05 febrero 2013

CAP 14 ENEMIGO PUBLICO


CAPÍTULO 14

HAY UN SOPLÓN ENTRE NOSOTROS


JACOB BLACK
— ¡Le digo que hace más de cuatro años que no veo a Edward!— volvió a gritar el doctorcito Cullen. Era un hueso duro de roer, ya me estaba cansando de ser bueno con esta familia.
— ¡Entonces podría explicar porque su esposa tiene tantas propiedades a su nombre!— reclamé.
—No tengo la menor idea, creo que su trabajo es investigar.
—Fue su hijo el que las compró. ¿Porque las inscribía a nombre de su madre si no tenían contacto con él?
— ¿Pues eso debería preguntárselo a él no cree?— me miró molesto.
—Lo haría si no fuera porque se escapó— el doctor sonrió. Maldito matasanos. —Interrogaré a su esposa entonces— amenacé.
—Deje en paz a Esme, es una dama, nunca ha estado en una delegación.
—Pues su hijo es un criminal, debe acostumbrarse— salí de allí, ese hombre no iba a soltar prenda.
Lo malo en todo esto era que la señora Cullen nunca firmó ninguno de los papeles de de las propiedades, todo se hizo con un apoderado. Hijo de…
Esto iba a ser difícil. No podía detenerlos por más de dos días. Y cuando el FBI venga los van a soltar, el doctor tiene una reputación intachable. Y resulta que su hijo tampoco tiene antecedentes. Hasta hace tres meses parecía un ciudadano modelo. El expediente de Masen, cuya identidad legal es Edward Cullen está limpio. Estudiante de la universidad de Michigan, sobresaliente. Hacía prácticas voluntarias en el hospital… todo eso antes de dedicarse a los asaltos. ¿Por qué un hombre que tenía todo, dinero, posición y educación se dedicaría a asaltar bancos?
Pero tal vez la señora Cullen sabría algo. Y yo iba a averiguarlo.
Fui a verla en la sala de interrogatorios. Era una mujer hermosa a pesar de su edad.
—Buenos días señora— saludé.
Ella me miró con dureza. Gente estirada, un par de días más en detención le harían bajar la cabeza.
—Señora Cullen, queremos saber cuándo fue la última vez que vio a su hijo Edward— pregunté.
—Hace dos años y cinco meses, me lo crucé en la calle— dijo muy segura.
— ¿No ha tenido ningún contacto con él en este tiempo?— pregunté.
—No.
— ¿No la ha llamado por teléfono, enviado correspondencia o algún recado con su abogado?— pregunté.
—No. — dijo secamente.
— ¿Explíqueme esto?— le puse en la mesa el informe sobre sus bienes.
—Explíqueme usted a mi porque mi nombre figura en esos estados de cuenta— me respondió.
Saqué el expediente. Una a una le fui mostrando las fotos de los inmuebles que estaban a su nombre y los contratos de compa venta donde ella figuraba como propietaria.
—Ahora que me dice señora Cullen. ¿Puedo acusarla por lavado de dinero?— la amenacé.
— ¿Puedo acusarlo por intimidación? Muéstrame un documento con mi firma porque yo no la veo por ningún lado— me dijo altiva.
— ¡Esas propiedades fueron compradas con dinero robado por su hijo Edward!— grité.
—Tampoco veo la firma de Edward aquí— me dijo con tranquilidad revisando los papeles.
—Usted sabe que lo que digo es cierto, señora. Voy a encontrar el modo de acusarla.
—Le deseo toda la suerte del mundo, oficial— esa mujer me sacaba de quicio.
—Haré lo que sea para implicarla y obligar a su hijo a que se entregue o ataque, entonces lo volveremos a atrapar. Y búsquese un buen abogado señora porque usted no va a salir de aquí en un buen tiempo…— la puerta se abrió de pronto era Sam, Quil y Jared, los había dejado en casa de Bella. ¿Por qué carajos habrían abandonado su puesto?
