03 febrero 2013

Cap 14 Jardinero


CAPÍTULO 14

EL TRISTE PASADO DE MI JARDINERO


Regresamos a casa, después de almorzar por allí, le cedí el volante a Edward, yo estaba cansada.
-Bella- Edward me despertó algo preocupado.
-¿Qué?- dije removiéndome.
-Es tu padre. Está parado en frente- miré de pronto, acabábamos de entrar en casa. Rayos. ¿Qué hago?
Como le digo que salí a pasear con el jardinero.
Papá caminó hasta nosotros. Salí casi corriendo para que no se acercara a mucho.
-Bella ¿dónde has estado?- me reclamó cuando llegué a su lado.
-En el cementerio papá ¿Lo olvidaste?- hice un convincente puchero rogando a todos los dioses que se haya olvidado y no se le ocurriera ir al cementerio o mi explicación se iría por caño.
-No lo olvidé pero no pude salir tuve junta todo el día- entonces se fijó que Edward salía del auto.
-Buenas tardes señor Swan- saludó el jardinero con mucha seguridad.
-¿Fueron juntos al cementerio?- preguntó mi padre achicando los ojos.
-Sí señor. Bella me pidió que plantara algunas flores en la tumba de su madre- solté el aire contenido… mi corazón latía aprisa pero se estabilizó. Para ser un bien educado huerfanito era buen mentiroso. No… sólo lo hacía por mí.
-Oh bueno, eso es muy lindo de tu parte hija- dijo mirándome papá -Gracias muchacho- me abrazó y caminamos hacia la casa, quería voltear y despedirme de Edward pero no pude.
-¿Cómo te va con el chico Cullen?- preguntó el gran jefe de mis tarjetas de crédito.
-Bien. Tal vez salgamos mañana- le sonreí. Tenía ganas de correr por allí con mi guapo jardinero.
-Que bueno. Estoy por hacer unos negocios con su padre. ¿Cómo te va con los preparativos de la fiesta?
-Bien, super. Ya casi tengo todo, no voy a invitar a muchas personas, unos 15 amigos, no haré fiesta, sólo una pequeña reunión- porque Alice me abandonó y no sé como planear una maldita fiesta, pensé.
-Partiré mañana, voy a Alemania, tardaré dos semanas ¿Quieres que te traiga algo?-
-¿Tan lejos?-suspiré. -No quiero nada, tengo todo lo que necesito-sonreí.
-Ya veré que te compro, me alegra que seas así. Mis amigos se quejan que sus hijas los van dejar en banca rota y tu nunca me haces gastar demasiado- me abrazó.
-Es que todavía no has visto el estado de cuenta de este mes- también lo abracé.
-Ya lo revisé, hasta el administrador quedó sorprendido. No eres una despilfarradora- me acarició la cabeza y nos sentamos a cenar.
-Papi, ¿podrías traerme semillas de flores?- pedí.
-¿Flores? ¿Quieres que te traiga semillas de flores de Alemania? –sonrió.
-Quiero que mi prado sea el más bonito. Edward ha sembrado flores silvestres pero me gustaría que también haya flores exóticas.
-No sabía que te gustaba la jardinería- sonrió. Ay si supiera que lo que me gusta en realidad es el jardinero.
-No en realidad. Lo que me agrada es el paisaje, creo que agregaré una glorieta y un camino de piedras en la parte posterior de la casa ¿Te parece buena idea?- en realidad yo le había dado vueltas al asunto de hacer que Edward se quede permanentemente y con un mejor sueldo. Así podría ir a Chicago y volver rápido.
-Me parece estupenda, pero necesitaremos personal para eso, contrataré algún arquitecto y un maestro de obras-
-No. Yo quiero escogerla personalmente y creo que Edward puede hacerse cargo de eso, le pregunté y sabe de construcción, autos y muchas cosas-
-¿En serio? Bueno, no me puedo negar, si lo hacen ustedes me ahorraré una fortuna. Compra lo que necesites, quiero ver los progresos a mi regreso-
Me fui a dormir saltando de alegría. Ahora iba a tener más tiempo con Edward, tal vez lo invite a comer conmigo en la casa para hablar del asunto o pueda ir a su casita y estudiar a profundidad el proyecto. A quien engañaba lo que quería es que él me estudie a profundidad.
.
-¿Lo quieres para tu cumpleaños?- preguntó mi tentador jardinero al día siguiente.
-¿es posible? Pensaba que tardaríamos más, en realidad no lo quería tan pronto- suspiré.
