20 enero 2013

Capitulo 44



CAPITULO 44

REENCUENTRO

BELLA
Subí al auto sin poder creerlo. ¿Renée estaba viviendo en casa de Charlie? Apenas alcanzó a decirme que se había quedado a cuidar a papá porque tenía problemas del corazón.
Estacionamos frente a la casa de Edward, él bajó y me dio una mano para ayudarme, ni siquiera con ese cabestrillo tan incómodo dejaba de preocuparse por mí.
Marcos y Cayo descendieron con nosotros. Sin embargo, aún en su auto, Aro dudaba en salir.
La puerta de la casa se abrió, Esme bajó los escalones corriendo.
— ¡Edward! ¡Edward!— gritaba. Él se apresuró en darle alcance y la abrazó. Ella sollozaba en sus brazos, Carlisle venía detrás, también bastante emocionado.
—Hijo. Bienvenido, estoy tan contento…— sus ojos se llenaron de lágrimas.
Los tres se abrazaron, fue un momento familiar tan intimo que por un momento me sentí fuera de escena pero Edward extendió un brazo para atraerme con ellos.
— ¡Bella!— dijo Esme emocionada abrazándome, al igual que Carlisle.
—Papá tenemos que presentarles a algunas personas— Edward se giró mirando a los tres hermanos que estaban a un lado de la camioneta. Los abuelos estaban todavía permanecían dentro de su auto.
Nuestros tíos se acercaron con algo de recelo, Marcos era el único que sonreía. Aro estaba serio. Esme y Carlisle se miraban.
—Papá, mamá, quiero presentarles a las personas que nos ayudaron a salir de la cueva a dónde nos arrastró la corriente. Ellos son Aro, Marcos y Cayo— los tres hermanos avanzaron ante la sonrisa de Carlisle.
—Gracias por ayudar a mis hijos— decía Esme dándoles un beso a cada uno.
—Fue todo un placer, no saben a alegría que nos dio…— decía Marcos pero calló ante la mirada reprobadora de Aro.
—Carlisle, ellos son…— Edward estaba a punto de presentar a nuestro tíos pero fue interrumpido por el sonido de un motor.
Era mi auto, Renée venía manejando. Se estacionó cerca de nosotros, bajó y corrió hacia mí.
— ¡Bella!— gritó antes de abrazarme con fuerza. –Mi amor ¿estás bien? Hijita estoy tan feliz— volvimos a abrazarnos.
Miré hacia su derecha, papá estaba allí, igual de emocionado pero me miraba con temor.
—Papá— grité y me tiré a sus brazos— sentí su pecho conteniéndose para no sollozar. Sentí sus brazos cerrarse en mi espalda, luego tomó mis mejillas y me miró profundamente.
— ¿Estás bien? ¿No estás herida?— preguntó.
—Yo estoy bien papá, Edward tiene una herida de bala— dije mirando hacia él que estaba junto a sus padres.
Esme avanzó unos pasos y se abrazó a Renée. Carlisle dio un pequeño paso, mi padre pareció dudar un momento y luego acortó la distancia entre él y Carlisle.
Con lágrimas en los ojos vi como levantó su mano, ofreciéndosela a su antiguo enemigo.
—Ya no más resentimientos Cullen— dijo Charlie.
—Tienes razón Charlie. Ya no hay cabida para el odio aquí— dijo el padre de Edward dándole la mano a mi padre.
Sentí unos pasos detrás de mí, la abuela miraba la escena llorando.
— ¡Charlie!— gritó. Papá soltó la mano de Carlisle y se giró sorprendido. —Charlie— volvió a repetir la abuela.
— ¿Mamá?— dijo él temblando. Yo caminé hasta colocarme al lado de mi abuela y tomándole una mano avancé con ellas hasta llegar donde nos esperaba ansioso mi padre.
Ella abrió los brazos para recibirlo y él sin pensarlo se agachó a abrazarla. Mire hacia Edward, que sonriéndome hizo lo mismo, fue hasta el abuelo y lo animó para llevarlo donde Carlisle que estaba atónito mirando a su padre. También se abrazaron.
