14 febrero 2013

Cap 11 Metiches



ONCEAVO METICHE: LA MAMÁ CONSENTIDORA

BELLA


Ella era muy hermosa, alegre, decidida. Todo lo contrario a mí. Besó a Edward cómo si le perteneciera. Y yo solo pude observar cómo pasaba sin decir palabra.

La novia de Edward era muy hermosa.

Alice tomó mi mano en señal de apoyo. Ella era la hermana que nunca tuve.

La pequeña se aclaró la garganta. Edward se separó de la pelirroja abochornado. O tal vez ese rubor era porque le gustó el beso.

— ¿Entonces si pasaste el casting?— preguntó mi amiga.

—Claro que sí ¿O qué tenias dudas?— sonrió aquella mujercita que todavía estaba colgada al cuello de Edward.

—Disculpa, hablo con mi hermano— le corrigió Alice.

—No lo sé, debo… creo que debo ir a preguntar a mi profesor— Edward se veía radiante. Eso era bueno, estaba demás así que era mejor irme.

—Felicidades— sonreí. Debo volver a casa para la cena— me excusé.

—Y yo me voy con ella. Me cuentas en la noche.

Alice y yo nos marchamos, Edward parecía confundido.

Era una situación extraña, después de rescatarme de mi novio psicópata creí que… No Bella, sólo es tu amigo. Sólo eso.

—Esa pelirroja es una ofrecida— dijo Alice mientras caminábamos.

— ¿Lo dices porque besó a Edward? No te preocupes Alice, yo tengo novio— le sonreí.

—No lo digo por mi hermano. El año pasado estuvimos en un juego de béisbol con Jasper y la muy zorra se la pasó coqueteándole. “Mis curvas son peligrosa” le dijo. “Por eso todo el mundo se desbarranca” le contesté yo. Menos mal que mi Jasper entendió la indirecta y la evitó.

— ¿En serio? Bueno, parece que le va bien con Edward— forcé una carcajada que me salió terrible. Mejor no decía nada más al respecto.

— ¿Bien? A esa le va bien todo el mundo. Y no es novia de mi hermano, esa no tiene novio, las mujeres como ellas tienen amantes y maridos, jamás novios.

Prefería no darle cuerda a Alice, se veía que esa chica no le caía bien.

Me fui a casa para la cena, ya estaba oscuro. Jamás esperé encontrarme a James allí. Se había cambiado, aseado y recortado el cabello.

—Bella, llevamos rato esperando— dijo mamá.

— ¿James?— lo miré fastidiada.

—Bella, amor. Tuve el gusto de conocer a tu encantadora madre. Creí que era tu hermana— sonrió de lado. Manipulador. Esto no podía continuar.

—Tu padre está por llegar cielo, voy a terminar la cena, ya regreso— mamá fue a la cocina. Me quedé mirando a James de forma reprobatoria.

— ¿Qué haces aquí?— pregunté.

—Venía a disculparme Bella. He sido un estúpido. El viaje hasta aquí fue desastroso, vine en un camión de verduras. Olía a cebollas. Pero lo he pensado mejor, le hable a mamá y a papá y me enviaron dinero. Regreso mañana a casa, sólo quería despedirme y decirte que esperaré tu regreso— sonrió.

Me había desarmado, no podía reprocharle nada. Aún así me seguía dando mala espina. Su carácter controlador y celoso había estado al descubierto esta tarde. Debía tener cuidado, detecté algunos rasgos de violencia en él. Ya no podía confiar.

—Gracias por comprender— dije renuente. Escuché el auto de mi padre y sentí cierta sensación de seguridad.

— ¿Es tu padre?— preguntó James alisándose la camisa.

—Sí. Te sugeriría que no te presentes como mi novio de buenas a primera.

— ¿Por qué?— la mirada asesina de James regresó. Que mal que no pudiera ocultar su naturaleza.

—Ya lo verás. Lo digo por tu propio bien— sonreí.

Papá entró, tal y cómo lo recordaba traía su vieja escopeta en la mano. James abrió los ojos desmesuradamente.

—Ey Bells, estoy de vuelta— vino a saludarme. En cuanto miró al extraño su bigote se elevó. Clara muestra que no estaba a gusto con una presencia masculina en la casa.

