13 febrero 2013

Cap 15 Mi dios griego


CAPÍTULO 15

¿EN QUIEN CREER?



BELLA


Me demoré un poco en los vestidores porque quise secar mi cabello y cepillarlo. Pero escuché cuchicheos, voces y susurros. Por mi experiencia sabía que eso sólo podía ser por algo: había pasado algún escándalo.

Apagué la secadora, me alejé de mi casillero y agudicé el oído.

— ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo María? Vamos cuéntanos— conversaban desesperadas algunas niñas.

—No pude hablar casi nada con ella, las llevaron a la dirección, parece que a Tanya la atacaron.

— ¿Quién va a atacar a Tanya si ella se tira sobre todos?— se quejaba otra.

—No sé, sólo vi que llevaron a la dirección a Cullen, también María, Irina y Tanya. Vamos a ver qué pasa.

—Si, es mejor enterarse en la misma fuente— salieron del baño en tropel.

Sólo oír mencionar ese apellido, mi corazón se sintió oprimido. Me hice una coleta rápida y salí lo más veloz que pude. Yo también quería informarme, saber que le había pasado a Edward o a Emmett.

Al llegar a la dirección vi pasar a la psicóloga, llevaba a Tanya con ella y parecía estar llorando.

Yo la conocía bien, siempre había sido intrigante, ofrecida y fastidiosa pero jamás la había visto llorar de esa forma.

— ¿Es el capitán el que está allí?— preguntó Seth, uno de los jugadores suplentes del equipo.

—No, es su hermano. No sé que habrá pasado— le dijo otro chico de su edad.

Me asusté, era Edward quien estaba en líos. ¿Con Tanya?

Esperé cerca hasta que alguno de los dos saliera. Media hora después apareció Tanya con su hermana y María. Las tres se veían muy afligidas. Nadie les preguntaba nada pero yo me acerqué porque quería saber.

—Tanya, necesito que me digas que es lo que pasó— le dije algo molesta.

—No nos molestes— trató de alejarme María.

—No me voy a ir hasta no saber— las amenacé.

—Aquí no. Vamos a algún lugar donde no haya tanta gente— sugirió Irina. Muchos curiosos nos miraban. Yo dudaba en hacerle caso, no me fiaba de ese trío de mujercitas. —Mi hermana tuvo una fea experiencia— Irina parecía sincera. Así que accedí a ir tras ellas.

Las seguí por varios corredores hasta dar con un aula vacía. María cerró la puerta pero Tanya seguía con la mirada perdida.

—Bella, todo ha sido muy desagradable. Nosotras estábamos cerca de los vestidores de chicos cuando escuchamos gritar a Tanya, entramos y encontramos a Edward sobre ella. Pedimos auxilio y el entrenador llegó. Aún queremos preguntarle a Tanya pero no nos ha dicho nada— se quejó María.

—Ese pervertido trató de abusar de mi hermana— Irina gritó molesta.

— ¡Ja! ¡A otro perro con ese hueso! Edward es incapaz de hacer algo así. Mejor me voy, quédense con su veneno— estaba por salir cuando escuché a Tanya.

— ¡Bella! Yo te diré que pasó. Quédate por favor— esto era nuevo, la sexy Tanya que tanto me odiaba me pedía un favor. La miré intrigada.

—Chicas, salgan, esto es algo que debo hablarlo solo con Bella—Irina y María hicieron pucheros y caras molestas pero se marcharon.

— ¿Me vas a decir que Edward intentó violarte? Porque si es eso no te lo creo, eres tú la que…

—No. Él no intentó nada de eso. Pero tengo miedo— Tanya empezó a llorar y me acerqué un poco, no estaba loca como para consolarla porque me era difícil creerle.

— ¿De qué tienes miedo?— le pregunté.

—Tú sabes que toda mi vida he estado tras de Jake y él nunca me hace caso porque tú estabas en medio. Pero ahora que han terminado hemos salido un par de veces, así que fui a buscarlo a los vestidores…

—Tú siempre vas a buscarlo a los vestidores, aún cuando sabias que yo estaba con él…

—Lo sé. Pero ahora es diferente, Jake me está haciendo caso— se enjugó una lágrima. –El hecho es que fui a buscar a Jake y no estaba pero encontré a Edward. Traté de pasar sin que me viera pero lo vi leyendo una revista y… algunas cosas en su casillero me llamaron la atención.

— ¿En su casillero?— pregunté.

—Es que tengo miedo, él me amenazó. Me dijo que si le contaba a alguien me iba a matar. No he dicho nada, lo juro. Ni siquiera a la psicóloga. Todo mundo piensa que él trató de propasarse. Tengo miedo— rompió a llorar.

— ¿Qué viste en su casillero?— pregunté acercándome un poco más.

