20 enero 2013

Capitulo 39



CAPÍTULO 39

SEÑOR Y SEÑORA CULLEN

BELLA
Todo ha pasado tan rápido, que me parece estar soñando. Temo despertar en mi casa de Forks. Tengo miedo que estos días sean sólo producto de mi subconsciente.
Alguna vez fantaseé con que Edward me pidiera matrimonio, de hecho llegué a soñar alguna vez que nosotros vivíamos juntos. Pero verlo allí, hincado de rodillas, pidiéndome ser su esposa fue indescriptible.
Sofie, la secretaria de Richard me acompañó de compras para la boda. Siempre con prisa, apenas hubo tiempo de elegir cosas sencillas. Mi vestido de novia fue corto y ligero. También por recomendación de la pícara secretaria llevé un juego de lencería blanco, todo de encaje transparente. Al ver mi rubor sonrió entendiendo que entre Edward y yo aún no había pasado nada más que besos y abrazos.
—Creo que te saltarás la segunda y tercera base esta noche— dijo ella sonriendo.
— ¿Tú crees que él…? Bueno quiero decir, nos estamos casando muy apurados y por necesidad no tenemos que…— traté de darle excusas pero me trabé.
— ¿Quieres o no estar con él?— me preguntó directamente.
—Claro que quiero es sólo…
—No hay peros ni excusas. Esta noche será tu esposo, eres tú la que decide cuán lejos quieres llegar.
Me quedé pensando en sus palabras, tanto que apenas estuve consciente en la ceremonia.
Richard me llevó al altar, aunque la boda fue sólo por el civil parecía religiosa.
Había cientos de modos distintos de casarse en este lugar, hasta alquilaban trajes de películas famosas para casarse disfrazado. Nosotros optamos por algo sencillo y tradicional.
Luego de firmar y registrar el matrimonio fuimos al apartamento, donde según el padre de Emmett, pasaríamos unos días. Con mucho una semana hasta que todo en Forks esté tranquilo y pueda regresar. Tenía deseos de ver a papá.
Tal vez podría llamar a mi madre, a veces me sentía tan mala hija excluyéndola de mi vida, yo la quería pero creo que no la necesitaba como una hija necesita de su mamá, quizás porque con tanto tiempo lejos de ella había aprendido a valerme por mí misma.
Antes de entrar a nuestra casita "por unos días" Edward me tomó en brazos, me sonrojé mucho pero lo disimulé con una sonrisa.
Ese era el primer indicio de que para él ahora yo era su esposa.
Las palabras de Sofie seguían en mi cabeza. Yo quería a Edward, con todo mi corazón. Y también ansiaba algo más físico, algo a lo que pocas veces tuvimos oportunidad por lo extraño de nuestra situación.
Fui a cambiarme a la habitación, tenía unos cuantos vestidos ligeros, no sabía si él quería salir a dar un paseo. El centro de la ciudad nos quedaba algo lejos y no teníamos coche. Pero pasear sería bueno, aunque claro quedarnos solos aquí estaría mejor.
¡Ay me estoy volviendo loca! ¡No sé qué hacer o que pensar!
Sentí sus pasos entrando en la habitación, ya había desabrochado casi todos los botones de mi vestido y estaba por quitármelo. Mi primera reacción fue taparme pero no lo hice, dejé que entrara y seguí con lo mío.
Antes de que la suave prenda cayera a mis pies me giré a verlo. Sus ojos estaban fijos en mí, sabía que debajo sólo tenía prendas trasparentes pero ya no tuve miedo.
Ahora éramos uno de todas las formas posibles y anhelaba que sea para siempre.
.
Amanecí sobre él, apenas abrí un ojo de di cuenta que me estaba mirando. Le sonreí.
—Buen día señora Cullen— me saludó. Qué extraño sonaba. Es la primera vez que oía mi nuevo nombre y me gustaba.
—Buen día señor Cullen— le respondí.
— ¿Tienes hambre?— preguntó.
—No. Déjame estar así un rato más— le pedí. Aún no estaba lista para separarme de él.
—Yo si tengo hambre aunque no de comida.
Unas horas más tarde volví a despertar, no podía creer que me había quedado dormida otra vez. Bueno, el ejercicio repetitivo cansa mucho.
Me levanté de un salto Edward no estaba en la cama, justamente en ese momento entró en la habitación con una charola en sus manos.
—Desayuno continental para mi bellísima… esposa— dijo ahogando la voz al verme como Dios me trajo al mundo.
