12 enero 2013

Capítulo 6






CAPÍTULO 6

PREPARÁNDOSE PARA EL BAILE

El lunes siguiente me encontré con Edward, iba arropado y con una gruesa bufanda al cuello.
— Hola Princesa del Estanque— me dijo.
— Hola Sir Edward, ¿qué la capa no te protegió del frío?
— Si mucho, gracias. No estoy resfriado pero mi madre insistió en esto— dijo mostrando su bufanda verde que hacían juego con sus ojos. Vaya no me había dado cuenta que por la mañana sus ojos brillaban.
— Mamá dijo que pude haber cogido pulmonía— continuó –Te envía sus saludos y las gracias por la ropa de Charlie y la gruesa capa que me diste ayer
— No es nada, considerando que yo te tiré al estanque, lo menos que podía hacer es cuidar de ti— dije, aunque sabía que lo cuidaría así no fuera mi culpa.
— ¿Dime como va nuestro proyecto de Biología?
— Ah, Romeo y Julieta están muy bien— respondí y era cierto, se veían lindos juntos
— ¿Les pusiste nombres? Bella no son mascotas, al final los dejaremos libres y no pienso bautizarlos a ellos también y ni se te ocurra pedirme que los case.
— Pero se ve que son el uno para el otro. Sé que los vamos a liberar pero tengo dudas.
— ¿Dudas? Bella no hay dudas los vamos a liberar no te los puedes quedar.
— No es eso, es que es romántico, "el sapo y la rana", o acaso has oído "la rana y el rano" o "el sapo y la sapa"
Edward soltó una fuerte carcajada, se estaba burlando de mi, con el poco orgullo que me quedaba me apresuré en llegar a la escuela sin mirarlo.
Nos sentamos juntos. Mike nos dijo que Jessica no asistiría porque estaba en cama.
— Princesa Bella perdóname— dijo Edward en un intermedio de clases.
— Te burlaste Edward Masen, ya he leído al respecto sé que eso no se puede dar, pero esperaba que lo comprendieras— dije completamente ofendida.
— Y lo entiendo, de verdad. Sé que son diferentes y que va contra la naturaleza, que jamás podrían estar juntos ya que no lo aprobarían sus familias. Entiendo también el porqué de los nombres que les has puesto. Y me parecen geniales. Y estoy seguro que si ese sapo de verdad la quiere no habrá nada en el mundo que los pueda separar.
— ¿Lo dices en serio? ¿En verdad lo crees?— Dije asombrada.
— Claro que si solo me causo gracia lo de "la rana y el rano" o "el sapo y la sapa". No me reía de ti, en verdad Princesa Bella, no estés enfadada conmigo. Te prometo que escribiré un poema sobre el amor entre un sapo y una rana. ¿Me perdonas?— y me dio una hermosa sonrisa.
— Edward ya no estoy enfadada. Y esperaré por ese poema.
Ese día Charlie llegó más tarde que de costumbre y un poco molesto.
— Bella, ¿me puedes explicar porque arrojaste a Jessica al estanque?
Y tuve que contarle toda la historia, hasta lo de la ropa que le presté a Edward.
— Sabes Bella, te pediré un favor. Jessica es una niña muy frágil y delicada, está enferma y no irá al colegio por unos días, ha cogido un fuerte resfriado. Debes llevarle las tareas y todos tus apuntes hasta que mejore.
— ¿Por qué papá? Ella no es buena conmigo siempre me critica por como visto o lo que digo o hago.
— Porque de algún modo eres responsable de su estado. Sé que no fue intencional pero tú la jalaste al estanque y por eso está enferma.
— Pero ella me empujó, yo no tenía intenciones de jalarle, fue un accidente. Además vive en casa de Mike, él le puede llevar dar sus apuntes.
— Cariño te contaré una historia. Cuando yo era joven conocí al padre de Jessica y fuimos muy amigos, una vez él salvó mi vida. Al morir yo le prometí que cuidaría de su esposa e hija y todos estos años ha sido así. Siempre me he preocupado de visitarlas y que no les falte nada. Ellas han sufrido mucho. Sé que eres buena y comprendes ¿verdad?
Ay porque tenía que usar ese argumento. Claro tienes que ayudar a la mala porque tú eres la buena y eso es lo que hacen las buenas ayudar, soportar y sonreír. Y nos ganamos el cielo. Pero si una buena se rebela entonces es mala. Como nos chantajean.
— ¿Bella me entendiste?
