03 febrero 2013

Cap 11 Jardinero


CAPÍTULO 11

¡AY! NO TODO ES COMO ESPERABA


Me desperté porque mi celular no paraba de sonar.
¡Maldición me había quedado dormida!
Debía ser papá, no le podía contestar. Hacía frío así que me puse el suéter y salí de la cama. Edward se revolvió, empezaba a despertarse.
Ya era de noche.
Tenía 5 llamadas perdidas del gran jefe. ¿Qué hago? Papá debe estar en casa, no podía llegar desde aquí.
Le llamé a Emmett, sólo él podía ayudarme a salir de ésta.
—Emmett McCarthy, dios del sexo— me contestó y sonreí.
—Hola grandulón, ¿dónde estás?— rogaba porque esté libre para ayudarme.
—Mejor no te digo Bella, ¿que necesitas?
—Una coartada. Por favor, estoy en aprietos…
— ¿Con quién?— escuché su carcajada.
—¡Que te importa! Ayúdame, anda… y te deberé el favor— rogué.
—Bien. ¿Qué necesitas?
—Le llamaré a mi padre y le diré que estoy contigo… ¿puedes hacer lo mismo?
—Ok. Pero te va a costar…
—Lo que quieras…por favor.
—Bien, le diré que estamos en… ya sé, cenando en casa de Jasper. Después que le llames yo lo haré ¿De acuerdo?
—Ok.
—Le diré que te vendré a dejar en una hora. Espero que regreses a tu casa pronto… estaré fuera con mi auto, ya estaba por regresar a la mía de todas maneras.
—Gracias eres un sol— sonreí.
—No. Solo son negocios baby— soltó una carcajada y colgó.
— ¿Con quién hablabas?— preguntó Edward tomando mi cintura, yo no tenía nada más que su suéter, así que me estremecí.
—Con el tontorrón de Emmett, necesito una coartada… no puedo llegar así nada más…y menos desde aquí… Espera— le llamé a papá que pareció complacido de saber que me encontraba con el chico con quien me había recomendado salir.
Así que teníamos una hora…
— ¿Necesitas algo princesa?— Edward besó mi hombro y volví a sentir muchas ganas de repetir lo que habíamos hecho.
—Si— lo tumbé de nuevo a la cama. –Tenemos un poco de tiempo, necesito cariño— me acurruqué en su pecho mientras que él acariciaba mi espalda.
Quise hacerlo otra vez pero me ardían un poco mis partes, así que desistí. Me alegraba que hace apenas dos días terminó mi periodo sino estaría jalándome de los cabellos por no habernos cuidado, de todas formas algo debía hacer, no quería tener un bebé, era muy joven y menos con alguien que ni siquiera puede pagarse un pasaje aéreo.
Media hora de besos y caricias no fueron suficientes. Debía repetir lo de hoy, unas veces más pero no podía dejar que fuera tan importante, esto era una aventura, una muy grande, quizás cuando sea adulta o muy viejita recordaré al jardinero como "la época en que perdí la cabeza".
Y Alice iba a matarme. Ella decía que solo hay que entregarse a quien ames y lo merezca y creo que Edward no calificaba en ninguna de las dos opciones. Aunque me había dicho que me amaba.
—Edward debo darme un baño, no puedo llegar apes… oliendo a esto— casi le digo algo feo, debía cuidar mi vocabulario, normalmente soy directa y no me ando con rodeos, digo las cosas por su nombre. Y había un olorcito medio raro. A mí no me parecía tan malo pero seguro mi padre lo podía identificar.
—Déjame calentarte el agua— dijo saliendo de la cama. Por todos mis trajes de chanel, que trasero. Brad Pitt era famélico a su lado.
— ¿Calentar el agua?— sonreí.
—No tengo agua caliente en la ducha— ay por dios pobre chico, ¿se bañaba con agua fría?
— ¿En serio?— creo que puse cara de sufrimiento porque Edward rió.
—No la necesito, me he acostumbrado al agua fría, ayuda a fortalecer el cuerpo.
—Y a contraer pulmonía— salí de la cama y caminé a la ducha. La abrí, un mísero chorro cayó y casi me congelo la mano.
—Está muy fría para ti. Te prepararé un balde de agua tibia— no demoró mucho, me sentí extraña. Nunca me había bañado así, con un jarro. Era denigrante.
