13 febrero 2013

Cap 2 El Contrato


CAPÍTULO 2


PAREJA IDEAL (o eso creyeron sus padres)

ROSALIE HALE

Quiero ayudar a papá en todo lo que pueda. Al principio creí que su idea era medieval pero trato de hacerme a la idea. No es que le tenga miedo, es que lo admiro tanto y no quiero creer que esté equivocado.

Hoy conoceré a mi prometido, sólo espero que sea apropiado, que por lo menos esté a mi nivel y pueda compararse a mi belleza que es mi mayor don. Yo no crecí soñando con un príncipe, sabía que el hombre para mi estaba designado. Por 10 años he tratado de hacerme a la idea.

La puerta del despacho se abrió, mi padre y su amigo entraron. Detrás de ellos pude verlo. Tenía ojos verdes y el cabello cobrizo, unas pulgadas más alto que yo, con un rostro perfecto y una mirada altiva que me dejó sin aire.

— Rosalie querida, déjame que te presente a Edward Cullen, tu prometido.

Esbocé una sonrisa y me llevé una mano hacia mi rubia cabellera para acomodar un mechón suelto.

— Edward— dijo Carlisle— Ella es Rosalie, tu prometida.

Sentí como un balde de agua fría cuando sus labios se tensaron en un gesto de desagrado. No lo podía creer.

Yo soy una mujer casi perfecta, lo puedo ver a diario en el espejo. Tengo una figura de modelo y un cuerpo espectacular.

— ¿Edward?— volvió a repetir Carlisle. –Ya hemos hablado de esto.

Al parecer él no está de acuerdo. ¿Será por mí o por la forma en que nos han comprometido?

Estoy segura de que es por lo segundo si recién nos conocemos. Yo esperaba quitarle el aliento en cuanto me viera, como suele suceder con la mayoría de hombres a los que soy presentada. Es un talento natural que se queden embobados mirándome. Sin embargo ese no era el caso de Edward.

—Conózcanse mejor— dijo mi padre

—Tómense su tiempo— agregó Carlisle.

Nos sentamos frente a frente en unos sillones de cuero. Él miraba hacia las ventanas, el techo y los cuadros. Pero no me miraba a mí.

— ¿Te sucede algo?— le pregunté cansada de su actitud, esto no era mi culpa y trataba de hacerlo llevadero.

— No— dijo secamente.

—Se supone que debemos conocernos— le recordé.

— Edward Cullen 19 años, 1.85 mts, ojos verdes, signo cáncer, toco piano, me gusta la música clásica, hablo francés y alemán, quiero ser médico y odio el brócoli. ¿Suficiente?

— Oye, esto tampoco es fácil para mí— le reproché y no me respondió. — ¡Eres arrogante!— le grité

— Tú no eres precisamente un dechado de virtudes— respondió tranquilamente.

— Ni siquiera me conoces— le dije.

— Rosalie Hale, 18 años, cumplirás 19 en noviembre. 1.78 mts, ojos azules, signo Escorpio. No tocas ningún instrumento, te gusta el rock. Solo hablas un idioma, haces dieta desde que aprendiste a comer y quieres ser modelo.

Me quedé sin palabras como podía ser tan grosero y resumir lo que yo era un unas pocas palabras.

— Yo no hago dieta— le dije –Esta figura es natural.

— Oh si, tres horas al día en el gimnasio hablan de tu gran voluntad— dijo sarcásticamente.

— Claro que se necesita voluntad para levantarse temprano y ejercitarse— le respondí.

— Lo dices como si fuera una virtud cuando ambos sabemos que es sólo vanidad— agregó

— Pues tú eres la persona más engreída y desagradable que haya conocido, deberías estar agradecido de tener una prometida como yo. Soy más de lo que mereces— le reproché furiosa y voltee la cara ya que él ni siquiera me miraba al hablarme.

Pasamos los siguientes 15 minutos en silencio, yo todavía estaba marcando 1000 grados, este chico era insoportable, sería peor de lo que imaginé.


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EDWARD CULLEN

Yo no soy una cosa para que dispongan de mí a su antojo.

Quiero y respeto a mi padre pero esto era pasarse de la raya. Hace años he oído a mis padres discutir por esto. Ellos se aman pero a mamá no le parece justo lo que mi padre planeaba para el futuro de mi hermana y el mío.

Es cierto que no conozco el amor, jamás he salido con ninguna chica y no porque supiera que estaba comprometido sino porque espero a que llegue la correcta.

Hubo un momento en el que pensé que quizás la mujer de mis sueños podría ser la que mi padre eligió. Por algunos meses le permití el beneficio de la duda. Así que pasé días enteros averiguando sobre ella. Rosalie Hale. Preguntando en muchos blogs y grupos de California logré contactar con más de un estudiante de su escuela. Reina de belleza de su ciudad, sin méritos en los estudios pero con un gran ego. La chica más hermosa y vanidosa de California.

Y ahora lo había comprobado, llevábamos más de 15 minutos sin hablarnos esperando a nuestros padres.

Esta era la peor idea que se les hubiera ocurrido. Y yo definitivamente no iba a formar parte de este circo, ni siquiera quería seguir una carrera de leyes como mi padre sugirió. Soy una persona no un monigote. No cedería ni ante esta niña presumida ni ante mi padre por muy conveniente que le parezca este matrimonio.

Yo me casaría con quien amara, no con quien me impongan.

Escuché pasos en la puerta.

—Por fin llegó papito, le contaré lo imbécil que eres— me gritó la rubia.

—Claro, soy un imbécil por no querer casarme con una hueca vanidosa.

—Como si tú fueras un genio, sólo eres un amargado y ciego.

—No soy ciego, puedo ver lo engreída que eres, me sorprende que quepan en esta oficina tu ego y tú— me levanté y salí de allí, dejando a mi padre y al señor Hale mirándonos atónitos.

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