02 febrero 2013

Cap 21 Acosador




CAPÍTULO 21

LA REINA DE LA VENDIMIA

Un auto amarillo estaba estacionado delante de la casa. Mi sonrisa se ensanchó sin quererlo. Tal como lo anunció, la enana adivina había llegado.
¿Ahora quien podrá salvarme del interrogatorio? Era capaz de sacarme todo bajo tortura. Mejor ni le decía quien era Bella o era capaz de presentarse en su casa sin anunciarse y reclamándole algo. Por ejemplo: porque se había robado mi corazón.
No, Alice no debía saber de la existencia de Bella, al menos no del impacto que tenía en mi vida. Era mejor quedarme callado.
— ¿Edward?— esa voz no era de la enana. ¿Rosalie Hale? ¿La sexy modelo de pasarelas francesas en mi hacienda? Y parecía que no venía preparada, traía un vestido corto y ligero y unos zapatos enormes, de esos que hacen lucir las piernas pero que las mujeres odian. Jamás comprenderé eso. ¿Porqué tanto sacrificio para verse bien?
— ¿Rosalie? Pensé que no te gustaba el campo— me acerqué a saludarla.
— ¿Gustarme? Me encanta. En películas claro, no sé si notas mi sarcasmo pero me dejé convencer por la loca de tu hermana. Te ves fatal Edward, parecen un peón— dijo mirando mi ropa informal.
—Esa es la idea, estamos en cosecha. ¿Quieres conocer la hacienda?— pregunté.
—Bueno, ya que tu hermana no va a soltarse de esa nana que tienen. Pero no pienso poner un pie en el suelo, estos Jimmy Choo no fueron creados para hundirse en la tierra— dijo mirando sus zapatos. Mujeres.
—Puedo cargarte hasta mi auto— le señalé la cochera. Lo dije en broma pero parece que ella si hablaba en serio, levantó sus brazos y no me quedó de otra que cumplir mi palabra. ¿Quién me mandaba a abrir la boca? Estaba pesada y eso que ella vive a dieta, en comparación con Bella debía tener unos 10 kilos más.
A duras penas llegué a mi coche y antes que pudiera dejarla en el suelo para abrir la puerta alguien se me adelantó.
—Gracias— dije sin mirar quien fue y dejé a Rosalie en el asiento del copiloto.
—De nada— era Bella, pero se fue tan rápido que no pude hablarle. Tampoco sabía que decirle todavía no terminaba de procesar aquello.
Dimos una vuelta por el lugar, no me aventuré muy lejos porque ya oscurecía.
— ¿Cómo te convenció Alice de venir?— pregunté interesado, Rosalie no era alguien que se dejaba manipular por Alice.
—Me prometió un hombre— solté una carcajada. Si había algo que Rosalie no tenía era discreción para hablar. Era terriblemente directa y decía las cosas de frente. Una cualidad que compartía con Bella.
Caray allí estoy de nuevo, comparándolo todo con mi berrinchuda como si ella fuera una medida universal. Todo giraba en torno a ella, hasta yo. Me había atrapado en su gravedad, eso me convertía en un tonto satélite.
— ¿Un hombre? Aquí sólo hay trabajadores no creo que sean de tu agrado— le sonreí.
—Ya sabes cómo es tu hermanita. Me dijo que un amigo tuyo iba a venir y que era mi tipo. Ver para creer— estacioné frente a la casa y bajé para abrirle la puerta y ayudarle a bajar.
— ¿No conoces a Emmett?— pregunté. Bueno creo que no habíamos coincidido todavía. Nuestros círculos eran otros. Yo no salía mucho con Alice, ella vivía inmersa en el mundo de la moda y yo… haciendo uno que otro negocio por allí.
—Si lo conociera no estaría aquí— se fue haciendo sonar sus tacos.
Bueno al menos ya no estaría sólo en casa. Mis amigos empezaban a llegar. Si Alice está aquí Jasper no debía tardar y mi amigo oso pronto aparecería a mirar mi cosecha como prometió.