—Hola papá. Te presento a James— sonreí. –James, él es Charlie mi padre— el rubio parecía que iba a mojar los pantalones. Papá elevó su arma para darle la otra mano.

—Hola. Soy Charlie, el jefe de la policía. ¿Te gustan las armas?— a veces papá se pasaba de sobre protector.

—Desde luego. Aunque yo prefiero la paz— sonrió James.

—No hay paz sin una buena arma muchacho— parece que a Charlie no le simpatizaba James. Pero eso es normal, hasta Edward le caía mal. Cualquier chico que se acerque a mí, le cae mal.

¿Será cierto eso que me dijo Alice? ¿Que papá amenazó a Edward con un arma?

— ¿Eres de Forks? Nunca te había visto— Charlie dejó su arma colgada en la pared.

—No. Soy de Nueva York.

— ¿No estás lejos de casa?— papá se giró a verlo mejor. Estaba empezando a observar las zapatillas de James.

—Mucho. Sólo vine a visitar a Bella— esta situación se estaba volviendo tensa, bueno yo estaba muy relajada.

— ¿Por qué?— papá llevó la mano a su revólver, James tragó saliva.

—Porque es el novio de Bella— entró mamá y me malogró el momento. Papá se giró a verme, ahora yo tenía miedo.

—Si papá… llevamos saliendo apenas unos días—sonreí nerviosa.

— ¿Tu apellido?— pidió papá otra vez fijando su mirada del mal en James.

—Witherdale señor. De Witherdale Corp., quien se encarga de confeccionar los uniformes para la policía— James no tenía ni idea que diga lo que diga, no había forma de caerle bien a Charlie, si salía conmigo.

— ¿Qué estudias?— esa pregunta sonó a reproche. Esta vez no iba a salir bien librado, pues James había dejado ya dos carreras a medio terminar.

—Charlie, no es un interrogatorio— Renée les ofreció refrescos. Ambos se sentaron.

—Yo debo saber con qué tipo de personas se relaciona mi hija, más cuando ella vive tan lejos de nosotros. Tal vez sería mejor que Bella termine la universidad en Seattle— la idea no me molestaba, además habiendo visto cuanto talento hay en New York sabía que si algún día llegaba a publicar un libro sería uno de los cientos que se publican cada mes.

—Retomaré leyes señor. En el siguiente semestre— dijo un abochornado James.

Craso error, hasta donde yo había oído a sus padres, él había dejado administración y negocios internacionales. A no ser que también dejó leyes. En cualquier caso mañana lo sabría, papá iría a verificar los datos de James y hurgaría en toda su vida.

— ¿Retomar? ¿Qué edad tienes?—

—Charlie— se quejó mamá.

—Veinticuatro.

— ¿Y no tienes ninguna profesión? ¿Qué haces con tanto tiempo libre? imagino que trabajas.

—Ayudo en la empresa de mis padres.

— ¿Ayudar? ¿A que a gastar el dinero?

— ¡Charlie!— le increpó mamá.

A mí realmente me gustaba este interrogatorio, James había evadido esas mismas preguntas siempre que se las hice. Decía que prefería aprender en la práctica a invertir. Pero nunca tuve claro en que invertía. Lo que sí estaba segura es que él no tenía un sueldo por trabajar para la empresa pero revivía mucho beneficios. El seguro de su auto lo pagaba Witherdale Corp.

—Necesito saber con quién se relaciona Bella— se excusó papá.

—Pierda cuidado Charlie, soy un buen sujeto— James mostró su mejor sonrisa pero eso no tenía efecto en Charlie. Aunque a mamá parecía gustarle.

—Eso no me consta, debo comprobarlo— papá salió de la sala, seguro iba a cambiarse la chaqueta y a lavarse las manos para cenar.

—Discúlpalo— sonrió Renée.

—Pierda cuidado, entiendo su preocupación— dijo mi extraño novio terminado de tomar el último trago del refresco.

—Bella, ayúdame a poner la mesa— mamá se quedó conversando con James, mientras fui por los cubiertos.

¿Por qué rayos tenía que venir James a fastidiarme las vacaciones? Ahora papá me hará un interrogatorio extenso, buscará en su base de datos y pedirá un informe a los federales. Y eso es decir poco.