Los mire con rabia.
—Jake… —Sam estaba pálido, parecía asustado.
— ¡No puedes deja tu puesto regresa a cuidar a Bella, ahora!— grité.
Sam agachó la cabeza… oh no. Mi Dios.
—Se la ha llevado jefe— dijo Quil.
— ¡Mierda! ¿Cómo que se la llevó?— grité.
Salí con ellos hacia mi oficina.
— ¿Qué mierda paso? ¡Contesten!— volví a gritar.
—Los chicos bajaron a tomar café. Cuando subimos ya no estaba. Entró por la escalera de servicio, nosotros la habíamos clausurado ayer…
— ¿Con quién estaba Bella?—pregunté.
—Con su amiga Alice.
— ¿Ella lo vio? ¿Las lastimo?
—Alice estaba dormida cuando entramos. Parece que Bella se quedó sola un momento y el desgraciado entro y se la llevó. Pero no gritó ni pidió ayuda.
—Seguro Masen la amenazó. ¿Ahora qué haremos?
Sentía como si me hubiese vencido aquel idiota, otra vez, para variar. Podía recordar su risa burlona, él había planeado todo.
Masen había firmado su sentencia de muerte. No descansaría hasta ver su cadáver, ahora atraparlo ya no era una opción.
¡Lo quiero muerto!
.
.
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BELLA
Desperté sola en la cama, me levanté asustada. No veía Edward, sus ropas no estaban.
No.
No podía haberme dejado.
¡Me lo juró!
Escuché ruidos fuera de la habitación y me tranquilicé un poco.
—Un desayuno especial para mi reina— Edward entró con una bandeja en las manos. Quise llenarlo de besos nuevamente.
—Gracias— sonreí.
—Solo hay fruta, pan de ayer y leche fría. Lo siento no hay cocina— se disculpó
—Es suficiente, siéntate a mi lado, ayer casi no hablamos.
—Es que habían cosas más importantes amor— me rodeó con sus brazos.
— ¿Me vas a contar como escapaste?— pregunté.
De inmediato fue hacia una mesita y sacó algo.
—Con esto ¿es muy convincente verdad?— me mostró una pistola, la tomé entre mis manos pero no estaba fría, parecía un juguete.
—Entonces es cierto— sonreí. —Eres un bandido— le apunté con el arma.
—Todo lo que quería es estar contigo— me dio un beso.
–Yo también tengo algo para ti, tráeme mi bolso— cuando me lo alcanzó saque la fotografía que me había mandado a hacer en mi graduación y se la di.
—Valió la pena entonces. Felicitaciones, abogada Swan. Creo que voy a necesitar sus servicios señorita— bromeo.
—Solo si tú esposa te maltrata o no te pasan la pensión alimenticia. No soy penalista— me encogí de hombros.
—Pues ni mujer no me maltrata, me tiene muy complacido— sonrió.
— ¿A dónde iremos ahora?— le pregunte.
—Esa es una buena pregunta. La verdad no lo sé. Bella, para poder salir de del país y comenzar una vida lejos vamos a necesitar mucho dinero.
—Aquí tengo lo del botín anterior— le mostré mi bolso lleno de billetes, sonrió complacido.
—Chica precavida. Pero eso nos alcanzará sólo un tiempo. Jenks tiene un trabajo… es algo grande, necesitamos dinero para poder alejarnos de aquí ¿qué dices si vamos a Brasil, a Rio?.. Compramos una pequeña isla y desaparecemos del mapa ¿Quieres hacer ese viaje conmigo?— dejé la charola en el suelo y me dejé caer en sus brazos.
—Sabes que sí. Quiero ir contigo a dónde vayas. No me importa si no puedo ejercer, ni siquiera si tenemos dinero o no.
—No quiero que pasemos necesidades. Jenks, un amigo, me ofreció un buen negocio.
