05 febrero 2013

CAP 16 ENEMIGO PUBLICO


CAPÍTULO 16

EN LA DESESPERACIÓN HAY ESPERANZA


EDWARD
Me sentía como un león enjaulado, iba de aquí para allá en la habitación que me había conseguido Jasper.
Ya eran tres días sin saber de mi Bella. Tres días en los que no había podido dormir ni comer. Había bebido más de lo necesario.
—Cálmate Edward, el abogado llegará pronto.
Jasper había enviado un abogado, a nombre de Alice. Con lo cual nadie podía relacionarlo conmigo. Pero el tipo era uno de los que trabajaba para Jenks. Con quien tenía una conversación pendiente. Ni siquiera me había molestado en pasar por el correo para buscar el recado sobre el nuevo trabajo.
Sin Bella no nada tenía sentido.
El tipo, muy bien vestido, entró rápido. Nos miró preocupado.
—Buenos días, nadie me ha seguido, he tomado cuatro automóviles y despisté al FBI en una gasolinera, por si les importa.
Caminó y dejó su portafolio en la mesa. No contesté el saludo, no sabía si era de fiar.
–Carta para el señor Masen de parte de la señorita Swan— sacó un papel, de inmediato me levanté y se lo arrebaté, corrí a la ventana a leerlo, no parecía su letra.

"Querido Edward no intentes liberarme por favor.
Ve a algún lugar donde estés a salvo y espérame allí,
un año no es mucho tiempo, volveremos a estar juntos"

Era todo, no había nada más. Leí aquella nota más de 10 veces.
—Un buen consejo si me lo preguntan. Lo siento, tuve que escribirlo yo mismo, pero ella me lo dictó. Sus manos todavía no están bien. Y me temo que no saldrá de allí en este año y parte del próximo. El FBI pide dos años por cooperar contigo, la policía no la ha acusado formalmente. Puedo hacer que le den la mitad de lo que el FBI quiere. Pero no creo que pueda sacarla antes del año.
— ¿Qué?— grité. — ¿Un año? ¿Qué quiso decir con que sus manos todavía no están bien?— estaba hecho un loco, no sabía qué hacer, sólo quería romper todo a mi paso.
—Lo siento. Ella pidió que no se lo dijera— el abogado se levantó para irse pero le corté el paso.
— ¿Quiere seguir viviendo verdad?— lo levanté del suelo por las solapas de su costoso traje.
—Tranquilo Edward— Jasper puso una de sus manos en mi hombro.
—Jasper, explícale civilizadamente a este señor que debe decirme todo lo que sabe o no va a salir entero de aquí— amenacé soltándolo, caminé hacia la mesa.
—Verá licenciado, Edward no tiene la virtud de la paciencia y está hablando en serio. No le pido que revele lo que Bella le haya dicho. Sólo lo que sepa extraoficialmente— el hombre me miró renuente.
—Bueno. Creo que ya es hora que ese tipo pague, no es la primera vez que se le pasa la mano con un testigo. Félix Hoover la torturó en el primer interrogatorio. Intentó ultrajarla. La policía llegó a tiempo, creo que el jefe de policía es amigo de la señorita Swan por eso la protege de esa forma, tiene gente cuidándola dentro de la prisión y el FBI no puede acercarse— explicó de manera serena.
Yo no me podía creer lo que escuchaba. Félix… la primera persona que mataría mirándole a los ojos y lo disfrutaría.
— ¿Qué? Malditos federales— Jasper se sentó, parecía furioso pero nada comparado con lo que yo sentía, en mi mente imaginaba mil y un torturas que podría utilizarlas cuando atrape a ese agente. Era hombre muerto.
—Necesito información del tal Félix— dije sin desesperarme. No podía dar un paso en falso. Sabía que iría a buscarlo.
—Isabella me dijo que no quería venganzas— lo miré directo a los ojos. –Mañana envío con un mensajero el expediente de Hoover. —Masen, Jenks me dio un recado para ti. Dice que el soplón es de los tuyos, no tiene nada que ver con los federales. Te esperara en dos días en el lugar señalado, no faltes.
—No me interesa el trabajo de Jenks— dije despectivamente.