Nos sentamos a la mesa, Charlie continuó pidiendo a James más información a modo de conversación. Pude fijarme que su celular tenía una luz roja pequeña encendida. Estaba grabando todo lo que mi novio le decía.

Creo que exageraba un poco pero qué más da. Si mi hija saliera con un tipo bipolar como James creo que contrataría un investigador. ¡Oh no! Eso debía pensar papá.

Después de la cena Charlie se sentó a ver el partido, pero sus ojos no seguían los movimientos de los jugadores, eso quería decir que estaba atento a cada palabra.

Renée parecía encantada preguntándole a James cosas de New York. La verdad yo apenas tenía tiempo de hacer las tareas y no he podido hacer mucho turismo. Ni siquiera con James. Necesito buenas calificaciones.

—Me gustaría tanto poder regresar allá, pasé una temporada en Los Hampton, en el verano de 1986— suspiraba mi madre al recordar su único verano rodeada de la gente famosa. Creo que su tía la llevo a trabajar en un restaurante donde tenía concesión. Mamá me había contado eso como una gran hazaña. Aún guardaba fotografías que logró sacarse con un par de artistas de cine. Pero eran personas mayores y nunca vi sus películas.

—Estaría honrado si alguna vez me visitaran. Tenemos una casa en los Hampton pero sólo vamos allá para celebrar el día de la independencia— sonrió James.

—No falta mucho— se emocionó mamá. Ay no, espero que no comprometa nuestra presencia. Yo quería pasar las vacaciones aquí en Forks. Además recién iniciábamos nuestra relación y no tenía claro si quería continuarla. A mí me daba mala espina.

—Pues que no se diga más. Los espero en otro mes— mamá emitió un chillido. Papá movió su bigote.

—No es posible. Yo no me puedo ausentar del trabajo.

—Pero Bella y yo…— mamá ya hacía planes en su mente.

—Bella y tu están bien aquí— concluyó.

James se excusó al ver que no nos dejarían solos, Charlie no tenía intensiones de irse a dormir.

Apenas se fue empezó en casa la tercera guerra mundial. Tomé un cojín y me hundí en el sofá mas mullido.

Hace tiempo que nos los veía pelear, mejor dicho, no veía a Renée protestar por todas sus frustraciones.

Crecí viéndola quejarse de este pueblo de fin de mundo. Lamentarse por no poder terminar de estudiar su carrera, por la pequeña casa que teníamos. Por las cosas que no me pudo dar, aunque nunca sentí que nada me faltara aparte de hermanos.

—Yo quiero ir con Bella a los Hampton— gritó Renée furiosa.

—No conocemos a esa gente, nos sabemos quiénes son— papá siempre le contestaba como si estuviese cansado.

— ¡Cómo los vamos a conocer si no vamos!

—Mujer, no vas a salir corriendo porque un muchacho de 24 años que ni trabaja nos invitó a casa de sus padres— papá apagó el televisor evidentemente con ganas de ir a dormir.

—Es nuestra oportunidad de salir de aquí, de conocer gente importante ¿y tú nos vas a privar de eso?

—Bueno, pues ve. Ve tu sola si están tan interesada en conocer gente importante. Pero Bella se queda a pasar sus vacaciones aquí.

—Eso no lo decides tú. Bella es grandecita para saber lo que quiere— mamá me miró buscando apoyo. Y cómo desde tiempos inmemoriales, me tapé con el cojín.

¿Cuándo entenderían que en sus peleas yo no me meto? ¿Tan difícil sería darse cuenta que los hijos no son comodines en peleas de parejas? ¡Soy Suiza! Un país neutral. No tomo partido por ninguno y no me uniré a ella en contra de mi padre. Tampoco lo haría a favor de Charlie.

“Papá, mamá… ¡Maduren!” tenía ganas de gritarles.

—Veremos qué clase de sujeto es ése. Mañana mismo cruzo información con la policía de New York— Charlie salió dejando a una Renée histérica.

—No es justo. Tenemos la oportunidad y este… conformista, miedoso no la aprovecha, debí haberme largado de aquí cuanto tuve oportunidad…

La dejé lanzando al viento su repetitivo repertorio de quejas.