— Si papá, lo haré pero que quede claro que no quiero hacerlo— dije haciendo puchero.
— Una cosa más cariño la Sra. Masen me habló conmigo para que fueras a su casa algunas tardes.
— Ah lo del baile. Recibiré clases de baile papá— Contesté emocionada.
Vale la pena ser buena si recibes después semejante compensación. Aunque después de todo ser mala debe causar envejecimiento prematuro o verrugas, entonces prefiero ser buena.
— Es cierto el cumpleaños de Edward. Va a ser una gran fiesta, deberíamos ir a la ciudad por un vestido nuevo.
— Creo que sí, mi mejor vestido tiene una mancha y me queda ajustado— Sonreí al recordar que la mancha fue del pudín que robamos Edward y yo en la última fiesta.
— Si, iremos pronto. Entonces está todo arreglado, cuando salgas del colegio vienes a almorzar conmigo, luego vas con Jessica y finalmente donde los Masen. Allí te recogerá en la tarde para venir a casa.
— Genial. Solo que tendré que levantarme más temprano para darle de comer a los animales— Y sonreí aun mas.
Colegio—purgatorio—cielo, podría resistir a Jessica si sabía que luego iría con Edward. Leeríamos como antes y tal vez podamos interpretar unos cuantos cuentos.
Jessica no fue al colegio por dos semanas y me estuvo torturando todo ese tiempo ya que además de dictarle y corregirle los apuntes y las tareas debía resolvérselas o ayudarle a hacerlo. Es mas no sabía cómo había llegado a secundaria ya que ni siquiera sabía multiplicar. Su madre era muy fría conmigo, me culpaba por lo que pasó. Y además tenía a Mike todo el tiempo revoloteando a mí alrededor.
En cambio en casa de los Masen era el paraíso, las primeras clases me costaron un poco pero Edward era un maestro genial, ya casi no lo pisaba y podíamos bailar 3 o 4 piezas distintas con sus respectivos pasos.
Terminaba allí de hacer mis tareas, pero como ya se las había hecho a Jessica era más sencillo.
Y como de costumbre leíamos muchas historias. Había una, se llamaba Hansel y Grettel, que me había gustado mucho. Me imaginaba perdida en el bosque y siguiendo un rastro de piedrecillas.
Entonces Edward me puso una pequeña bolsa de tela en la mano.
— Ten princesa Bella, estas piedras las junté hace dos años en casa de mis primos, son redondas y muy blancas tienen un brillo especial con la luz de luna. Si algún día te pierdes podrás encontrar el camino a casa.
— Gracias gran hechicero, las guardaré para una ocasión especial— y le sonreí.
Los días pasaron rápido y pronto sería la fiesta de cumpleaños de Edward así que fui a la ciudad con mi papá. El viaje tomó casi 3 horas. Hacía mucho tiempo que no venía. Era más grande de lo que recordaba. Muchas tiendas y escaparates.
Entramos en una tienda de vestidos había algunos de seda otros de encajes, algunos de satén y los precios variaban bastante de una tienda a otra y yo la verdad quería encargarme de buscar algo especial para Edward. Lo tenía claro desde hacía tiempo pero en el pueblo no lo había conseguido. Había ahorrado durante años y nunca había tenido ocasión de gastar nada ya que casi no salía y tenía suficiente comida y ropa. Mi padre se veía incómodo.
— Papá creo que voy a tardar mucho en elegir y probarme los vestidos. No preferirías ir por allí y ver otras cosas, te estaré esperando aquí, serán por lo menos dos horas.
— ¿Tanto Bella? Sólo por un vestido.
— No es solo un vestido papá… es el vestido, además de los zapatos, el abanico y las cintas para el cabello.
— Vaya no había pensado en eso. Está bien. Además tengo unos papeles que el Juez me mandó a entregar. No tardaré más de un ahora. Espérame aquí.
— Entendido, me encontrarás en esta misma banca— le dije muy seria
Y salió de la tienda. La dependienta se apresuró a mostrarme varios vestidos, pero yo no tenía la intensión de perder el tiempo en eso. Debía ir a buscar el regalo perfecto para Edward. Escogí un bonito aunque sencillo vestido rosa de encajes, unas cintas a juego y unos zapatos de la misma tonalidad. Ni guantes ni abanico ni otras cosas que no se usan.