—No Edward, no otro asalto más por favor— le rogué. –Tengo miedo— le abracé.
—Amor, Bella, mírame ¿No confías en mi? Sabes que seré precavido, jamás me han atrapado en acción, sé cuidarme bien.
Yo sabía que era cierto pero una parte de mí se negaba a dejarlo ponerse en riesgo otra vez.
—Te lo ruego Edward, otro asalto no— pedí.
–No es un banco esta vez. Es un tren, van a transportar lingotes de oro y unos documentos fiscales, será rápido y fácil, luego de eso nos podremos ir a dónde queramos. ¿Estás conmigo?—preguntó.
—Si— dije abrazándolo fuertemente. —Pero que sea pronto— exigí.
Deseaba tanto estar a miles de millas de distancia de aquí y que jamás nos vuelvan a separar.
¡Ahhh perro malvado, deja en paz a Carlisle y Esme!
¿Bella y León podrán escapar? ¿Podrán iniciar una nueva vida lejos de Chicago, de la policía y el FBI?
PATITO
ENEMIGO PÚBLICO
CAPÍTULO 27
EDWARD
Estuvimos tres días encerrados en el departamento, no quería arriesgarnos a salir, sólo Jasper nos traía provisiones.
Tres días para recuperar tres meses y me quedaron cortos. Jugueteábamos como un par de recién casados, no noté el paso del tiempo hasta que tuvimos que abandonar el lugar pues no era seguro. Los muchachos nos consiguieron una cabaña en el bosque.
Jenks dio signos de vida unos días después y me citó en el puerto, eso quería decir que debía cruzar la ciudad y no era seguro.
—Debo verlo hoy Bella, por favor quédate aquí— era la tercera vez que se lo pedía pero esta mujercita era tan testaruda.
—Excelente, te acompaño— me sonrió.
—No. Te vas a quedar a esperarme como una buena mujer— traté de persuadirla con una sesión de besos apasionados.
—Voy contigo.
—Bella…
—Bella nada, no me vas a dejar en medio del bosque.
—Voy a tener que manejar como un loco, más rápido que cuando asaltamos, si es que la policía me intercepta. Te vas a marear—esa era una buena excusa para no exponerla.
—No te vas a deshacer de mí.
—Regresaré al amanecer, lo prometo.
—Seré tu sombra, iré contigo a todas partes. Edward prometiste que no me dejarías— empezó a hacer esos pucheros tan lindos y yo no era inmune a ellos.
—Bien. Pero irás en el asiento trasero, agazapada y cubierta con una manta— le advertí, una gran sonrisa iluminó su rostro.
.
Esperé que el sol se ocultara para salir, ahora debería ir rodeando el lago en vez de tomar el camino corto y directo. No me podía arriesgar a pasar cerca del centro de la ciudad con mi preciosa carga.
Nos fue bien habían pocas patrullas. Me ponía nervioso cada que me cruzaba con alguna.
— ¿Me dejarás en el auto o entraré contigo?— preguntó Bella desde el asiento trasero.
— ¿No eras mi sombra? Ahora vas venir conmigo hasta cuando entre a los servicios— le bromeé.
—Eso suena tentador, solo si me prometes que no habrán otros hombres, ya sabes, soy una sombra algo tímida— la escuché carcajearse.
Era todo lo que necesitaba para ser feliz, tenerla cerca.
—Mataré a cualquiera que se atreva a mirar mi sombra.
—Si Peter Pan— volvió a reír.
Llegamos alrededor de las 9 de la noche al embarcadero. Estacioné en silencio y apagué mis luces. Esperé preocupado por más de media hora, la cita era a las 10.
De pronto divisé el Ford de Jenks. Un hombre bajó rápidamente y llegó a mi ventana.
