20 enero 2013

Capitulo 36



CAPÍTULO 36

DECISIONES APRESURADAS

BELLA
Había pasado todo el día en La Push y no me di cuenta que casi oscurecía. La plática con Emily estuvo interesante.
Me sinceré con ella sobre mis sentimientos, le conté todo el problema que teníamos Edward y yo para estar juntos. Ella pareció entender. Me dio muchos ánimos para seguir adelante y me prometió averiguar más sobre esas leyendas acerca de mi abuela ya que ella también las había oído.
Le pedí que me llevara a casa porque no quería que mi papá supiera dónde había estado, seguramente Leah se olvidó de mí o se demoró, afortunadamente papá prefería pasarla con sus amigos los sábados y no se interesaría por mí hasta la noche. Eso esperaba.
Al llegar a casa vi dos patrullas de policía y me asusté.
—No sé mucho de estas cosas pero creo que tu papá tiene visita o hay algún problema en tu casa— dijo mi nueva amiga estacionándose en la reja de entrada.
Pero antes que baje de su auto mi padre salió de una de las patrullas y corrió a abrirme la puerta.
— ¡Bella! ¡Por Dios niña! ¿Dónde te habías metido?— gritó sacándome del auto ferozmente. Me asustó su brusquedad pero vi que no tenía intenciones de hacerme daño porque lo hizo para abrazarme.
—Estoy bien papá. Todo el tiempo estuve con Emily— dije mirándola.
— ¿Emily? ¿No estabas con Leah?— preguntó él nervioso.
Seguramente Leah se había olvidado de mí y llegó a casa. Pero no veía mi camioneta estacionada...
—Leah tenía algo que hacer en otro lugar, yo le cedí mi auto. ¿Por qué?— pregunté muy intrigada.
—Ella está muy mal Bella, la están operando, se desangró— su rostro pareció afligido pero luego de un momento regresó esa mirada asesina que aparecía cuando hablaba de los Cullen.
— ¿Qué? ¿Cómo?— pregunté aturdida.
—Fue ese maldito Cullen. Va a pagar por lo que ha hecho pero el muy miserable se niega a hablar, estoy consiguiendo una orden de Seattle para interrogarlo con más fuerza— dijo levantando sus puños.
Me quedé lívida. No sabía lo que pasaba ¿Qué habría hecho Edward? ¿Algún accidente?
—No entiendo papá— murmuré tratando de controlar mi nerviosismo ¿Edward estaría bien? ¿Qué tipo de fuerza querría usar mi padre en él?
—Llegó en su auto con ella desangrándose. La trajo al hospital al verla muriendo. El muy canalla, desgraciado…
— ¿A qué te refieres?— no entendía nada.
—Señor, la madre de Cullen está en la estación, trae un abogado. No tenemos pruebas y tampoco hallamos al doctor Volturi en Port Ángeles. Y el Jefe de Seattle dice que debemos proceder legalmente, podemos tener problemas con el abogado— le dijo uno de sus subalternos.
Me di cuenta que mi padre pretendía interrogar a Edward de manera ilegal y me aterraba que lo hiciera.
— ¿Papá, qué es lo que quieres saber que Cullen no dice? Yo le puedo preguntar, estoy segura que él no me mentirá— dije desesperada.
—No Bella, ya lo hice. Lo interrogué. Estuve a punto de sacar mi arma y dispararle pero él se niega a abrir la boca y decir nada— me aterró escuchar eso de papá.
—Podemos probar Jefe, los chicos se entienden entre ellos— dijo el otro policía.
—No dejaré que mi hija esté cerca de ese monstruo— refunfuñó papá.
—No sé lo que haya pasado papá pero estoy segura que aquí hay algo raro. Si me dejas podrás saber más. Por favor— rogué.
—Bien, yo te llevo— dijo todavía furioso.
Me despedí de Emily con señas y me subí al auto de policía. Llegamos a la estación.
En cuanto vi a Esme supe que quería venir a abrazarme pero le hice señas para que se quedara sentada ya que mi padre iba conmigo.
Papá me llevó directo a la celda de interrogación, antes de dejarme entrar me advirtió que si él se atrevía a acercarse lo pagaría caro. Me asusté mucho.