—Creo que te conviene. Yo llevo más de dos años asesorándolo en ese golpe, es algo que a todos nos jubilará. Y tú más que nadie necesita dinero ahora. ¿Cómo crees que sacarás a Isabella de allí? ¿Acaso vas a esperar un año por ella? Yo que tú me embarcaba en ese asalto, conseguía una buena tajada y le pagaba a todos los maleantes del país para asaltar esa prisión y llevarme a mi mujer como en la edad media. Pero como siempre digo, es mi humilde opinión. Buenas tardes señores— se despidió y se fue igual de rápido que como llegó.
—Creo que tiene razón Edward. Para sacar a Bella necesitamos a todos los que conozcamos de nuestra parte. Y eso sólo lo conseguiremos con mucho dinero. Habrá que sobornar, crear una gran distracción, no sé tal vez volar la estación de policías de la ciudad, incendiar algún edificio.
—Bien. Me parece bien. Pero mañana iré a ver a Félix.
—No. Es muy pronto, él te está esperando. Sería suicidio, no te acompañaremos— amenazó.
—No pedí tu ayuda.
—Edward, sin nosotros sabes que será difícil.
— ¡No sé en quien confiar! Hay un soplón y es de los míos.
—Somos tus amigos.
— ¿Todos? ¿Qué me dices de esa rata asquerosa que vive con ustedes?
—Tengo a Mike bajo control, no lo pierdo de vista.
—Y que hay de Ben, o de Emmett.
—No es justo… y lo sabes, no puedes desconfiar de nosotros…
—Yo no tengo amigos pantera. Son sólo compañeros de asaltos. Estoy solo.
No quería que me acompañaran, lo mejor era hacer todo por mi cuenta.
Esperé con ansias, el siguiente día. El sobre llegó temprano. Era sólo una hija escrita a máquina sin firma.

"Felix Hoover, graduado en derecho de la Universidad George Washington. Asumió la dirección del FBI en 1924, posiblemente por envenenar a su predecesor. "Elimina" a su competencia sin piedad. Han tratado de destituirlo tres veces pero ni el mismo presidente puede hacerlo ya que sabe todas las cochinadas de los senadores y demás políticos. Anticomunista, antisemita, soltero, se presume que es homosexual pero no ha sido probado. Sin padres ni hermanos, su único amigo y su posible pareja es Demetri Tolson. Revolucionó la manera de actuar de los federales, adquiriendo tecnología para investigaciones y armas automáticas para el FBI.
Demetri Tolson también se encuentra en la ciudad, hospedado en el Hotel Allerton, Av Michigan Norte 606.
Suerte Masen"

También incluía una foto del tal Demetri. Era todo lo que necesitaba, un punto débil de Félix.
Esa misma tarde salí hacia el lugar. Sabía que ese hotel quedaba cerca de la oficina de los Federales pero no me importaba. Me cubrí bien con un sombrero de ala ancha y un abrigo grande.
Llegué frente al hotel y me senté a esperar. Dos horas después los vi llegar. Félix entró pero el tal Demetri se quedó fuera.
Era mi oportunidad.
Bajé de del auto. Llegué muy cerca, tenía mi arma en la mano sin el seguro dentro de mi bolsillo.
Caminé hacia mi víctima, lo tenía a pasos de distancia, no podía fallar.
El sonido de un explosivo me sacó del trance y un cosquilleo en mi pierna derecha me hizo desequilibrarme. Caí hacia adelante.
—Totalmente predecible. El león es fácil de cazar.
Era Félix, volvió a dispararme, ahora en el pecho. Agradecí en el alma llevar el chaleco puesto aún así me dolió terriblemente.
Pero estaba perdido. El maldito me tenía a metros de distancia, nada le impedía volarme la cabeza.
Rodé por los escalones, tratando de llegar a mi coche. Escuché gritar a Félix pidiendo refuerzos.
Un auto estacionó muy cerca de mí y empezó el tiroteo. Tomé mi arma a pesar del dolor que me quemaba en la pierna, apunté hacia Hoover pero respondió y casi me da a mí. En realidad falló por proteger a Demetri.
