13 febrero 2013

Cap 12 El Contrato


CAPÍTULO 12

VACACIONES 1 


JASPER HALE 

Me asombraba que Alice sólo preparara una maleta pequeña, eso quería decir que si no cargo nade de ida, vendré repleto a la vuelta.

Bueno, por hacer feliz a mi pequeña podría resistir una tarde de compras. Pero solo una.

El hotel en Paris era muy elegante, no un 5 estrellas pero si muy hermoso. Entramos al lobby y pudimos ver a las tres damas hablando acaloradamente sobre algo interesante.

—Jazzi, hay un problemita de padres celosos—me dijo haciendo un puchero por demás sexy.

— ¿Qué pasa chiquita? – pregunté besándola.

—Es que sólo nos darás dos habitaciones. Así está estipulado. Si pedimos una más, la tour se cancela— me dijo triste.

Ahora entendía la sonrisa de Carlisle cuando nos despedimos hasta me dijo "diviértanse" antes de abordar el avión.

¡Qué suegro tan celoso tenía!

Sé que encontraremos alguna manera de poder estar juntos.

— Por mí no hay problema amor, puedo resistir— le dije para calmarla.

—Bella sugirió algo bueno, aunque serán dos noches de lo peor, la siguiente podremos quedarnos juntos— me dijo dando saltitos lo cual quería decir que ya había decidido.

—Me parece genial. Sólo dime en dónde nos quedaremos y cuándo podremos estar juntos— le sonreí.

—Esta noche nos toca en las habitación 206 con Emmett y Rose— dijo poniendo cara de asco. –Pero mañana si podemos estar juntos en la 208 y pasado con Edward y Bella— me sonrió. Asunto resuelto.

—Entonces voy a la habitación 206 a dejar el equipaje y a darme un baño— le dije y subí rápidamente.

Cuando salí de la ducha encontré un lío en la habitación, al parecer mi hermana y mi novia seguían con su eterna rivalidad.

—Nada de sexo mientras compartamos habitación te lo advierto Rose al primer quejido te daré guerra— la amenazaba mi Alice.

—También opino lo mismo, acaso crees que quiero ver u oír como lo haces con mi hermano— dijo Rosalie.

—Sin sexo noooo— gritaba Emmett desde la ventana.

Bajamos a comer y después de un paseo nocturno cada pareja por separado, regresamos a la habitación. Las camas habían sido arrimadas, en dos de ellas estaban Rose y Emmett y la única que quedó nos la dejaron a nosotros, sabía que mi pequeña explotaría en cualquier momento.

—Que asco, cochinos, ya profanaron la habitación— gritó.

—Dijimos nada de nada mientras estemos los 4 pero hace rato estábamos solos— le dijo Rose, no quería ni imaginármela haciendo esas cosas. Ya era denigrante oírla en casa cuando coincidíamos en la ciudad.

— ¿Y quién les dio permiso de tener dos camas juntas?

—En una sola caben Jasper y tú y todavía sobra espacio— dijo Emmett. –Yo necesito una cama para mí solo— se quejó mi cuñado.

—Costal de papas, mas te vale que no ronques o te echaré frijoles por la nariz— amenazó Alice, Emmett se hizo un ovillo en la cama.

Pasamos la primera noche casi sin poder dormir, parecía un duelo, apenas se escuchaba un pequeño sonido de la otra cama mi Alice brincaba o les gritaba. Casi al amanecer por fin pudimos dormir.

Al día siguiente la guía nos despertó muy temprano, teníamos que recorrer varios lugares, casi todo el tiempo que pasamos en la Van, yo tenía los ojos cerrados, apenas los abrí cuando visitamos Notre Dame, el arco del triunfo, la catedral de Saint Germain y la torre Eiffel.

—Parece que están todos muy cansados— nos dijo la guía confundida, ya que al parecer no era el único con sueño.

—Es que aún no nos acostumbramos al cambio de horario— dijo Edward, con unas ojeras como las mías pero con una sonrisa de oreja a oreja.