Cuando Edward me miró se levantó y quiso venir hacia mí se pero le hice los mismos gestos que a su madre minutos antes. Él entendió y se quedó quieto en su lugar.
Me senté en una silla frente a él.
—Hola Cullen, mi padre quiere saber qué es lo que ha pasado. ¿Podrías ayudarnos por favor?— le pregunté. Él asintió con la cabeza. —Cuéntame— le pedí.
—Estaba en casa alrededor de la una de la tarde cuando recibí una llamada. Era Leah, la joven con la que llegas siempre al colegio. Me dijo que estaba muriéndose y que la ayudara. Tomé mi auto hacia a Port Ángeles, encontré tu auto a un lado de la carretera y supuse que era ella porque… bueno es tu amiga. La encontré sangrando, saqué un cobertor, la envolví en él, la subí a mi auto y la traje acá porque no conocía a nadie en esa ciudad. Mi padre es médico así que le avisé por teléfono, él me espero en el hospital con la camilla lista. Luego salí de Forks con rumbo a La Push. Entre las pocas cosas que Leah me dijo antes de desmayarse fue que te había dejado en la reserva pero no me dio detalles. Así que iba a verificar que todo estuviera en orden— dijo tratando de ser lo más firme.
Sabía que trataba por todos los medios de no involucrarme.
—Dime ¿Cuando traías a Leah en tu auto, te dijo quien había sido el que le hizo eso?
— Me dijo que el padre de su bebé la llevó con engaños a una clínica abortiva, ella pensaba que sólo sería una revisión pero un médico la inyectó algo y empezó a sangrar. Escapó de allí pero no pudo llegar muy lejos— dijo todo eso sin mirarme.
No lo podía creer. ¿Leah embarazada?
Sin embargo tenía sentido, sus cambios de humor, sus llantos en la noche, las cosas grasosas que últimamente se le antojaban.
— Edward ¿Puedes decirme si Leah te dijo quien es el padre su hijo?— casi podía adivinar la respuesta pero quería que me lo confirmara.
—Jacob Black— dijo Edward conteniéndose.
Me llené de indignación. Todo este tiempo supe que había algo extraño en su trato con Leah, la forma como ella me trataba cuando Jacob venía por mí, su presencia en la carrera de autos. Todo coincidía, incluso cuando Edward dijo que la encontró sola en la carretera una vez.
Jacob estaba detrás de esto. Y ella lo amaba. ¡Maldito! ¿Cómo le pudo hacer pasar por todo esto?
— ¡Eso es mentira! Eres tú el responsable de todo y ahora tratas de culpar a alguien más para salvarte. ¡Cobarde! ¡Miserable! Eres igual que tu padre, igual que tu abuelo, eres lo que eres. ¡Un Cullen!— Charlie entró furioso.
Lo vi llevar su mano hacia su arma y se me fue el alma del cuerpo. Me levanté de un salto, me posicioné en medio de ellos, delante de Edward.
— ¡No papá!— grité, mientras Edward me tomaba de la cintura para apartarme.
—Quita tus manos de ella— gritó Charlie.
Me giré y abracé a Edward, tratando de hacerle entender que si me hacía a un lado mi padre podía dispararle
—No me apartes ¡No quiero que te mate!— le dijo llorando, no sabía cómo pero mis lágrimas habían empezado a salir.
—No. Bella, hazte a un lado, tu padre está fuera de sí — dijo mi novio. No podía permitir que Charlie le dispare.
— ¡No!— grité agarrándome de su camiseta, pataleé para que Edward no me hiciera a un lado. — ¡No le hagas daño! No a él, por favor, por favor. No a él— me abracé a mi novio con todas mis fuerzas.
Si Charlie era capaz de dispararle iba a tener que hacerlo sobre ambos. Escuché ruidos a mis espaldas. Voces de más personas y un claro forcejeo.
—Jefe Swan cálmese—gritaban los demás policías.
Cuando Edward se relajó, me atreví a soltarlo. Lo miré a los ojos, vi una ola de preocupación en sus ellos.
—Bella, sal de aquí— escuché decir a mi padre más calmado.
—Por favor princesa, obedece— murmuró Edward a mi oído.
Me separé de él a regañadientes y no dejé de mirarlo hasta que salí de esa habitación del brazo de uno de los policías. Pero mi corazón seguía latiéndome aprisa al ver que papá mandaba que los demás oficiales abandonaran también la habitación.