-Si es posible, sólo pídelo. Podemos salir a buscar una glorieta a tu gusto en Port Ángeles o en Seattle- ¿Seattle? Pasar días con él por allí, simplemente comprando me parecía un sueño.
-Las venden en Chicago- le dije muy segura, había visto en internet la noche anterior.
-No vamos a ir tan lejos.
-Pero es que quiero una glorieta de tipo antiguo. Y allá hay una fábrica grande. Iré sola si no me quieres acompañar- le di la espalda haciéndome la enojada.
-Te acompañaré. Dicen que es una ciudad peligrosa- allí estaba su lado sobre protector. Peligroso sería el lugar dónde él quería buscar a su familia. Yo no pensaba alejarme del centro o del hotel dónde nos quedaríamos.
Así, dos días después y a pesar de las protesta de Edward estábamos volando rumbo a Chicago. Me había salido con la mía y por fin Edward podría buscar a su familia y así no tendría que pedir licencia o dejar el trabajo. Batallé mucho para que me aceptara la ropa nueva que le compré.
Encontramos la glorieta perfecta y la pedimos de inmediato pero nos dijeron que tardarían una semana en entregarla. Así que de todas formas no la tendría para mi cumpleaños.
-Es mucho tiempo, deberíamos ver en Seattle- Edward parecía molesto con la compra.
-Me gusta esa glorieta y no tengo problemas en esperar. Ahora que terminamos con esa parte podríamos buscar a tu familia, si la tienes- pareció gustarle la idea.
-No sé porque tengo la sensación que esa fue la razón por la que quisiste venir aquí. Gracias Bella- Atrapó mis labios con mucha pasión. Me moría por volver a estar con él íntimamente. Y nos habíamos hospedado en un hotel muy bonito, discreto y en una habitación matrimonial. Así que me aproveché su agradecimiento para volver a tentarlo.
-Bella- gruñó cuando le quité la camisa. No podía evitar querer mirar su torso desnudo. Era tan atrayente. Besé su cuello y bajó un poco la guardia.
-Sólo jugaremos un rato- Yo ya venía prevenida, había comprado preservativos, de colores y sabores
Después de media hora logré desvestirlo y hacer que él me quitara la mayoría de mi ropa pero seguía reticente.
-Amor, por favor…- me sentía una seductora potencial.
Creo que eso era lo que más me excitaba, que no fuera él quien me saltara encima.
-Soy una chica previsora, mira- le mostré un preservativo que había escondido bajo la almohada.
Sonrió y volvió a besarme.
-Entonces creo que podemos… yo… también tengo muchas ganas- eso terminó de encenderme como pólvora.
Nuestros besos se hicieron más intensos, mi cuerpo estaba tan caliente. Edward fue bajando hacia mi pecho, se apoderó de mis pezones con su boca y sus manos, me hacía gritar y arquearme de placer.
Caí rendida después de mi tercer orgasmo, no tenía palabras para definir lo que sentía. Satisfecha era muy poco para la sensación de poder que me recorría.
.
Al día siguiente salimos a buscar información. Debíamos comenzar en algún lugar y el registro civil me pareció una buena opción. En la guía telefónica había demasiados Masen. Y ninguna Elizabeth.
-Aquí está. Hay un acta de nacimiento a nombre de Elizabeth Mandy Masen- nos dijo la empleada, una joven odiosa que no le quitaba los ojos de encima a mi bombón.
-Ese era el nombre completo de mi madre. Por favor, ¿tenía hermanos o algún familiar más?- preguntó con cortesía Edward mientras que la otra no dejaba de lanzarle miradas libidinosas.
-Creo que esa información es confidencial- dijo evidentemente esperando un soborno. Confidencial era lo que le iba a hacer si seguía mirándole los labios a mi hombre.
-Aquí tienes a Ben Franklin, a lo mejor a él si puedes darle esa información- casi le gruñí, poniendo un billete de cien dólares sobre el mostrador debajo de mi mano. Tampoco quería que me filmaran sobornando a una empleada pública
-A ver. Nació en Cabrini Green. Aquí hay una dirección Calle Halsted 150. Es todo lo que tengo- le sonrió a Edward y antes que tomara su billete me lo volví a guardar.
