03 febrero 2013

Cap 12 Jardinero


CAPÍTULO 12

NO QUIERO AMOR ¡SÓLO QUIERO SEXO!

Amanecí con fiebre. Y todo el cuerpo me dolía, no sólo mis partes, sino todo. No había razón, sólo había hecho el amor, no había corrido una maratón.
Ya me resfrié. Y cuando yo me enfermo soy muy aniñada, me tiro a la cama a morir.
Y nunca tengo quien me cuide, en estos momentos es que de veras extraño a mamá.
Miré televisión por casi 8 horas, al menos estuvo encendida ese tiempo, yo dormía y volvía a despertarme.
—Le traje un té caliente señorita— Ángela era la única que parecía que le importaba un poquito.
Me sentía tan sola. Cómo me gustaría que Edward viniera a verme. Pero no puede entrar aquí, no sin ser visto y no quiero que nadie se entere de lo nuestro.
—Ángela ¿me haces un favor?—
—Si señorita, lo que diga.
—Creo que mis flores están tan enfermas y tristes como yo… ¿podrías llevarle mi maceta con orquídeas al jardinero? Dile que las abone o les eche algo para que se curen— le señalé la esquina de la terraza.
—Si señorita, las llevo ya mismo— suspiré al verla irse.
Creo que no podía haberle enviado una indirecta más clara a Edward, así al menos sabría que si no he salido todo el día no es porque me hubiera arrepentido por lo de ayer o que mi padre me haya reprendido.
Volví adormir porque la fiebre estaba empeorando. Papá no vendría hoy, había ido a Seattle.
—Bella ¿Cómo te sientes?— una aterciopelada voz me sorprendió. Tocó mi frente y luego me dio un beso.
Abrí mis ojos sorprendida, Edward me miraba preocupado.
—Bien, ¿Qué haces aquí?— pregunté incorporándome. Ya era de noche.
—Me dijeron que estabas enferma, quise esperar pero no pude. Estaba muy preocupado.
—No te apures, es sólo un resfriado, me la he pasado estornudando todo el día y me duele la cabeza— no me gustaba que me viera así despeinada y enferma.
—Déjame que me quede contigo— tomó una toalla del baño y trajo agua tibia.
Puso compresas sobre mi frente, me arropó y se echo junto a mí, mientras me tarareaba algo para dormir y con una mano hacía suaves caricias en mi cabeza. Me quede profundamente dormida.
Cuando desperté ya no estaba, me sentí sola otra vez.
Pasé toda la mañana descansando.
Esa tarde me sentí mejor y salí a buscarlo, estaba podando unas rosas cerca de la casa.
—Hola doctor Masen— le sonreí.
— ¿Te sientes mejor?—
—Sí. Gracias por cuidarme.
—Qué bueno que estés bien.
—Quiero pasar la noche contigo— le pedí ya que papá no regresaría hasta mañana.
—Puedo venir a verte, ya sé cómo trepar por tu balcón— sonrió.
—No. Quiero quedarme en tu casita— tenía muchos deseos de abrazarlo pero había gente cerca, sabía que las empleadas sobre todo Jessica siempre estaba husmeando.
.
Pero cuando me disponía a salir a pasar una noche feliz, llegó Alice. Seguro algo presintió porque ella siempre era así de inoportuna. Con la intuición que tenía debió dedicarse a la adivinación en vez de la moda.
—Hola enfermita, Charlie me llamó para decirme que te habías resfriado.
—Sip. Pero ya casi pasa, he estado dos días en cama.
—Oye y…— miró a todos lados para cerciorarse de que estábamos solas. –Cómo te va con ya sabes quién— sonrió.
— ¿Quién?— me hice la loca.
—Ya sabes, no te hagas la inocente— sonrió.
—Siéntate que debo contarte…— también me fijé que no hubiera nadie por allí. –Alice, ya no hago milagros— le solté, esperaba que entendiera.
— ¿Qué?—en su rostro se formó una expresión de lo más cómica, parecía que iba a gritar. –Bella… ya no eres… —junto sus manos e hizo un círculo sobre su cabeza. Como una aureola de ángel.
—No. Ya no soy santa Bella— le sonreí.
—Pero, pero… no me digas que fue con el… chispas amiga… ¿te dejaste polinizar por tu jardinero?— rompió a reír.
No sabía si reírme con ella o lanzarle mi zapato.
¿Por qué tenía que ser tan ordinaria?
—Se llama hacer el amor Alice— la miré de mala manera pero no me hizo caso y seguía riéndose.
—No Bella. Sólo se hace el amor cuando se ama. ¿Lo amas?— preguntó.
