12 enero 2013

Capítulo 4






CAPÍTULO 4

FIESTA A LA VISTA

Siempre me había sentido feliz en el colegio, Edward había sido mi mejor amigo desde el primer día de clases. Sin embargo con la llegada de Jessica comenzaron los problemas y ahora que nos sentábamos juntas, ella no perdía la oportunidad para molestarme. Observaba mis vestidos, mis cuadernos y hasta lo que llevaba para comer.
— Bella ese vestido que traes puesto es muy pasado de moda y deberías usar un sombrero tienes la piel estropeada, pareces una campesina— dijo arrugando la nariz
— Me gusta este vestido y no veo porque esconderme del sol— le dije molesta.
— Eres terriblemente irrazonable.
Y siempre usaba expresiones y palabras rebuscadas.
— Edward, esta ecuación no me sale, ¿podrías ayudarme?— Dijo ella dirigiéndose al asiento delantero.
Mi amigo se giró y revisó su cuaderno extendido.
— Jessica, cuando multiplicas algo por cero siempre te dará cero— le corrigió mi amigo al ver su cuaderno.
— Oh eres tan inteligente…— dijo ella con gran admiración
— Princesa Bella ¿tienes dificultades con algún ejercicio?— Edward me miró.
— ¿Princesa?— reclamó Jessica molesta.
— Siempre he llamado así a Bella— dijo mi amigo encogiendo los hombros
—Entonces podrías llamarme reina o su majestad— pidió ella respingando la nariz
— Y ¿por qué tendría que llamarte así?— le replicó Edward.
— Si ella es princesa ¿por qué yo no puedo ser la reina?
— Jessica solo es un juego infantil, cuando éramos niños leíamos muchos cuentos…— traté de explicarle.
— Cuando quiera tu opinión te la pediré ¿de acuerdo?— Me cortó con una voz dulce pero con los ojos llenos de ira.
— Bella es princesa sencillamente porque aun no tiene edad para ser reina pero estoy seguro que lo será dentro de algunos años— Dijo él tranquilamente. – Si quieres puedes ser duquesa o condesa.
— Esos títulos son menores y no me agradan. Ya sé qué tal emperatriz o zarina.
— Entonces deberías actuar como tal y tal vez en algún tiempo pueda llamarte así.
— Gracias Edward— Jessica parecía encantada.
— Una emperatriz es educada, no critica, no cotillea y sobre todo es muy silenciosa— dijo él.
— Por favor señorita Stanley, señor Masen los demás alumnos necesitan concentrarse— pidió la maestra.
Jessica no volvió a hablarme en todo el día, al menos eso serviría para que no me moleste…
La semana pasó rápido y tenía muchas tareas pendientes.
Edward y yo nos encontrábamos todas las mañanas antes de llegar a la escuela y caminábamos juntos. La mañana del viernes estaba esperándome bajo el árbol de siempre.
—Buen día princesa Bella— dijo besando mi mano como lo hacía solo cuando estábamos a solas, era nuestro saludo secreto desde niños, aunque no podía evitar que mi corazón diera un saltito cada vez que lo hacía.
— Sir Edward— dije yo con la reverencia de siempre.
Me encantaba saludarnos así, me hacía sentir como en un cuento, habíamos tomado esa costumbre cuando yo tenía 9 años y mi papá empezó a trabajar en el despacho del Juez Masen. Yo era aun pequeña para quedarme sola en casa todo el día y estaba de vacaciones, así que mi padre buscaba con quien dejarme en el día; la señora Masen se ofreció a cuidarme y a pesar de que Charlie no quería aceptar terminó cediendo. Ella me recibía todas las mañanas con mucho cariño, no tenía hijas y me había tomado afecto. Jugaba todo el día con Edward y después leíamos. Su biblioteca era grande y tenía cientos de libros de cuentos. Para él eran solo historias sin importancia hasta que le conté mis proyectos de hacer realidad aquellos cuentos.
Yo siempre sería la princesa y él el príncipe, el villano o hasta la bruja malvada. Echamos a perder dos madejas de lana amarilla de su madre cuando yo fui Rapunzel y él casi cae del balcón. Esos recuerdos me hacían sonreír. Mis favoritas habían sido la Bella durmiente y Blanca Nieves, aunque Edward me torturó antes de darme el beso para despertar, en la mejilla claro. Me había pinchado el dedo de verdad y me obligó a morder una manzana podrida.
