13 febrero 2013

Cap 10 Mi dios griego


CAPÍTULO 10 

DECEPCIÓN

EDWARD

—Parezco un muñeco— decía Emmett mientras miraba su reflejo en el espejo de mi habitación. –Deberían vender un Emmett Kent, solo para rubias— se sonreía así mismo.

— ¿Músculos de acero, fuerza bruta y nada de sesos?—le replique.

—Envidioso.

—Vanidoso.

— ¡Ya chicos! No te muevas Edward—decía Esme mientras terminaba de colocarme una mancuernilla. –Te traigo la corbata— dijo moviéndose hacia mi ropero. Eche un vistazo a mi atuendo, se veía muy formal.

—Tu también estás lindo Edwarcín pero no se te ocurra hablarle al espejo que él sólo me responde a mi— mi hermano se entretuvo nuevamente en hacer caras y gestos de seductor mirando su reflejo.

—Emmett, tienes espejo en tu habitación— le recordó Esme.

—Soy un galán, soy un galán— seguía Emmett entretenido.

—Repítelo unas 500 veces más y tal vez te lo creas— me burlé.

—Mami Edward me está molestando— se quejó mi hermano como un niño pequeño.

— ¿Cuándo crecerás?— le reproché.

— ¿Cuándo dejarás la virginidad?— se burló de mí.

—A veces estoy seguro que dentro de tu cabeza sólo hay aire— sentí que alguien tiraba de mi brazo, era mamá tratando de ponerme la corbata, me agaché un poco para facilitarle su trabajo, podía vestirme solo pero a ella siempre le gustó ponernos los accesorios.

—Yo creo que dentro de tu cabecita hay alguien rezando el rosario, Edy santurrón aaameeeen— dijo mi hermano y soltó una risotada.

—Emmett, deja de molestar a tu hermano o le daré permiso para que se defienda— lo amenazó mamá, sonreí.

Una sola vez, cuando Emmett se había puesto muy caprichoso hacía unos 8 años, Esme desesperada me había pedido que tranquilizara de cualquier forma a su hijo. El resultado, en menos de 5 segundos tenía al grandulón en el suelo pidiendo perdón a su madre.

—Tengo que sacar la cámara de fotos, esta noche están especialmente guapos—dijo nuestra madre y salió de la habitación.

La seguí, me enfermaba tener que aguatar al grandulón metrosexual.

Bajamos por las escaleras Carlisle la esperaba con los brazos abiertos, eran una pareja perfecta, se amaban, podían comprenderse sin palabras y parecían vivir para hacerse felices mutuamente.

Quizás algún día... Bella y yo... aunque dicen que alcanzar un sueño cuesta mucho más que lograr una meta. Y Bella era mi sueño ahora.

—Bajen hijos, su madre quiere un retrato familiar— pidió Carlisle.

—Claro, no se pueden perder esta belleza—dijo Emmett pasando a mi lado y empujándome.

—Torpe— le increpé.

—Santurrón— sonrió.

—Promiscuo.

—Aguantado.

—Descerebrado.

—Virginal

— ¡Ya paren con eso!— gritó Esme. –Emmett deja de molestar a tu hermano o no vas— lo amenazó.

—Pero mamita, Eddie me dijo promiscuo— Emmett hizo un puchero, hace 10 años tal vez podría haber parecido tierno, ahora se veía ridículo.

—Acomódense, Edward a la derecha y Emmett a la izquierda como siempre— dijo Carlisle.

— ¿Por qué yo a la siniestra?— preguntó Emmett.

—Eres el menor— le contestaron al mismo tiempo.

—No es cierto, según los papeles le llevo 6 meses al casto— sonrió mi hermano.

—Ya hablamos de eso Emmett. Edward nació antes, sólo que lo registraron un año después— le dijo Esme.

Eso era cierto, una de las pocas cosas que recordaba era mis cumpleaños. Un trozo de pastel o un pan y una vela o fósforo. Mi madre aún enferma o ebria nunca olvidaba la fecha y siempre me dijo que yo tenía un año más de lo que figuraban mis papeles porque no pudo inscribirme por no estar casada, además cuando yo nací y mi padre estaba en prisión.