—Tenía… tenía cosas raras. Había esposas, un látigo. Esas estrellas de metal que usan los ninjas y toda clase de cosas pervertidas y de luchas. Estaba leyendo una revista pornográfica, tiene docenas de esas revistas. Pero me sintió y me tiró al suelo en un abrir y cerrar de ojos. Todavía me duele la espalda, me dolió mucho. Él es muy violento. Y me dijo que si le contaba a alguien lo que había visto iba a entrar en mi casa de noche y me iba a ahogar con mi almohada. Que él sabía muy bien como matar— Tanya seguía llorando desconsoladamente.

— ¿Y por qué me lo dices a mí en lugar de la psicóloga?— pregunté mordaz.

—Porque si encuentran esas cosas en su casillero, él va a saber que fui yo quien habló y va a matarme. Así lo expulsen del colegio, va a matarme y yo no quiero, tengo miedo— sus temblores me dieron miedo a mí también. Jamás la había visto así.

—Tanya, lo siento pero no te creo— caminé hacia la puerta decidida a irme y no seguir perdiendo el tiempo con ella.

— ¡No miento! ¡Compruébalo Bella, míralo tú misma!— la escuché gritar mientras me alejaba.

Miré a María y a Irina como si fuesen dos locas y me alejé corriendo, quería ver a Edward antes que saliera de la escuela.

Miles de imágenes llegaron a mi mente sin quererlo, lo que me dijo Tanya me hizo pensar cosas que no debía. Ciertamente Edward podía ser violento, nunca vi como derrotó a los Volturi pero tenía que saber pelear para eso. Pero no es un pervertido, ni está loco como para tener cosas así en su casillero.

Cuando llegué a la dirección no había ya ningún estudiante. Me demoré demasiado escuchando las alucinaciones de Tanya.

Caminé rumbo al estacionamiento pero recordé que olvidé mi bolso en mi casillero, así que fui por ellas.

Entonces por alguna extraña razón caminé hacia los vestidores de chicos, en lugar de ir al de las chicas.

Algo dentro de mí me decía que debía asegurarme que Tanya mentía. Que sólo buscaba hacerme daño a mí, haciendo quedar mal a mi novio.

El casillero de Edward estaba cerrado, aún así traté de abrirlo. Lo golpeé levemente y cedió. Parecía que no tenía el seguro puesto.

Lentamente lo abrí, esperando encontrar lo usual, libros, cuadernos, ropa, incluso alguna pelota de o ropa del equipo de baloncesto.

Pero me quedé pasmada con lo que vi.

Se me hizo un nudo en el pecho, no podía respirar, lo volví a cerrar de golpe y salí corriendo.

Subí a mi auto, las lágrimas caían por mi rostro. Jamás lo hubiera creído, de nadie. De no haberlo visto yo misma.

Edward estaba loco. ¿Qué hacían allí todas esas cosas? Nunca había sido violento conmigo, ni había demostrado nada extraño pero tampoco lo conocía mucho. Apenas hace unos meses que llegó a la escuela.

Ya en casa me encerré en mi habitación. Mis padres no estaban así que seguí llorando.

Mi teléfono sonaba. Era Edward, no quería hablarle, así que lo apagué.


Por la tarde le pedí a mamá que no me pasara llamadas. Sólo le dije que me dolía mucho la cabeza.

Al día siguiente Edward no fue a la escuela pero el chisme estaba en boca de todos, algunos me miraban y cuchicheaban a mis espaldas.

—La muy zorra tampoco llegó, debe estar haciendo su teatro. Desgraciada pero si quieres darle su merecido te ayudo, yo puedo vigilar que no aparezca nadie y le das como a costal de boxeador— Alice se oía muy enfadada.

—Bella. Emmett me contó, Edward está suspendido pero pronto regresará ¿Quién le va a creer a la regalada de la Denali?— Rose también estaba furiosa.

— ¿Cómo la vas a torturar?— preguntó Alice.

— ¿Qué? ¿Yo? La verdad no había pensado en eso…— murmuré algo aletargada.

—Podemos echarla del equipo por mentirosa, voy por un papel para recabar firmas—dijo Rose.

—Déjenlo así ¿quieren? No me siento bien— me disculpé y caminé más a prisa.

—Vamos Bella, sé que estás molesta, indignada, que la furia te marea. Lo dejaremos para mañana. Pero al primero que diga algo malo de Edward le partimos la cara— Alice avanzó al aula saltando. Yo caminaba como si mis pies fueran de plomo.

Ese día no me pude concentrar en las dinámicas. Jasper y Emmett vinieron a dejarnos sus maletines porque el entrenador los citó a una reunión de emergencia.

—Me falta solo tres más y acabo mi crucigrama. ¿Capital de Madagascar?— preguntó Rose. –No se peleen para responder, ¿Bella?— me gritó mi amiga.