Afortunadamente Charlie decidió seguirnos y no se quedó. Creo que habría mordido al que me llevaba del brazo si papá no viene. No era seguro para mi Edward quedarse con Charlie solos en una habitación. Más aún después de la escena que acababa de presenciar.
Caminamos hasta llegar al despacho de papá. Él y yo nos miramos profundamente cuando los demás se marcharon.
No sabía lo que él pensaba, su mirada era incierta. Cómo si en lugar de mirarme a mi estuviera viendo a otra persona. Pasaron unos minutos hasta que él se recompuso y empezó a respirar de manera normal.
—Quiero que vayas a casa. Que te encierres en tu habitación y que por nada del mundo salgas de allí. Obedéceme Bella o lo lamentarás. Quiero que hagas una maleta. Iré en una hora por ti— me dijo aún enfadado.
—Papá ¿Qué me vas a hacer?— pregunté aterrada.
—Sólo mantenerte a salvo pequeña. No permitiré que nadie te lastime— dijo con la mirada perdida.
Llamó a dos de los policías de guardia, yo sabía que eran sus hombres de confianza, porque siempre custodiaban la casa. Me fui con ellos, antes de salir volví a encontrarme con Esme y no pude evitar arrojarme en sus brazos. Estaba muy asustada, aún temblando de miedo. No sabía que estaría pensando mi padre o a donde quería llevarme.
—Esme, creo que papá se ha dado cuenta. No dejes que le haga nada a Edward— le susurré. –Va a llevarme lejos de aquí, por favor, no dejes que Edward nos siga— le rogué.
—Cálmate Bella, todo saldrá bien. Carlisle me llamó, Leah sobrevivirá y podrá contarlo todo. Buscaremos la forma de sacarte de tu casa— me reconfortó aunque tenía miedo que llegaran tarde.
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EDWARD
Me había mantenido firme todo el tiempo, sin abrir la boca para nada, aunque Charlie Swan claramente quería utilizar la fuerza para hacerme decirle lo que pasó.
No quería decir algo demás que pudiera relacionarme con Bella por ello decidí esperar a que llegara un abogado para responder. Estaba en todo mi derecho. Si algo había aprendido de Jasper es a no dejar cabos sueltos y a tener paciencia. De nada me valdría decirle que en realidad el que le había lastimado a Leah era Black ya que Charlie Swan lo quería como a un hijo. No creería en mí, no contra Black.
Pero me llevé una gran sorpresa al ver entrar a Bella. Tuve deseos de abrazarla, pero su semblante me dio a entender que no era el momento. No sé si fue idea del comisario Swan o de mi novia que ella viniera a verme.
—Hola Cullen, mi padre quiere saber qué es lo que ha pasado. ¿Podrías ayudarnos por favor?— preguntó nerviosa. ¿Cullen? Jamás me había llamado así. Su padre debía estar observando desde fuera. Le dije que si con la cabeza para que siguiera preguntando.
—Cuéntame— pidió.
Le expliqué de forma clara y detallada como fue que ocurrieron los eventos.
—Dime ¿Cuando estaba Leah en tu auto, te dijo quien había sido el que le hizo eso?— traté de evitar dar detalles como por ejemplo que sabía la clínica en la que estaba o que vi los autos en el localizador que hábilmente antes de que me arrestaran guardé debajo del asiento de mi auto, junto al móvil que Leah usó para llamarme.
— Edward ¿Puedes decirme si Leah te dijo quien es el padre su hijo?— preguntó Bella.
Vi de reojo que la puerta se abrió, Charlie Swan apareció. Parecía querer que le confesara algo que me inculpara. Me miraba con frialdad
—Jacob Black— dije con firmeza.
Ése era el nombre del verdadero responsable de todo este lío. Bella no parecía sorprendida pero su padre estaba pareció estallar.
— ¡Eso es mentira! Eres tú el responsable de todo y ahora tratas de culpar a alguien más para salvarte. ¡Cobarde! ¡Miserable! Eres igual que tu padre, igual que tu abuelo, eres lo que eres. ¡Un Cullen!—dijo de manera despectiva.