—Edward no puedo creer que no haya agua caliente— Alice me miraba muy molesta al otro lado de la mesa durante la cena.
—Lo siento usé las resistencias de las termas, mañana las repondré.
—Traigo polvo hasta en los lugares menos pensados no puedo dormir así— se quejó Rosalie.
—Es cierto, necesitamos un baño Edward— la enana hizo su puchero conocido, a mi ya no me afectaba.
—No puedo hacer nada— no soy un maldito electricista para arreglarles todo.
—Hay una terma en el baño que comparto con mi nieta mi niña, puedes usarla— May acariciaba los cabellos negros de Alice como si fuera una nena.
—Ay gracias nanita, que linda eres. ¡No como otros!— dijo mirándome. Sólo sonreí pero no por eso, sino porque acababa de enterarme que Bella si se bañaba con agua tibia.
—Voy a encenderla, te aviso pequeña Allie— May salió a complacer a su "niña"
—No conozco a la nieta de May ¿cómo es?— preguntó Alice y casi me atoro.
—Es una chica— me encogí de hombros.
— ¿Con dos brazos y dos piernas?— allí iba la enana con su bombardeo de preguntas.
—Es una chica muy bonita, delgada, unos centímetros más alta que tu y tiene un carácter fuerte— no debía decir más o me atraparía.
— ¿Muy bonita? Eso sonó a que tiene buen cuerpo— me sonrió la pícara enana.
—Pero con este clima y al aire libre debe tener la piel estropeada— Rosalie como siempre no soportaba que llamaran bonita a nadie delante de ella.
—No la tiene estropeada— dije sin querer.
— ¿Y tu como sabes eso?— me pescó mi hermanita.
—Porque… se ve que… que no la tiene estropeada— tartamudeé.
—Si Edward, te creemos— esa sonrisa, estoy frito, va a empezar a investigar cuando menos lo piense.
Dejé la mesa y me fui a mi habitación. Estuve revisando estados financieros. Había sacado un estado de cuenta en Port Ángeles cuando volvimos y estaba sobregirado con esa tarjeta. Había un pago de 1350 dólares que no sabía de que era. Del día que estuvimos en las Vegas. ¿Qué habríamos podido comprar que fuese tan costoso? El hotel lo pagó Bella con el dinero que tenía en su pecho y que ganó en los tragamonedas. ¿Sería la boda? Ninguna boda cuesta tanto allí. Varias veces vi publicidad, te casaban hasta por diez dólares. Bueno tendrían que investigar luego desde aquí no podía hacer nada.
—Toc toc toc— Alice entró en mi habitación como siempre sin llamar ni tocar, esa era su forma de anunciarse.
—Hola— saludé, la enana entró y se lanzó a mi cama.
—Si es bonita— me sonrió. Qué rápida ya la había inspeccionado. –Y tienes razón no tiene la piel estropeada. A su cabello le falta hidratación pero nada que un buen tratamiento no arregle— ay porque no me callé.
—Que bien— dije sin prestar atención, al menos lo aparenté.
—Y tiene el carácter fuerte. Le gritó a Rose— la miré muy interesado.
— ¿Por qué?— pregunté.
—Rose se quejó del lugar y ella le dijo que si no le gustaba se podía ir— sonreí. Mejor que nadie se meta con ella o les haría comer huevos malogrados.
—Bella es… bastante arisca pero muy divertida cuando la conoces— no quería que se llevara una mala impresión.
—Sé que seremos buenas amigas, lo presiento, me cae muy bien— me alegraba oír eso. Ojalá puedan frecuentarse más seguido, ojalá que todo salga bien.
.
Al día siguiente la cosecha estaba por finalizar, todos se veían felices. Alice también se unió a la faena. Hasta Rosalie se atrevió a cortar un racimo de uvas.
Jasper llegó después del mediodía, con su hermana y su novia aquí era lógico que se apresurara.