Nadie dijo nada, fueron unos minutos muy conmovedores.
—Yo también quiero un abrazo— repetía Marcos ganándose coscorrones de Aro.
Carlisle, el hijo pequeño de Aro, salió corriendo de su auto y fue hacia el abuelo.
—Abue, tengo hambre ¿A qué hora comeremos?— preguntó sonriendo. El abuelo y Marcos rompieron a reír.
—Carlisle Cullen, te presento a Carlisle Cullen— dijo muy contento el abuelo, el niño y el médico se miraron con curiosidad.
— ¿También te llamas Carlisle?— dijo el padre de Edward.
— ¿No me digas que tu ya me habías ganado el nombre?— se quejó el niño haciendo que todos riéramos con él. Mi padre aún tenía abrazada a la abuela.
—Mamá… yo... no sé qué decir…
—No digas nada Charlie y agradece a Dios que te haya devuelto a tu hija.
—Estoy feliz por eso— dijo él mirándome de reojo.
—Bueno, hay cosas que debes querer preguntar pero antes debes conocer a tus hermanos— dijo ella mirando a los otros Cullen.
— ¿Hermanos?— preguntaron mi padre y Carlisle al mismo tiempo.
—Sí. Aro, Marcos y Cayo, vengan aquí por favor— llamó la abuela a lo que sus hijos obedecieron inmediatamente. —Charlie ellos son tus hermanos, Aro, Marcos y Cayo. Chicos él es Charlie, su hermano mayor— dijo solemnemente la abuela. René animó a mi padre a saludarlos, apenas fue un apretón de manos porque papá estaba desconcertado.
—Creo que debemos pasar a la casa, deben tener hambre— oí la voz de Esme llamándonos.
— ¡Sí! Gritó Carlisle "pequeño" saltando. La esposa de Aro bajó del coche y caminó al lado de su esposo, también fue recibida por Esme. Antes de entrar vi que los tres nuevos tíos eran presentados a Carlisle por su padre.
Abracé a mi padre para avanzar pero él no se movía Renée ya estaba a la mitad de camino hacia la casa de los Cullen.
— ¿Papá? ¿No vamos a entrar?— le dije sonriendo.
—No... No creo que sea una buena idea— me respondió.
—Charlie, por favor. Necesitamos hablar hijo— le rogó la abuela.
—Ya tengo a Bella de vuelta y tú has regresado. Es mejor que nos vayamos. Cullen y yo hemos hecho las paces, no quiero forzar más las cosas… además tienes otra familia… una familia Cullen, ellos pertenecen aquí… yo no— dijo mi padre tomando mi mano.
—Señor Swan, por favor pase a casa, es bien recibido, hay cosas de las que debo hablarle— dijo Edward llegando a mi lado.
—Gracias por cuidar de mi hija, estoy en deuda contigo a pesar que te la robaste— sonó a un agradecimiento acusador, era extraño.
—De eso quería hablarle. Por favor déjeme explicarle cómo fueron las cosas— insistió Edward amablemente.
—No hay rencores, ya está conmigo de vuelta, no tienes que darme detalles, Bella podrá hacerlo bien— dijo reticente Charlie.
—No quisiera que Bella se fuera— agregó Edward.
—Puedes visitarla después, no me voy a oponer a que se vean— dijo Charlie.
—Papá— dije con temor. –Edward y yo nos casamos la semana pasada, no pienso separarme de él— traté de sonar comprensiva pero firme.
— ¿Qué? ¿Sin mi permiso?— elevó la voz.
—No quería que Billy Black registrara la ceremonia que ofició para su hijo y Bella. No me arrepiento señor Swan. Fue en Las Vegas, algo rápido y sencillo.
— ¿Acaso crees que yo iba a permitir que Billy registre esa boda?— papá hacía esfuerzos por no perder la paciencia.
— ¿Oí bien? ¿Una boda en Las Vegas?— mamá llegó a nuestro lado con una sonrisa en los labios.