Aquí en Forks no había nada de glamour, pero era mi hogar y así me gustaba. Lástima que a mamá le hubiera gustado otro tipo de vida. Seguro si papá le traía pruebas mañana de James se tranquilizaría. Eso espero.

.

Me desperté cuando un débil rayo de sol atravesó mi ventana. Era un bonito día, el cielo no estaba tan negro. Anoche llovió un poco y las calles estaban limpias.

Me metí a bañarme, disfrutando del agua caliente, salí de la ducha, me puse ropa cómoda porque no pensaba salir.

Bajé a desayunar pero me detuve en las escaleras al oír aquella voz tan familiar.

—Discúlpeme no fue mi intensión molestarla— lo oí decir.

—Mira Edward yo aprecio mucho a Esme pero me gustaría que no andes rondando mi casa. Bella tiene un novio excelente y no creo que esté bien que vengan a invitarla a salir o cosas por el estilo. James va a venir a recogerla en cualquier momento para llevarla a almorzar— ¿Era mamá? ¿Por qué trataba así a Edward?

—Lo siento señora— se disculpó y se fue.

Una cosa era que no me metiera a tomar partido en las ridículas peleas de mis padres, otra muy diferente dejar que ellos decidieran por mí, alejando a mis amigos.

Además Edward andaba con la pelirroja.

— ¿Por qué echaste así a Edward?— la esperé en medio de la sala.

—No sé que tanto viene a buscarte ese chico.

—Es mi amigo, el hermano de Alice que es como mi hermana— protesté.

—Estoy segura que Charlie lo mandó— mamá parecía tener la misma cara de anoche.

— ¿Crees que papá envió a Edward a invitarme a salir? Mamá, no conoces a mi padre— le increpé. Si Charlie quisiera alejarme de James, sólo le bastaba apuntarle a la cabeza con un arma. Además Edward tampoco le agradaba solo porque siempre mostró preferencia por mí.

—Espero cualquier cosa de Charlie. Seguro anda planeando el modo de separarte de tu novio.

—No tiene que hacer mucho, de todas formas pensaba terminar mi relación con James— le confesé.

— ¿Qué? No amor, no tienes que hacerlo porque nos veas pelear. Charlie es un cabeza dura y no acepta el hecho que estás creciendo y que eres ya una mujer. Piensa tenerte en una burbuja como lo hace conmigo.

—Mamá, no vives en una burbuja. Y mi decisión no tiene nada que ver con ustedes— le aseguré.

—Bella ¿Crees que los novios ricos se dan en los árboles? Aprovecha y vive hijita. Conoce mundo, viaja, disfruta. Yo me embaracé tan pronto y no pude cumplir mis sueños…— ahora tendría que soplarme otra vez el interminable cuento de mi madre de cómo su vida se truncó. Y nunca podré comprender porque cuando crecí no regresó a la universidad, se graduó y colgó su título en la sala para no vivir frustrada.

—Renée yo no soy tu. Y no me interesa tener un novio rico. Sólo quiero estar tranquila y James…

— ¿Qué te dijo tu padre?

—Nada.

—Seguro lo mandó a investigar ¿No? ¿Qué le dijo la policía de New York?

—Nada. Papá no me ha dicho nada, no he hablado con él. Pero James es extraño.

— ¿Extraño? Confieso que parece algo excéntrico, ayer vino después del almuerzo, traía ropa de motociclista. Pero tú misma viste que luego se cambió y en la noche estaba formalito.

—Eso es lo raro mamá. Se comporta a veces de un modo extraño.

—Tiene otras costumbres es todo. Está acostumbrado a otros círculos y este pueblo le ha de parecer algo ridículo.

—Pues no me gustaría salir con alguien que piense que Forks es ridículo. Me gusta aquí.

—No sabes lo que dices. Bueno, no quiero a tus amiguitos revoloteando a tu alrededor o podrían espantar a James.

No había modo de razonar con alguien que se quedó con la edad mental de cuando se embarazó. Mamá parecía una eterna adolecente.

Llamé a Alice para disculparme por lo que pasó hoy. Edward había pagado por la pelea de mis padres.

—Bella ese tipo tiene cara de psicópata— me dijo Alice. Y creo que tiene razón.

—Lo sé te asustó, a mí también.

—Anoche lo vi.

— ¿A James?

— ¿De quién hablamos Bella?