—Ey Edward, te ves como todo un terrateniente— nos saludamos con mucho vigor, palmeándonos las espaldas como dos vaqueros.
—Gracias, me siento como un hacendado— bromeé, él sabía perfectamente que no me gustaba el campo, bueno eso era antes, ahora sin embargo mi punto de vista había cambiado diametralmente.
— ¿Y mis chicas?— dijo reparando en el campo.
—Andan por allí cosechando—
— ¿Las dos? Eso tengo que verlo— se quitó la chaqueta y entramos al campo. La encontramos comiendo uvas.
—Jass— Alice corrió a abrazarlo, no entendía porque hacía eso siempre, como si no se vieran un siglo, apenas llegó ayer. ¿Cuánto tiempo estuvieron separados? Ni dos días.
Y él le correspondía con el mismo ímpetu. Si, estaban enamorados.
Caminamos hacia la ramada donde estaban los trabajadores almorzando. Pero esta vez May se había encargado de servir el almuerzo para nosotros en la casa y tuve que acompañarlos. Antes los presenté a todos, con el capataz y los empleados.
La única que no los saludó sonriente era Bella. Estaba algo alejada, parecía igual de desanimada que ayer.
Después de almorzar las chicas quisieron cabalgar. Jasper era un jinete experto, así que fuimos por el río. Miraba esas riberas con nostalgia. Allí conocí a Bella.
En la tarde la festividad empezó, las uvas fueron llevadas hacia la zona de prensa pero era tradición que todas las chicas solteras entraran en una gran tinaja de madera a pisar uvas como se hacía en tiempos antiguos.
Mi hermana que sabía de qué iba eso había traído un vestido blanco muy corto para participar. Rosalie también estaba vestida igual pero se resistía a entrar. Todo mundo llegó a ver el espectáculo. Pero antes que empezara escuché gritos.
—El patrón debe elegir una reina de la vendimia— gritaron entre los trabajadores. Eso sí que no lo sabía. Bueno la única que se me ocurría era mi berrinchuda. La miré pero ella giró su rostro, parecía fastidiada.
Uno de los muchachos me alcanzó una corona hecha de hojas de parra. Así que miré a todas las trabajadoras, muchas me sonreían coquetamente. Jessica incluso me guiñó un ojo.
Decididamente fui hasta donde estaba Bella y le coloqué la corona. La mayoría aplaudía, gritaban, silbaban y aullaban, eran muy divertidos.
—Creo que esto le quedaría mejor a tu Barbie— dijo ella molesta. ¿Qué teníamos aquí? ¿Estaba celosa? Debían ser ideas mías.
—Rosalie no ha participado en la cosecha. Tu sí— le dije y terminé de ponerle la corona, algunas chicas se acercaron a ayudarle.
—Ahora todos a cargar a sus chicas dentro de la tinaja— escuché gritar a Sam. Instintivamente y antes que nadie me gane, tomé a Bella en brazos, era ligera como una pluma.
—Oye tonto bájame— se quejó ella.
— ¿Por qué? ¿Tengo derecho no? Fui tu ultimo esposo— le saqué la lengua.
— ¡Cállate!— me dijo entre dientes visiblemente ruborizada. Con cuidado la metí en el enorme recipiente.
—Echen la uvas— varios chicos trajeron canastas llenas de uvas y las vaciaron.
Una música comenzó a llenar el ambiente, Quil, Jared y algunos otros tocaban guitarras y otros instrumentos.
Jasper y yo estábamos embobados mirando a todas saltar mientras sus blancos vestido empezaban a teñirse de un color rojizo.
—Yo también quiero participar, que alguien me ayude— escuché pedir a Rose. Qué extraño, creo que tanta algarabía la ablandó.
—Déjame subirte encanto— me giré feliz a ver a mi enorme amigo que acababa de llegar.

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