—Si Renée, se casaron en Las Vegas, seguro eso te encantará— papá empezaba a impacientarse.
—Claro que sí. Es maravilloso. ¿Recuerdas nuestra boda Charlie? Llevabas un traje de Jedi y yo iba como la princesa Leia— papá bajó la cabeza avergonzado.
—Pero yo tenía 22 años — dijo aún molesto.
—Y yo acababa de cumplir 18. Fue tan romántico— dijo con una gran sonrisa mi madre.
—No quiero perderme la historia de cómo fue que sobrevivieron, debe ser emocionante. Charlie, ya quita esa cara y pasa de una vez a la casa de Esme que me muero de hambre— se quejó mamá, a lo que mi padre puso su peor cara de enojo pero nos siguió, detrás venía Edward pensativo.
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EDWARD
Había mucho alboroto, mamá lloraba, papá estaba emocionado, los padres de bella no tardaron en llegar, las presentaciones se dieron por si solas.
Traté de estar atento a todo lo que ocurría. Un odio de tantos años ahora parecía quedar atrás.
Todavía no estaba seguro cómo reaccionaría Charlie conmigo cuando supiera que Bella y yo nos habíamos casado o cuando se fijara en el abuelo, el hombre que supuestamente le robó a su madre.
El abuelo presentó a sus hijos más formalmente, Carlisle estaba tan confundido como Charlie pero lo asimilaba mejor.
Después de cruzar palabras con el padre de mi esposa pudimos entrar a casa. Los Swan se sentaron lo más lejos posible por insistencia de Charlie, Bella estaba a su lado ya que su padre no parecía querer que su hija se alejara.
—Estamos toda la familia reunida y lo digo también por ti Charlie— empezó a hablar el abuelo. –Tal vez sea tarde para decírtelo pero lo haré de todos modos. Siempre amé a tu madre y ella a mí. Siento mucho haber roto tu familia pero sabes que tu mamá no era feliz. Quisimos llevarte con nosotros pero las cosas fueron muy violentas y después de caer por ese acantilado y ser arrastrados por la corriente tuvimos muchas dificultades para alejarnos de aquí. Tu madre quiso regresar siempre pero teníamos problemas, tu padre nos vio una vez en Vancouver, huimos durante mucho tiempo, él sabía que estábamos vivos, lamento que no te lo haya dicho. Por eso teníamos miedo de regresar.
—Carlisle, siento mucho haberte alejado de tu padre tanto tiempo— dijo la abuela mirando a papá.
—Me hizo mucha falta pero si han sido felices me alegro. Y es magnífico tener hermanos, ser hijo único es triste a veces. Esta es su casa, vengan cuando quieran, realmente deseo poder conocerlos mejor— dijo mirando a los tíos.
—Claro que te caeremos seguido Carlisle, cuenta con ello— dijo Marcos.
—Será un honor, tenemos muchas cosas de que hablar, también soy médico— dijo Aro quien se notaba querer acercarse a papá. –Y también nos gustaría conocerte Charlie, eres nuestro hermano mayor, mamá siempre te tuvo presente todo este tiempo, hablaba mucho de ti— dijo mirando a Charlie que apenas hizo un movimiento de cabeza.
—Ahora, Edward, Bella, nos gustaría que nos dijeran que pasó— dijo papá mirándome.
—Como ya saben regresábamos a casa de Las Vegas y fuimos interceptados por dos autos que nos desviarnos hacia el acantilado, Jacob Black nos acorraló y me disparó, luego Bella me empujó con mucha fuerza y caímos, la corriente nos arrastró a una gran cueva, dónde no encontrábamos la salida, estuvimos allí cinco días. Esa era la misma cueva a la que los abuelos habían ido a dar hace años, nuestros tíos tienen la costumbre de acampar allí y nos encontraron.
—No habrían podido salir solos, tenemos la salida sellada, para nosotros ese lugar es como un santuario— dijo Aro
—Después de curarme la herida, nos llevaron a Vancouver a ver a los abuelos.
— ¿No pudieron habernos llamado? Casi muero de pena— se quejó mi madre.
