14 febrero 2013

Cap 10 Metiches



DÉCIMO METICHE: LA AMIGA CARIÑOSA

EDWARD


Trataba de no pensar en ella, pero a veces era difícil. Tantas ilusiones que me hice. Hacía meses que Bella y yo no cruzábamos palabra, ni siquiera por face o correo.

No sé porque fui tan tonto y dejé de escribirle. Ah sí, sólo porque me dijo cosas extrañas. Me llamó cobarde, tonto y poco hombre en su último correo. Y luego me quitó de sus contactos de Face.

Y tenía razón. Si yo hubiera sido un poco más valiente, todo sería diferente. Pero no lo hice.

Así que EL “cobarde” Edward prefirió callar y olvidarla. ¡Cómo si eso fuese posible!

El tiempo pasó, Bella cada vez era un recuerdo más lejano. Sé que un día volveríamos a vernos pero no quería pensar en ello.

Había sido un hermoso sueño trunco. Y me sentía nostálgico por algo que pudo haber sido y no fue.

Los primeros meses de no verla me parecieron angustiantes, me había acostumbrado a su presencia. A observarla sin que me viera. A memorizar cada uno de sus gestos. A voltear mi vista cuando me hacía falta. Y allí la encontraba, me cruzaba con ella en los pasillos, en las clases, en el gimnasio y hasta en la cafetería.

Pero ahora todo era distinto. Ella estaba miles de kilómetros de distancia.

Y no deseaba ni siquiera mi amistad virtual.

Me limito a ver sus fotografías a través de la cuenta de mi hermana. A escribir de vez en cuando diálogos tontos de dos amantes que se reencuentras luego de una larga ausencia.

Pero la vida sigue adelante.


La escuela de actuación era realmente estimulante, habíamos tenido ya dos puestas en escena en teatros locales. Participé en papeles secundarios que no pasaron inadvertidos, mañana era el casting para una obra muy conocida de Oscar Wilde en la que me presento para el protagónico.

Y tal vez comparta roles con mi mejor amiga Victoria.

Es una pelirroja natural muy hermosa. Todos los chicos de la academia suspiran por ella. Menos yo claro, no podía, yo estaba… como decía ella misma “perdido en la luna”.
Habíamos ensayado toda la semana, después de clases. Llegaba agotado a casa y me dejaba caer exhausto.

—Edward ¿Mañana es el casting no?— preguntó Alice.

—Sí. Por favor no asistas. Es más difícil concentrarme cuando hay alguien de la familia mirando— no quería ser descortés pero si Alice pensaba asistir debía hacerla cambiar de opinión.

—No pienso ir Edward. Sólo pregunto. ¿A qué hora es tu casting?— mi hermana tenía esa mirada de quien oculta algo.

—A las 5 de la tarde.

—Bueno, te deseo suerte hermanito— salió de casa y no regresó.

Lo extraño es que mis padres no mencionaron a dónde fue. No es que esté interesado sólo que la vida de Alice es de dominio familiar. Prácticamente nos narra todo lo que hace en el día durante la cena.

.

Desperté al día siguiente, estaba nervioso. Tal vez debí presentarme para un papel secundario y no es principal. Tendría más chance.

—No se te ocurra arrepentirte Edward— me amenazó Victoria esa mañana.

—No. Es sólo que, estoy nervioso.

—Edward, no hay nadie mejor calificado que tu para el papel. Tampoco más guapo— sonrió.

—Gracias— dije avergonzado. Victoria sabía cómo hacerme sentir intimidado.

—Prométeme algo— me miró de un modo perturbado. –Prométeme que si te aceptan como John en la obra, me devolverás esto— sus labios me sorprendieron.

Sus manos se enredaron en mi cabello y me atrajo hacia ella de modo firme. Simplemente me dejé llevar. Victoria era muy hermosa, sería mentir si digo que no me gustó.

Pero su ardor menguó al darse cuenta que no le correspondía, no con el ímpetu que ella esperaba.

—Lo prometo— dije recuperando el aliento una vez que nos separamos.

