13 febrero 2013

Cap 11 Mi dios griego


CAPÍTULO 11

¿DÓNDE ESTÁS?


BELLA


Llegué a la fiesta con Edward, era como un sueño hecho realidad, habían valido las 4 horas de tortura en el "Alice Spa", ahora me sentía más segura del brazo de mi novio, pues con ese smoking quitaba el aliento, debería ser ilegal tanta belleza.

Papá y mamá dijeron frases tiernas sobre mí. ¡Qué feliz era de de tenerlos juntos!

Los primeros bailes fueron con mi dios griego personal y luego con papá, la estaba pasando genial, reí como hace mucho no lo hacía.

Cuando le puse un poco de crema batida en la nariz a Edward, Alice se unió a nosotros y empecé mi propia batalla con mi amiga que trataba de mancharme pero sin alborotarme el peinado que tanto esfuerzo le había costado.

De pronto Edward ya no estaba a mi lado.

Sentí una mano caliente en mi hombro y pegué un brinco porque sabía de quien era.

— ¿Podemos bailar?— preguntó Jake, se veía deprimido y olía a alcohol. –Sólo una pieza y me iré, tengo mucho que hacer— dijo con mirada triste. No pude negarme.

—Está bien, sólo un baile— dije tratando de sonreír.

— ¿Estás saliendo con Cullen?— preguntó, respiré hondo y decidí ser sincera.

—Si— respondí.

— ¿Cómo pareja?— volvió a preguntar.

—Sí.

—Pero si aún nos amamos Bella— me sentí un poco triste por él, después de todo eran muchos años que nos conocíamos, casi toda la vida y siempre había sido un buen amigo.

—Jake yo… no— no me dejó terminar.

—Sé que estás confundida… y necesitas tiempo, así que me haré a un lado. Me voy— dijo con ojos algo vidriosos.

— ¿Qué?— pregunté, no sabía que quería decir con que se iba.

—Quiero que pongas en claro tus sentimientos, si sigo por aquí molestándote acabarás odiándome… como me odian tus amigas— suspiró.

—Alice y Rose no te odian— le dije.

—Si vieras cómo me tratan…— se quejó.

—Jake ¿Qué quieres decir… te vas? ¿A dónde? ¿Y la escuela?— pregunté algo mortificada y culpable.

—No me importa… necesito alejarme de aquí— no me miraba tenía la mirada perdida.

Tomé una de sus mejillas para que me mirara, necesitaba hacerle entrar en razón, después de todo éramos amigos y le tenía cariño.

—Jake, los estudios son importantes, el año que viene iremos a la universidad, depende de este año si nos aceptan en la universidad que escojamos— no podía creer que dejara todo por nuestra relación fallida.

—Ya no hay futuro para mí. La canción ya termina Bella, gracias por todo. ¿Me dejas darte un último abrazo?— Me sentía tan culpable que no dije nada, sentí su pecho y sus manos en mi espalda.

—Ojalá que recapacites Jake, no es bueno que abandones la escuela— le dije, me di cuenta que el abrazo se estaba haciendo largo, así que suavemente lo empujé un poco no quería ser tan brusca, especialmente por lo mal que se sentía Jake, no sabía que Alice y Rose estaban siendo groseras con él. Bueno ellas preferían a Edward era obvio.

De pronto sentí una mano en mi rostro y otra envolviéndome por completo, un aliento a cerveza me impactó junto con un beso húmedo y desesperado, quise cortarlo pero me sujetó con fuerza de la nuca, abrí la boca para gritar y él aprovechó que despegué mis labios para introducir su pastosa lengua.

Sabía horrible, me tuvo así por unos segundos. Mientras más me movía, más me apretaba. Cuando por fin dejó de besarme por falta de aire le grité.

— ¡Suéltame idiota!— se sorprendió y retiró su brazo envolvente.

Estaba muy molesta, quería llorar de rabia, no se me ocurrió otra cosa que llevar mi puño a su rostro y estamparlo lo más fuerte que pude.

Era un caradura porque me dolió más a mí que a él. Grité de dolor así que le di una patada en la pierna y como ni siquiera eso pareció afectarle le día un rodillazo en la entrepierna, recién allí se contrajo de dolor, mi papá llegó a mi lado,

— ¿Qué pasa Bella?— dijo algo asustado.

— ¡Me besó!— grité.

