13 febrero 2013

Cap 11 El Contrato


CAPÍTULO 11

¿OTRO CONTRATO?

Tres años después…

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BELLA SWAN

—Bella no te muevas—me gritaba Alice. 

—Ya deja de torturarme, tu hermano me espera— le reclamé impaciente. 

—Que espere, para eso están. Sólo me falta el otro ojo. ¡Bella! Si te sigues moviendo te voy a pintar bigotes con el delineador… y éste es indeleble— me amenazó y me quedé muy quieta, no era bueno hacer enojar a la hermana de mi novio. 

Mi novio, sí, ahora lo era, pero no por un contrato, nos habíamos comprometido hace unas semanas…los seis. 

Suena raro pero así era, Alice y Jasper, Rosalie y Emmet…y Edward y yo. Hoy era nuestra graduación de la universidad, nos casaríamos en un año, dependiendo como nos fuera en nuestros respectivos trabajos. 

Edward ya estaba trabajando en el hospital de General de Los Ángeles, así que yo había decidido también quedarme a trabajar aquí, conseguí un buen empleo como ayudante de guionista en una productora, era un empleo muy bien remunerado y me encantaba porque tenía la oportunidad de adaptar muchos libros que se hacen películas. 

Alice fue la más afortunada, vinieron a buscarla de New York para trabajar en una revista de modas, ya que sus diseños habían sido modelados por un par de actrices amigas de Rose que ya estaba haciendo películas, desde que ingresó a la academia de arte dramático. Sí, mi cuñada y novia de mi hermanote era actriz. 

Jasper no quería alejarse de Alice así que solicitó un puesto en el museo de historia del parque central, su conocimiento sobre la historia americana era envidiable. 

Y Emmett, era otra historia. Ahora decía ser entrenador y preparador de varios actores. No entendía cómo fue que ingresamos al mundo del cine pero gracias a eso la compañía de nuestros padres estaba en su apogeo. 

Rose era la modelo oficial de sus comerciales, Alice vestía a todo el personal con uniformes tan elegantes y modernos que casi todas las empresas solicitaban diseños exclusivos para sus empleados. 

— ¡Lista! Aún no entiendo cómo es que no puedes ponerte el delineador tú sola— me dijo haciendo puchero. 

Ella era una experta en el maquillaje, yo solamente me pintaba los labios, que iba a saber cómo ponerme un delineador líquido. Creo que más de la mitad de las mujeres en el mundo no pueden hacerlo bien. 

—Mírenme pero no envidien— anunció Rose llegando con un impactante vestido rojo. A su lado me sentía una niña de escuela. Las curvas de Rose no tenían comparación con mi cuerpo adolescente.

—Yo jamás te he envidiado, lo bueno viene siempre en envase pequeño— contestó Alice sin prestar atención a la figura de la rubia. Su corto vestido verde sin mangas hacía resaltar sus hombros cuya piel era muy tersa. 

Sólo por verlas a ellas dos miré hacia el espejo y quedé sorprendida al ver al lado de mis dos mejores amigas y cuñadas, a una joven delgada, esbelta y… ¿hermosa? Era la primera vez que me arreglaba tanto. Mi vestido azul y los rizos largos me hacían parecer diferente. 

—Vamos no los hagamos esperar— Rosalie estaba muy contenta. Ella y mi hermano eran muy expresivos en cuanto a su relación, algo que era incómodo cuando nos quedábamos en casa de los Hale. 

—Bella, camina. Hoy estás muy pensativa, ni que nos fuéramos a casar. Es nuestra graduación— Alice me tomó del brazo y prácticamente me arrastró fuera. 

Bajamos las escaleras, vi a los chicos sentados esperando, en cuanto nos oyeron se levantaron para recibirnos. 

Me quede sin aliento al ver a Edward en un traje negro. Era como un maniquí de vitrina. Perfecto, endiabladamente hermoso.

—No babees— me susurró Alice. 

Me llevé la mano a los labios para comprobar si realmente estaba babeando, mi pequeña amiga empezó a reír a carcajadas. Dio un par de saltos por la escalera y cayó en los brazos de su novio. 

—Wow bebé, estás hecha una bomba sexy—Emmett toó a Rose de la cintura le estampó un sonoro beso en el cuello…… por mi salud emocional miré hacia otro lado. 

—Estás… tan hermosa— escuché en mi oído y juro que sentí una corriente eléctrica por todo el cuerpo. Sólo Edward podía hacerme reaccionar así. 

—Y tu... te ves muy apuesto— le sonreí. 

Salimos rumbo a la universidad, felices de ver realizado esta parte de nuestros sueños, pero sabía que nuestra la parte más difícil recién comenzaba.

