03 febrero 2013

Cap 15 Jardinero


CAPÍTULO 15

MI MEJOR CUMPLEAÑOS


Los días pasaron tan rápido que apenas pude ver a Edward algunas tardes en que me escapaba para seducirlo. A veces sólo llegaba, buscaba entre sus pantalones y subía mi pequeña faldita debajo de la cual no había nada. Me encantaban esos encuentros locos y llenos de pasión. Y él, cada vez lo hacía mejor, pero siempre usando los benditos preservativos. Estaba aprendiendo a complacerme, sabía que lugares tocar y la forma correcta de hacerme perder la cabeza.
-Esta noche duermo aquí- le dije una tarde después de un encuentro candente.
-¿En serio? Pero mañana es tu cumpleaños- dijo feliz.
-Me gustaría amanecer contigo ¿No quieres?
-Claro que si amor- otra vez me levantó la faldita.
-Edward, todavía tengo que terminar con la decoración de la casa, hay alguien trabajando en eso y debe echarme de menos- le reproché. No es que no quisiera sólo que el decorador gay que conseguí cobraba demasiado para mi gusto y por hora.
-Está bien te espero esta noche- me dio un húmedo beso en el cuello y casi mando al diablo mi fiesta pero me repuse y pude regresar a casa.
Para cuando llegué el maldito medio hombre ya se había ido. Dejó dicho con Ángela que buscara un servicio de mozos porque él no ofrecía uno. Tonto siliconeado ¿De dónde iba a sacar mozos? Ya pensaría en algo.
Batallé el resto de la tarde con algunas agencias pero en ninguna tenían personal de servicio disponible, decían que eso se debe pedir con anticipación.
Me lleva el diablo. Tendría que pedirles a algunos empleados de la casa que me ayuden. Pero de entre todos sólo Ángela sabía servir medianamente bien y la cocinera porque las de limpieza eran viejas. Creo que sólo contaba con mi mucama y con esa Jessica. Bueno para las 15 invitados tal vea sea suficiente.
-Estas preocupada. ¿Qué te molesta?- el jardinero lector de mentes con cuerpo sexy siempre sabía cómo me sentía.
-Me siento perdida, jamás en mi vida organicé nada. Esa reunión me está costando algunos disgustos, quisiera tan sólo encerrarme contigo aquí o ir a ese parque de diversiones y olvidarme de mis demás amigos pero ya los invité.
-¿Tu amiga Alice sigue disgustada contigo?- besó mis cabellos.
-Sí. Me dejó con todo a medio hacer. Y no encuentro mozos para mañana- lo besé esperando respuesta pero él sólo miraba su reloj. Uno muy viejo y destartalado por cierto. –Edward…- estaba empezando a molestarme.
-Shhh faltan unos segundos- se quedó quieto mientras sentía que el sueño se apoderaba de mí. Y todavía tenía ganas. –Ya es hora. Feliz cumpleaños- una pequeña alarma se activó. Debía ser ya la media noche. Él estaba esperando para ser el primero en saludarme. Me dio un fuerte abrazo y me miró dudoso.
– ¿Puedes aceptar esta bagatela de mi parte?- se llevó la mano al cuello donde colgaba una medalla. La había visto desde la primera vez que lo hicimos pero nunca me interesó mucho.
-No. Edward, eso es…- traté de disuadirlo parecía importante para él porque la miraba con cariño.
-Sé que es viejo pero quiero que lleves contigo algo que he tenido siempre- me conmovió lo que dijo, no me opuse más y me recogí el cabello en señal que podía ponérmela.
-No tienes que usarla, puedes llevarla en tu bolsillo o tu cartera- dijo titubeando
-Quiero usarla- me la abrochó. Cuando la tuve puesta la examiné.
-¿Es una virgen?- pregunté mirando el gastado relieve.
-Es San Marcos, eso me dijo el padre Eleazar- la giré para verla por detrás, había un grabado muy antiguo que casi se borraba "Edward" decía.
