03 febrero 2013

Cap 17 Jardinero


CAPÍTULO 17

UN NUEVO GALÁN

Escuché llamar a mi puerta y abrí un ojo. Me removí un poco buscando a Edward pero la cama era blanda, eso quería decir que estaba en mi habitación… sola.
—Señorita Isabella— escuché la voz de Ángela.
—Adelante— dije molesta ¿Cómo se le ocurre levantarme tan temprano?
—Señorita, su padre acaba de llamar, dice que le ha estado marcando a su celular pero que está desconectado. Me dijo que llegaba hoy en la noche y que se arregle porque traerá visitas—
— ¿Visitas?— sólo a mi padre se le ocurría llegar de improviso y encima traer invitados.
—Si señorita, dijo que traería dos invitados nada más. Que le preparemos una cena formal y usted esté muy arreglada.
—Está bien. Gracias Ángela, puedes retirarte— entré a la ducha para quitarme la flojera. Invitados, lo que me faltaba.
Me fui al centro a comprarme un vestido nuevo, papá dejo dicho "muy bien arreglada" eso en su lenguaje era un vestido nuevo y un peinado. Con lo que odio que me jalen el cabello y me pongan esas tenazas.
Encontré un precioso vestido azul y estuve un par de horas en la peluquería, esperaba complacerlo con eso.
Llegué a casa cuando todavía no oscurecía, me sorprendí al encontrar dos camiones enormes que me cerraban el paso.
—James ¿Qué pasa?— le grité al chico de la puerta.
—Son de una compañía de Chicago señorita, vienen a traer algo que usted pidió— mi glorieta, casi di un salto. Esperé a que salieran los que traían mi encargo y entré.
Pude ver a Edward delante de todas las cajas donde seguramente estaba mi glorieta en pedazos. Me alarmé, mi padre llegaría pronto con visitas.
—Edward, hay que quitar todo esto de aquí pronto— dije llegando a su lado. Él me miró y no dijo nada. — ¿Edward me oíste?— volví a hablarle porque parecía mudo.
—Sí. Lo siento. Estas… hermosa... es quedarse corto— esbozó una tímida sonrisa.
—Gracias. Mi papá llega en un rato y con invitados, me pidió que todo estuviera en orden y lo esperara con una cena formal y de gala. Y todas estas cajas se ven horribles en pleno jardín. Por favor hay que quitarlas— él todavía estaba recorriéndome con la mirada.
—Sí. No te preocupes, las quitaré pero va a tomar tiempo—
— ¿Cuánto? Calculo que llegarán en una hora.
—No lo sé. Voy a llamar al guardián para que me ayude, trataré de terminar lo antes posible— salió corriendo a cumplir lo que le pedía.
Entré a supervisar todo. La mesa estaba lista y puesta para cuatro. El champaña enfriándose. La comida lista para servirse, Jessica y Ángela tenían puesto el uniforme para días especiales. Y yo estaba muy presentable.
Pero afuera Edward todavía luchaba por quitar esas horribles cajas de allí y traía una ropa terrible.
—Jessica por favor, búscale un uniforme presentable a Edward y que se lo ponga, no va a terminar a tiempo— pedí a la cocinera.
Escuché la bocina del auto de papá y me preparé para recibirlo. Me acerqué a Edward antes.
—Lo siento Bella, son muchas cajas— se excusó.
—No te preocupes, yo le diré que es culpa mía. Por cierto, esa ropa te queda de maravilla— le sonreí.
—Tu pareces una verdadera princesa— dijo muy serio porque papá ya había entrado. Caminé hasta la puerta para recibirlos.
Papá bajó de su mercedes y con él un tipo grande, algo intimidante. Muy pálido. Pero lo que en verdad me sorprendió es el joven que venía detrás. Era enorme y muy bien parecido. Más alto incluso que Emmett y mucho más fuerte, al menos en apariencia. Traía un traje negro de diseñador. ¿Quién sería?
—Hija— llamó Charlie.
—Papá— di unos pasos para abrazarlo. Se veía que me había extrañado.