Salí de la tienda y me dirigí a la armería, me fijé bien en como regresar, no quería que Charlie se diera cuenta y menos perderme. Al parecer este no era lugar para mujeres ya que el dependiente se sorprendió al verme pero no había nadie más.
— Puedo ayudarle señorita— me dijo muy atento.
— Si verá, busco un arma.
— ¿Para usted?— se sorprendió y abrió mucho los ojos
— Si me gustaría mucho, aunque no en esta ocasión. Verá la semana que viene es el cumpleaños de mi mejor amigo y quiero algo especial.
— Algo para un joven, tenemos muchas piezas. ¿Algún artículo en especial?
— Bueno yo había pensado en una espada pero sería muy medieval, además que no creo que tenga suficiente para adquirir una. Y las armas de fuego no son nada caballerescas. Algo más pequeño, práctico y portable.
— Creo que una navaja sería lo ideal— respondió. Vaya este hombre si conocía su trabajo.
— Sí, creo que eso sería lo ideal.
— Venga por aquí por favor— Y me llevó a una esquina donde había un parador repleto de navajas de todas formas y materiales. Quedé impresionada. Pero cuál sería la correcta. Había de oro, palta, bronce. Pero ninguna de esas reflejaba a Edward.
Hasta que muy abajo del aparador la vi. Era muy antigua, esperaba que tuviera filo.
— Muéstreme aquella— dije señalando.
— Oh. Esa, pues verá, es muy sencilla. Tenemos otras más modernas.
— Por favor déjeme verla—pedí.
La sacó de la vitrina y me la tendió. El mango no era de metal. Era de un material que no había visto antes.
— Bueno como le decía, para un joven los materiales apropiados serían ébano o bronce— dijo el hombrecito sin ningún interés en vendérmela
— De qué está hecha esta— pregunte
— La hoja de carbono y empuñadura de marfil y nácar. Aproximadamente de inicios de siglo, por sus grabados es de procedencia europea. Me atrevería a afirmar que es inglesa.
Pasé mis dedos por aquella navaja y su textura fue sorprendente, no era el frío metal, era cálida y el nácar hacía que algunos lugares fueran verdosos.
— Me la podría abrir— le pregunté al dependiente
— Con gusto, aunque tiene un grabado en la hoja, por eso es que no ha habido interesados y no hay forma de borrarlo sin dañar la estructura
"COR UNUM" alcancé a leer. Era latín. Había leído textos en latín antes. COR era corazón UNUN, no lo sabía.
— Significa corazón unido o un solo corazón— me dijo sin siquiera preguntarle
— Esta es la que quiero— casi grité
— ¿Bien algo más, desea hacerle un grabado o algo?— preguntó muy solícito
— Bueno ¿podrían agregar algo más a la inscripción tratando de igualar la caligrafía?
— Claro, contamos con un experto. No tardaremos mucho.
— Solo quisiera que agregaran 3 letras.
— Claro, escríbalas aquí por favor.
Esperé por 15 minutos aproximadamente hasta que me la entregaron en un precioso estuche de cuero. Casi había agotado los ahorros de mi vida, que no eran muchos por cierto. Pero valía la pena. No era una reluciente espada, pero era la navaja más hermosa que había visto, aunque para ser sincera solo había tenido en mis manos la de Charlie.
Regresé a la tienda donde mi padre me estaba esperando con cara de pocos amigos.
— Bella, por Dios ¿Dónde te has metido?
— Lo siento papá, quería comprarle algo a Edward— su mirada se relajó
— ¿Lo has conseguido?
— Si es maravilloso, pero no lo puedes ver, es secreto.
— Bueno está bien. Ya vámonos o llegaremos muy tarde a casa.
Unos días antes de la fiesta presentamos nuestro trabajo de biología, todos admiraron a Romeo y Julieta, Mike y Jessica no tenían buena cara.
Edward explicaba a la clase sus características y su forma de vida incluso me animé a contar algunas leyendas misteriosas sobre el canto de la rana y la lluvia. Obtuvimos una nota muy buena y sufrí cuando fuimos esa tarde con Edward al estanque para dejar libres a nuestros amiguitos.

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