Esa noche hicimos el cambio de habitación y pensé que si nos acostábamos temprano podría recuperar el sueño de la noche anterior pero no fue posible, Alice prácticamente no me dejó dormir, aseguraba que quería aprovechar el tiempo. Me sentí usado.

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ROSALE HALE 


A pesar de la gruesa capa de corrector que tenía puesta se podían ver mis ojeras. Y todo por la magnífica idea de la novia del medicosito. Ese par me caía como plomo, ella tan pánfila y él tan engreído. Durante toda la noche que nos tocó en la misma habitación no los dejé pegar un ojo, entre mis risas y las cosas que le hice a Emmett nos mantuve en vela.

Y hoy teníamos recorrido para ver pinturas y esculturas viejas. Le llamaban arte pero para mí era la prueba de que los griegos eran unos ninfómanos.

—Bienvenidos a Louvre— nos dijo la guía cuando entramos. ¿Qué tienen de buenos? Decía mentalmente. Miré sin mostrar el más mínimo interés, creo que a parte de alguna que otra escultura mostrando las potencias griegas no me llamó la tención nada más.

—Y esta es la famosa Gioconda, también llamada Monalisa— dijo nuestra conductora.

—Parece una mona—dije apenas mirando la pinturita.

—Discúlpela, las raíces rubias, mataron sus neuronas— dijo la pulga novia de mi hermano. La miré con toda la rabia que podía pero mi hermano empezó a sentirse triste y eso me afectaba. ¿Por qué me tocó un gemelo tan sensible?

Pero esta noche si podría dormir, nos tocaba a mi osito y a mí solos.

—Al fin, si veía una pintura más iba a enloquecer— gritó Emmett cuando salimos del museo. —Y esta noche será para nosotros bebé— me dijo con una preciosa sonrisa en la cara. Este hombre era tan guapo y juguetón que me derretía.

Apenas llegamos al hotel tomé una ducha caliente para quitar el olor a viejo que me dejó aquel museo, me puse el babydoll más coqueto que tenía, mi gran oso me esperaba.

—Hay partido mi amor ¿me puedes esperar media hora más?— me dijo desde un sofá frente a la gran pantalla LCD.

¡Hombres! bueno tenía media hora para ponerme un aceite con feromonas que había traído especialmente para este viaje.

Cuando estuve lista, mi cabello seco y cepillado todavía el partido no terminaba, decidí pintarme las uñas, las 20 porque el condenado juego se prolongaba, parecía muy bueno porque Emmett no dejaba de gritar.

Apenas terminó miré el reloj, era casi la media noche.

—Ya estoy listo bebé— escuché llamar a mi osito. Fui a apagar la luz de la habitación cuando sentí un movimiento del piso antes de llegar al interruptor.

— ¡Qué fue eso!— grité. Sentí otra sacudida más fuerte.

—Amor, el piso se mueve… ¡mamá!— gritó mi osito y tropezó con una silla. Tan grande y miedoso. Tomé la bata y sin ponérmela salí corriendo detrás de él. En el pasillo los demás huéspedes miraban en todas direcciones.

—Te va a dar angina de pecho— escuché a mi pequeña cuñadita. Me miraba de pies a cabeza. –Hueles a Chocolate rancio— dijo haciéndome a un lado y caminando hacia las escaleras.

Detrás de ellos el estirado y su novia caminaban con lentitud, traían unos pijamas a juego que seguramente usaron sus abuelitos.

—Por favor, usen las escaleras, no usen los ascensores, mantengan la calma, el sismo ya ha pasado pero debemos evacuar por seguridad, todos a los jardines del hotel— un empleado nos hablaba.

Y mi oso miedoso no aparecía por ningún lado, esta noche no le daría su premio.

Estuvimos un par de horas en el lobby, hubo dos réplicas más.

Frente a mí, Bella dormía recostada a su novio y Alice roncaba en los brazos de Jasper. Sólo Emmett estaba intranquilo y miraba hacia afuera. Yo echaba chispas.

—Ya pueden regresar a las habitaciones pero en tres horas saldremos hacia el aeropuerto, qué lástima que no hayan descansado bien— nos dijo la guía.

Otra maldita noche sin dormir, a ese paso parecería vampira cuando llegue a Italia.