—Antananarivo— respondí mecánicamente.

—Grandioso, hay que sacarle provecho a tener una amiga sabelotodo. Maldición se le acabó la tinta a mi lapicero. Enana préstame el tuyo— le pidió Rose a Alice.

—No tengo, dejé mis lapiceros en mi casillero, fíjate en uno de los maletines de los chicos— Alice estaba limándose las uñas.

— ¡Por Dios!— gritó Rose. Apenas desvié la mirada. –No es nada, sólo un calcetín sucio— Rose se apresuró a cerrar el maletín.

—Déjame ver, se lo voy a poner a Emmett de bufanda, anda Rose— Alice y Rose forcejeaban.

Alice le quitó el maletín y rodó por la hierba. Lo abrió y sus dilataron.

—Santa madre ¿Emmett usa hilo dental?— se partió de risa. – ¿Rose porque le dejas estas cosas en su maletín?— Pero Rose no se reía.

—Lo siento, devuélveme eso— le pidió.

—Mira, tiene el libro de gatitos que le regalé a Jasper… este maletín no es de Emmett— Alice empezó a sacar todas las cosas, miré dos hilos dentales, uno rojo y el otro morado. Tomé uno de ellos, tenía un nombre escrito en la parte delantera. "María" en letra corrida y estilizada, parecía un bordado.

— ¿Alice? ¿Estás bien?— pregunté.

—No. ¡Claro que no estoy bien!—me gritó. Terminó de sacar todo y apareció un lápiz labial. Mi amiga hervía de rabia, podía verlo.

—Alice, Jasper también te mintió. ¡Es un maldito enfermo igual a todos!— dije con toda la rabia que tenía contenida. Al parecer a los hombres nunca le bastamos, no somos suficientes.

— ¿También? ¿Qué quieres decir con también?— me miró ella olvidando la lencería.

—Edward, él es un enfermo— les confesé.

— ¿No creerás lo que dijo Tanya, verdad?

—A decir verdad, le creo. Yo misma lo vi, es algo terrible— dije empezando a llorar.

— ¿Viste a Edward intentar… ya sabes… lo viste?— Alice me abrazó.

— ¡No! Edward no trató de hacerle eso a Tanya. Ella me dijo en secreto…— respiré profundamente. —Primero júrenme que no se lo dirán a nadie y menos a Emmett y a Jasper— las obligué a mantener silencio.

—Está bien, lo juro— dijo Rose mirándome como si estuviera loca.

—Yo también. Habla Bella— confirmó Alice.

—Tanya me dijo que lo sorprendió leyendo una revista pornográfica y que tenía el casillero lleno de porquerías por eso él la atacó y la amenazó con matarla si hablaba. Yo fui… lo vi. Vi su casillero, está lleno de todo tipo de cosas. Edward está loco, es un enfermo— ya no soportaba más esa pesadumbre en mí así que decidí contárselo a mis amigas.

—Bella. Pero… Edward siempre ha sido todo un caballero, se ha portado bien contigo…— Alice no lo creía.

—Bueno caras vemos… aún así, yo dudaría— Rose también estaba sorprendida.

—Tranquila Bella, esto no tiene nada que ver con mi coronel. Así me encuentre a la mismísima María en su maletín, yo le creo a mi Jass. "Esa" es una vagabunda a la que voy a ponerle sus prendas de bufanda. Ya van a ver. Ahora lo más importante es poner en claro lo que viste. Tenemos que ir al gimnasio— Alice me levantó y caminamos. Al llegar encontramos el casillero cerrado.

—Esto no nos va a detener— Rose salió y regresó en un momento con una piedra. –Tenemos que verlo, no podemos quedarnos así— rompió la cerradura. Abrimos el casillero y para mi sorpresa no había nada de lo que vi. Sólo unos cuantos libros y cuadernos. Y una foto nuestra al fondo.

— ¿Dónde están las cosas pervertidas?— preguntó Alice.

—No se… aquí estaban ayer…— murmuré.

— ¿Segura? ¿No te equivocaste de casillero?— Rose rebuscaba entre los libros.

—Estoy segura, yo misma cerré el casillero antes de irme. No entiendo… tal vez Edward volvió y se llevó todo— dije furiosa.

—O tal vez te lo imaginaste— Alice me miraba sin creerme.

—No lo imaginé, yo lo vi. Como tú viste las prendas en el maletín de Jasper— le reclamé.

— ¡Bella! Llevo tres años, de novia de Jasper, lo conozco muy bien y confío en él. Y conozco más de 10 años a María como para saber que es una cualquiera. Es fácil para mí saber la verdad. Esa zorra puso sus porquerías en el maletín de Mi hombre. ¿Sabes para qué? Para que rompamos. Pero no le voy a dar el gusto, sé que ella se muere porque mi coronel le haga caso. Pero va a conocer mi furia. Yo si sé lo que es luchar por lo mío. No estoy tan segura de ti— me dio la espalda y se marchó furiosa.