—Lo tendré en cuenta. Te espero afuera del estudio a las 4 y 30. Te mataré si no te presentas— amenazó.

Me había perturbado. Al menos era algo nuevo en qué pensar.

Almorcé en casa algo ligero. No tenía intensiones que mis nervios me traicionen y terminar echando a perder mi audición.

Me recosté unos minutos. Antes de las 4 estaba listo para salir rumbo al estudio.

Al voltear una calle en el centro del pueblo vi a mi hermana caminando asustada. Me estacioné delante de ella para que me viera.

— ¡Edward!— chilló en mi ventana.

— ¿Qué te pasa?— pregunté alarmado.

—No. Nada. Es que… es Bella— dijo bastante preocupada.

— ¿Bella? ¿Bella Swan? ¿Le pasó algo?— mi corazón dio un vuelto. Mi Bella, tan lejos de aquí. ¿Habría sufrido un accidente? ¿Le habrá pasado algo grave?

—Ella…

— ¡Alice! ¡Ya dime!— le exigí.

—Estábamos en la heladería… en Tutti Fruti. Y de pronto, llegó ese tipo, su novio. Es… es un demente, está loco.

— ¿Le hizo daño?

—No sé. Yo me fui…

— ¡Sube! Vamos para allá— le abrí la puerta. — ¿Desde cuándo está Bella en Forks?

—Llegó ayer. No te avisé porque tienes tu casting— lo había olvidado. Esperaba que no demoremos mucho.

— ¿Cómo pudiste dejarla sola?— reclamé.

—No quise… fue ella la que dijo que ya me iba. Creo que trató de sacarme de esa situación.

—Debiste llamarle a su padre para que…— me callé. Dentro de mí pensaba “para que Charlie Swan le pegue un tiro” Pero esos pensamientos no son buenos. Si ella tiene novio, es mejor actuar con serenidad a menos claro que él sea agresivo en cuyo caso no me importaría repartir golpes.

Me detuve frente a la heladería y descendimos.

Sea cual sea la situación no podía permitir que Bella esté en peligro.

Entré rápidamente, ellos estaban conversando, no parecía haber ningún problema. Dudé en acercarme pero escuché que él levantaba la voz.

Sólo una vez me he peleado en la calle, hace tiempo con Jacob. Pero si este hombre le volvía a gritar a Bella me olvidaría de los buenos modales que me enseñó mi madre.

— ¿Podrías bajar el volumen de tu voz?— dije conteniéndome. Sólo por respeto a Bella.

—Edward, Alice—respondió ella. A verla, todos los antiguos sentimientos que trataba de olvidar afloraron

—Lo siento Bella, me crucé con mi hermano y quiso pasar a saludarte— mi hermana parecía más asustada que Bella. Ese tipo era muy extraño.

Puedo leer a la gente, ese hombre no era buen elemento. Y no lo digo por su aspecto desarrapado. Sino por sus ojos. Parecía drogadicto.

— ¿Edward? ¿Qué no es tu amiguito del facebook? Hola, soy James, el novio de Bella, mucho gusto— a regañadientes le acepté el saludo.

¿Acaso Bella le mostraba nuestras conversaciones privadas? A pesar que nunca tratamos ningún tema importante ni llegué a confesarle mi amor por internet, se me hacía un nudo en la garganta pensar que Bella le había mostrado nuestras conversaciones.


— ¿Bella siempre vas a ir a mi casa a ver mis vestidos?— improvisó Alice para sacarla de allí.

—Sí, voy con ustedes ¿Me llevan?— di gracias a Dios que quisiera venir con nosotros. No podría marcharme tranquilo si la dejaba con ese rufián.

—Tengo el auto afuera, te esperamos— le dije. Tomé a mi hermana y salimos para darle espacio y se despida.

Bella no tardó mucho en venir hacia mi auto, Alice le abrió la puerta trasera para que entrara.

—Lo siento Bella, en verdad lo siento. Me asusté— le dijo la pequeña. Me pregunto que le habrá visto Alice a ese sujeto. Ella no solía tenerle miedo a nada.