Algunos federales salieron del hotel, alguien me tomó de una pierna y me jalo.
— ¡Ayúdame Mike!— era la voz de Emmett. Me subieron a un auto y salimos veloces de allí. Mientras que detrás de nosotros todavía escuchaba la alarma policial y mas disparos.
— ¿Está bien?— escuché a Ben.
—Está sangrando. Tenemos que llevarlo al médico— gritó Emmett.
—Debemos perderlos ahora, agárrense bien— sentí que el coche se movía hacia todos lados, debíamos ir a gran velocidad.
Pensaba en lo inútil que había sido al tratar de matar a Félix o a su amante yo solo.
Si, había sido un idiota. Esto me ganaba por desesperado, me lo merecía.
Llegamos a algún lugar, me bajaron, me acomodaron en una camilla. Alguien me inyectó algo y me fui quedando dormido.
.
Al despertar escuché el sonar de metales, parecía que tiraban herramientas al piso. Traté de incorporarme.
—Tranquilo jefe, todo está bien. Estas entero, magullado, con una pierna herida pero entero— era Emmett que me sujetó del pecho contra la cama haciéndome aullar de dolor.
—Lo siento jefe— se rió.
— ¿Dónde estoy?— Pregunte
—Donde el doc reencauchador. Ya sabes, el que trabaja para la mafia. Es bueno, acaba de borrarte las huellas dactilares. Deja que termine su trabajo. Sentí un piquete en el brazo.
— ¡Ouch!— grité.
—Es para la infección jefe, no queremos que se infecte la herida ¿verdad?
— ¿Me borraron las huellas?— pregunté.
—Jefe todos tenemos las huellas borradas, los cabrones de FBI ahora se les da por analizar los deditos a todo el mundo. Las mías me las borré hace un año solo que yo use algo caliente, este buen médico usa acido, ni te dolió. Aprovechamos para borrar las de Mike y Ben también. Jasper no quiso, dice que sus manos van a ser más toscas.
— ¿Mike esta aquí?— grité.
—Sí. El pobre está dormido, le dieron en un hombro y perdió un diente al caer en la vereda— y yo había dudado e todos. Aun dudaba pero me habían demostrado que eran mis amigos. Tonto Edward.
— ¿Nadie más resultó herido?— pregunté.
—No. Pero haremos correr el rumor que te han operado.
— ¿Operado?
—Ya sabes la cirugía estética. Muchos se han hecho, para parecer otras personas. Se tiñen el cabello, se agrandan la bemba, borran cicatrices. Diremos que te han hecho la cirugía así todos esperaran ver a un Edward rubio y diferente— se rió de buena gana. Yo solo quería descansar.
—Debo ir por el sobre de Jenks— dije tratando de incorporarme nuevamente— Emmett me volvió a empujar hacia la camilla.
— ¡Ay! Carajo ya entendí—grité de dolor.
—Jasper ya fue por eso. No tarda. ¿Así que asaltarás un tren sin nosotros? Me siento relegado Edward, te di mis mejores años ¿y así me pagas?— empezó a hacer teatro y a burlarse.
—Es algo gordo ni yo mismo sé dónde y quienes estarán— traté de excusarme.
—Jas dice que estará Riley Karpin. Si ese loco va yo no entro. Es un demente. James y Félix son bebes de pecho al lado de Riley. Pero si tu objetivo de participar en ese asalto es sacar dinero para liberar a Bella de esa prisión estamos contigo.
Una hora después me llevaron a la casa donde se escondían. Jasper me entregó el sobre. Tenía que reunirme mañana por la noche en un centro de juego.
Todo el maldito día me dolió la pierna y soporté sin quejarme pues los muchachos se negaban a llevarme. Tampoco los necesitaba, así que preferí pedirle a Jasper que me aplicara algo para el dolor.
No quería que nadie me viera cojear, menos Jenks. Llegué a tiempo y caminé lentamente para disimular mi cojera.
—Edward, bienvenido, al final de la reunión conversamos de temas personales. Déjame presentarte a Riley Karpis, el mejor asaltante de trenes del país y del mundo. Riley el es Edward Masen el mejor asaltante de bancos… del país y del mundo. ¿Ya se conocían?— Jenks parecía estar feliz de reunirnos.