—Edward quería llamarles en todo momento pero no traíamos celular y tuvimos que aterrizar de emergencia y quedarnos un día de camino a casa, no había línea telefónica— nos excusó Marcos.
—Luego decidimos llamarles después de conocer a los abuelos. Eso fue anoche y regresamos de madrugada para estar lo antes posible aquí— dije.
—Emmett, Jasper y Richard han estado buscándolos desde el accidente, ya les llamé vendrán en un rato— dijo papá. –Emmett y Jasper son amigos de Edward y Richard es un amigo mío— aclaró mi padre mirando al resto.
—Ahora que estamos todos, quisiera invitarlos para que vayan también a nuestra casa— dijo Renée. –Es maravilloso que esté viva— dijo mirando a Marie. –Charlie y yo nos hemos reconciliado hace muy poco y quisiera tenerla en mi casa— agregó mirándola con cariño.
—Me encantaría pero no se cuanto tiempo podremos quedarnos— contestó Marie mirando al abuelo y a sus hijos.
—Pueden quedarse una semana, papá tenía que ver algunos papeles del banco en Seattle, nosotros debemos regresar a Vancouver por trabajo pero vendremos a visitarlos seguido— dijo Aro.
—Sí, creo que nos quedaremos algunos días, si no es molestia— dijo el abuelo.
—Papá pueden quedarse cuanto quieran, esta es tu casa, siempre lo ha sido.
— ¿Y Bella dónde se quedará?— dijo Charlie que por primera vez habló.
Mi padre me miró a mí y yo miré a Bella.
Quería decirle a Charlie que Bella se quedaría conmigo, esperaba no parecer un esposo posesivo, debía dejar que ella decidiera.
—Dormiré aquí papá. Pero pasaré por casa algunos días.
—Charlie, ellos están casados, obviamente querrán estar juntos y pronto irán a la universidad ya que no tienen niños, quiero que Bella estudie algo, yo no pude hacerlo porque me embaracé pronto— sonrió Renée. Lo que pareció no gustarle a mi suegro. Esto iba a ser difícil
— ¿Renée me acompáñame a la cocina?— preguntó mamá.
Regresaron unos minutos después con emparedados y refrescos. Mi primo Carlisle saltaba de felicidad, un rato después lo llevé a conocer la casa. No pasó mucho tiempo, escuché en la puerta unas estruendosas risotadas.
—Milagro. Bellita está aquí. ¿Dónde está Eddie?— gritó Richard. Escuché pasos en la escalera y vi a mis dos amigos que subía los escalones de dos en dos. Me miraron al llegar.
—Eddie, hermano— dijo Emmett conteniendo las lágrimas lo mejor que pudo, me dio un gran abrazo de oso.
—Lo vas a ahogar Emmett— le reprendió Jasper que me abrazó después que Em me soltara.
—Te extrañamos compañero. Bienvenido— dijo Jasper también emocionado.
—Gracias, fue toda una aventura, tuvimos suerte— dije agradeciéndoles.
—Tienes más vidas que un gato Eddie, ahora por fin podrán estar juntos Bella y tu. Anda cuéntanos con detalle— me pidió mi amigo oso.
Les narré toda la historia mientras regresábamos a la sala con mi primo e íbamos a la cocina por algo más de comer. Bella estaba sentada participando de la conversación con su abuela al lado.
— ¿Qué fue de Black? Padre e hijo— pregunté a Jasper.
—Billy fue dado de baja como líder de tu tribu. Y exiliado. Está en Port Ángeles, detenido por varios delitos que cometió, parece que tenía la costumbre de usar su cargo para hacer cosas ilegales. Jacob sigue en el hospital, despertó hace dos días y tuvo un ataque de histeria— dijo mi amigo.
— ¿Ataque? ¿Histeria?
—Es que el perro se quedó sin poder caminar. Charlie le disparó en la espalda cuando le apuntaba a Bella y le dio al lado de la columna, si vuelve a caminar será un milagro, al enterarse no lo tomó bien. Además tiene varios juicios pendientes. Uno de los quileutes lo demandó por un accidente durante la carrera de caballos por cierto tienes que ir a declarar como testigo. También tiene otro juicio por golpear al jefe de policía, por secuestrar a Bella, por dispararte y por obligar a Leah a abortar. Ay qué triste su vida— dijo Emmett riendo.