—Sonríe mi amor— noté que Esme tenía una de sus manos en mi mejilla, no me había dado cuenta que mi sonrisa se había esfumado. Le hice caso y pronto sentí los flashes, fueron 10 tomas con la cámara programada.

—Su padre y yo iremos en el mercedes, no demoren en llegar. Emmett, conduce con cuidado, no bebas en la fiesta, no te vayas a otro lugar sin avisarnos y no traigas a nadie a la casa— le dijo muy seria.

— ¿Y para Eddie no hay advertencias?— preguntó mi hermano fastidiado.

—Edward, diviértete, bebe un poco para soltarte, quédate en la fiesta todo lo que quieras y si vas a necesitar la casa me avisas— dijo con un aire de picardía en los ojos, yo bajé mi vista para que no notara mi rubor

¿Acaso me estaba insinuando que podía estar con Bella en casa esta noche?

— ¡No hay justicia en el mundo!— salió gritando Emmett, tomó su enorme Jeep y arrancó.

Subí a mi auto con una dirección diferente a la de mi familia. Yo debía ir por Bella y la ansiedad me estaba matando.

Manejé muy rápido hasta llegar a su casa, me demoré unos segundos en estacionar cuando vi a mi lado otro coche, un Volkswagen rojo que llegó de forma intempestiva y se estacionó mal.

Lo reconocí al momento así que me quedé en mi auto para ver lo que pasaba.

Black bajó de su auto y cerró la puerta violentamente, llamó al timbre y de inmediato le abrieron.

Salió Alice, la amiga de Bella. No podía oír lo que hablaban pero él gesticulaba, ella se veía molesta, no sabía si bajar o quedarme en mi auto hasta que él se fuera.

Decidí bajar y ver si la pequeña necesitaba mi ayuda, Jacob le sacaba casi medio metro.

—Es costumbre, siempre ha sido así, es mi trabajo— le gritó él.

— ¡Era! Los tiempos cambian, debiste pensar eso cuando la zorra de Tanya se venía a restregar contigo. Te lo digo por las buenas Jake, además estás borracho.

—Apenas he tomado una copa, me enferma que Bella no me llame, antes lo hacía casi a diario— se quejaba.

—Eras tú el que la llamaba cada media hora, ya supéralo, se acabó. Sigue con tu vida, es tu oportunidad, no decías que eras el “papacito” de Los Ángeles.

—Yo sólo quiero a Bella, ya me di cuenta que no puedo vivir sin ella. ¡Bella perdóname! ¡Haré lo que sea, lo que quieras!— empezó a gritar.


—Ni se te ocurra fastidiarle el cumpleaños a mi amiga o te vas a arrepentir. Deja a Bella en paz, está feliz con su fiesta que por cierto yo organicé. Si haces llorar a mi amiga y se le malogra el maquillaje te clavaré mi tacón en esa cabezota dura que tienes. Ahora vete y espérala como todos en el club y más te vale que te comportes Jacob Black o serás el ultimo de tu descendencia— Alice era pequeña pero atemorizante.

—Sólo dile que hare lo que ella quiera, que la esperaré en el club— él agachó la cabeza.

—Y no se te ocurra llevar a Félix o Demetri, no los invité porque son unos dementes, si te apareces con ellos los sacaré a patadas.

—Lo que digas enana— dijo él y avanzó haciendo tumbos.

Me ubiqué detrás de unas enredaderas para que no me viera. Tomó su auto y se marchó. Apenas se perdió toqué el timbre.

— ¡Ahora que quieres!— me gritó Alice abriendo de pronto.

—Llevarme a Bella— le dije sonriendo.

—Edward, sorry pensé que eras el perrito faldero— sonrió.

—Si, te doy la razón. Lo vi cuando se iba— le dije.

—Es una plaga, vamos entra quiero que estés sentado cuando ella salga— dijo haciéndome señas para pasar.

— ¿Y eso porque?— pregunté mirando la casa.

Era la primera vez que entraba, había algunas flores y esculturas en el jardín. Pero lo que me parecieron hadas y duendes eran cosas amorfas, me detuve a observar una de ellas.

—Créeme que necesitarás sentarte, vas a ver a Bella como nunca antes la viste. Ah esas cosas son… esculturas modernas de Renée, la verdad creo que tira su dinero en clases de arte, cuando se tiene el don se tiene. Y como nadie excepto Charlie le compraría sus esculturas, acaban aquí. De noche dan más miedo— me dijo pateando una de ellas.