Nada de lo que yo dijera lo convencería. Para él sólo era su enemigo, un odio heredado. Él ni siquiera me conocía.
Todo ocurrió muy rápido y me tomó por sorpresa. El jefe Swan avanzó hacia mí totalmente fuera de control. Bella corrió a interponerse entre nosotros. El corazón me latió aprisa, podía enfrentar a Charlie pero no con ella en medio, tan sólo pensar en que algo la pudiese lastimar me asustaba. Traté de hacerla a un lado, si su padre decidía sacar el arma no la quería a ella allí.
Pero mi terca novia me abrazó, eso hizo que su padre se enfureciera más, su furia llegó a niveles inimaginables en cuanto vio a su hija cerca de mí.
Todo se estaba complicando. Le pedí a Bella que se hiciera a un lado pero ella seguía firme y aferrada a mí como si en ello se le fuera la vida.
Esto me puso muy tenso, hasta que entraron tres policías a contener a su jefe, le pedí, casi le rogué a Bella que obedeciera a su padre y saliera de allí.
Cuando todos se fueron me senté. Estaba profundamente confundido. Creo que el jefe Swan se dio cuenta y no quería que lo supiera de esa forma. Estaba seguro que lo había comprendido.
Pasaron algunos minutos hasta que la puerta se abrió dejando paso a un trastornado Charlie Swan.
— ¿Qué tienes con ella?— preguntó aunque su mirada parecía perdida.
— ¿Con quién?— traté de evadirlo.
—Con mi hija ¿Qué tienes con ella?— volvió a preguntar.
—Nada, Bella es muy protectora, estoy seguro de que lo hizo por usted, porque no quería que hiciera algo de lo que después se arrepentiría— dije sin mirarlo a los ojos.
— ¿Tienes algo con Leah?— preguntó confundido.
—No señor. Ni siquiera soy amigo de ella, sólo hemos cruzado algunas palabras— respondí.
— ¿Por qué a ti? ¿Por qué te llamó a ti y no a mí que soy como su padre?
—Una vez la ayudé. La encontré caminando en la carretera una mañana. Hacía frío y me detuve a llevarla. Y ya que soy, digamos uno de sus "enemigos", seguro confiaba en que no le diría nada a usted— trataba de parecerle lógico.
— ¿Leah caminando en la carretera sola?— preguntó todavía ausente.
—Creo que fue Black quien la abandonó allí. Pero no sabría decirle. No me imagino quien pueda ser tan imbécil para dejar a una mujer sola en medio de la carretera— dije cizañeramente, recordando que a mi Bella ese tonto le hizo lo mismo.
Oí voces afuera de la habitación. Me pareció escuchar gritar a mi padre. Su voz se hizo cada vez más fuerte.
"¡Déjenme pasar! Vengo con mi abogado ¡Lo que hacen es ilegal!"
—Te quedarás aquí esta noche, mañana no me importa a dónde vayas, puedes irte si quieres— dijo el jefe Swan. Me dio la espalda y salió.
Lo que me dijo me sonó a sentencia.
Minutos más tarde mi padre entró con el abogado, otro de los oficiales me tomó la declaración pero no volví a ver a Charlie Swan.
Estaba preocupado.
Le pedí lápiz y papel a mi padre y envié un mensaje a Jasper, estaba seguro que él entendería.
"Maniobra xtrema. SOS"
Fue todo lo que escribí y esperé. Nunca, en los 13 años que los conocía me había defraudado. Sabía que ellos vendrían pronto.
Casi dos horas después oí un grito lejano, golpes y jaleo. Escuché la puerta abrirse y me preparé para salir de allí.
—Más te vale que sea importante Romeo, iré a prisión por golpear a un oficial— Emmett entró y me arrojó un abrigo.
Lo seguí. Al pasar contuve la respiración, el humo que había me indicaba que había utilizado algo más que sólo fuerza bruta.
Jasper estaba terminando de encerrar a los demás policías inconscientes en una celda. Traían puestos sus pasamontañas y ambos vestían de negro.
— ¿A dónde?— preguntó Jasper, dándome un abrazo para saludarme.
—A casa de Bella, de inmediato.
Salimos a la calle, nadie había notado nada extraño. Prueba de que el plan fue perfecto.
Subimos al auto de Jasper y salimos de allí tan veloces como pudimos.

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