— ¿Masen? Si eres tú. Jenks no puede venir, hay un soplón. En esta dirección, pasado mañana. Sólo preguntas por JJ, te dará una llave de un apartado postal en la oficina central de correos. Allí encontrarás toda la información, el día, el lugar y el trayecto del expreso.
— ¿Un soplón? ¿De los tuyos o de los míos?— no sabía que esperar.
—No sabemos aún. No te olvides. La en tienda de JJ el viernes por la mañana— se dio la vuelta y corrió hacia su auto. Arranqué y salí pronto del lugar. Me crucé con varias patrullas de regreso.
Al llegar a la salida de la ciudad me di con la sorpresa, todas las salidas estaban bloqueadas y había revisión. Di la vuelta pero una de las patrullas nos notó. Empecé el trayecto de regreso sin saber que hacer o a dónde ir. Pronto ya teníamos tres autos de la policía detrás de nosotros.
— ¿Edward? ¿Qué va mal?— Escuché a Bella detrás.
—No salgas Bella, mantente abajo. Nos están siguiendo.
— ¿Policías?
—Si
—Dios. ¿Qué hacemos?
—Tranquila amor. Todo está bien— aceleré un poco, debía tomar el camino del lago, allí habían muchas salidas donde podía perderlos, si me daba prisa.
Manejé por la ribera hasta una desviación. Era una autopista ancha, entonces empecé a correr a toda prisa. Lo único que me preocupaba era la gasolina.
Pronto perdí a las patrullas, pero nos quedamos sin combustible. Estacioné cerca de la orilla del lago.
— ¿Llegamos?
—A la nada. Se nos terminó el combustible, preciosa.
—Podemos caminar— rápidamente se coló al asiento del copiloto.
—Amor, son más de 20 kilómetros hasta la cabaña.
— ¿No hay una gasolinera cerca?
—Pasamos una hace poco.
—Pues vayamos por el combustible.
—Es tarde ¿nunca te han dicho que no debes salir por la noche? Abundan los asaltantes— le sonreí.
—No me dan miedo los asaltantes— me sonrió.
— ¿Así? No debiste decir eso pequeña, vas a temblar de miedo— la tomé por la cintura y la subí sobre mí.
—Ups, tal vez si tiemble un poco pero no de miedo— empezó a besarme con desesperación.
Le subí la falda del vestido para acariciar sus largas piernas. Su intimidad estaba caliente. Sus pequeñas manos se enredaban en mi cabello ocasionándome un delicioso placer. De pronto ella se tensó.
—Edward… luces— sentí su corazón palpitar acelerado.
Vi por el retrovisor, estaba seguro que era una patrulla. ¡Maldición!
Abrí la puerta con rapidez, bajamos corriendo a ocultarnos tras un arbusto. Entonces noté que Bella me soltó, volteé a verla, caminaba a gatas rumbo al auto, nuevamente. Me tiré al piso y la tomé de los tobillos.
— ¡No! ¡Olvidé el bolso!— pateaba porque la soltara.
—Déjalo— no me hacía caso, quería regresar por el maldito bolso. — ¡Isabella!— grité. Se quedó quieta. Prácticamente la arrastré hasta el matorral.
—No me digas así— tenía la cabeza gacha.
—Amor— le levanté el rostro, una lágrima caía por su mejilla. – ¿Qué pasa?
—Mi papá me llamaba así cuando estaba molesto— no era el momento de recuerdos tristes, sólo la abracé y musité un "lo siento".
Ahora debía ver la manera de recuperar nuestro vehículo y el dinero, si era posible.
Aquel auto se estacionó al lado del nuestro, un hombre muy alto, con un traje oscuro bajó de él. Su porte y su manera de caminar lo delataban. El buró federal de Investigaciones, FBI.
Ellos no eran tan tontos como la policía. Engañarlos demandaba muchos esfuerzo, son gente preparada, sabuesos entrenados.
Le hice señas a Bella para que estuviese quieta y no se moviera, a pesar de sus protestas.
