró presuroso al comedor esa mañana.
— ¿Otra fiesta?— rezongué, al menos sería en casa de Emmett y podría conversar un poco con él.
—Voy a perder mucho tiempo, Garrett el chofer está de vacaciones y no dejó reemplazo. No sé qué hacer ahora, no voy a llegar manejando el auto a lo de los Cullen— se veía fastidiado, siempre me preocupaba verlo así por eso me encargaba de que le hicieran sus chequeos cada 6 meses y procuraba que comiera sano al menos en casa.
—Papá… ¿Y si le dices a Edward el jardinero? Él conduce muy bien— sugerí, además el volver a verlo me ilusionaba un poco.
— ¿En serio? Me ahorraría entrevistar gente, el padre Eleazar dice que es totalmente de confianza, odiaría volver a cometer el error de contratar a algún otro loco— me miró con algo de pena. Seguro por James.
—Pues sería sólo cuestión e pedírselo, ya terminó mi glorieta y no creo que esté tan ocupado y... deberías pagarle otro sueldo, no sería justo que haga dos trabajos y solo le pagues por uno— aparenté que no me importaba pero estaba pendiente de la respuesta de mi padre.
—Será sólo por dos semanas y claro que le pagaré otro sueldo. Lo mandaré llamar en seguida— salió a la cocina.
Salí corriendo a mi habitación al menos a peinarme y cambiarme, si Edward iba a venir a la casa tenía que estar presentable.
Bajé las escaleras con algo de temor, escuché la voz de Edward en el primer piso.
—Está bien señor Swan, estoy de acuerdo con sus términos.
—Bueno entonces está hecho, ve al garaje a cambiarte, ponte el uniforme. Regresarás por Bella a las 6 en punto y la llevarás a la casa de los Cullen— Edward me miró cuando iba bajando las escaleras, su mirada era la de siempre, como si viera una aparición o algo así, me encantaba tener ese efecto en él.
—Hola Edward— saludé sonriendo.
—Buenos días señorita Bella— dijo respetuoso.
—Hija, Edward va a ser el chofer estas dos semanas, gracias por la idea, no se que habría hecho sin conductor— papá salió a su despacho por sus cosas.
—Qué bueno que aceptaste, Charlie se estaba volviendo loco sin chofer— comenté.
—Permiso, debo ir a cambiarme— se fue sin decirme nada más. Debía estar molesto conmigo. Bueno, era su problema no el mío.
Todo el día me la pasé escogiendo que ponerme, peinándome y maquillándome con especial cuidado. Quería estar muy guapa.
Pero a quien quería impactar era a Edward.
Él vino por mí a las 6 en punto cual inglés. Me abrió la puerta de atrás del auto y salimos a la reunión.
—Estas muy hermosa— me dijo mirándome por el espejo retrovisor.
— ¿En serio? Porque parece que ya no te gusto, ni siquiera vienes a verme— me hice la ofendida.
—No me he sentido bien— dijo
— ¿Estás enfermo? – me preocupe.
—Una infección simple pero ya pasó— confesó.
— ¿Edward porque no me avisaste?— le reproché.
—Porque no era importante. Se cuáles son tus prioridades—dijo algo resentido pero sin reprocharme nada.
—No hables así. Tú no sabes nada— dije molesta.
Llegamos la casa de los Cullen, le hice dar muchas vueltas mientras le señalaba el camino.
—Podrías habernos ahorrado algún tiempo— me dijo Edward sonriendo, se había dado cuenta de mi engaño.
— ¿Tan rápido querías des hacerte de mí?— le hice un puchero.
—Sabes bien que no. Pero vas a llegar tarde—
—Para lo que me importa estar allí, con gusto me quedaría aquí contigo—sonrió.
— ¿Lo dices en serio?—preguntó.
—Sí. Qué me importa esa fiesta— le sonreí.
—Tu padre se molestaría, mejor baja ya— salió del auto y vino a abrir mi puerta. Me dio la mano para bajar y yo apreté con fuerza la suya.
—Ven a dormir conmigo… te extraño— susurré.