-Vámonos cariño- empujé a mi jardinero hacia la salida.
-¿La sobornaste?- preguntó asustado.
-No.
-Le ofreciste dinero-
-Sí, pero luego reflexioné y no se lo di- le sonreí mientras él procesaba la información. Si de algo estaba segura es que Edward no era consciente de su poder de atracción.
Paré un taxi y nos llevó a la calle Halsted. Buscamos la dirección pero había muchos edificios altos. Era un complejo de viviendas del estado, debían ser de beneficencia porque todo estaba descuidado y sucio.
-Debemos preguntar- Edward se veía ansioso por tener noticias así que respiré profundamente y bajamos del auto. Menos mal que traía ropa sencilla.
En el número que teníamos salió un viejo gruñón que se encargaba de la limpieza.
-¿Elizabeth Masen? No conozco a nadie con ese nombre. Aunque… hace como 10 años había una pareja de ancianos. Los Masen, pero el hombre murió de un ataque al corazón y a su esposa la llevaron al asilo cristiano Sinaí en que queda en la calle California. Nunca la volví a ver, si todavía vive debe estar allá.
-Muchas gracias señor- Edward tomó mi mano visiblemente feliz. Teníamos una pista de su extraña familia.
Llegamos al asilo que obviamente era también de beneficencia, el hedor de los barrios bajos me estaba causando nauseas. O sea, ¿cómo pueden vivir así?. Ya sé, no tuvieron la suerte de nacer en cuna de oro como yo. Pero al menos podrían bañarse.
-La señora Masen falleció hace tres meses- la encargada del lugar nos atendió de inmediato al saber que Edward era pariente.
-Quiero saber si ella era mi abuela. Mi madre jamás me habló de su familia. Murió cuando yo era niño- la señora parecía conmovida por la historia de Edward. Así que nos llevó a su oficina. Buscó una ficha entre sus archivos.
-Su nombre era Mandy Masen. Su esposo murió hace años. Tenía una hija, Elizabeth, figura en su historia pero no dice nada más de ella. Espero que te sea útil- nos miró esperando respuesta.
-Sí. Entonces era mi abuela. ¿Vivió bien? ¿De qué falleció?- preguntó Edward.
-Bueno, la señora tenía desordenes mentales, personalmente la atendí cuando hacía mis prácticas en este hospital.
-¿Desordenes mentales?- casi grité
-Padecía esquizofrenia paranoide, tuvimos que trasladarla a un pabellón especial.
-¿Eso es hereditario?- pregunté atemorizada. Me sentí fatal, Edward agachó la cabeza. Que burra soy como se me ocurrió.
-Hay un 50% de probabilidades- dijo la mujer. -¿Tu madre tenía comportamientos extraños?- le preguntó a Edward.
-Le ponía clavos a las puertas por dentro. A veces me encerraba en un armario, decía que iban a llevarme. Pero la trataron en un hospital y mejoró, tomaba tranquilizantes todo el tiempo.
-¿Te has hecho algún examen?- le preguntó ¿Acaso estaba sugiriendo que Edward podría estar loco? Ay Dios con los genes enfermos de su madre hasta yo tenía miedo.
-Sí, me hicieron varios exámenes en el orfanato, neurológicos y de sangre, no presento ninguna anormalidad- lo dijo sin mirar a nadie en específico pero me sentí avergonzada.
-Me alegro por ti. Es una lástima que no conocieras a tu abuela- le sonrió.
-No se preocupe. No tenía muchas esperanzas de todas formas- salimos de allí y no me atreví a decir nada. La verdad no me importaba su herencia genética defectuosa.
Regresamos al hotel y ya no soporté la culpa.
-Lo siento- le dije a punto de llorar.
-Está bien. No tengo más familia pero me alegra que no presenciaras algo desagradable- me abrazó. ¿Cómo podía ser tan bueno?
-No quise insinuar que tu…
-Bella, he asumido desde niño que podía tener algún trastorno.
-¿En serio?
-Sí. No me ofenden tus dudas, al contrario. Eso me indica que te preocupo- sonrió.
No lo había visto así. Bueno sí me preocupaba, pero porque no sea un loco peligroso y luego me dé problemas.
Regresamos al día siguiente a casa. A pesar de todo no olvidaría ese viaje, no sólo por el sexo que era genial, sino porque Edward regresó un poco más feliz.

0 comentarios:

Publicar un comentario