—No— respondí fastidiada.
—Entonces fue sólo sexo. Y uno muy peligroso.
—No fue sólo sexo… Edward me ama— me lo había dicho y lo demostraba, se había pasado una noche cuidándome. Eso debía significar algo.
—Te ama… tu jardinero te ama. Que conmovedor. Cuando Charlie se entere…
—No va a enterarse— casi grité.
—Claro que sí. La verdad siempre se sabe. No voy a apoyarte en esto. No le voy a mentir a Charlie, él me quiere mucho. ¿Por qué no puedes tener una relación con un joven de nuestra clase? ¿Por qué tenías que encapricharte con un jardinero hasta tal punto?
— ¿Encapricharme?
— ¿No acabas de decir que no lo amas?, entonces es un capricho.
—Pero es que...
—Además está el riesgo. Debes cuidarte con algo tan, pero tan seguro, que ni el espíritu santo pueda fecundarte— ahora parecía más preocupada.
—Sí. Ayúdame. No sé, acompáñame a un ginecólogo a ponerme algo— le pedí.
—Bella, es peligroso que continúes con esto, alguien va a salir lastimado. Si no es Charlie será ese muchacho. ¿Y qué vas a conseguir?
—Yo sólo quiero… no sé…
—Ya tienes 18 años no eres una nenita para jugar a las escondidas Bella. ¿No te das cuenta de lo que haces?
—Si Edward tuviera dinero sería diferente— pegué un golpe al sofá dónde estaba sentada.
—Pero no lo tiene, es pobre y no es candidato para nada. Así que no seas mala y deja de jugar con él.
—No te metas en esto, no es tu problema y no eres mi madre— le grité.
—Siempre has hecho lo que has querido pero este es demasiado Bella. No voy a ayudarte.
—No necesito tu ayuda, no la necesité jamás, yo puedo con mis cosas sin amigas metiches que se creen tan sabias— le grité.
—Bien. Si así es cómo lo quieres. Me lavo las manos, de aquí en adelante será tu responsabilidad. Luego no me vengas a pedir ayuda, no voy a mentir por ti ni voy a cubrir ninguna de tus locuras. Charlie no se lo merece… y ese chico tampoco— caminó hasta la puerta. –Por cierto, hazte cargo de los festejos de tu cumpleaños que yo no voy a poder— salió sin decir más.
Alicer era mi mejor amiga desde que tenía memoria. No me podía dejar sola. Empecé a llorar porque estaba molesta, me había excedido. No era que le diera razón a mi ex amiga. Pero no iba a alejarme de Edward todavía. Más adelante quizás pero no ahora, me hacía sentir tan bien.
Tomé mi bolso y me fui a su casita, llevé mis implementos necesarios y un pijama decente, tampoco iba a dormir en cueros.
.
—Estás triste— me dijo Edward mientras me besaba.
—He… peleado con mi mejor amiga— le confesé. –Además mañana no es un buen día para mí, por eso quería venir esta noche— así la depre no me sorprendiera sola.
—Ya lo arreglarán. ¿Por qué mañana no es un buen día? ¿Algún recuerdo triste?— me acurrucó contra su pecho. Otra vez me picaban los ojos.
—Sí. Mamá murió una semana antes que cumpliera 5 años. Así que mañana cumplirá 13 años de fallecida— me abracé más a él.
—Lo siento. No estés triste, tu madre está en un mejor lugar. Desde dónde te cuida, seguro está orgullosa de ti— sus palabras me habrían hecho reír en otro momento pero hoy estaba vulnerable. ¿Orgullosa de mí? ¿Una chica mala que jugaba con su jardinero y le mentía a su padre?
Ya no quería hablar. Sólo sentirme amada. Lo besé con mucho más ímpetu que antes, hoy no quería que fuera tierno, quería olvidarme de todo y pensar sólo en lo que sentía.
Nos desvestimos con mucha lentitud para mi gusto, Edward era muy tierno, me hacía sentir querida, sin embargo recordaba lo que Alice me dijo.
Deseaba que no me amara, que sólo lo hiciera como yo. Sin sentimientos de por medio. Nada más por pasar el rato.
Me apuré en quitarle hasta la última prenda y toqué su miembro, estaba enrojecido, caliente y duro. Me miró algo sorprendido. Se lo frote de arriba abajo, no quería que esto fuera "hacer el amor", sólo debía ser sexo. Y mientras más rudo mejor.
—Bella… despacio— me dijo con su rostro medio desencajado.