La ceremonia fue espectacular, había muchísima gente importante. La universidad planificó la graduación de más de 500 alumnos de todas las materias para el mismo día.

Edward dio el discurso de su clase ya que fue el alumno más sobresaliente. Y yo estaba muy orgullosa de él.

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EDWARD CULLEN 


No podía ser más feliz, estaban reunidos todas las personas que amaba, mis padres, mi hermana y mi Bella, es por ella que me he esforzado tanto y pude terminar al mismo tiempo que los demás cuando mi carrera es más larga. 

Tomé varias clases nocturnas y las guardias los fines de semana pero el esfuerzo valía la pena, había logrado la mano de mi novia para el próximo año. 

—Hermanito somos libres— me saltó encima la enan…Alice, si sabía que pensaba en ella con sobrenombres me haría un berrinche. 

—Felicidades pequeña, creo que ahora si podrás ir a donde te plazca—le sonreí. 

—Si, quiero irme una semana de luna de m… quiero decir unos días de paseo a Italia— me dijo sonrojándose. Así que eso planeaban, con razón Jasper andaba más callado que de costumbre. 

—Entonces sé más discreta y no lo andes gritando sino Carlisle es capaz de encerrarte— le sonreí, hizo un puchero y se alejó saltando. 

— ¿Qué hay nerd? ¿Te escaparás unos días o acamparás en una biblioteca?— Emmett me dio un fuerte abrazo de oso. 

—Creo que me escaparé unos días con mi novia para repasar anatomía de superficie, una materia que hace mucho pasé con honores— le dije sonriendo. 

—Oye es mi hermanita de la que estás hablando— me dio un empujón. 

—No dije que haría nada malo, es tu mente retorcida que se imagina cosas— sonreí. 

Se quedó pensando hasta que llegó Rosalie. Ya habíamos hecho las paces pero eso no quitaba que aún me tratara con frialdad. 

—Felicidades Edward— dijo apenas mirándome. —Emmett, necesito que me ayudes a quitarme esta toga— le dijo al oído pero tan fuerte como para que yo la escuchara.

—Wow, bebé, creo que la sala de música estará libre ahora ¿Qué dices?— le preguntó.

Se me revolvió el estómago, yo iba allí cuando quería relajarme y tocaba un poco el piano. Trataré de no pensar en eso. 

Sentí unas manos en mi espalda y supe inmediatamente que la dueña de esos deditos era la mujer de mi vida. Me giré a verla, aun con la túnica podía recordar el sensual vestido que traía debajo. Ella era perfecta. 

—Amor, nuestros padres están aquí. Mira, Carlisle y Esme vienen hacia acá y parece que traen presentes— me dijo sonriendo. En efecto papá y mamá venían hacia nosotros. 

—Edward, Bella, felicidades— nos dijo Esme abrazándonos por turnos y lo mismo hizo papá. 

—Esto es para ti hijo— dijo Carlisle entregándome un pequeño sobre envuelto en papel de regalo. Los miré asombrado y lo abrí. 

Eran…no podía ser. 

—Gracias pero no debieron molestarse…— le dije sonriendo de oreja a oreja. 

— ¿Qué es?— preguntó Bella empinándose a ver lo que tenía en mis manos. 

—Son pasajes…— dije sin poder creérmelo. 

— ¿Pasajes? ¿Aéreos? ¿A dónde iras?— dijo mirándome con curiosidad. 

—Iremos ¿Acaso podría irme sin ti?— le di un suave beso. 

—En realidad es una tour completa. A Europa, Paris, Roma, Venecia… las principales ciudades. Son dos semanas de viaje, con todo pagado— dijo mi madre sonriendo. 

—Pero es demasiado…— Bella parecía asustada. 

—En realidad me gustaría que fueran ustedes… o lo haremos nosotros— dijo mi padre preocupado. –Tu hermana tiene intensiones de perderse con Jasper por un mes así que nos adelantamos y les compramos la misma tour a los seis. Lo siento Bella pero para que Charlie aceptara tuve que darles mi palabra que se alojarían, los chicos en una habitación y las chicas en otra— mi padre sonrió. Así que de eso se trataba, de ser chaperones de Alice y no permitir que Rose y Emmett hicieran locuras. 

Vaya ¡Qué tales vacaciones! Aún así sonaba muy divertido. Aceptamos gustosos. 

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ALICE CULLEN 

—Yo no voy a dormir sin mi Jasper— grité cuando la guía nos indicó nuestras habitaciones al llegar a Paris. 

La ciudad del amor y yo tendría que dormir con ¿Bella y Rose? ¿Qué había de romántico en eso?

Yo había soñado con venir sólo con mi Jasper pero como estaba ahorrando para poder comprarnos un departamento en New York acepté la tour que nos regalaron. Pero esto era el colmo, solo faltaba que nos pusieran chaperones. 