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Apenas podía mantenerme en pie en la fila para abordar el avión y serían sólo 2 horas de vuelo, ni siquiera podría soñar.

Llegamos a Roma y no pude pegar un ojo, no nos dejaron descansar, la tour era muy rápida, nos llevaron al coliseo romano, me quedé en la entrada y no quise seguirlos. ¡Como si me importara la manera en que mataban cristianos!

Emmett si entró porque quería ver dónde guardaban los leones. Me senté a echarme un reparador sueño de belleza, ya que se demorarían dos horas dentro de esas ruinas viejas.

Apenas cerré los ojos escuché pequeños gritos de chicas, me desperté. Vi a tres jóvenes altos y fornidos.

Me quise morir, eran actores de una superproducción en la que participé del casting pero no tuve suerte. Ellos eran de la manada de lobos de la película, eran morenos y tan sexys.

Saqué mi espejo y me horroricé, mis ojeras negras asustaban. Decidí entonces tomar la tour hacia dentro del coliseo, de todas formas ya estaba pagada pero para mi mala suerte me tocó en el grupo detrás de ellos.

Debí ponerme zapatillas, mis tacos se enterraban en el piso de arena, tenía el pie sucio, estaba cansada… estos lobos no valían la pena, apenas alcanzaba a verle las espaldas.

De pronto a lo lejos vi a mi familia, bueno a Jasper, a Emmett y a los otros, de todas formas íbamos a emparentar y tenía que empezar a resignarme.

Corrí hacia ellos para no estar con un grupo que ni conocía, al llegar casi me da infarto, el lobo más guapo tenía a Bella en sus brazos, Edward echaba chispas.

— ¿Qué me perdí?— le dije a Emmett.

—Hola bebé, que bueno que te animaste a seguirnos. Mi patosa hermanita trató de cruzar un muro y se cayó, ese tipo la sujetó en el aire, ahora estoy viendo como le hace el matasanos para recuperar a su novia— Emmett sonreía con malicia.

—Gracias por su ayuda, yo me encargo— decía Edward muy molesto.

—Fue un placer poder serte de utilidad— le decía Taylor a Bella, ese chico era más musculoso que mi Emmett, babeaba viéndolo sonreír y la tonta de Bella apenas lo miraba.

—Gracias—le dijo corriendo a los brazos de su novio. Yo en su lugar… bueno la verdad no me gustaría perder a mi osito por un actor que sabe dios cuantas novias tenga. Pero unas miraditas no me vendrían mal.

—No me caen esos tipos— dijo Jasper a mi lado.

—A mi tampoco, huelen a perro— se quejaba Alice.

—Continuemos por favor— pidió la guía.

Seguimos caminando por una hora, sólo había muros viejos, tierra y un olor peor que en Louvre. Salvo porque el grupo de los fortachones se nos acercaba de tanto en tanto habría muerto de aburrimiento.

Al final de la tour me retrasé para sacudirme el polvo cuando alguien se me acercó, no lo podía creer era Alex, uno de los actores.

—Hola, te vi con los de ese grupo— dijo señalando a mi familia.

—Si, estamos juntos, son amigos y familiares— dije haciéndole ojitos.

—La chica de cabello largo ¿Cuál es su nombre?— preguntó mientras que los sus otros amigos nos miraban. No podía creer que teniéndome a mí preguntaran por la gansa.

—Se llama Isabella, le dicen Bella y el que va a su lado es su prometido, se casan en unos meses— le dije como para que quedara claro que ella no estaba disponible.

— ¿Bella? ¿Se quedarán mucho tiempo en Roma?— preguntó.

—No lo sé, la guía es la que nos dirige, nos dio el recorrido pero no me acuerdo— le dije caminado con mi cabecita en alto.

Salimos de allí rumbo al Vaticano y no los vimos más por ese día.

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EMMET SWAN 

Llevábamos dos horas haciendo cola para poder ver la tumba del Papa que había fallecido hace unos años. Yo quería sentarme o al menos que Rose no estuviera recostada con todo su peso sobre mí. Cuando fue nuestro turno ya se me había olvidado que quería pedir pero me invadió una sensación de paz que sólo he sentía de niño al hacer algo bueno.

