03 febrero 2013

Cap 16 Jardinero


CAPÍTULO 16

¿Y ESA QUIÉN ES?


Papá me llamó a la mañana siguiente, se des hizo en disculpas pero yo sabía que se había olvidado de mi cumpleaños… y no era la primera vez. Mamá jamás lo olvidaría.
Me lleva el diablo, ni siquiera mi mejor amiga me había llamado. Si no fuera por el jardinerito, habría pasado un miserable día. Uy recordar la nochecita que tuve me calienta la sangre. Para esas cosas, nada mejor que una ducha fría.
Era un día muy bonito, después de llegar a mi habitación y tomar un baño delicioso decidí buscar a Alice. Tal vez la enana siga molesta, aún así la echaba mucho de menos. Le pediría disculpas pero no tocaría el tema de Edward, no pensaba dejar de verlo. Me gustaba demasiado para prescindir de sus servicios. Pero eso de no tener a tu mejor amiga fashionista me estaba deprimiendo. La extrañaba mucho.
Iba saliendo de la casa en mi auto cuando me di cuenta que afuera estaba Edward con una rubia, conversando de lo más felices sobre un muro. Nunca lo había visto sonreir así, tan natural. Conmigo sus sonrisas eran dulces y a veces estaba nervioso ¿Pero quién diablos era ésa?
Esperé que el vigilante cerrara la puerta para tocar el claxon mientras miraba a mi jardinero. Él entendió y se acercó rápidamente.
—Hola amor— susurró muy contento. Yo echaba chispas por las orejas.
— ¿Y esa?— pregunté.
—Es Tanya, mi mejor amiga ¿Puedo presentarlas?— así que la famosa Tanya, le di una mirada bajando mis costosas gafas. Era muy bonita. ¡Maldición! Esperaba que fuera fea. Su ropa era tan corriente como la que Edward usaba, pero era guapa la muy maldita. ¿De dónde sacarían huérfanos tan lindos en ese orfanato?
—Paso, no tengo ganas de conocer a nadie, tengo que salir Edward— ya no estaba tan molesta pero todavía seguía esa espinita. Él me había dicho que ella alguna vez mostró cierta "preferencia" por él.
—Por favor no la desprecies, ella es… como mi hermana— su mirada triste me conmovió.
—No la desprecio Edward, que no vez que estoy celosa— me mordí la lengua pero ya lo había dicho. Que bocona era.
—No tienes por qué. Yo sólo tengo ojos para ti— su sonrisa era tan hipnotizante, menudo jardinero tenía.
—Bueno, entonces vamos— me bajé del auto y caminamos hacia la rubia. Ella se levantó recelosa y nos dio una tímida sonrisa.
—Bella, ella es Tanya, mi mejor amiga. Ella es Bella la hija del señor Swan— "y Edward es mío" le dije con los ojos.
—Hola— le di la mano pero ella me abrazó.
—Hola, que gusto conocerla señorita, Edward me estaba contando que usted es muy buena con él y ahora se quedará por más tiempo— esa niña no tenía idea de lo buena que yo era con el jardinero. Si supiera.
—Sólo llámame Bella— le sonreí. – ¿Edward porqué conversan aquí afuera?— pregunté.
—No le he pedido permiso a tu padre para recibir visitas. Y no es propio tampoco porque vivo sólo— se excusó. Totalmente de acuerdo con él. A esa casita sólo entro yo.
—Vamos adentro, no pueden conversar aquí, pasen por favor— ellos se miraron, Tanya parecía asustada. Cómo se notaba que habían sido criados juntos. Esos sacerdotes educaban bien después de todo.
—No te molestes, estamos bien ¿No ibas a salir?— preguntó él. ¿Y dejarlo sólo con ésta? Pensé.
—Sólo iba a dar una vuelta, nada importante. Mete el carro por mí. ¿Vamos Tanya?— Edward sonrió y fue rápido a hacer lo que le dije.
— ¿Y cómo están tus hermanitos?— le pregunté a la rubia. No sabía que otra cosa decirle, ni de qué más hablar.
—Extrañan a Edward, le he traído sus dibujos— me mostró unos papeles viejos que traían muchos garabatos. Me los dio y acepté a regañadientes. Me fijé en los graciosos trazos. En casi todos dibujaban a Edward muy grande con el cabello dorado, despeinado y sonriendo. En uno de ellos Edward tenía una S en el pecho. ¿Creían que era superman? Me reí al verlo.
—Alec cree que Edward es un súper hermano, porque siempre les lleva regalos. Tiene la tonta idea que Edward es una especie de héroe— sonrió triste.
—Pero lo es. Edward es una excelente persona— lo dije sin pensar pero en verdad lo creía. Él era bueno, amable, tierno, caballeroso. Siempre hacía lo correcto, la enferma sexual era yo.