—De vista— dije mirando con cuidado a Riley.
—Es increíble que nunca hayan trabajado juntos… Dios los crea… y Jenks los junta. Quiero ver quién podrá evitar que ese tren sea mío. Ahora que los tengo reunidos, quiero explicarles. El tren parte de Washington DC, lo interceptarán en el tramo entre Nashville y Arkansas— nos mostró un plano. –Aquí en este lugar Jackson.
— ¿Qué trae?— dijo Riley secamente.
—Lo de los lingotes es falso, no les voy a tentar con oro, me robarían. Papeles, documentos. Cosas de mucho valor para mí. Quiero que entren allí, detengan ese tren, saquen el contenido de la caja fuerte y me lo traigan. Solo serán ustedes dos. No quiero más gente en esto. Confío en que no hagas de las tuyas Riley, no quiero ningún secuestro, ni asesinatos. Si pueden hacerlo sin que nadie se entere será mejor.
— ¿Cómo llegamos allá?— pregunté.
—Los llevaré en mi avión privado hasta Nashville, allí tomarán el expreso. El asalto será exactamente en seis semanas. ¿Confío en que llegarán enteros allí?
—Si— dijimos a la vez.
—Entonces, cuidado, silencio y secreto. Si me entero que alguno de ustedes ha hablado lo saco del negocio.
Terminamos la conversación y me quedé con Jenks.
—Edward los federales tienen un soplón y no es de los míos, ya he preguntado a mi gente, con una pistola en la cabeza.
—Confío en mi banda— le dije.
—Está bien. Pero mientras no sepas quien te traiciona no les confíes esto. Y aléjate de Félix Hoover, no quiero que el desgraciado me eche a perder mi negocio. Solo a ti te lo diré, el contenido de esa caja fuerte no son solo papeles. Riley se encargará de crear distracción. Yo estaré en ese vagón, me alcanzaras a mí… los diamantes.
— ¿Diamantes? ¿En un expreso de pasajeros?
—Me ha costado mucho la información. Solo tú accederás a esa caja fuerte. No me falles, serás bien recompensado. Por cierto, exactamente en un mes te enviaré en un maletín, los planos del tren, dinero y las posibles claves de la caja fuerte.
— ¿En un mes?
—Te haré llegar el mensaje.
Salí de allí muy cansado, quería dormir. El dolor de la pierna era insoportable, había disimulado bien mi cojera.
— ¿Masen, estás herido?— Riley me dio alcance en el estacionamiento, al parecer era muy detallista.
—Una bala en la pierna, nada grave.
— ¿Es cierto que trataste de matar a Hoover?— preguntó.
— ¿Qué nadie puede guardar un maldito secreto en esta ciudad?— me quejé.
—No lo creo. Sólo pregunto por si quieres trabajar conmigo. Para acabar con Félix Hoover hace falta un buen plan y somos dos contra uno.
—No quiero ayuda en esto— me subí al auto.
—No te la ofrezco, solo unir fuerzas. Yo también tengo una cuenta pendiente con ese puto federal. Mató a mi Bree. Ella estaba embarazada. Me habían detenido en una redada y el maldito fue a interrogarla. Personalmente quiero fondearlo en el lago Michigan, no sé qué planes tengas tu— sonrió de manera bestial.
— ¿Podemos torturarlo primero?—le sonreí.
—Cuenta con ello. Después de lo del tren, Félix será nuestro próximo trabajo.
Llegué a casa a rastras, me dolía demasiado la pierna, debía tomarme más pastillas para dormir y descansar todo lo que pudiera.
Sólo me quedaba esperar pero iba a ser difícil y casi desesperante.
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BELLA
Tres semanas habían pasado desde que el FBI me atrapó y torturó. Los días pasaban lentamente y estaba acostumbrando a la rutina de la cárcel.
Levantarme, bañarme, salir a dar unas vueltas para recibir el sol porque ya estábamos en verano y luego ayudaba unas horas en la enfermería.
No estaba tan mal, nadie me molestaba, tenía una celda privada y siempre estaba vigilada por la gente de Jake.