Me deslicé lentamente pero el tipo fue más veloz, subió a su auto y se marchó. Pareció oírme pero no nos enfrentó porque estaba sólo.
Debíamos salir de aquí pronto.
— ¡Bella!— grité, ella llegó a mí pronto. –Toma tu bolso y vámonos— saqué la manta y los bocadillos que había traído. La caminata iba a ser larga.
— ¡No está! Lo dejé aquí atrás… no está… ¡Edward!— me miró desesperada.
— ¿Tenías el dinero allí?— pregunté.
—Sí. Guardé un poco en el departamento pero… casi todo estaba en mi bolso.
— ¡Maldición! No importa. Ven… ¡corre!— grité.
Sabía que no había tiempo, si ese tipo no nos persiguió quería decir que iba por refuerzos, ellos nunca se enfrentan solos si no están seguros de ganar.
Nos internarnos en el bosque, conocía este camino pues habíamos venido a acampar un par de veces con Carlisle y Esme hace muchos años.
—Edward ¿qué vamos a hacer sin dinero?— iba quejándose mi pequeña por el camino.
—Es lo de menos, súbete a mi espalda amor. Déjame cubrirte con la manta.
Empecé a correr tan rápido como pude, ella no era muy buena caminando y menos en la oscuridad, apenas nos iluminaba una luna creciente.
— ¿Vamos a volver por el coche?—preguntó.
—No lo creo. Debemos llegar a algún lugar pronto y tomar un auto, ellos nos deben estar siguiendo, las huellas son fáciles de detectar.
— ¿Ellos?
—FBI amor, si no me equivoco ese tipo era Félix Hoover, el mejor rastreador de los chicos de negro. Si él viene tras nosotros debemos desaparecer pronto. ¿Tenías algo que pueda llevarlos a la cabaña?— pregunté.
—Ay no. Hice un pequeño plano… por si nos perdíamos. Lo siento— empezó a sollozar.
—Está bien. Ahora lo importante es salir de aquí.
Seguí corriendo hasta encontrar una gasolinera. La dejé a ella entre las sombras mientras iba por un auto. Tuve suerte y encontré uno con las llaves puestas. Lo tomé rápidamente y salimos de allí sin saber a dónde.
No podía entrar a ninguna avenida, así que traté de bordear el lago para alejarnos lo más que pudiéramos.
Llevaba manejando más de dos horas. Pronto saldríamos del estado, Ohio estaba muy cerca pero seguramente en la frontera habría más policías.
Me estaban acorralando, lo sentía y escapar con Bella me lo ponía más difícil aún. ¿Cuánto tiempo más podremos huir?
Me estacioné cerca de un descampado, debíamos dormir, Bella tenía los ojos muy abiertos.
— ¿Qué hora es?— preguntó. Miré mi reloj.
—Casi las 4 de la mañana, duerme amor, yo cuidaré tus sueños— la recosté a mí pecho.
—No, quiero estar despierta quiero cada minuto contigo— la sentí temblar
—Pronto terminará esto y nos iremos amor, nos iremos muy lejos de aquí.
—Sí, quiero irme contigo… al fin del mundo— la acomode mejor. —Pero tengo miedo Edward, fue mala idea, no quiero ser un estorbo—sollozó.
—Traté de evitarte esto pero eres muy obstinada. Debería aprender a obedecer señorita. Si te quedaras no estaría todo el tiempo… ¿Bella?— ella dormía plácidamente pero sus manos estaban aferradas a mi suéter.
De algún modo debíamos salir pronto de aquí, éste no era un país seguro.
Pero sin dinero y sin un lugar a dónde llegar sólo me quedaba confiar en Jenks. Con soplón o sin soplón, ese último asalto debía conseguir nuestra libertad y asegurarnos el futuro.
¿Quién le pasaría información a la policía o al FBI?
¿Quién nos estaba traicionando?

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