—Bueno, tiene lo que se merece aunque no poder caminar es realmente un duro castigo— éramos jóvenes con una vida por delante, me daba pena Black a pesar de todo.
—Ahora que están de vuelta podremos ir a la graduación— dijo Jasper animado.
— ¿Graduación?— pregunté
—Sí, es una ceremonia cuando acabas la prepa, una túnica y un birrete ¿Lo recuerdas no?— se burló Emmett. Le sonreí.
—Será este sábado, no pensábamos ir pero si tú estás no habrá quien nos detenga— dijo Jasper.
—Mi bebita debe estar tan feliz, ella y Alice no hacían más que llorar todo este tiempo, ha sido la peor semana de mi vida— dijo Emmett.
Bajamos al escuchar las voces de Rose y Alice en la sala.
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BELLA
Charlie no se tomó bien que me quisiera quedar aquí con Edward, podía ver lo incómodo que estaba, sus hermanos le hacían conversación pero apenas contestaba con monosílabos.
Me senté al lado de la abuela que cada cierto tiempo me preguntaba muchas cosas de mi vida, mis gustos y sobre papá.
Emmett, Jasper y Richard llegaron minutos después, los abracé con todas mis fuerzas, los había extrañado también, pero los amigos de Edward apenas estuvieron unos segundos, corrieron a buscarlo, pude oír sus risas en el piso superior.
Una hora después llegaron varias pizzas, pollo frito, ensaladas y helado que Esme y mi madre habían pedido. Mis amigas también habían llegado, se veían bastante mal, les relaté todo lo que nos pasó.
—Lo de la boda estuvo genial, te casaste antes que yo— dijo Rose.
—Bella, debes hacerlo otra vez, algo más glamoroso, de paso le sirve a tu padre para que realmente acepte a Edward.
—Oye tus tíos son muy guapos— comentó Rose.
—Sí, es cierto, seguro así serán tus hijos— bromeaba Alice.
—Tenemos que ir a Port Ángeles a buscar vestidos, la graduación es este fin de semana—Rose sonreía.
— ¿Graduación? Oh si la escuela. No sé qué haremos de ahora en adelante, ni a dónde iremos a estudiar.
—Yo quiero un clima más cálido, pero donde vaya mi Jazz— dijo Alice.
—Emmett y yo estábamos pensando en Seattle o Chicago. ¿Qué dices Bella?— preguntó Rose.
Los días pasaron rápido. Mis tíos se marcharon al día siguiente, los abuelos se quedaron con nosotros, decidieron que se irían después de nuestra graduación.
Era sábado y estaba enfundada en un vestido largo y azul, sin mangas. Alice traía un coqueto vestido corto verde oscuro y Rose… bueno eso no podía ser un simple vestido, era una arma de seducción masiva, la abertura del vestido casi le llegaba a la cintura. Emmett no tenía ojos para nada más que no fuera su bebita. Jasper estaba otra vez ensimismado con Alice, cuando se miraban mutuamente el mundo a su alrededor desaparecía, incluyendo a sus amigos.
—Estás simplemente perfecta— susurró Edward a mi oído. Me estremecí al sentirlo tan cerca. — ¿Tienes frío?— murmuró.
—No. ¿Podemos irnos ya?— pedí. La fiesta estaba bien pero la parte más importante que era la graduación misma había pasado. Tenía el diploma, ya era graduada. Sólo quería irme a casa.
—No tendrás otra graduación hasta la universidad pero si estás impaciente por estar en la cama lo comprendo— dijo de modo petulante.
—No dije eso señor Cullen, aunque no es mala idea— lo besé.
Salimos de la fiesta, Edward fue por el auto mientras yo esperaba sentada en una banca fuera de la escuela.