—Pero yo no conozco tanto a Edward…— no alcanzó a oírme.

—Bella ¿qué te sucede? Edward siempre te ha demostrado que te ama— Rose me abrazó.

—No siempre ¿ya olvidaste cuando hizo berrinche y se fue a Chicago por celoso?

—Eso es algo diferente. ¿Estás segura de lo que viste?

—Segura, muy segura Rose— me llené de más valor.

— ¿Y hablarás con él?— preguntó.

—No. No quiero verlo, ni hablar con él. Que se quede con sus porquerías— salí corriendo de allí.


.

Un día antes del partido Edward regresó a la escuela, yo no había contestado ninguna de sus llamadas. Lo vi en el estacionamiento esperándome, bajé de mi auto y traté de evitarlo.

— ¡Bella!— gritó corriendo hacia mí. Le di la espalda y seguí avanzando.

— ¿Bella? ¿Qué sucede?— me cortó el paso. –Te he llamado cada hora en estos tres días, tienes tu teléfono apagado y en tu casa nunca estás. ¿Qué pasa?— me reclamó.

—Es sólo que… no quiero tenerte cerca— le dije mirando a otro lado.

— ¿Qué? Santo Dios ¿Le crees a Tanya?— me miraba como si tuviera dos cabezas.

—La lastimaste— dije tratando de avanzar por un lado pero no me dejó.

—Le creíste. De todo el mundo estaba seguro que tú serías la última en creerle. ¿Cómo puedes pensar que yo quería hacerle algo?— Quería gritarle que había visto su casillero pero me dio miedo que luego le hiciera algo a Tanya, así que no dije nada.

—Bella, yo te amo, eres lo que más quiero en el mundo. ¿Por qué no me crees?—se veía dolido, me sentí tan mal.

—Lo siento Edward. Permiso, tengo clase— pasé a su lado sintiendo que el corazón se me partía.

Era una tortura, me dolía tanto que él fuera así, que llevara una doble vida, fingiendo ser todo un caballero conmigo y teniendo un lado oscuro, violento y pervertido.

Al día siguiente fue el partido, en nuestro propio gimnasio, Emmett y yo hicimos la dinámica, no quería que Edward me toque. Alice no me hablaba, Rose me miraba con pena. Todo mi mundo estaba patas arriba.

— ¿Por qué tan sola Bella?— Jake llegó a sentarse a mi lado cuando acabó el partido. Por cierto ganamos con amplia ventaja.

—No es tu problema— respondí.

—Veo que dejaste a Cullen, bien hecho. Se atrevió a atacar a una chica, es asqueroso, deberían expulsarlo— dijo molesto. No respondí.

— ¿Quieres que te lleve a casa?— se ofreció.

—Tengo auto, gracias— le corté. — ¿No sales con Tanya?— le pregunté.

—Salimos un par de veces pero desde que Cullen la atacó no me ha llamado, creo que todavía está asustada. El entrenador dice que le levantaron la sanción a Cullen porque Tanya no lo ha acusado de querer propasarse, que él se asustó y la derribó. Pero para mí que hay algo más, ella no es la misma— si él supiera porque Tanya estaba tan asustada y yo también, pensé.

Entonces vi que Edward caminaba hacia nosotros y el corazón se me aceleró.

—Buen partido Jacob— dijo. –Bella necesito hablarte—pidió. No quería hacerlo, tenía miedo, lo amaba mucho pero me asustaba.

—No hay nada de qué hablar— le dije tratando de irme.

—Bueno, los dejo, voy a cambiarme— Jake se levantó, yo me aferré a su brazo para que no me dejara sola con Edward. –Bella, Cullen no muerde— acarició mi mejilla y se fue.

— ¿Has vuelto con ese idiota?— me reclamó Edward.

—No. Y no te importa— le grité.

—Claro que me importa. Pensé que ahora que Tanya se rectificó y me levantaron la suspensión ibas a creerme. Pero veo que lo primero que haces es tirarte a los brazos de tu ex— se veía muy molesto.

—Tú menos que nadie tiene que reclamarme nada— respondí.

—No hagas esto Bella. Créeme por favor— se acercó, yo retrocedí.

—Aléjate de mí— caminé unos pasos.

—Si eso es lo que quieres. Como tú digas Bella— se oyó triste.

Ya no sabía qué hacer, estaba abrumada con tanto. Edward, la viva imagen de un dios griego, atento, detallista y caballeroso… en realidad era un depravado.

Mis lágrimas empezaron a caer y sentía en mi pecho una sensación fría y dolorosa.

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