— ¿Dónde?

—En la fiesta que organizaron los de la escuela de actuación de Edward. Él y Jane, una compañera nueva del sus escuela consiguieron el protagónico y se van a Seattle.

— ¡Qué bueno!— grité. –Pero ¿Qué hacía James allí?

—No sé. Sólo llegó y…

— ¿Y?

—Pues es un imbécil. Estuvo molestándome toda la noche. Para provocar a mi hermano, estoy segura.

— ¿Y qué dijo Edward?

—Que hablaría contigo hoy pero parece que tu mamá lo botó de tu casa.

—Si Alice y me siento tan mal. Yo bajaba cuando pasó eso.

— ¿Y no lo defendiste? Mira Bella, tu eres como mi hermana pero Edward es mi sangre, si se meten con él se meten conmigo— bufó.

—Iré a verlo, no es justo que Renée meta a Edward en la pelea que tiene con papá. Tú sabes que mi mamá siempre quiso salir de aquí y está como loca con James, quiere ir a su casa de los Hampton el mes que viene y papá le rompió su burbuja.

—Bueno te espero entonces Bella pero no le digas que yo te dije que lo vi depre.

—No claro que no.

Después de almorzar avisé que saldría. Pero mamá insistía en que llame a James para invitarlo nuevamente a casa.

Papá llegó temprano, traía un gran sobre en lugar de su habitual escopeta.

—A reunión familiar— pidió apenas me vio.

— ¿Y ahora qué? ¿Cuántos arrestos tiene el pobre muchacho?— salió mamá de la cocina.

—Ni te imaginas— sonrió mi padre. Me senté en a alfombra sobre mi clásico cojín “evasor de peleas”.

—Charlie, me da igual lo que digas pero deja de enviar amiguitos para que inviten a salir a Bella.

— ¿Amiguitos? ¿Salir con Bella?

—No te hagas el tonto, esta mañana enviaste al chico Cullen aquí.

—Yo no envié a Edward, ni siquiera lo quiero cerca de mi hija— se quejó papá.

Lentamente me bajé del cojín para abrazarlo. Creo que no fue buena idea venir a casa otra vez. En New York me siento grande, aquí sólo una niña traumada por tantas locuras de mis padres.

—Pues vino a conversar no se qué con Bella.

—Yo no tengo nada que ver con eso. ¿Y por qué no dejas a Bella conversar con un muchacho decente en lugar de ese rufián?

— ¿Rufián? ¿Te refieres a James?

¿Papá estaba a favor de Edward en contra de James? Vaya, esto era raro.

—Me refiero a un hombre que tiene 2 arrestos, 4 denuncias por acoso, perversión y atentar contra la moral. Es buscado en New Jersey por comercializar droga.

Quité el cojín de mi rostro preocupada. ¿Buscado por comercializar drogas? ¿James? ¿Acoso? ¿Perversión?

—Mientras no esté procesado o condenado no es culpable, Charlie, la mitad de los jóvenes del país tienen problemas y han consumido algún tipo de droga. Yo fumé marihuana a los 17— la mandíbula se me cayó al piso.

¿Mamá había probado marihuana? Yo sólo conocía esa hierba por mi atlas de botánica y las camisetas de Bob Marley.

—Acá está su historial. Denuncias, arrestos, papeletas, acusaciones. Y en todos los casos nunca llegó a los tribunales porque siempre “arreglaron” de modo extrajudicial. Esto apesta, el dinero de su familia le ha salvado el pellejo. Pero pienso contactar con las autoridades de New Jersey para corroborar si el mismo James Witherdale que ellos buscan.

—Estás obsesionado con él— gritó Renée.

— ¿Yo? ¿Quién quiere ir a pasar el verano a su casa de los Hampton?

Las acusaciones iban y venían, pero ya no me detuve a escucharlos, extendí la mano hacia el sobre que papá dejó en la mesita de centro.

RAP SHEET
James Cam Witherdale, 16//08/ 1988, Manthan New York.
I.R. 20745896

Departamento de Policía de New York
Arresto: 20/11/2008 Manejar en estado de ebriedad. CB: 14589
Arresto: 12/12/2009 Exhibición pública contra la moral. CB: 25896
Denuncia CDTP: 26/05/2011 Allanamiento. Clare Share. FNG
Denuncia: 14/04/2012 Acoso. Maggie Hans. FNG NIC

Departamento de Policía de New Jersey
PCS: Marihuana 01/02/2012
PCS w / Int : Heroína 15/02/2012
P. CAN: 04/04/2012
Requisitoriado.