-Parece de oro- froté un poco el metal.
-Si es así sería la posesión más valiosa que haya tenido. No sé como mi madre pudo mandar a hacerla.
-Tal vez tu padre…
-Ella nunca me habló de él, ni bien ni mal, es como si nunca hubiese existido
-Lo siento.
-Cuídala Bella, y si algún día decides que no la quieres, puedes devolvérmela-sonrió con tristeza.
-Pero si la quiero-la apreté con fuerza y él sonrió.
Decidí dormir para evitar las ojeras, todavía tenía mucho que hacer como para ir a un salón de belleza a maquilarme.
.
El sonido del teléfono me despertó, debía ser mi padre.
-¿Hola papá?- dije todavía somnolienta.
-Sé que soy una papacito pero no tu padre Bella- esa voz traviesa.
-¿Emmett?- me incorporé un poco. Revisé el reloj en la muñeca de Edward, apenas eran las 8 de la mañana. -¿Porqué me llamas de madrugada?- reclamé.
-Oh lo siento Bella durmiente pero estoy metido en líos. Acabo de llegar a casa y me ampayaron. Le dije a mi padre que pasé la noche en tu casa y quiere que vengas para el almuerzo.
-No puedo, tengo un ciento de cosas que hacer, hoy es mi fiesta ¿Vas a venir verdad?
-Ay chispas, me olvidé. Feliz cumpleaños. Y no sé si pueda ir a menos que me saques de ésta. Anda Bella me debías una- parecía realmente necesitado.
-¿en tu casa? A qué horas más o menos.
-A la 1 en punto. Bella mi padre está presionando, no cree que tu y yo… ya sabes
-¿Por qué no te creen?
-Anoche los viejos me llamaron por teléfono y pues creo que reconocieron la voz de mi novia.
-Uy-
-Es que… mi Rose tuvo un problema antes por eso papá la conoce. Te van a hacer un interrogatorio.
-No te preocupes soy experta manejando padres- sonreí.
Un problema más a mí apretado día.
Ni siquiera pude tener una satisfacción matinal porque debía aleccionar a Ángela y a Jessica
.
-Isabella, es un gusto conocerte- una mujer muy hermosa me abrazó.
-Solo Bella, el gusto es mío señora- me gustaba mucho su actitud maternal
-Llámame Esme- me giré para saludar al padre de Emmett.
-Hola Bella- ya nos conocíamos, si bien nunca habíamos conversado personalmente lo había visto muchas veces en las reuniones que hacían en la empresas por fin de año.
-Mucho gusto señor Cullen- allí estaba yo, en medio de desconocidos cumpliendo mi deuda con el grandulón.
-Sólo Carlisle- que amable hombre, no entendía cómo es que musculitos no podía con ellos. Parecían tan lindos.
-Me alegra que tu y Emmett estén saliendo- ay si la hermosa señora supiera.
-Su hijo es muy divertido y la pasamos realmente bien. Disculpen, anoche se nos hizo tarde y le pedí que se quedara en mi casa, había tomado un poco y me preocupaba que manejara así- ya había ensayado con el grandote lo que diríamos
-¿Salieron solos?- el padre era algo perspicaz.
-No. Fuimos en grupo, éramos como 8 personas y realmente espero que ninguno falte a mi cumpleaños hoy- mi sonrisa de niña buena podía ablandar a los padres más duros.
-¿Hoy es tu cumpleaños? Felicidades- Esme me abrazó nuevamente, se sentí tan maternal que sería fácil encariñarme con ella. Lástima que Emmett no era mi tipo
Me eché al bolsillo a los Cullen y mi amigo quedó libre de polvo y paja. Así que me prometió venir a casa.
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Había más gente de la que había invitado. Entre Jessica y Ángela no se daban abasto. Necesitaba a alguien para servir bebidas. Salí a fumar afuera un momento porque las conversaciones me estaban aburriendo.