— ¡Gracias!— le hice señas para que pusiera la comida en la cama y me abalancé a devorar la fruta en primer lugar. Estaba hambrienta. ¡Podría comerme un puma entero!
Edward se rió de mi apetito, tomó una sábana y me cubrió la espalda.
Por fin pudimos conversar a gusto. Ahora con más complicidad que antes. Era como si ya no fuéramos una sola alma.
Quedamos en no llamar a nadie en un par de días. Por lo menos eso tendríamos antes de enfrentar a todo el mundo.
No sabía si Esme y Carlisle estarían con la boda. Edward me calmó asegurándome que ellos lo entenderían.
¿Y mi padre? Quizás quiera matarnos.
Igual regresaría a Forks a tratar de hablar con él. Si no me aceptaba me marcharía para siempre del pueblo a vivir en algún otro lugar. A dónde mi esposo me llevara, ahora éramos uno y no nos separaríamos.
—Cariño tal vez sea muy realista pero creo que debemos pensar en no agrandar la familia— dijo sonriendo mi flamante esposo.
—Pues no vi que tuvieras ese cuidado anoche— le reproché.
—Lo siento, es que no pensaba… bueno si lo pensé pero… oh rayos, no iba a romper el momento mágico si te dejaba para ir por las dos docenas de preservativos que me dejó Richard— me reí al enterarme. Él se ruborizó.
Me reí tanto que caí a la cama, él retiró la charola y comenzó a hacerme cosquillas. Últimamente se le estaba haciendo costumbre.
— ¿En serio te dejó sólo dos docenas?— le pregunté pícaramente.
—Creo que fueron más, no los conté. ¿Pero qué vamos a hacer ahora? Ya es tarde— dijo preocupado.
—No te preocupes, no haremos nada. ¿Nunca hablamos de cosas personales verdad? Estoy en tratamiento por dismenorrea, me aplicaron dos inyecciones para equilibrar mis hormonas. Después de eso planearemos cómo cuidarnos.
— ¿Tienes que? ¿Para qué son las inyecciones?— preguntó confuso, me volví a reír.
— ¿Cómo es que ganaste el gran juego del amor? ¿Acaso no estudiaste?— le reproché.
—Ah, eso. A ver, dismenorrea, es… menstruación dolorosa, para ello hay tratamiento hormonal, con anticonceptivos. ¿Para eso son las inyecciones?— preguntó interesado.
—Vaya señor Cullen, veo que pusiste atención al estudio. Sí, para eso son las inyecciones. Así que no soy una chica peligrosa— me reí al decir esto.
—Y yo que casi no pude dormir anoche, bueno ahora en la madrugada. No ves mis ojeras— me reprochó apretándose contra mí.
—Si veo tus ojeras, pareces un vampiro— le saqué la lengua.
—Soy un vampiro sediento de ti, aunque no es tu sangre lo que quiero— dijo mordiendo suavemente mi cuello, me llenó de sensaciones nuevamente. Este hombre iba a matarme de placer. Y yo estaba dispuesta a todo lo que me hiciera.
.
.
.
EDWARD
Fueron los dos días más cortos de mi vida y a la vez los más intensos, recién entendí muchos de los comentarios en doble sentido de Emmett.
Sólo salimos a comprar un par de veces, no paseamos ni caminamos, nos pasamos el 80% del tiempo en la cama.
Mis amigos se burlarían de mí si se los contaba. Ellos siempre me habían cuestionado mi falta de interés en lo sexual. Yo había leído todas las revistas médicas de mi padre y los libros de anatomía, no le encontraba el morbo al sexo. Era sólo para reproducirse no entendía porque hacer tanto aspaviento.
No hasta que me casé.
Ahora algo más que sólo un instrumento de perpetuación humana. Era como si mi mente y mi cuerpo sólo pensaran en ello. Y lo peor de todo es que me gustaba. Veía a Bella de todas las formas posibles, mi amiga, mi compañera, mi amante, mi esposa. Nos divertíamos hablando, cocinando, mirando televisión y sobretodo durmiendo, aunque precisamente no durmiéramos.
Era como si lo quisiera hacer todo con ella, me sentía tranquilo, relajado y feliz a su lado. No quería pensar en separarnos ni un minuto. Bueno no hay que ser tan paranoico, podríamos pasar tiempo separados pero en la misma casa. No soportaría vivir lejos, ya no.
El tercer día por la mañana recibí una llamada, debía ser Richard. ¿Quien más tendría nuestro número?