Habíamos hablado sobre nuestros estudios, acordamos ir a la universidad de Washington en Seattle, Edward decidió seguir los pasos de su padre y entrar en la facultad de Medicina.
Yo ansiaba dedicarme a escribir, tenía tantas historias que contar. Me inscribiría en Literatura e Historia. Alice y Jasper estaban decidiendo, Emmett y Rose nos alcanzarían el siguiente semestre ya que pasarían un tiempo viajando después de casarse.
Había pasado todas las mañanas en casa de mis padres conversando con mamá. Charlie estaba un poco más dispuesto a aceptar a Edward y la otra semana volvería a ocupar su puesto de jefe de policía.
—Pareces feliz— escuché una voz triste a mis espaldas, me levanté de un salto. —Tranquila, no voy a hacerte nada, así quisiera no podría— enfoqué bien mi vista.
Era Jacob, venía en una silla de ruedas, escoltado por dos policías y uno de sus amigos.
—Jake— apenas pude decir su nombre, él había sido siempre muy orgulloso, ahora verlo en esa silla, sin poder moverse y sin su larga melena oscura me hizo olvidar todo el daño que nos había hecho.
—Vamos no me tengas lástima, prefiero que me odien a que sientan pena por mí, así al menos yo podría odiar a todo mundo y no vivir escondiéndome— me dijo con suma tristeza.
—No te odio Jake pero…
—Pero tengo mi merecido, anda dímelo, nadie se atreve a decírmelo a la cara, todo el mundo me ve y calla, como si esta silla me hubiera matado. No soy un cadáver, aún no— dijo con rabia.
—Te lo tienes merecido— escuché la agradable voz de Edward detrás de mí. –Si quieres que te traten como adulto tendrás que empezar a actuar como tal. Todo lo que nos pasa en la vida es por algo, dicen que el dolor nos sirve para recapacitar y cambiar. Espero que te sirva la lección. Ojala que puedas volver a caminar— terminó de decirle tomando mi mano.
—Cullen. Veo que tienes todo lo que deseabas. Que te aproveche— le dijo con rabia.
—Tengo todo lo que amo, esa es la diferencia entre tú y yo Black— respondió Edward.
—Amar y desear. No encuentro la diferencia pero parece que tendré siglos en esta silla para pensar en eso— sonrió con tristeza.
—Espero que algún día te mejores, en serio— le dije antes de irnos.
—Yo también perro, solo no te vuelvas a acercar a nosotros— le amenazó Edward.
—Ni de broma, ustedes me traen mala suerte, estoy seguro de que algo los protege. No voy a perder mi tiempo.
—Adiós Jake— me despedí.
—Adiós Bella, sé feliz— dijo girando su mirada a otro lugar. Cuando subí al me di cuenta que los policías a su cargo lo ponían dentro de una patrulla.
—Mañana se lo llevan a la prisión de Port Ángeles. Testifiqué esta semana contra él, durante la carrera de caballos en el festival de primavera Black tiró al suelo a uno de sus amigos de La Push, un tal Collin yo era el único testigo, el muchacho está en rehabilitación. La otra semana tendré que volver a testificar en Port Ángeles, esta vez, por el disparo que me dio. Creo que Jacob tiene lo que se merece. Ni más ni menos. No digo que esté complacido por ello, sólo que no puedo sentir lástima por él— encendió el auto y salimos hacia la casa.
Edward tenía razón, era difícil sentir lástima por alguien que había sido tan malo con nosotros pero yo no podía ódialo a pesar de todo. Tenía lo que se merecía y ahora debía vivir con ello.
Dicen que cosechamos lo que sembramos y que debemos construir nuestro futuro o soporta vivir con él.
Las leyendas de la tribu quileute hablaban mucho sobre el odio que trae sufrimiento y desgracias. Lástima que Jake no haya prestado oídos a sus propias historias.
Edward y yo habíamos logrado cambiar eso en nuestras vidas, en las de nuestras familias. De ahora en adelante ya no habría más odios ni rencores. El amor había superado las viejas rencillas, por fin habíamos cambiado el odio por amor.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanto.Esta Espectacular :D

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