Podría jurar que una de esas cosas pareció moverse. Eran escalofriantes.

Entramos a un gran cuarto de estar, con sillones muy mullidos, la decoración era extraña, no seguían un patrón como las de Esme, parecía que hubieran comprado cada adorno en una tienda diferente.

De pronto en lo alto de la escalera la vi, era como si una musa descendiera, escuché una melodía en mi cabeza anunciando su llegada.

Estaba hermosísima, un vestido azul noche de una tela transparente la envolvía, su cabello recogido caía en bucles.

Era la imagen de la perfección. Alice tenía razón, hubiese estado mejor sentado porque olvide la noción de la realidad y casi tropiezo.

Llegue al inicio de la escalera, pude deleitarme con su andar suave mientras descendía. Le ofrecí mi mano para recibirla.

—Esta bellísima— le dije besando la mano que me tendió.

—Y tú estás… tan apuesto—dijo sonrojándose.

Sentí un flash que me dejó un poco aturdido. Alice saltaba mirando la foto que acababa de tomar.

—Es preciosa, la guardaré para mostrársela a sus hijos— salió corriendo antes que pudiera decirle algo.

—Eso fue embarazoso— dijo Bella y sonrió nerviosa.

—Algún día...— murmuré.

Salimos y en todo momento no dejé de mirarla, me deleitaba verla. Y claro tampoco podía soltarle el brazo ya que casi cae dos veces, esos tacones eran muy altos.

Llegamos al club, antes de bajar ella estaba muy callada.

—Edward, hay algo que quería decirte— me miró.

—Dime. ¿Qué es lo que es tan difícil de decirme?— pregunté ya que intuía lo que me diría.

—Es que Jake…

—Sé que está aquí, no me importa.

—Tendré que hablarle o hasta bailar alguna pieza con él. Somos amigos desde niños…

—No tienes que pedirme permiso para acercarte a tus amigos Bella. No niego que tal vez sentiré furia y frustración… pero sé controlar mis emociones. Yo confío en ti— me dio una mirada incierta, parecía estar conmovida.

Tomó mis rostro y me besó con ansiedad, la atraje para profundizar el beso, también necesitaba de ella, de su aliento, de su suave perfume que me volvía loco. Cada vez esta necesidad iba creciendo, mis sentimientos se hacían más fuertes.

Bajamos y fuimos directo al salón de recepciones. Todos los invitados ya estaban allí. Nos recibieron con fuertes aplausos, Bella estaba algo avergonzada.

Llegamos al pequeño estrado dónde se encontraban sus padres y la dejé con ellos.

—Buenas noches a todos— empezó el padre de Bella. –Gracias por estar aquí. Este día es muy especial, hace 18 años mi hija Isabella nació. Soy un padre afortunado, es una linda jovencita….— no pude seguir prestando atención a lo que decía el señor Swan porque me distraje mirando hacia Jacob que tenía una lata de cerveza y la estrujaba con fuerza.

Detrás de él las dos figuras portentosas de Félix y Demetri lo flanquearon. Vi que el más bajo de los dos, Demetri le hablaba al oído, Jacob sólo asentía y miraba al vacío.

Esto no era bueno, sabía que un hombre por despecho era capaz de cualquier cosa. Busqué con la mirada a Emmett y Jasper y les indiqué que miraran hacia el lugar dónde estaban los tres amigos, sería bueno estar preparado para lo que venga.

La madre de Bella también habló y para mi sorpresa, Alice dio un breve discurso antes de iniciar el baile.

Fui por Bella y la llevé al centro de la pista.

Ella sonreía pero se veía algo preocupada.

—No tienes porque temer, no se atreverán a hacer nada— le aseguré.

—Ojala pudiera creer eso— trató de sonreír. –Prométeme algo— pidió.

—Lo que quieras— le dije.

—Si algo pasa, prométeme que te alejarás de mí. No quiero que te lastimen, promételo— dijo a punto de llorar.

—Prometo que no dejaré que me lastimen, prometo mantenerme de una pieza— le sonreí. Pareció calmarse y aproveche para darle un par de vueltas mientras la alejaba y la volvía a acercar. Bailar con ella era tan placentero.