La comida era mala, olía a rayos pero nunca faltaba.
Sam estaba siempre cerca de mí, al igual que Jared, Paul y otros policías más. Debido a eso pocas internas se me acercaban. Además el rumor que era la mujer de Masen se propagó entre las reclusas y sólo me miraban con curiosidad. Me atrevería a decir que con respeto.
Cuando podía obtener un periódico, mis manos temblaban.
No había indicio de Edward desde hacía dos semanas. Cuando atacó a Félix. Según el FBI lo hirieron de muerte. Pero los diarios eran más positivos y le enviaban sus buenos deseos. Era gracioso leer algunas columnas de los diarios. "Nuestro León justiciero" le llamaban algunos. "El enemigo público número uno de este sistema podrido" decían otros. Ningún diario le llamaba criminal, asaltante o proscrito. Para toda la gente de la ciudad era la policía y el FBI los malos de este cuento.
Me preguntaba que estaría haciendo ahora. ¿En dónde se escondería? ¿Ya habría contactado a Jenks? ¿Ya estaría preparando su último asalto?
Quizás le resultaba más fácil moverse sin mí. Yo sólo le estorbaría.
—Buenos días Bella. Qué te parece si me ayudas hoy a hacer torundas…son bolitas de algodón— dijo Charlotte la enfermera a la que ayudaba. Era más joven que yo y muy buena. Me había tomado cariño.
—Sí, claro, te ayudo.
Toda la mañana me entretuve en hacer esas bolitas de algodón. Almorcé muy poco porque el brócoli parecía podrido.
En la tarde tuve visita. Mis dos amigas. Venían a verme una vez por semana.
—Bella, estás pálida ¿comes bien?— preguntó Alice.
—Sí. Pero la comida es muy fea— me quejé. Rosalie me miraba desde lejos. Últimamente la veía muy callada. – ¿Te sucede algo Rose?— pregunté.
—Si te digo te vas a deprimir Bella— respiró profundamente.
—Habla por favor— le pedí.
—Estoy saliendo con alguien— me dijo, no le veía lo malo.
—Me parece bien amiga. A menos que estés saliendo con mi Edward no creo que me deprima que tengas pareja— le dije.
Pero ella en lugar de sonreír por mi broma agachó la cabeza. ¿Acaso ella…? No.
—No es eso Bella ¿Cómo crees? Está bien te lo contaré— respiró profundamente.
Me dio la sensación que iba a decirme algo que me lastimaría, me senté por as dudas.
—Te oigo Rose.
— Conocí a un hombre divino, hace un par de meses, en el club. Me invitó a cenar varias veces, se portó como todo un caballero, nada de propasarse ni de propuestas indecentes. Pero ayer por primera vez acepté ir con él. Tú sabes, me llevó a su casa a pasar la noche. Y pues, hoy por la mañana, cuando salía de allí. Me encontré a Edward.
— ¿Qué? ¿Lo viste? ¿Hablaste con él? ¿Cómo esta? ¿Te dijo algo? ¡Habla Rose!— estaba eufórica
—Estaba con Tanya— dijo ella.
— ¿Qué?
—Tanya, la del club. Ambos estaban desayunando. Yo por supuesto no dije nada, creo que él ni me miró pero yo pude verlo bien. Emmett, mi novio tampoco sabe que yo soy tu amiga.
—¿Solo estaban desayunado?—pregunté tímidamente, no oí que me dijo de su novio, sólo pensaba en Edward junto a Tanya.
—Bueno… ella estaba en bata. Y… hablaban sobre salir al cine. Parece que la golfa vive allí.
Sin previo aviso y para asombro de ellas e incluso el mío, empecé a llorar, no podía contenerme, las lágrimas caían aunque yo no estaba del todo triste ni me creía que ellos estaban juntos. Era la impotencia de no poder salir, de no poder estar al lado del hombre que amaba, creo.
—Bella, no estamos segura si ellos están juntos. ¡Ay Rose mira como la pusiste! Ahora mismo te vas a preguntarle al tal Emmett sobre ellos— le gritó Alice.
—Pero mi osito se fue a Indiana, a una carrera de autos— dijo Rose triste.