—No sabía que Edward era tan querido aquí. Gracias seño… Bella. Tenía miedo por él, siempre que iba a trabajar fuera me quedaba con miedo, algunos no han tenido tanta suerte, pero el padre Eleazar nos cuida, aunque ya seamos mayores de edad.
Los dejé sentados cerca de la piscina y le indiqué a Ángela que nos traiga el almuerzo.
— ¿Se quedan a almorzar conmigo?— les dije esperando que digan que sí. Tanya miró a Edward pidiendo aprobación. —Vamos, odio comer sola— que patética me vería, aunque era cierto… siempre comía más sola que un perro.
—Está bien. Gracias Bella— los ojitos verdes me miraron con reverencia.
—Cuéntame Tanya, ¿cómo era Edward en el orfanato? ¿Hacía travesuras?— pregunté para que ella me diera detalles, por alguna razón me interesaba que había hecho Edward antes.
—No mucho, en realidad yo era la traviesa. Él siempre estaba ayudando al padre Eleazar. Por cierto Edward, ya sabes lo que dijo él la última vez que fuiste— lo miré y creí ver un rasgo de disgusto.
—Hablaré con él— dijo secamente el jardinero guapo.
— ¿Me perdí de algo? Si es personal entiendo— no me gustaban esos secretitos, se supone que sólo yo tengo secretos con él.
—No. Es que el padre Eleazar siempre ha querido que Edward entre al seminario pero este rebelde no se decide— tomó su mano en un gesto de complicidad pero a mí me enfadó mucho. De haber podido le habría arrancado el brazo. Edward muy educadamente se hizo a un lado.
—Pues, creo que si Edward no quiere no deberían insistirle— claro que él no quería.
—Es que el padre Eleazar cree que Edward está enamorado…— soltó una risita.
—Tanya eso es personal— Edward no la dejó terminar.
—Pero Edward, sé que eso no es cierto, yo creo que deberías aceptar la oportunidad que te ofrecen. Irías a estudiar a Roma, viajarías tanto…
— ¿Eso es cierto? ¿Te han ofrecido ir a Roma?— pregunté triste. Esa era una mejor opción que pasarse la vida siendo mi juguete sexual.
—No es una opción… no para mí— dijo secamente mi jardinero.
No pudimos continuar la conversación porque llegó la comida. Jessica nos miró con mucho interés, esa niña era muy curiosa.
—Gracias por la invitación Bella, me alegra mucho saber que Edward está en un lugar donde lo aprecian— me dijo Tanya antes de marcharse.
— ¿Quieres que te lleve a la estación? de todas formas iba a ver a una amiga al centro— ofrecí.
—Gracias, sería una bendición el camino es largo—
— ¿Viniste a pie?— eran como 5 kilómetros desde el pueblo. Pobre muchacha.
—No pasan autobuses por aquí y un taxi habría sido costoso— se encogió de hombros.
—Cuídate Tanya y cuida a los niños— se despidió Edward.
—Piensa lo que te dije Eddie, no desperdicies tu futuro— ¿Eddie? ¿Cómo se atrevía a llamarle así? Pero tenía razón, él desperdiciaba su futuro aquí.
La llevé a que tomara su autobús, no me caía tan mal ahora que la conocía, lo único que me reventaba eran las muestras de afecto y familiaridad que tenía con Edward, pero bueno se habían criado juntos.
—Bella ¿puedo pedirte algo?— me susurró antes de bajarse.
—Si claro ¿dime?—
—Por favor, no lo lastimes…—
— ¿Qué?— ¿se habría dado cuenta?
—A Edward. Creí que eran ideas mías, la forma en que habla de ti o cómo te mira. Pero ahora estoy segura…—me señaló la cadena que colgaba de mi cuello, mi blusa se había abierto un poco.
—Como dijo Edward… eso es algo personal— no quería ser grosera con ella pero no tenía derecho a meterse.
—Sólo… no lo lastimes, Edward ya ha sufrido suficiente en la vida como para que una niña rica venga a causarle más problemas— así que su buena educación se iba al caño. Pues la mía también.
—Edward es muy feliz, te lo puedo asegurar— la miré desafiante.
—Cuídalo entonces, porque si cometes un error, yo voy a estar allí para él— sin decir más se bajó y azotó la puerta. Mocosa engreída. Huérfana babosa… ¿Qué se había creído?
Di algunas vueltas por la ciudad, sin ganas de nada más, ni siquiera de ver a Alice, esa rubia me había aguado el día.

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