—Así no puedo bañarme— grité molesta.
—Yo te la echo si quieres— acepté, estaba agradable.
— ¿Tienes jabón?— pregunte.
—Sí, pero no creo que te agrade— busqué hasta encontrar algo blanco. Lo tomé y me lo llevé a la nariz para oler de qué era. Olía horrible.
— ¿De qué lo hicieron, de grasa animal?— pregunté arrugando mi nariz.
—Es jabón de ropa. No suelo comprarme con olor— dijo abochornado. ¿Jabón de ropa? Creo que iba a escribir una carta muy agresiva a los servicios sociales o mejor, a los periódicos para denunciar que en los orfanatos maltratan a la gente. Pobres infelices, sin padres y pasando tantas necesidades.
Después de sólo bañarme con agua, me puse mi ropa. Pero hacía frío y no había traído nada abrigador, nuevamente Edward me puso su viejo suéter. Nota mental, comprarle una casaca decente a este muchacho, no puede andar por allí tan desarrapado. Con lo guapo que es.
–Necesito salir de la casa y llegar a la puerta principal o al menos muy cerca— le pedí cuando íbamos saliendo.
—Se por donde podemos escalar para salir. Te ayudaré—
Caminamos hacia la parte más lejana, una pared enorme rodeaba toda mi propiedad y yo no era la mujer araña para trepar. Era la primera vez que escalaba una pared.
Me pareció divertido y hasta excitante, no corrí peligro porque Edward me cuidó todo el tiempo.
Esperamos a Emmett en la carretera, no tardó mucho.
— ¿Bella?— dijo al estacionarse. Se sorprendió de vernos.
—Gracias Em. Préstame tu chamarra— le urgí, no podía llegar a casa con un suéter tan viejo. Me despedí de Edward con una sonrisa y me subí al auto de Emmett.
Tampoco iba a besarlo apasionadamente en frente de mi amigo.
—No quiero entrometerme… pero… ¿tienes algo con tu jardinero?—preguntó
—Algo así— pero no era importante me repetía para mí misma.
—Cool— sonrió descaradamente el grandote.
—Pero no es tu problema y espero que no lo repitas por allí— dije molesta.
—Ya va. Claro que es mi problema, soy tu coartada. Si tu padre se entera también voy a pagarlo—
—No lo creo— me burlé pero tenía miedo, si Charlie se enteraba se iba a decepcionar de mi. Era la única persona que tenía en el mundo, no quería que dejara de quererme.
—Oye, cuando se supone que estoy contigo salgo con la manicurista de mi madre, sé que es guardar un secreto, créeme— se rió.
— ¿En serio? No sabía— también reí.
Así que andábamos con dos pobres diablos. Bueno el mío era endiabladamente apuesto, así que imagino que la chica pobre de Emmett también debía serlo.
—Se llama Rosalie y es una barbie… la quiero mucho pero a papá no le va a gustar alguien que no tenga un buen apellido y un papito forrado de billetes— dijo triste.
—Como yo— le sonreí.
—Exacto. Bella al menos péinate— se inclinó hasta su guantera y me alcanzó un cepillo. –Tu padre va a pensar que… bueno, se imaginará cosas… y no quiero que se tome una mala idea de este galán— llegamos al portón de mi casa y Emmett tocó la bocina. Nos dejaron pasar. Papá estaba cerca de la piscina esperando.
—Hola papi— corrí a abrazarlo.
— ¿Donde andaban chicos?— preguntó sonriente.
—Lo siento Charlie, solo íbamos a tomar un helado pero aparecieron otros amigos y nos entretuvimos— Emmett parecía muy convincente.
—No hay cuidado, sé que contigo mi nena está a salvo—le sonrió
—Gracias por la confianza, tengo que irme. Luego me devuelves mi chamarra Bella— le dio la mano a mi padre y se fue.
—Me gusta ese chico— papá lo miraba feliz alejarse. ¿El chico o sus millones? Pensé.
De pronto estornudé. Subí a tomar un baño en mi tina, con agua caliente y jabón decente. Lástima que estaba sola. Ese baño en casa del jardinero no fue de mis favoritos pero él estaba conmigo y me ayudó. Sólo por eso no lo pondría en mi lista negra.

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