—Déjame presentarte a un socio, Aro Volturi— el hombre pálido avanzó hacia mí.
—Isabella, un gusto cara mía— tenía un acento italiano muy chistoso.
—El gusto es mío Señor Volturi— hice una reverencia y le ofrecí mi mano a lo que él respondió dándome un beso en el dorso. Me pareció sumamente anticuado.
—Llámame sólo Aro. Déjame presentarte a mi único hijo, Félix— el joven imponente avanzó hacia mí y tomó mi mano, también la besó pero me miraba de forma extraña.
—Es un placer conocerte Isabella, tu padre nos habló de ti pero jamás nos dijo que fueras tan hermosa— me estremecí al escuchar tales palabras, su voz era muy varonil y su mano tibia.
—Gracias Félix, también es un gusto conocerte— si que era un gusto. No todos los días conocía a alguien tan elegante y refinado. –Pasen por favor y disculpen el desorden, acaban de llegar una glorieta que mandé a hacer para el jardín— les sonreí y ninguno reparó siquiera en aquellas cajas.
—Por favor, después de ustedes— dijo mi padre. Félix me ofreció su brazo galantemente y acepté.
La cena estuvo deliciosa y más la conversación, Aro y Félix eran italianos y muy cultos.
—Espero poder almorzar mañana contigo y con mi viejo amigo Carlisle— escuche decir a Aro. Mi padre me miró y entendió mi duda.
—No te he contado Bella, conocí a Aro precisamente por Carlisle. Le dije que vivíamos en Forks y él me dijo que tenía un familiar aquí, resultó ser Carlisle y pues así iniciamos conversaciones y luego se dio lo de hacer un negocio juntos.
—Fue una agradable coincidencia— dijo Aro.
—Yo no creo en las coincidencias padre, es el destino— Félix levantó su copa mientras me miraba otra vez de esa forma que me daba escalofríos, no era de miedo pero sí extraño.
—Por el destino— escuché decir a Aro, mi padre y yo levantamos nuestras copas y repetimos a coro lo mismo.
.
—Estuviste encantadora pequeña, gracias, nuestros invitados han quedado fascinados— papá estaba muy feliz cuando las visitas se marcharon.
— ¿De dónde son?— pregunté.
—De un pueblo cerca de Florencia, Volterra. Aro es dueño de más de la mitad de todo ese lugar, sus propiedades son enormes. Después de la conferencia en Alemania fui a conocer sus viñedos por eso no te llamé el día de tu cumpleaños, no había línea allí por una tormenta que duró dos días— bueno eso me alegró un poco, al menos si se había acordado de mí.
— ¿Y van a quedarse mucho tiempo?— pregunté.
—Sí, le ofrecí introducir sus vinos en el país, vamos a hacer buenos negocios— sonrió.
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Así durante toda esa semana almorcé y cené varias veces con los Volturi y los Cullen, no había podido ver a Edward, llegaba rendida directo a la cama y me despertaba tarde.
La glorieta iba tomando forma, cómo quería ir a ayudarle o al menos a verlo trabajar pero mi padre tenía sus planes y debía acompañarlo.
Félix era un joven muy interesante, estudiaba filología y negocios internacionales. Practicaba equitación, era un deportista destacado y hablaba 5 idiomas.
Pero parecía llevarse de patadas con Emmett.
—Que tipo más despreciable— se quejaba mi amigo un día durante la cena, mientras nuestros padres seguían haciendo sus negocios, nosotros estábamos en una mesa y Félix se había ofrecido a ir por una bebida para mí.
— ¿Qué es lo que te molesta, que es más alto o más fuerte que tú?— le dije en tono de burla.
—Oye yo soy más fuerte y te lo pruebo donde sea. Pero me revienta esa pose de europeo perfecto y exquisito que demuestra.
— ¿No crees que tal vez sea su forma de ser?