-Hola. El cigarrillo hace daño- esa voz me derretía y hacía que mis pierna se abrieran.
-Hola guapo. Estoy fastidiada, las cosas no salen como me gustaría, necesito ayuda, creo que voy a gritar- miró hacia diferentes direcciones antes de acercarse y quitarme el cigarro. –¡Ey!- dije molesta.
-Deja eso. No eches a perder tu delicioso olor con ese humo- me regaló una sonrisa y no puse mas objeciones.
Quería darle un buen beso pero decidí entrar, había llegado Mike con algunos amigos. Lo que me faltaba…mas gente.
Conversé un poco con cada cual, Emmett no necesitaba que le sirvieran él mismo se había estacionado al lado de la mesa y comía a su gusto.
-No te atores- lo molesté.
-Gracias, me salvaste de una buena. Te daría un buen beso si no estuviera tu jardinero cerca-se burló, miré hacia donde mi amigo tenía la vista clavada.
Allí estaba Edward, con una camisa blanca y pantalones oscuros de vestir. Ese era el uniforme para empleados… y nunca se lució tan bien. Pero llevaba en sus brazos una bandeja con copas.
Pasó a mi lado y no pude evitar susurrarle.
-No tenías porque hacer esto-le dije agrdecida
-Quería ayudar- nos ofreció una bebidas.
-Gracias. Te ves bien- sonreí. Edward siguió repartiendo las copas.
-Sigo pensando que lo conozco de algún lado- decía Emmett.
-Deja de alucinar, Edward creció en un orfanato no lo conoces-
-Entonces de allí lo conozco. Mis padres siempre hacían donaciones y visitaban ese tipo de lugares-
-Que desprendidos, bueno me parecieron lindos pero no imaginé que fueran tan buenos-
-No era por eso... al menos no totalmente, es que…- pero no terminé de oír lo que quería decirme porque escuché romperse algo.
-Fíjate idiota- gritó Mike.
-Lo siento- Edward parecía avergonzado.
Me dirigí hacia ellos.
-¿Qué pasó?- pregunte.
-Este tonto me tiro la champaña encima. Mi camisa vale más que lo que ganas en un año me la has estropeado- lo acusó Mike.
-No fue a propósito estoy segura- dije tratando de disculpar a Edward. Le hice señas a Edward para que se alejara.
-Eres tan con desdiente con los sirvientes-se quejó Mike mientras seguía limpiándose, le alcancé unas servilletas.
-Mike no sabes nada de ropa. La champaña no mancha, se evapora y no deja huella, no seas quejoso – me quedé a hacerle conversación mientras se le pasaba el enojo. Yo quería patearle o llenarle la boca para que se callara pero era la anfitriona.
Estaba cansada y los zapatos me mataban. Fui a los servicios a retocarme, quería echarlos a todos e irme con Edward a su acogedora casita.
Iba saliendo cuando algunas voces fuertes me sorprendieron, caminé lo más rápido que pude hacia el salón, Edward estaba levantándose del suelo, algunos canapés estaban regados.
-No me mires así imbécil- le gritaba Mike. El jardinero se puso de pie dispuesto a golpear a mi invitado.
Qué extraño por lo general Edward era muy tranquilo.
-¡Edward!- le grité antes que ocurriera algo peor.
-Lo siento- dijo conteniéndose.
-¿Pensabas hacer algo? Adelante, quiero ver si tienes pantalones- se burló Mike. Edward respiraba con dificultad.
-Deja de hacerte el tarado Newton, tú has tenido la culpa- dijo Emmett saliendo obviamente en defensa de mi jardinero.
-Solo es un sirviente, porque lo defienden tanto- Mike estaba casi ebrio.
-Edward retírate- le pedí, estaba molesta pero no con él sino con es imbécil de Mike pero no podía echarlo de casa.
-Bella- protestó Edward.