— ¿No es tu novio?— preguntó confundido, lo miré y él pareció tan perdido.

Si papá tenía un defecto es que siempre era el último en enterarse de las cosas.

— ¡No es mi novio!— grité, vi que Jake se recomponía, a pesar de su cara de dolor traía una sonrisa, me dieron ganas de seguir golpeándolo pero en ese instante un bolso impactó en su cabeza.

—Condenado chucho del demonio, te dije que te daría una paliza si te atrevías a malograrle a fiesta a mi amiga— Alice siguió golpeándolo, alguien me jaló del brazo.

—Bella— eran Rose y Emmett.

—Voy a matar a ese imbécil, lo tenía todo planeado— escuché gruñir a Emmett.

Mucha gente se había arremolinado. Me sentía morir, busqué con desesperación el único par de ojos que ansiaba encontrar.

—Bella, Edward vio todo— me dijo Rose con lágrimas en los ojos.

No podía estar llorando sólo por esto, además si Edward presenció la escena ¿Por qué no estaba aquí rompiéndole la cara Jake?

Eso es lo que haría cualquier novio. Seguí buscándolo con la mirada.

—Estaba en el jardín— susurró mi amiga, miré hacia allí y sólo pude ver a Félix y Demetri riéndose a más no poder.

Me acerqué a Jake, papá tenía agarrada a Alice que ya había roto su bolso, Jasper trataba de razonar con Charlie para que soltara a mi amiga.

— ¿Lo planeaste?— le pregunté a Jake tomando las solapas de su traje.

—Lo siento Bells, no se lo iba poner fácil a Cullen— dijo mi ex ex ex amigo porque de ahora en adelante no volvería ni a dirigirle la palabra.

—Ahora si te mato— escuché a Emmett que empujó a Jake al piso, más gente llegó a ver la escena pero todo el mundo parecía mirarme a mí.

Estaba avergonzada, decidí no llorar y salir a buscar a Edward. Alice entendió mi desesperación y una vez libre de mi padre que ahora trataba de separar a Jake y Emmett que empezaban a darse empujones, me lanzó las llaves de su auto.

Salí corriendo de la fiesta y tomé el porche amarillo, no sabía qué camino tomar, seguramente él no habría ido a su casa, tal vez fue a la playa, manejé en dirección del malecón, recorrí las pistas de la costanera y no vi a Edward por ningún lado. La gasolina se me terminó al cabo de tres horas y me quedé en medio de la carretera, entonces las lágrimas llegaron, de rabia, de frustración. ¿Cómo no se dio cuenta? ¿Tan poca fe me tenía? El dijo que confiaba en mí…

Llamé a casa, René y Alice vinieron a buscarme, me llevaron primero al hospital porque me dolía mucho la mano y había empezado a hincharse. Me la vendaron y me dieron un analgésico, sólo tenía un esguince. Fui a casa y tomé un baño caliente, me acosté llamando a Edward.

Al día siguiente le llamé muchas veces al celular y estaba apagado. Nadie contestaba en su casa. Por la tarde su madre contestó a una de mis 50 mil llamadas.

—Señora Cullen ¿me puede pasar con Edward por favor?—casi sollocé.

—Lo siento Bella, Edward no está— dijo apenada.

—Por favor… ¿entonces, puedo pasar por allí?— dije con la esperanza de verlo y hablar con él.

—No te lo estoy negando hija, se ha marchado— dijo triste.

— ¿A dónde? ¿Cuándo?— pregunté desesperada.

—Creo que se fue hoy en la mañana, no vino en toda la noche, estuve pendiente pero me quedé dormida y esta mañana encontré una nota suya, se llevó un poco de ropa. Dice que volverá pronto.

— ¿Decía a dónde fue?— pregunté mientras sentí un dolor en mi pecho al saber que ahora Edward estaba tal vez a miles de kilómetros de mí.

—Me temo que no. Él siempre se toma su tiempo en pensar las cosas— dijo dándome ánimos.

— ¿Volverá verdad?— pregunté casi a punto de llorar.

—Eso creo, Bella todos vimos lo que pasó, creo que sólo Edward salió sin comprender, en cuanto llegue hablaré con él. ¿Por cierto cómo está tu mano? Carlisle vio tu nombre en el reporte de hoy— me dijo preocupada por mí.

—Está mejor, ya no me duele— dije moviendo mi muñeca instintivamente. –Gracias señora— dije enjugándome un par de lágrimas que no pude evitar.