— ¿Bella me oyes?— salí de mis recuerdos.
— Claro que sí, no estoy sorda. ¿Qué me decías?— Contesté.
— Caray Bella sentarte con Jessica te está afectando— soltó una carcajada, yo sólo lo mire con indiferencia.
— ¿De verdad le dirás emperatriz?— pregunté.
— En sus sueños, yo quisiera llamarle bruja pero eso no sería muy cortes ¿verdad?— sonreí divertida.
—Eso sería solamente la verdad, pero creo que no es correcto— le dije – ¿Que me querías decir?
— En realidad quería darte algo— me tendió un sobre muy elegante
"Edward y Elizabeth Masen tienen el agrado de invitarle a la fiesta de celebración por el onomástico de su hijo EDWARD ANTHONY el día 20 de Junio a las 8:00 p.m."
— Vaya una fiesta— grité con una sonrisa.
— Sé que no te gustan las fiestas y que siempre nos escondemos para no actuar como adultos, pero este año va a ser más complicado.
— ¿Por qué?, tenemos un buen escondite
— Primero porque en el escondite que tenemos casi no cabemos los dos. Y segundo porque este año han invitado a mucha familia y van a tener el ojo puesto en mí.
— Pero al menos yo sí podré esconderme no—
— Bella no te vas a esconder y dejarme sólo allí, eso quería pedirte. Que no te separes de mí. Tengo dos primas que son una verdadera molestia y no me van a dar ni un minuto de tranquilidad. Mi madre me tiene hace una semana con clases de baile. Prefiero bailar mil veces contigo antes que con ellas.
— Pero Edward yo no sé bailar.
— Te enseñaré, podemos practicar en las tardes. Prometo ser un buen profesor y no forzarte.
— No lo sé Edward, no me agradan los bailes, puedo tropezar, pisarte, romper algo o hasta caerme en el pastel—
— No importa, hagas lo que hagas mientras estés cerca de mi me sentiré más seguro. Te cuidaré, no dejaré que te caigas y no gritaré si me pisas. Quitaré todos los floreros y prometo solemnemente rescatarte del pastel si caes en él y pase lo que pase no me reiré— a pesar de todo sonaba serio.
— Debes estar desesperado, esas primas tuyas han de ser un par de brujas. Sería una mala amiga si te dejara en sus garras. Está bien pero debemos practicar mucho.
— ¡Excelente!— gritó, abrazándome y levantándome del suelo. – Le diré a mamá que se lo pida a Charlie y practicaremos todas las tardes. Ahora corre que vamos retrasados.
Y diciendo eso tomo mi mano y me jaló hasta llegar a la puerta de nuestro salón de clases.
El día transcurrió tranquilo a diferencia de otros, hasta que Jessica abrió la boca.
— Edward, ya tengo el trabajo casi terminado, puedes revisarlo.
Él se giró y tomó los papeles que ella le alcanzaba.
— ¿Jessica porque le has puesto perfume a las hojas?
— Creí que le daría un toque más fino— dijo ella petulante.
— Batracio se escribe con c y no con s y los sapos no son monstruosos.
— Si hay algún error lo arreglaré— dijo ella algo avergonzada.
— No hay problema, yo haré lo demás. Gracias buen trabajo— le dijo metiendo los papeles entre sus cosas.
— ¿Bella te gustan mis dibujos?— Mike me alcanzó algunas hojas.
Las tomé y vi que eran copias perfectas de gráficos de libros.
— Están bien Mike, ¿acaso podrías hacer algún dibujo más de un sapo de verdad?— y no estas malas copias, pensé.
— Lo que tú me pidas Bella. También les pondré color— dijo sonriendo y volteando a su lugar.
— ¿Y ya tienen los bichos?— preguntó Jessica.
— No son bichos— repliqué.
— Casi— dijo Edward.
— Si mañana Edward y yo…— me callé al instante al ver la mirada reprobatoria que me dirigía Edward. Y me di cuenta de que había sido indiscreta, ellos no debían saber cuándo iríamos al estanque. Bueno solo esperaba que no se dieran cuenta.

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