Bailamos dos piezas más hasta que su padre vino por ella e intercambiamos parejas, terminé bailando con su madre.

—Hola Edward, ese traje te queda lindo— me dijo sonriendo la madre de mi novia. Encontré en Renée algunos rasgos parecidos a los de Bella, solo que mi Bella era más dulce y menos atrevida.

Todo parecía transcurrir con normalidad hasta que después de partir el pastel y jugar un poco con la crema batida untándonos en el rostro miré que los hermanos Volturi tenían a Emmett fuera del salón, parecía que de pronto se iniciaría una pelea.

Caminé normalmente hasta salir al jardín, no podía golpearlos, no aquí, no quería opacar la fiesta de mi amada.

—Cullen, no estoy celoso, solo me das lástima, con tantas niñas preciosas en la ciudad te vienes a fijar justamente en ésta.

— ¿Entonces si no estás celoso que mierda quieres Félix?—dijo Emmett juntando los puños.

—Está bien, si te gustan las cosas de segunda, no diré más, sólo te advertía, como yo la tuve imagino que muchos también. No hay problema me buscaré otra zorra para mis noches calientes— sonrió, vi de reojo que Rosalie tenía las manos en la cara y lloraba desconsoladamente.

—Si no vas a decir nada bueno sería mejor que mantengas tu boca cerrada— le dije llegando junto a mi hermano.

—Mira Félix, llegó el otro roba chicas, al menos a ti no te dejaron como a Jake, tú te diste el lujo de botarla antes— dijo Demetri mirando a su hermano, tuve que contener a Emmett para que no se le fuera encima a Demetri.

—Em, ya basta, no es el momento ni el lugar. Lo arreglaremos luego— le dije haciendo que me mirara.

—Eddie no me importa dónde estoy, voy a partirle la cara a ese…— mi hermano estaba furioso.

—Quien iba a pensar que los Cullen eran unos cobardes. Eddie, deberías cuidar mejor a tu pareja, mira con quien baila— la risotada de Félix me hizo girarme a buscar a mi novia a través de las ventanas y vi a Bella en los brazos de Jake.

Me habría sentido mejor si ella tuviese una expresión de fastidio pero era todo lo contrario parecía que lo estuviese pasando bien, se veía preocupada y hasta le tomo del rostro a Jake un par de veces.

—Donde hubo fuego…— dijo Demetri.

— Parece que van a reconciliarse, siempre se pelean y vuelven, a ella le encanta darle celos a Jake. Y tal vez hoy si hagan lo que tenían planeado en la fiesta pasada ya llevaban ensayando más de 3 años— miré a Félix con rabia, si decía algo más no volvería a hablar en un tiempo porque le partiría la boca.

—Le tomó a Jake tanto tiempo que ella aceptara acostarse con él y justo ese día Tanya viene a echarlo a perder, parece que hoy Bella está más complaciente— sonrió Félix, lo tomé de las solapas y lo levanté un poco, a pesar que era más alto que yo no dejaría que su sucia boca hable de mi Bella de esa forma.

— ¡Wow eso es amor!— dijo Demetri a mi lado, congelé mi puño porque instintivamente miré hacia la fiesta.

Bella y Jake estaban abrazados, ella de espaldas, él me miraba.

Solté a Félix, decidí regresar a la fiesta y alejar a ese idiota de mi novia aunque pareciera celoso, pero no estaba preparado para lo que vi.

Jacob Black seguía mirándome, entonces se apartó de ella y en un movimiento rápido la besó.

Me detuve en seco, todo mi mundo se cayó en pedazos.

Escuché los silbidos y las palabras soeces de los Volturi, Rosalie caminó hacia el salón de bailes seguida de Emmett y yo apenas podía moverme, fueron los segundos más largos de mi vida.

Sentí que algo muy dentro se rompió aunque no fue mi corazón.

Fue la fe que tenía en ella, la fe que estaba empezando a sentir por la vida.

Había puesto toda mi confianza, mi mundo a sus pies.

No pude seguir viendo, di media vuelta y empecé a correr en dirección al mar. No me detendría sino hasta que las piernas lo hagan, necesitaba correr, dejar atrás los problemas, salir de todo esto.

No debí creer, no debí confiar… no debí amar.

0 comentarios:

Publicar un comentario