—Isabella, te estaba esperando— Félix llegó a nosotros y no me dejó escuchar la respuesta.
Me alejé de allí algo apesadumbrada, no entendía porque me afectaba tanto. Traté de sonreír toda la reunión, de mantener el hilo de la conversación pero me resultaba aburrido todo.
— ¿Bella? Hasta que te veo ¿Cómo has estado? ¿Qué dicen las flores? – Emmett se veía muy guapo en un traje elegante, sonreí ante su comentario malintencionado.
—Hola grandote, estoy muy bien. Eres tú el que anda desaparecido— lo abracé. Me hacía muy feliz hablar con él, menos mal que Félix había ido a conversar con algunos empresarios por sugerencia de su padre.
— ¿Cómo esta Edward?— me preguntó al oído mi amigo.
—Bien, ahora está ocupando el puesto del chofer por estas semanas— dije sonriendo.
— ¿Es cierto que andas con Félix?— me miro con reprobación.
—Pues… es que…
—No me digas que si… ¡Bella!—
—Me tomaron de sorpresa Emmett, me lo pidió con mi padre y el suyo presente y yo estoy en deuda con el por algo que hizo…— trate de excusarme
—Pues que complaciente eres con tu viejo… aunque creo que la palabra indicada sería convenida— me hizo sentir peor todavía.
—Oye no me juzgues— le reclamé.
—Sabía que lo harías sufrir y se lo dije, pero el pobre Edward está tan enamorado de ti que está ciego— se quejó, no sabía cuánto Emmett estimaba a mi jardinero.
—Edward sabía que…—
— ¿Qué? ¿Qué eras una orgullosa y egoísta que no mira más allá de ti? Pues no lo sabía—
—No me digas así— casi le grité ¿Qué se había creído?
— ¿Tienes algún problema con mi novia?— Félix se plató frente a Emmett claramente desafiándolo.
—Yo no. Eres tu el que lo tiene— Emmett se fue molesto. Nunca lo había visto así, siempre era tan divertido y bromista. Maldición tenía razón.
— ¿Cullen te ha estado molestando?— preguntó Félix.
—No.
— ¿Que te reclamaba? ¿Es cierto que… que antes salías con él?— preguntó visiblemente molesto.
—Sólo somos amigos, nunca salimos con otras intenciones— aclaré.
—Isabella, soy tu novio y como tal no consiento que ningún amigo te falte al respeto, si ese muchacho te ha ofendido deberías confiar en mí—
—No me ha ofendido, Emmett es mi amigo y a veces los amigos te muestran tus fallos aunque no comprendamos bien—dije con rabia y me alejé de él.
Necesitaba pensar a solas.
Salí de la casa y me fui directo al auto. Edward se sobresalto al verme llegar y tirar la puerta.
— ¿Te sucede algo Bella?— preguntó.
— ¡No!— grité, estaba molesta
— ¿Qué te pasa?
—Nada— todavía seguía retumbando en mis oídos las palabras de Emmett, no entendía porque me había afectado tanto.
—Sabes que puedes confiar en mí— Edward me miraba preocupado.
—Pero no lo hago, soy un ser orgulloso y egoísta que no ve más allá de mi— dije todavía con rabia.
—No hables así. Tú eres una mujer única, especial. Dulce, buena— me sentí mal al oír el alto concepto que Edward tenía de mí.
— ¡No es cierto!— grité. Tratando de contener mis lagrimas para no estropear el maquillaje. La puerta se abrió de pronto.
—Bella, aquí estas. ¿Qué pasó? – era papá.
—Nada, quiero irme ya— me quejé.
—De acuerdo, yo me quedaré un rato mas, tengo todavía el auto de la empresa pero antes despídete de Aro y de tu novio, no puedes marcharte así— maldición, mire el espejo retrovisor, Edward estaba escuchando con atención.
—Si papa— dije bajándome.
Apenas me despedí de los Volturi regresé al auto. Pero no pude deshacerme de Félix que se empeñó en acompañarme.
—Querida Isabella, pasaré a verte mañana ¿Estás de acuerdo?— me decía mientras caminábamos.