—Pues Jasper no me ha dicho nada al respecto. Él viene a visitarme cuando puede, casi nunca habla de los robos o de sus amigos. Dice que no es seguro que yo sepa nada, así la policía nunca podrá relacionarnos.
Pero yo seguía llorando sin detenerme. Era muy raro. Se la pasaron toda la visita tratando de consolarme, recién pude parar cuando se marcharon.
Esa noche no probé bocado, otra vez la comida estaba pasada. Solo comí unas frutas que mis amigas me habían traído.
Me sentí peor los días siguientes, parecía que había enfermado. Mi estómago no soportaba nada. Hasta me habían dado una cubeta para que pudiese vomitar en las noches. Seguramente había cogido alguna enfermedad por comerme las frutas sin lavarlas o aquella comida pasada.
Cada día estaba peor.
Una mañana sin avisar recibí una visita. Casi me echo a llorar otra vez al ver quién era. La madre de Ángela, mi antigua jefa.
—Buenos días Bella. Espero que no te moleste pero he decidido que tu caso pase al bufete, no me gusta que otras personas que no te quieren te defiendan— me sonrió.
—Creo que no debería señora— le dije avergonzada.
—Si debo. Eres como una hija, te vi crecer, estudiar y amanecerte al lado Ángela.
—Gracias— suspiré.
—El FBI te acusa, la policía se abstiene. Pero yo debo saber la verdad Bella. Para defenderte mejor necesito la verdad— me sonrió.
—Señora, le agradezco pero creo que el abogado que tengo…
—Es un hombre y no puede comprender… ¿Tu novio, con el que salías, creo que alguna vez te oí mencionarlo, Edward… es Masen el asaltante?— preguntó.
Agaché la cabeza. No me gustaba que le llamaran asaltante.
—Comprendo. A todas nos puede pasar. Vi su historial, parece alguien que le llegó a hastiar la sociedad, no un asesino.
—Edward no es malo.
—Yo no lo sé. Tengo aquí una contrademanda. Vamos a acusar a Félix Hoover de haber intentado ultrajarte, tengo testimonios firmados de miembros de la policía. Vamos a canjear tu libertad a cambio de no acusar al jefe del FBI. Sé que no lograríamos nada con esta demanda porque perderíamos cualquier juicio, él tiene sus métodos. Pero si amenazamos con ir a los medios será suficiente, ya tiene demasiados rumores en su contra.
— ¿Y podré salir pronto?
—Sí. Creo que en un mes máximo. Puedo batallar por un arresto en tu domicilio, donde puedes estar más cómoda. Pero creo que tu licencia para ejercer la has perdido para siempre— dijo tristemente. Para mí era un precio bajo por mi libertad.
—Está bien, no se sienta mal. Yo sabía que esto podía pasar.
—Vamos a necesitar tu confesión por escrito. Desde que Masen te secuestró del departamento ¿Dónde vivieron esos días?
—Él no me saco de allí. Yo me fui por mis propios medios. Él sólo me encontró— confesé.
—Tal vez esto no te lo enseñaron en la facultad pero… vamos a hacer que tu confesión sea lo más provechosa posible. Masen te secuestró. ¿A dónde te llevó luego?
—A un departamento en las afueras de la ciudad.
— ¿Reconoces el lugar?
—No muy bien, era de noche y no salimos de allí en tres días.
—Eso está mejor. ¿Te llevó a algún otro lugar?
— A una cabaña en el bosque.
—Bien. El día que te detuvieron ¿Qué estabas haciendo?
—Entré a una tienda, él tenía un contacto allí que me daría algo.
— ¿Qué cosa?
—No lo sé— mentí. –El sólo me dijo que entrara y preguntara por un tal JJ.
— ¿Él llevaba un arma cuando te pidió eso?
—Sí. Siempre tenía un arma consigo.
—Excelente. Eso se llama coacción. Una cosa más pero es algo personal ¿Tuvieron relaciones sexuales durante ese tiempo?—enrojecí hasta la raíz de mis cabellos.
—Si— dije tímidamente.
—Ajá, no lo podría llamar violación, ya veré que se me ocurre. ¿Por cierto te has hecho alguna prueba de embarazo?— preguntó.