— ¿No me puedes seguir el ritmo?— lo desafié.
—Si quieres jugar así— murmuró apoderándose de mi cuello. Casi grito del placer. Sus dientes eran deliciosos, se acercó a mis pechos y puso ambas manos sobre ellos, luego lamió mi pezón derecho.
Abrí las piernas y empujé mis caderas hasta que me penetró, dolió un poco pero casi nada comparado con la primera vez. Quería olvidarme de todos, así que seguía moviéndome pero Edward no dejaba de besarme y acariciar mi rostro. No podía sentir que esto fuera sólo sexo. ¡Maldición!
Tuve un orgasmo tan delicioso que logré olvidar hasta mi nombre.
— ¿Bella?— Edward estaba sobre mí y acomodaba los mechones de mi cabello detrás de mi oreja, él todavía no llegaba, que bueno porque yo necesitaba otra ronda. –Quisiera repetir lo del otro día… pero… es peligroso ¿Te estás cuidando?— preguntó.
—No importa, ya veré que hago después— pasé mis manos por su trasero para tentarlo a seguir.
—No amor… debemos ser precavidos— besó la punta de mi nariz. ¿Qué… mierda? ¿Me llama amor para decirme que no va a seguir?
—Bueno, si tú no puedes…— lo empujé.
—Bella… entiende, es peligroso— me hablaba con tanto cariño que me daban rabia.
— ¿Y? No es tu problema, ya veré como lo soluciono, la ciencia ha avanzado por si no lo sabías, hay muchas pastillas… inyecciones… por si pasa algo— me daba cólera su excesiva preocupación a veces.
—Eso es abortivo— dijo muy serio… parecía Alice llamándome la atención.
— ¿Y?
—No es una buena forma… es un pecado quitarle la vida a un ser…
—Mira, no me vengas a hablar de pecado pedazo de puritano. Bien que te gozas conmigo sin remordimiento de conciencia— le grité. Me miró ofendido, a mi ya no me importaba.
—Yo sé que esto no está bien… y te pediría que te cases conmigo para resolverlo si supiera que tengo una sola posibilidad contigo…— casi me da ataque escuchar eso ¿Pedirme que sea su esposa? ¿A mí? Idiota. ¿Cómo me iba a casar con un… huérfano que no tenía dónde caerse muerto?
—Edward… no sé en qué mundo vives… estamos en el 2011, el mundo ha cambiado… la gente ya no se casa para coger.
—No hables así. Esto no es coger para mí— se levantó y empezó a vestirse.
— ¿Me vas a dejar así? ¿Cómo te atreves?— no me respondió. Simplemente terminó de vestirse sin mirarme.
— ¿Creías que me había enamorado de ti?— pregunté aturdida. Yo le había dejado en claro que esto no sería importante. No sé qué parte de "no te enamores de mí", no había entendido.
—No. No aspiro a tanto. Pero pensé que al menos me querías un poco— se sentó en la cama muy cerca de mí.
Me gustaba mucho, pero "querer" era otra cosa. No podía negar que me había conmovido que me cuidara la noche anterior. Me gustaba que me acurruque contra su pecho, que me hiciera el amor… o sexo como debía llamarlo. Pero no podía pedir más de mí.
—Bueno. Si no vas a poder satisfacerme me voy— me levanté para salir pero sus brazos me aprisionaron.
—Por favor, no te vayas. Haré lo que quieras, si lo que deseas es sólo mi cuerpo, es tuyo…— empezó a besarme de forma desesperada, pero a mí ya se me habían pasado las ganas.
Traté de hacerlo a un lado pero no me le permitió. Sus manos me recorrían de una forma que no lo había hecho antes. Se tiró a la cama conmigo sobre él.
Pero podía ver que no le agradaba hacerlo de ese modo.
Me rindo. Tanta pelea me dio sueño y mañana debía ir al cementerio.
—Edward… Edward— dije quitando sus dedos de mí. –Mejor dormimos ¿sí? Tengo sueño— me recosté contra su pecho y me abrazó. Me arropó bien y se acomodó a mi lado.
—Perdóname, sé que dijiste que no me enamore, pero no he podido evitarlo. Y no hay nada que pueda hacer contra esto— besó mi mano.
Cerré los ojos para no verlo. Me sentía tan mal. Él era buena persona pero yo… era una malvada que le haría sufrir. Si tan solo pudiera echarlo de mi vida. Pero era egoísta, no dejaría que se fuera porque me hacía sentir bien.

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