-¡Señorita Bella!- Grite. -¡Vete!- le ordené. Se marchó sin decir nada. Pero me dolió ver su rostro triste. Maldito Newton.
-Mike, la fiesta terminó, quiero descansar, por favor-
-Está bien Bella, pero deberías poner de patitas en la calle a ese tipo, es un igualado-
-Y tú un presumido cobarde- le gritó Emmett. –Te vi ponerle el pie, hipócrita- los demás entendieron y poco a poco empezaron a retirarse. Al final sólo Emmett se quedó conmigo.
-Ese Mike es una plaga- dijo alcanzándome un trago.
-Sí pero su padre tiene negocios con el mío, sólo por eso lo aguanto.
-Deberías ir a ver a Edward- me sugirió.
Me despedí, fui a cambiarme y salí hacia la casita del fondo. A mitad de camino lo encontré recostado en la hierba. Todavía tenía el traje de servicio.
-Edward… lo siento pero no tenías porque hacer eso- me senté a su lado
-No había quien más lo hiciera o ¿es que no querías que tus amigos me vieran así?
-No es eso…
-¿Te avergoncé verdad? Es la primera vez que siento rabia por ser cómo soy…- No respondí, la verdad había sido extraño, no me avergonzaba pero tampoco estaba orgullosa de ver al hombre con el que tenía una aventura sirviendo en mi fiesta. -No tienes que responder Bella, lo comprendo…
-Te quiero Edward, no me gusta que te humillen así, me hubiera encantado que le des una trompada a Mike pero entonces papá te despediría y ya no podría verte…- las palabras simplemente salieron de mi boca.
Era una verdad innegable, de alguna forma le había tomado cariño al jardinero y temía dejar de verlo, sabía que eso pasaría alguna vez pero no quería que fuera tan pronto.
Sentí su cuerpo sobre el mío, sus manos acariciaron mi rostro con una dulzura que sólo él era capaz de transmitir.
-Yo te amo Bella, eres lo que más amo en el mundo, haré lo que sea para estar cerca de ti- sus palabras me hacían olvidar todos mis problemas.
Sus dedos traviesos fueron al dobladillo de mi vestido y lo levantó. Bueno hoy si traía ropa interior. Escuché el sonido de su bragueta y me humedecí, pero yo seguía todavía con mi tanga puesta. Sentí su miembro entre mis piernas, sus manos habilidosas llegaron hasta mi lencería de marca y las rompieron, en menos de 5 segundos lo sentí dentro de mí. Ni en mis fantasías más descabelladas había imaginado hacerlo al aire libre y en mi prado, con el olor de la hierba, rodeados de flores y miles de estrellas arriba.
Edward se movía acompasadamente, yo me retorcía debajo de él, cada célula de mi cuerpo estaba de fiesta en este momento, gemía y me estremecía de placer. No tardé mucho en llegar al cielo pero Edward todavía tenía para rato, así que me abracé a su espalda y dejé que siguiera moviéndose dentro de mí.
Sentí que pronto explotaría nuevamente, él soltó un fuerte gruñido, sabía que se estaba liberando.
-Te quiero, te quiero- le dije antes de volver a temblar entre sus brazos, eso hizo que él intensificara todo y yo lo disfrutara más aún. Fui literalmente al cielo.
Nuestras respiraciones se hicieron más lentas a medida que pasaba el tiempo, todavía estaba dentro de mí y me acariciaba.
-Oye, ¿qué pasó con tu precaución?- me burlé porque esta vez no fue tan terco para cuidarse.
-La llevo puesta- sonrió.
-¿Usaste preservativo? No me di cuenta- sonreí.
-Cada vez soy más rápido- me besó con muchas ganas, que bueno que nunca se le terminaba el deseo.
-Ey ¿llevaste un preservativo a mi fiesta?-
-Había planeado raptarte pero no se dio la oportunidad- me confesó.
Llegamos a su acogedora casita y me recosté a su lado, el sueño me venció porque estaba muy cansada.

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