Departamento de Policía de Seattle
PCS w / Int Heroína: 02/06/1012

Me asusté al llegar a la última línea. Lo habían encontrado en posesión de heroína hace apenas 3 días. En Seattle.

No me equivocaba, cuando llegó ayer estaba drogado. Razón demás para mantenerme alejada de él. ¿Cómo ser novia de un adicto? Además de acosador y exhibicionista. No, yo no deseo problemas. Suficiente tengo con mi trabajo y la universidad.

—Deja eso Bella, sabe Dios si tu padre no lo fabricó— Renée me miraba fastidiada.

— ¿Cómo voy a fabricar antecedentes?— papá empezaba a disgustarse.

—Disculpen voy a salir— dije antes que empezaran nuevamente.

— ¿A dónde vas?— preguntaron ambos.

—Voy a ver a Alice.

— ¿No vas a salir con James?— preguntó mamá esperanzada.

—Con ese delincuente no sale— gritó Charlie.

—Voy a casa de los Cullen, no saldré con James. Además ni siquiera me ha llamado en todo el día.

Tomé mi abrigo y los dejé a ambos discutir a gusto.

Tomé mi vieja camioneta y manejé tranquila hasta el pueblo. Al llegar al banco de Forks me crucé con el volvo de Edward y decidí seguirlo, pero no fue fácil, a pesar que él manejaba despacio en el pueblo, para mi vieja cafetera fue una carrera de velocidad.

Le hice señas, le toqué la bocina para que se detuviera hasta que se dio cuenta. Se orilló y bajó de su auto.

—Hola Bella— sonrió. Aún a pesar de los años esa sonrisa torcida producía maripositas en mi estómago.

—Hola, te estaba buscando— le sonreí.

— ¿Para?

—Quería disculparme por lo que te dijo mamá esta mañana.

—No te preocupes…

—Si me preocupo. Mamá y papá andan en una disputa tonta y estuviste allí en el momento equivocado.

— ¿tus padres tienen problemas?

—Es por James. Mamá lo ama y papá no quiere verlo.

—Tu padre puede ser muy persuasivo— sonrió.

— ¿Dime la verdad? ¿Es cierto que te amenazó con su arma hace tiempo?— pregunté. Su sonrisa decayó.

— ¿A mí? No sé de qué me hablas— Edward era buen mentiroso pero no conmigo. Podía percibir sus cambios de humor.

—Lo sé. Si no me lo quieres decir no importa.

—Prefiero no hablar de tu padre— cambió de tema. Entonces si había conocido a Angelina, la pistola de Charlie ¿O le habrá presentado a Marilyn, la escopeta? Algún día me lo iba a tener que decir.

—Como quieras. ¿Qué ibas a decirme esta mañana?— pregunté.

— ¿Yo? Ah, sólo pasaba a saludarte— sonrió.

—Ok. Gracias por todo Edward, me voy a tu casa, nos vemos.

—Cuídate— se hizo hacia atrás para que yo echara a andar mi auto. Pero éste no encendió. — ¿Tienes problemas?— preguntó.

—No arranca— me quejé.

Por unos minutos Edward lo intentó, revisó el motor del auto pero nada parecía funcionar, mi monovolumen había pasado a mejor vida, o tal vez se había desmayado, luego del esfuerzo.

—Te llevo— ofreció mi amigo.

— ¿No te desvío?— pregunté.

—No, la verdad no. Sólo iba a devolverle unos libretos a Victoria, puedo hacerlo mañana.

—No. Pediré un taxi para que me lleve a casa. Ve a ver a tu novia— traté de sonreír peo no me salió.

—Victoria no es mi novia. Y no voy a dejarte ir en un taxi.

—Bueno pero no quiero molestarte.

—No me molestas en absoluto Bella— insistió.

—Bien. Entonces primero devuélvele esos libretos a tu… a tu amiga y luego me llevas a casa ¿Vale?