—Si claro, disculpa por lo de hace un rato— traté de quedar bien.
—No tienes nada porque disculparte, soy yo el que no debió hablarte de ese modo.
—Bueno, nos vemos— dije llegando cerca del auto.
Antes que pudiera dar un paso para irme tomó mi rostro y me besó. Fue rápido y suave, ni siquiera pude oponer resistencia.
—Te llamaré querida— Félix se alejó dejándome medio confusa. Su beso no había sido tan malo como esperaba, tampoco me causó emoción. Simplemente me encontraba sorprendida.
Me di la vuelta para subir al auto. Edward me esperaba en la puerta. No me miró cuando subí.
.
Llegamos a casa sin decir nada. Creí que lo dejaría así porque después que bajé del auto no se detuvo a esperarme. Subí a mi habitación muy mortificada. No sabía si debía darle una explicación, ni excusas.
Me quité el vestido y me puse el pijama, casi grito cuando al regresar del baño lo encontré sentado en mi cama.
—Edward…
— ¿Cuándo pensabas decírmelo?— dijo aun sin mirarme.
—Es que yo… no sé que me pasó, él me lo pidió y… mi papá y el señor Aro estaban allí…
—No tienes que explicarme nada. Yo sabía que esto pasaría, algún día. Que te fijarías en alguien de tu condición… sólo que no creí que fuese tan pronto— me miró muy dolido, podía verlo en sus ojos.
—No es eso Edward…
—Vine a despedirme de ti.
— ¿Qué? No puedes irte— no podía dejarme así, yo… yo lo necesitaba…
—No hay razón para que me quede Bella. Puedo conseguir otro trabajo, lo que no puedo es seguir aquí sintiéndome así. Yo sé que soy pobre y no tengo nada que ofrecerte, más que mi amor y mi devoción pero eso no es suficiente lo sé. Sé como es el mundo—
—No te vayas Edward por favor— me lancé a sus brazos sin importarme si me aceptaría o no.
—Bella… lo nuestro llegó demasiado lejos, no quiero ser un impedimento en tu vida y tampoco podré resistir viéndote de novia con alguien más. Lo siento, no lo puedo soportar— su corazón latía muy aprisa, odiaba ser la causante de eso. Me erguí un poco para verlo, sus ojos estaban brillosos.
—Por favor, por favor… no te vayas Edward— supliqué.
—Te extrañaré, sé que me dolerá mucho pero es lo mejor.
— ¿Lo mejor? ¿Crees que eso es lo mejor? Yo también voy a sufrir— lo golpeé en el pecho porque ya no me miraba.
—No es posible, porque entre nosotros sólo yo he llegado a amarte— se levantó y me hizo a un lado.
No se podía ir, no podía dejarme. Sentí como si en mi pecho se formara una herida, el solo pensar en perderlo, me enloquecía.
Mis lágrimas empezaron a caer abundantes y no sabía cómo contenerlas pero agaché la cabeza para que no me viera llorar.
Isabella Swan nunca le ruega a nadie, esta vez no iba a ser la primera.
Antes que él llegara a mi ventana se me escapó un sollozo, me acurruqué más en mi cama, si iba a dejarme que se vaya de una vez.
— ¿Estás llorando?— Escuché su voz suave cerca de mi oído.
—Si vas a irte hazlo de una vez— no pude evitar soltar un gemido.
— ¿Por qué lloras Bella? Esto es lo mejor para ti, yo no te convengo— tomó mi rostro entre sus manos y no pude evitar echarme a llorar desconsoladamente.
—Te amo Edward… yo te amo— sentí como si fuera una verdad de la que acababa de darme cuenta pero en realidad lo había estado intuyendo todo este tiempo.
Me había enamorado tontamente del jardinero. Como una idiota caí en mi propio juego. Y ahora no había modo de sacármelo del corazón. ¿Qué hago con lo que siento?
Sentí sus labios sobre mí, besándome con desesperación, fundiéndonos en un beso apasionado, mientras mis lágrimas no se detenían. Con cuidado me empujó sobre la cama y dejó caer su peso en mí.

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