Pero no era necesario, cuando me fui llevé los óvulos que me dio aquella doctora hace meses. Y los usé… salvo… el último día porque me robaron el bolso.
—No—dije algo asustada.
—Que te los practiquen pronto. Es necesario. Volveré mañana, voy a introducir estos peles hoy mismo.
Me quedé preocupada pensando en tantas cosas.
.
Al día siguiente fui a ver a Charlotte, me asomé a su puerta con poco valor para entrar.
— ¿Bella? Pasa ¿vienes a ayudarme?— me sonrió.
—Pues… no exactamente. Quería, tal vez tu… puedas hacerme un favor…— dije titubeando.
—Claro, lo que quieras.
—Necesito una prueba de embarazo— agaché la cabeza roja como un tomate.
—Puedo sacarte sangre y enviarla analizar, demorará unos días ¿tienes sospechas?— me preguntó algo confundida.
—Sí, últimamente no me he sentido bien y mi abogada lo sugirió, creo que no es mala idea.
—Entonces ven.
Me senté en la camilla, me sacó un poco de sangre, me dieron mareos cuando olí el líquido que salió de mi cuerpo. Ella se dio cuenta, me recostó y trajo un algodón empapado de alguna solución.
— ¿Bella... ya estás mejor?— preguntó.
—Si gracias, es que me marea la sangre— me excusé.
—El lunes tendremos los resultados, espero que sean solo sospechas infundadas— me dijo con tristeza.
—Yo también— regresé a mi celda.
Fueron los días más angustiantes, casi no probé bocado, estaba my nerviosa. Le lunes me levanté temprano y después de tomar un poco de sol fui a la enfermería otra vez.
—Bella siéntate— me dijo Charlotte, las piernas me temblaban.
— ¿Tienes el resultado?— pregunté tímidamente.
—Sí. Es positivo. Según los análisis, estas gestando— un estremecimiento me recorrió todo el cuerpo.
No sabía si llorar o reír. Pero definitivamente de alegría. Un bebé. Mío y de Edward.
— ¿Puedo preguntarte quien es el padre?— me miró algo confundida, luego su expresión cambió. –Oh, no me digas que siempre ese bruto del FBI...
— ¡No!— grité indignada.
— ¿Entonces, es tu amigo, el policía?— parecía que iba a tener que confesar.
—Tampoco.
—Rayos… entonces… bueno algo he oído de ti, cuando te trajeron. ¿Es cierto que Masen te secuestró?
—Su nombre es Edward y no me secuestró. Lo amo y él a mi— le dije muy orgullosa.
—¿Ese hijo que esperas… es de Masen? ¿El famoso asaltante de bancos?— preguntó asombrada.
—Si— sonreí.
—Carambas. Pero… es que… vas a pasar muchas penurias si lo tienes en prisión.
—Saldré pronto Charlotte, en serio no te preocupes, estaremos bien.
Todo el día me la pasé feliz, me obligué a comer a pesar de sentir nauseas, necesitaba engordar un poco, así de flacucha no podría nutrir bien al hijo de Edward.
¿Y si fuese una niña? Sería linda, con los cabellos cobrizos como los de su padre y sus ojitos verdes.
Necesitaba lana para tejer y mucha tela para hacer sus ropitas. ¡Estaba tan emocionada!
Y cuando Edward se entere. Sé que se alegrará mucho.
Que rabia, la resbalosa esa de Tanya ahora estaba muy cerca de él. Imaginaba que no desaprovecha ninguna oportunidad de tirarse en su brazos y yo aquí enjaulada.
Pero ya me iba a escuchar cuando salga, la de cosas que le diría. Bruja, ofrecida. Desayunando con mi marido en bata.
"Tranquila Bella que la cólera no le hace bien al bebé"
Un bebé, mi hijo. ¡Voy a ser madre!
Tenía tanto miedo y a la vez esto me daba fuerza para enfrentar lo que sea.
No más la Bella tímida.
Ahora debería ser muy fuerte y decidida. Tenía que luchar por dos. No iba a permitir que mi bebé naciera en esta prisión.

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