—Yo tampoco quiero dormir con ustedes. Pensé que estas serían unas vacaciones no una tour de hermanitas— dijo Rose tan desdeñosa como de costumbre. 

—Y que por favor te den una habitación anti ruidos, porque la última vez que me quede en tu casa no pude dormir— le dije furiosa. Rubia escandalosa. 

—Yo no soy ninguna reprimida para taparme la boca cuando estoy disfrutando— me dijo la bocazas. 

—Podrías intentarlo para variar, parece que te educaron en una prisión porque sólo dices cosas sucias— no me iba a quedar callada ante esta loca gritona. 

—Creo que si pedimos una habitación extra podríamos solucionarlo todo— dijo Bella conciliadora como siempre. Esta chica era una bendición, la pareja perfecta para mi formal y tierno hermanito quien desde que la conoció no ha vuelto a poner su cara de chupar limones y ahora sonríe mucho. 

—Pero yo la quiero lo más lejos posible de ustedes, no quisiera traumarlas con mis gritos— dijo Rose. 

—Lo siento señoritas, sólo puedo darles dos habitaciones para todos, está en el contrato que hicieron sus padres, si desobedecen esa clausula la tour quedará sin efecto. Lo siento— nos dijo la guía. 

¡Otro maldito contrato!

Hay Dios, mi padre me escucharía cuando vuelva. Ya tenía 22 años, ¿Acaso creerían que yo hacía milagros? De santa no tenía nada. ¿Ahora como arreglaríamos esto? 

—Tal vez podríamos turnarnos— dijo Bella, Rosalie y yo la miramos interesadas. 

—Tenemos dos opciones, o quedarnos separadas de los chicos o permitir que por lo menos una pareja pase junta la noche, nos iríamos rotando— dijo Bellita. Me parecía buena idea, aunque solo de imaginar quedarme una noche con Rose y Emmett en la misma habitación me daban nauseas. 

—Creo que nosotros tenemos preferencia— dijo la rubia. 

— ¿A ver por qué?— pregunté. 

—Porque somos la pareja más activa. ¡Por eso!— me encaró. 

—Que ustedes sean un par de escandalosos, que cada vez que están juntos los escuchen hasta New York no quiere decir que lo hagan más seguido— me impuse. 

— ¿Así? ¿Con que frecuencia lo haces?— me preguntó. 

—Dos veces en días de semana y tres en domingos y feriados— le respondí muy orgullosa. 

—Si que son activos— dijo ella sonriendo. Bella no dijo nada, sólo nos miraba. 

—Entonces Edward y Bella que son como dos hermanitos pueden dejarnos su turno— dijo Rose con ganas de molestar. 

—No es justo— dijo Bella triste. –Edward y yo tenemos tantas ganas de estar solos como ustedes, tuvimos que privarnos muchas noches por las guardias. 

— ¿Son activos? Porque no parece— le dijo Rose con una sonrisa de burla. Así que me enfurecí. 

—Que te importa si son activos o no, ellos se aman solo que demuestran su amor de manera menos ardiente que nosotros— le increpé. 

—En realidad, las pocas noches que teníamos libres y que podíamos levantarnos tarde… pues… eran noches bien aprovechadas— dijo Bella sonrojándose. Rose soltó una carcajada. 

—Lo hacían ¿Cuánto? ¿Una vez? Pensé que rezaban el rosario— dijo la rubia sonriendo.

¿Quien se creía para humillar así a Bella?

—En realidad hasta que amanecía…— balbuceó Bella y yo solté una carcajada de triunfo. Chúpate esa rubia, dije solo para mí. 

—Bueno entonces nos turnaremos. ¿A quién le toca la primera noche?— dijo Rose no tan animada. 

—Al azar. Ya sé— dije saltando. –Rose es rojo, Bella azul y yo verde— miré hacia el pasillo, un empleado pasaban por el pasillo y le pregunté. –Ey amigo ¿Rojo, verde o azul?— le dije sonriendo. 

—Azul— respondió encogiéndose de hombros. Rose soltó un bufido y Bella sonrió. 

Problema resuelto. 

— ¿Y mañana?— preguntó Rose. 

—Ey— grité al botones que casi doblaba la esquina. – ¿Rojo o verde?— pregunte cruzando los dedos. 

—Verde— gritó antes de desaparecer y salté de alegría. La rubia estaba con su cara de pocos amigos. 

— ¿Bebé traes ropa o piedras? Tus maletas pesan una barbaridad— se quejó Emmett mientras los chicos entraban. Me alegré de no haber traído casi nada de ropa. 

¿A quién se le ocurriría traer ropa a París? Si estábamos en la capital de la moda.

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