—Bien. Sube— me guió hasta su auto y me abrió la puerta para acomodarme. Me sentí tan bien. James no hacía eso. Él esperaba a que me suba sola. Estos detalles sólo los tenía alguien tan especial como Edward.

Manejó en dirección este, saliendo del pueblo. Estaba ya oscuro, era una zona que no conocía.

— ¿Tan lejos vive?— pregunté.

—Sí. Su padre es guardabosques— me sonrió.

—Felicitaciones, Alice me contó que irás a Seattle— traté de hacer conversación.

—Gracias. Haré el siguiente año de estudios allá. Alternando con la obra. Estoy muy feliz— sonrió.

—Sabes, creo que este es mi último año en New York. Quisiera regresar— no había hablado de esto ni siquiera con Alice.

— ¿Vas a dejar la universidad?— preguntó alarmado.

—No. Pero extraño a mi familia. Me siento tan lejos— era una sensación de vacío que me envolvía de vez en cuando. Se hacía presente cuando veía a mis compañeros con amigos, hablaban de cosas de mucho tiempo. Algunos todavía vivían en casa de sus padres.

—Entiendo. ¿Y qué vas a hacer?

—Creo que me pediré un cambio. Pero la universidad de Port Ángeles no tiene la carrera que llevo.

—La de Seattle sí la tiene— dijo rápidamente. Hasta se oía emocionado.

—No hice trámites, no he reservado ni nada. Creo que será para el siguiente año.

—Un año pasa pronto. Espero verte de regreso el próximo verano— sonrió.

Llegamos a una cabaña, las luces de la entrada estaban encendidas. Pero en el interior de la casa todo estaba a oscuras. Era una cabaña sencilla, rústica pero encantadora.

— ¿Quieres que baje contigo?— pregunté.

—Claro. Sólo dejaré estos libretos, de paso te presento a Victoria.

Descendimos pero a medida que nos acercábamos a la casa escuchamos gritos. Edward me miró alarmado.

—Regresa al auto— me susurró. Quise desobedecerle pero su mirada me convenció. Era la misma que me daba papá cuando quería mantenerme a salvo. Regresé asustada y me subí al volvo. Edward se perdió de vista detrás de la cabaña.

Miré hacia atrás y en el asiento trasero había una llave de grifa, de esas que se usan para ajustar tubos. Llegué a ella y la tomé en mis manos. Pesaba bastante.

Me armé de valor y bajé con ella del auto. Sea lo que sea que pasara dentro de esa casa iba a ir a ayudar a Edward.

Caminé con todo el cuidado que pude, esta vez no podía permitirme tropezar y hacer ruido.

Estaba por dar la vuelta la esquina de la cabaña cuando me asusté al estámpame contra Edward. Casi grito.

— ¡Vámonos de aquí!— dijo Edward molesto pero muy bajito para no hacer ruido.

—Tu amiga ¿No está en problemas?— pregunté.

—No lo creo. Pero… es que…

— ¿Qué pasa? Todavía escucho sus gritos. ¿No la vamos a ayudar?

—Victoria no necesita ayuda. Y James tampoco— la voz de Edward se oía apagada. Un momento…

— ¿James? ¿James… mi novio?

—Vámonos Bella, es mejor que no veas esto— trató de llevarme con él pero no lo logró. Yo de allí no me movía hasta ver lo que sea que Edward miró. A mí no me dejaba con la duda.

—Hazte a un lado Edward o empiezo a gritar— amenacé.

—Bella, no…— logró quitarme la llave de grifa que tenía en la mano pero no me detuvo.

No le hice caso, avancé hasta llegar a una ventana de donde salían los gritos.

Con una luz suave pude ver a James y a Victoria. Ambos parecían estar en medio de un combate.

Un par de animales salvajes copulando. Nunca había visto nada parecido, en casa no han contratado el canal Venus.

Ni siquiera sabía que una mujer podía chillar tanto.

Sentí la mano de Edward tirar de mí. Me tomó del brazo.

—Vámonos Bella— pidió.

Acepté. Lo seguí sin decir nada. Me acomodó en el auto y salió de allí. Manejó sin rumbo, lo vi porque salimos del pueblo con destino a La Push.

No decía nada y se lo agradecía. Cualquier cosa que le digan a alguien que acaba de ver a su novio desnudo con otra, está demás.