Después fuimos a la capilla Sixtina y vimos muchas obras de arte, las conocía a todas de nombre, Bella se había inventado un juego cuando éramos niños y así fue como es que sabía. No me interesaban mucho pero quizás no volviera nunca más así que valía la pena prestar atención, aunque esperaba que el día pase rápido y poder estar con mi bebé.

Rayos, esta noche nos tocaba con Alice y Jasper otra vez. Ojalá que Rose no quiera molestarlos porque me moría de sueño.

—El jacuzzi es nuestro— escuché gritos de la enana al entrar en la habitación.

— ¡No!— escuché gritar a mi bebé, allá iban otra vez a pelear. Sólo quería un poco de paz y tal vez una dormidita, hacía más de tres días que apenas cerraba un ojo.

—Ya déjala amor, vamos a dormir un poco— le dije a mi barbie para calmarla.

—No es justo— refunfuñaba mi baby sexy. –Se apuran entonces, Jasper no demoren, tienen una hora. Y me cambian el agua— gritó mi bombón hecha una fiera, se veía más sensual cuando se molestaba.

— ¿Qué tal si aprovechamos el tiempo bebita? La última vez que lo hicimos apenas lo disfruté porque llegaron esos dos— le dije atrayéndola hacia mí.

—Me duele la cabeza— se excusó. Oh no, esa era la excusa favorita de las mujeres casadas insatisfechas. —En serio Emmett, no es que no quiera que estemos juntos, me duele la garganta y la cabeza ¿Podrías ir por alguna pastilla?— dijo abrazándome. Tenía un poco de calentura.

—Bien bebé, bajaré por analgésicos y algo para la fiebre, recuéstate— le dije pensando en ir a ver a Edward para preguntarle.

Salí de la habitación y toqué la puerta de la habitación de mi hermanita, al instante me abrieron. Qué bueno porque sino mi mente iba a imaginar las cosas más escabrosas y eso no era bueno para el doctorcito, además lo necesitaba.

— ¿Que hay Em?— preguntó Bella con sus ojitos de yo no fui, al menos conservaba la inocencia en su mirada.

—Rose se siente mal, parece que tiene fiebre, iba a ir por analgésicos pero si Edward la puede revisar sería genial— dije mirando a mi cuñado.

—Claro, voy por mi maletín— dijo de inmediato, no podía creer que a nuestras vacaciones se haya traído su maletín de médico, hay que ver que todavía quedan personas responsables en el mundo.

Salimos hacia nuestra habitación y después de convencer a Rose por más de 10 minutos al fin aceptó que Edward la revisara, es que ella le tiene aversión por algo que él le dijo cuando se conocieron.

—Parece gripe pero no estoy seguro, su garganta está demasiado inflamada para un simple resfriado— dijo dándome una receta. –Mañana la vuelvo a revisar para ver cómo reacciona a los medicamentos.

Salimos hacia el pasillo, yo me disponía a bajar a buscar una farmacia cuando vimos en la puerta de la habitación de mi hermanita a uno de eso actores que hoy conocimos. Me pareció escuchar que Edward gruñía.

—Melissa es muy amiga mía en serio deberías volver a presentar tus papeles en Summit— le decía el galán.

—Gracias pero tengo mucho trabajo, me va bien en New Line, estoy trabajando en el guión de El Hobbit, claro que sólo como asistente— respondió mi hermanita.

—Esas películas ya perdieron… nuestra siguiente puesta en escena arrasará la taquilla— decía él mostrando su blanca dentadura. Edward apuró el paso y llegamos.

—Hola amor— dijo mi cuñadito besando a Bella. –Rose está bien aunque creo que hay que seguir de cerca esa gripe— la abrazó marcando territorio.

—Bueno Bella, nos vemos por allí— dijo el otro galán y se marchó.

— ¿Qué hacía ése aquí?— empezó mi cuñadito, así que seguí de largo no quería ver como lo mangoneaban porque Bellita podía parecer tranquila pero cuando se enfurecía seguro que podía morder.

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