— ¿Te gusta?— preguntó molesto.
—Me parece interesante— confesé.
— ¿Más interesante que tu jardinero?—me miró sonriente.
—Eso… es algo completamente diferente.
— ¿Diferente? No entiendo porque debe ser diferente, ambos son hombres.
—Pero son diferentes.
—Vamos Bella, quítale a Félix los millones de su padre y ¿Qué te queda?
— ¿Alguien más alto que tú?— no estaba dispuesta a que Emmett me arruinara la noche.
—Sólo un hombre engreído, sé que detrás de ese Armani no hay alguien confiable y de principios— tomó su bebida de un trago.
— ¿Y detrás de Edward que es lo que ves?—
—Dentro. Dentro de Edward veo a alguien a quien podría confiarle mi vida. Esa es la diferencia, sé que Edward es auténtico, dice la verdad y no se anda con tonteras.
—Hablas como si fueras su amigo—
—Soy su amigo. Me lo he encontrado un par de veces en el pueblo comprando cosas para tu casa. Hemos hablado.
— ¿Hablaron? ¿De qué podrían hablar?
—Cosas de hombres. Él te ama Bella, que tú te lo merezcas es otra cosa— por primera vez vi a Emmett hablando en serio. Y eso me hacía sentir mal. Edward sí me amaba pero no podía dejarlo entrar en mi vida. Félix sería alguien aceptable a los ojos de mi padre y de toda la gente de nuestra sociedad. Pero aún era muy pronto para pensar en esas cosas, apenas tenía 18 años tengo muchos años para decidir eso, equivocarme, enamorarme y volver a caer. No hay apuro.
— ¿Cómo te va con tu barbie?— pregunté.
—Bien. Le hablé a mamá de ella. No estuvo muy feliz pero dice que hablará con papá.
— ¿No temes que te deshereden o algo parecido?
—No. Carlisle no haría eso. Esme no lo soportaría.
— ¿Isabella bailarías conmigo?—Félix hizo un gesto muy elegante al agacharse hasta mi nivel y ofrecerme su mano. No me gustaba mucho bailar pero podría hacer un esfuerzo.
—Si claro— miré de reojo a Emmett que ponía su peor cara.
— ¿Ese joven es algo tuyo?— preguntó Félix mirando con desprecio a Emmett.
—Sí. Es uno de mis mejores amigos.
—Es muy infantil. El otro día quiso hacer una prueba de fuerza conmigo.
— ¿Y quién ganó?— pregunté interesada, a lo mejor Emmett había perdido por eso estaba tan enojado.
—La razón. No tengo nada que demostrarle. No somos animales para probarnos. No tenemos un territorio que cuidar, somos civilizados— dijo con total calma. Con razón le caía mal a mi amigo. Era demasiado civilizado. Sonreí un poco mientras me daba algunas vueltas, sabía llevar bien a su pareja.
—Dime Isabella y perdona que sea tan directo ¿Tienes novio?— esa era una buena pregunta. Pues no tenía novio, tenía amante. Si, Edward era mi amante para todos los efectos. Me amaba y teníamos sexo con frecuencia, con muy poca frecuencia para mi gusto. Porque últimamente no podíamos encontrar el momento.
—No. No tengo novio— dije todavía pensando en Edward y en qué estará haciendo. Podía imaginármelo leyendo en su casita, tan sólo.
—No entiendo cómo puedes estar libre siendo tan hermosa— su rostro se acercó un poco a mí y me hice para atrás. Félix era muy guapo e imponente pero aún no estaba lista para que me besara. ¿Estaría lista alguna vez?
La pieza terminó y volví a mi asiento.
—Ese tipo tiene intenciones contigo— dijo Emmett al verme.
—Eso parece. Mejor me voy casa.
— ¿Quieres que te lleve? Creo que viniste con tu padre—
—No gracias. Puedo esperar un rato más.
Félix no me dejó libre ni un momento, me abrumaba con halagos y frases hermosas. Citaba a grandes poetas y hablaba un francés impecable. Eso me gustaba, un poco.
Quizás un poco más de lo que debería.

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