Edward estacionó cerca de la playa. Había luna y los rayos blanquecinos de filtraban por la ventana del auto.

—Bella…

—No digas nada Edward. Llévame a casa— pedí.

—No. Quiero asegurarme que estás bien. No quiero que cometas ninguna locura.

—Por favor Edward ¿Crees que voy a matarme porque vi a James… con esa mujer?— pregunté ofendida.

—Claro que no. Pero debes sentirte mal.

—Sí, algo.

— ¿Te parece si estamos acá un rato más?

—Está bien.

Edward puso una canción, la misma que bailamos en nuestra graduación. Luego siguieron varias melodías conocidas. Me relajé sentada en el coche.

— ¿Edward, mi papá te amenazó con Angelina o con Marilyn?— pregunté tratando de olvidarme de lo que había visto.

Escuché una risa amortiguada.

— ¿No soy el primero?— contestó.

—No. Anda dime… con cuál de sus dos chicas te amenazó.

—Angelina.

—Lo sabía. Sólo reserva a Marilyn para maleantes— rompimos a reír.

—Que halago— dijo tan formalmente que solté una buena risotada.

No podía creer que pueda estar riéndome muy suelta de huesos en el auto de un amigo del que he estado enamorada toda mi vida, después que mi novio me engañara con la amiga cariñosa de Edward.

La vida tiene mucho sentido del humor. Pero a veces, un negro sentido del humor.

Cuando me calmé Edward manejó rumbo a casa.

—Ya estás mejor— dijo mirándome de reojo.

—Sí, de todas formas andaba buscando un buen motivo para terminar con James. Papá trajo a casa sus antecedentes criminales y me di cuenta que se droga— Edward se alarmó.

— ¿Es peligroso? ¿Ha estado en prisión?

—Tiene dos arrestos y lo han encontrado con droga.

—No deberías…

—No. Después de esta noche tengo como alejarlo. No te preocupes, en New York trabajo en la empresa de sus padres pero no tengo miedo. Su padre es muy recto. Si me molesta me quejaré.

—Debes contarle a Charlie.

— ¿A papá? No. Va a volver a pelear con mamá.

—Él debe saber. Es tu padre ¿Quién mejor para protegerte?

— ¿Qué tal tu?— bromeé.

—Para mí sería un honor Bella— abrí mis ojos como platos. No me esperaba tamaña respuesta. ¿Un honor protegerme… a mí?

Preferí no contestar. No quería darle alas a algo que siempre fallaba. Cada vez que me ilusionaba con Edward, algo se cruzaba que nos alejaba.

Mejor tenerlo como buen amigo y cerca. Si intentábamos otra cosa, algún espíritu travieso podría llegar a tirarnos el castillo de naipes.

Llegamos a casa, antes que me baje del auto Edward tomó mi mano.

—Espero verte pronto, antes que vuelvas a irte pero no estoy seguro. Mañana me voy a Seattle, debo asistir esta semana a varias reuniones y sesiones fotográficas, pruebas de vestuario y esas cosas.

—Te felicito. Sé que brillarás… eres… único Edward— le correspondí las caricias que le hacía a mi mano. Entrelazamos nuestros dedos.

—James es un idiota. No se dio cuenta de la extraordinaria mujer que tenía a su lado. No vale ni una de tus lágrimas— me miró.

—No gastaré mis lágrimas en alguien que no lo vale. Gracias Edward— le sonreí.

—Bella, puedo… ¿Puedo darte un beso de despedida?— se acercó bastante. Mi corazón retumbaba como tambores de guerra y las mariposas revoloteaban en mi estómago. O tal vez sólo tenía hambre.

—Adelante, no te detengas— pedí. Si Edward quería besarme, que sólo el cielo le impida hacerlo.

Sus labios estaban tan cerca, podía oler su aroma embriagador. Sus ojos fijos en mis labios, nuestras manos entrelazadas… éste era el momento que tanto esperé.

— ¡Bella! ¡Bella Swan!— unos furiosos golpes en mi ventana me asustaron. Era mamá. Y parecía histérica.

¿Por qué? ¿Por qué nunca me dejaban acercarme a Edward lo suficiente para comprobar si en verdad lo amaba?

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