—Buenos días señor Cullen— escuché la voz de Jasper. – ¡Hola semental!— gritó Emmett a lo lejos.
—¿Jazz, Em? ¿Cómo están?— grité feliz.
—Qué diablos importa cómo estamos nosotros ¿Cómo estás tú? Cuéntanos— gritó Em, deduje que tenían el altavoz encendido. –No seas morboso Emmett ¿Están bien?— preguntó Jasper.
—Estamos muy pero muy bien. ¿Cómo están ustedes y mis padres?
—Carlisle y Esme estuvieron preocupados hasta que llegó Richard. Hay un lío enorme en la reservación y el padre de Bella está enfermo— dijo Jasper.
Miré a mí alrededor, Bella estaba en la ducha, aproveché para preguntar sobre la salud del jefe Swan, ahora mi suegro.
— ¿Charlie está enfermo? ¿A qué se debe?—
—Al principio estaba deprimido, después ya no fue a trabajar. Dicen que está en su casa como zombi. Soltó a Billy de la cárcel ayer para que fuera juzgado por su pueblo. No lo sé pero creo que el jefe Swan va a morir de pena sin su hija.
— ¿Crees que sea prudente volver? Yo quisiera quedar bien con él, hacer las paces. Ya no hay vuelta atrás, Bella y yo estamos casados. Sólo temo que quiera separarnos.
—Esme irá a verlo hoy, no creo que quiera recibir a Carlisle todavía, seguro que todo esto le ha hecho reflexionar. Habla con Bella pero no se apresuren a venir todavía. Jacob Black está desaparecido, no lo capturaron aquel día, nadie sabe donde se ha metido— eso me preocupó, saber que aquel tipo andaba por allí. Él era peligroso, no nos expondríamos.
—Gracias Jazz, lo tendré en cuenta, llamaremos por la noche para hablar con mis padres—me despedí.
—Diviértete Romeo y más te vale que dejes el nombre de los mosqueteros en alto— gritó Emmett.
—No te preocupes Em, hasta ahora voy muy bien, casi no he dormido, ni salido de este departamento, no hay quejas— reí para despejarme un poco y callarlo, ahora no creo que haya nada en el mundo de sepa Emmett más que yo.
— ¡Eso es chico!— colgué al escuchar las risotadas.
Me quedé pensando si debía decirle a Bella sobre su padre. Decidí que no debía preocuparla aún, se lo diría antes de llamar a mis padres en la noche, todavía teníamos un día entero que aprovechar, mañana empezaríamos a enfrentar todo lo que viniera.
Ese día fuimos a pasear al centro, recorrimos muchos casinos y hoteles famosos, era un deleite para la vista aunque decían que de noche era más hermoso. Nos fuimos temprano para hacer la llamada. Antes de entrar a casa nos detuvimos a apreciar el crepúsculo.
—Bella, te he ocultado algo y la verdad me he sentido inquieto todo día— le confesé.
— ¿Me ocultaste algo? ¿Qué podría ser? Hemos estado juntos como un par de siameses— me susurró sonriendo, era tan hermosa.
—Recibí una llamada de los chicos en la mañana, cuando estabas en la ducha. Amor, tu padre está enfermo. Les dije que llamaríamos por la noche, no quería que te preocuparas, planeaba un día tranquilo. Tal vez nuestro último día de luna de miel— le sonreí.
— ¿Te dijeron si es grave? ¿Es a causa del golpe que recibió?— se alarmó.
—Dicen que de pena. Que no ha ido a trabajar.
—Ah ya sé lo que tiene. Se puso así cuando Renée se marchó. Lo recuerdo. Yo no lloré mucho por la huída de mamá, sino porque pensé que Charlie moriría de pena y me quedaría sola en el mundo. Se le pasará, como se le pasó lo de mamá.
— ¿No estás molesta conmigo?
—No amor. Seguro que me habría ensombrecido el día. Una parte de mí quisiera volver y hacer que mi padre fuera feliz de nuevo pero eso es arriesgado, él puede querer encerrarme, no deseo otro escándalo más, ni ver enfrentadas a las dos familias nuevamente. Me comunicaré con él, en unos días. Le hablaré para contarle todo. Él decidirá si quiere que yo siga en su vida o no. Tendrá que aceptarme contigo o dejarme ir— dijo con tristeza.
—Bella, iré contigo si es necesario. Ahora vamos a llamar a mis padres, ya saben todo pero quiero hablar con ellos y preguntarles algo más que también me preocupa. Jacob Black anda suelto. Jasper me dijo que el día que huimos no lo atraparon. Billy estuvo en la cárcel pero Jacob no— ella entendió todo y subimos a hacer la llamada.