— ¿Edward yo te eliminé de mis contactos de facebook?— preguntó Bella sorpresivamente. Qué extraño.

—Sí. Un día estábamos conversando y me eliminaste después de mostrar un extraño símbolo obsceno— traté de no sonar resentido. Eso era lo que más me había dolido. Ese dedito medio tan popular. Viniendo de ella fue como recibir un golpe.


—No fui yo. Siento haber creído que fuiste tú quien me quitó su amistad— respondió. ¿Yo quitarle mi amistad? Sería capaz de recibir una bala por ella.

—Jamás pasará eso— sonreí.

Fue él… ese tipo de la heladería. ¿Cómo pude ser tan tonto de no aclarar las cosas con Bella desde un principio?

Había perdido valiosos meses.

— ¡Edward tu audición!— me recordó Alice. Rayos, con tantas emociones se me había olvidado.

—Las dejo en casa primero.

—Ya es a las cinco Edward, llegarás tarde— chilló mi hermana.

— ¿Hoy es tu audición?— preguntó Bella. Oh Dios, ahora no recuerdo muy bien de que iba el diálogo.

—Sí. Tienes razón Alice ¿Puedo llevarlas al estudio?— pregunté.

—Te prometo que no entraremos a ver. Te esperaremos afuera— sonrió mi hermana.

Llegamos a las afueras el teatro, bajé corriendo, Alice se encargó de mi auto.

—Cullen ¡Llegas tarde!— me gritó Eleazar, mi profesor de arte dramático. Uno de los que me animó a presentarme.

—Lo siento, tuve una emergencia.

—El teatro no espera, si no te presentas echarás abajo toda una obra— iba recriminándome mientras me alcanzaba el texto. Laurent y Victoria, dos de mis amigos, me lanzaban miradas asesinas. A mi amiga pelirroja no le había hecho gracia que llegue tarde. Seguramente al salir me saltaría encima por mi demora. Usualmente ella era muy tranquila, mientras no se moleste. Parecía una fiera cuando alguien le hacía perder la paciencia.

Llegué frente a los tres representantes de la compañía “Amanecer” que habían venido a escoger actores. Respiré profundo y empecé mi actuación.

—Gracias por venir— me dijeron con una amable sonrisa cuando terminé mi monólogo.

Salí a la sala donde se encontraban mis demás compañeros. Extrañamente Victoria no se encontraba con ellos.

— ¿Y Victoria?— pregunté a Lauren.

—Salió a comprar cigarrillos. Estuvo comiéndose las uñas todo el tempo que no llegaste— me reclamó Laurent.

—Lo siento, tuve una emergencia familiar cuando venía para acá. Regreso, voy a ver a mi hermana, la dejé en el auto— me excusé para salir.

Bella hablaba entretenidamente con Alice sentadas en una banca del parque que había afuera. Parecía que el tiempo no había pasado, que no existían las enormes distancias. Como si los kilómetros que nos separaron todo este tiempo fueron simples espejismos.

Ella estaba allí, tan cerca. Ya no me reprimiría más. No callaré más mis sentimientos. No más “Y si hubiera”. Ahora sería “Lo hice”.

Caminé sonriente hacia ellas, Bella notó mi presencia y se puso de pie a esperarme. Su sonrisa no había cambiado en lo absoluto, seguían allí esos adorables hoyuelos de los que me enamoré en el primer grado. Y cada una de las pequeñas pecas que solía memorizar cada vez que la tuve cerca.

A unos pasos de ella alguien irrumpió violentamente hacia mi cuerpo. Me asusté, creí que era James pero no.

— ¡Me hiciste sufrir! Conté cada segundo que no llegaste— la cabellera roja me tapó la visión de Bella.

—Lo siento…— traté de disculparme con mi amiga. Pero no me dejó. Tomó mi rostro y me besó de manera ardiente. Ni siquiera me dejaba respirar.

—Te perdono tonto. ¡Conseguiste el papel! Vamos a celebrar— gritó.

0 comentarios:

Publicar un comentario