—Soy Esme, no estés triste Bella, él volverá pronto, ya tendré unas palabras con mi hijo— dijo de forma amenazante. Sonreí un poco.

—Gracias Esme— dije antes de colgar y hundir otra vez mi rostro en la almohada. Todo el día me la pasé preguntándome dónde estaba Edward y que es lo que pasaba por su mente.

Llegué temprano a la escuela el lunes, me senté en mi camioneta a ver llegar los demás autos. Un par de minutos antes de que tocara el timbre bajé. Edward no apareció. Tampoco lo vi a la hora del almuerzo. En biología hablé con el profesor antes de iniciar la clase, no tenía pareja para presentar el trabajo, así que me dio una semana más de plazo.

—Hija ¿sigues deprimida?— preguntó mi madre.

—Si— no dije nada más. Mamá no preguntó nada y le agradecí aquello.

Me encerré a pensar toda la tarde, no pude concentrarme en mis tareas, nada parecía tener el brillo de antes. Me preguntaba constantemente dónde estaría Edward.

—Bella, tienes visita— dijo René cuando ya oscurecía, pensé que era alguna de mis amigas.

—Ya voy— dije, caminé hasta el recibidor.

—Lo siento René, en serio. Quiero pedirle perdón a Bella, me pasé de copas…—escuché a Jake.

—Tengo ganas de darte unas buenas nalgadas niño. Dejaste a mi hija en ridículo, armaste un escándalo y la fiesta no terminó como debía. No me importa que seas hijo de Billy, no quiero verte más por aquí— le dijo mi madre. Cuando me vio salió hacia su habitación.

Me limité a mirar a Jake sin expresar lo que sentía, ya no quería más excusas ni mentiras.

—Por favor Bella… perdóname. Lo siento tanto, sé que debes estar furiosa conmigo, te arruine la fiesta, estaba celoso, herido, Félix me propuso golpear a Cullen pero no…

— ¿Félix quiere golpear a Edward?— pregunté.

—No… bueno a él también. Los Volturi quieren desaparecer a Emmett, no te niego que también lo detesto por lo del equipo pero no podría llegar a tanto.

—Jake, vete. No quiero hablar contigo. Sería mentirte si te dijera que te perdono, no puedo, tal vez algún día sienta diferente pero ahora no deseo verte, ni hablar contigo— no tenía fuerzas para gritarle. Sólo quería que se marchara.

—Pero Bella… somos amigos. Cometí un error, el peor de una larga lista de estupideces. No quiero perderte… al menos dime que tratarás de perdonarme. Te lo compensaré… de veras— dijo muy triste.

Salió de casa sin tener que decirle nada más. Era un alivio.

Volví a mi habitación.

Recordé la última vez que Edward y yo estuvimos en la playa, fue tan intenso todo y ahora no sabía qué pasaría con lo que estábamos comenzando.

De pronto sentí unas terribles ganas de volver al lugar que lo vi por primera vez, necesitaba que el mar me arrullara y respirar el suave aroma de la brisa marina.

Sin decir nada salí de la casa y tomé mi auto. Manejé muy rápido hasta llegar a esa parte de la playa, a lo lejos pude ver la hermosa casa de los Cullen. Dejé el auto y corrí hacia la playa, tropecé un par de veces porque ya no había luna y todo estaba oscuro. Pero seguí caminando, quería llegar cerca de las rocas, ese lugar escondido donde lo vi por primera vez. Cuando creí que era una aparición, una visión.

No me di cuenta en qué momento empecé a llorar, sólo sé que al detenerme en ese mismo lugar y mirar el mar la brisa en mi rostro era fría y húmeda.

— ¡Edward!— lo llamé mirando las olas. –Vuelve por favor— gemí como una niña.

Estaba por derrumbarme en la arena cuando sentí unos brazos sujetarme con fuerza. Me asusté, traté de darme la vuelta y ver quien me atacaba. Todo estaba muy oscuro. Quise patearlo o al menos defenderme pero mis pies se enredaron y caí con mi atacante aplastándome, grité como loca, traté de zafarme pero no parecía funcionar, estaba fuera de mis casillas, sentía que el aire me faltaba y la arena llenaba mi cabellera.

— ¡Auxilio!— grité, con todas mis fuerzas pero no pude seguir pidiendo ayuda porque una fuerte mano me silenció.

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