Me contestaron a la primera timbrada. Era mi madre y se oía agitada.
—Hola ¿mamá?— pregunté aún sabiendo que era ella, puse el altavoz para que Bella fuera partícipe de la conversación.
— ¡Edward! Hijo, que alegría escucharte. Richard nos contó todo, debiste habernos dicho, hubiéramos volado para estar con ustedes. ¿Cómo se te ocurre casarte sin tu madre presente? No es la forma que debiste proceder con Bella. ¿Cómo está ella?— dijo todo muy aprisa, yo sonreí.
—Estoy bien Esme, gracias por preocuparte— dijo mi esposa, sonriendo. Escuché la voz de mi padre al fondo pidiéndole que también pusiera el altavoz para hablarnos.
—Edward, Bella. Felicidades, señor y señora Cullen— dijo mi padre. Podía sentir que sonreía y contenía una carcajada.
—Hola papá. Gracias, estamos muy bien y muy felices. ¿Cómo están ustedes?— le pregunté.
—Ahora estamos bien, estuvimos muy preocupados. No te reprocho nada, yo habría hecho lo mismo hijo. Sólo me queda decirte que debes cuidar de Bella y planear su futuro juntos.
—Gracias Carlisle, Edward me cuida bien— dijo Bella.
—Bella, bienvenida a la familia hija. Por cierto, tal vez esto sea un poco difícil no me gusta ser portador de malas noticias pero hace unas horas ingresaron a tu padre al hospital.
— ¿Por qué?— preguntó ella alarmada.
—Estaba deprimido, ingirió todo el frasco de aspirinas. Le hicimos un lavado gástrico y tapamos la noticia para que no empiecen las especulaciones. Tranquila no ha querido suicidarse si hubiera estado decidido sólo tenía que pegarse un tiro. Estoy seguro que quiere que vuelvas pero no desea dar el primer paso— dijo con toda serenidad Carlisle. Bella que había derramado un par de lágrimas se tranquilizó.
—Gracias Carlisle, quisiera verlo ¿Todavía está en el hospital?— le preguntó.
—Sí, mañana le darán de alta, puedo retenerlo un día más si lo que quieres es venir a verlo. Creo que es mejor que hablen en el hospital que en otro lugar— sugirió papá, yo no estaba tan seguro de querer volver tan rápido pero podía ver la angustia de Bella.
— ¿Podemos ir Edward?— fue una pregunta que parecía un ruego, sabía que no me negaría.
—Claro que sí, iremos y hablaremos con él. Tranquila— la abracé
— ¿Entonces vendrán?— preguntó papá al otro lado de la línea.
—Si papá, mañana temprano saldremos para allá, no sé cuanto demoremos— dije pensando en las posibilidades de ir. No teníamos mucho dinero pero trataríamos de llegar lo más rápido posible.
—Sabía que vendrían en cuanto lo supieran. Reservé dos pasajes para Seattle a las 7 de la mañana y dos más en avioneta hasta Port Ángeles. Tu auto todavía está allá en el hangar de Richard. Espero que lleguen antes del almuerzo— dijo mi madre feliz.
—Gracias mamá eres un ángel— le dije cariñosamente.
—Entonces duerman bien y no se preocupen. Bella hija, mañana podrás ver a Charlie, yo fui hoy a hablar con él pero no me quiso recibir, Sue me dijo que estaba ebrio y deprimido. Los esperamos entonces. Edward enciende tu celular y llámanos para mantenernos informados cuando estén en camino— dijo Esme.
—Gracias Esme, gracias Carlisle. Nos vemos mañana— se despidió Bella.
—Tengan cuidado en el camino de vuelta, cuando estén cerca enviaré a Emmett y Jasper para escoltarlos. Cuídense— dijo mi padre.
—Adiós mamá, adiós papá. Gracias por todo. Nos vemos mañana— les dije satisfecho.
—Besos mi amor— fue lo último que oí de mamá antes de colgar.
—Entonces regresamos— dijo mi dulce esposa no tan contenta.
—Creo que debemos enfrentar las cosas de una vez. Con el susto por lo de tu padre no pregunté por Black, seguro nos enteraremos allá. Sea lo que sea estaremos juntos, no dejaremos que nada nos separe. ¿Sí?
—No Edward, nada nos separará— me abrazó y pude sentir su corazón latir más aprisa.

0 comentarios:

Publicar un comentario