20 enero 2013

Capitulo 35



CAPÍTULO 35

MUCHAS, MUCHAS COMPLICACIONES

EDWARD
— ¿Estás seguro hijo? ¿Eso es lo que quieres?—preguntó mi padre.
—Estoy seguro de amarla y de querer estar a su lado para siempre. Debo protegerla, es mi deber papá.
—No, no es tu deber. Debe haber alguna otra forma, podemos ayudar a Bella a salir de Forks e irse a vivir con Renée. Si quieres puedes ir a estudiar a Phoenix, cerca de ella. Todo se puede arreglar. No tienes porque…
—Y sacarla de aquí sin ningún compromiso ¿Llevármela sin estar casados?
—Sólo digo que no tienes que hacerlo, si no estás seguro. Ambos son muy jóvenes.
—Estoy seguro papá, me casaría con ella en este instante si pudiera. Sé que soy joven pero mis sentimientos no van a cambiar. Sé que esa seguridad sólo se siente una vez. Quiero llevármela de aquí de la manera correcta, como mi esposa.
— ¿Has hablado con tu madre?— preguntó preocupado.
—No. Quería que tú seas el primero en saberlo, tienes más experiencia que yo al respecto. ¿Cómo se lo pediste a mamá?
—En nuestro caso fue algo sencillo. Bueno no tan sencillo. Creo que nunca te he contado esa parte de nuestras vidas. Conocí a Esme cuando empezaba mi internado. Ella salía con otro médico, uno mayor que yo, creo que ya llevaban años saliendo parecían novios pero él nunca formalizaba nada. Hasta que un día de improviso, él se casó, con la hija del director del hospital. Tu madre y yo éramos amigos, ella sufrió mucho. Todos eran muy crueles con ella y por su puesto yo estaba enamoradísimo. Un día sin pensármelo le propuse matrimonio y para mi sorpresa ella aceptó. Sólo demoré unas horas en arreglarlo todo y nos casamos, al principio tuve mis dudas, rogaba tanto que ella me amara. Y sucedió, no sé cómo, ella se enamoró de mí, fui el hombre más feliz. Al poco tiempo tú estabas en camino, nunca esperé que la vida me sonriera de esa manera.
—Vaya, que historia más interesante— dije fingiendo estar sorprendido.
Claro que ya lo sabía pero no iba a dejarle saber que mamá ya me había contado. Aunque la versión de ella difería un poco. Según me lo contó, un amigo suyo los presentó. Ella se enamoró de papá a primera vista. Pero Carlisle era muy dedicado a su trabajo y pocas veces podían conversar. Luego su amigo se casó con la hija del director del hospital y papá pensando que mamá estaba triste le propuso matrimonio. Ella acepto feliz y ese mismo día se casaron. Bueno, los dos se amaban pero ninguno se atrevía a confesarlo.
Creo que la moraleja de todo sería que aprovecharon la oportunidad. Y yo aprovecharía la mía.
— ¿Entonces se lo vas a proponer? ¿Cuándo?— me preguntó.
—No tengo anillo papá, no sería una propuesta seria sin un anillo.
— ¿Olvidas que ella está comprometida? Para todo el mundo es así, aunque te duela.
—No me importa, ella me ama. No me interesa que piensen los demás.
— ¿Pero ella lleva un anillo? No me he dado cuenta— preguntó.
—Lo tiró hace tiempo, no espero que lleve el mío tampoco, hasta que podamos irnos de aquí.
— ¿Y cuándo será eso, dónde planean casarse?
—Necesito hablar con ella, no sé cómo, seguro que ahora ese perro la vigilará todo el tiempo. Hoy empiezan nuestros exámenes finales, veré la forma de hablarle.
—Pues ve pensándolo, algo se nos ocurrirá. ¡Ahora ve a la escuela!
Salí de casa repasando en mi mente lo que haría, cómo se lo pediría. Ya después planearíamos la ceremonia, en algún lugar secreto. Yo quería que fuera rápida, así como la de mis padres para que Charlie Swan no pueda llevársela después y el perro sarnoso no pudiera hacer nada.
Los días pasaron volando, apenas tuve tiempo de verla entre uno y otro examen. Bella se veía bastante preocupada.
Le sonreía al pasar a su lado y me devolvía una sonrisa reconfortante. Estaba seguro que algo me ocultaba. Bueno, tampoco habíamos tenido ocasión de conversar, estaba esperando con ansias el fin de semana.
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BELLA
Fue una semana extenuante, quería que llegara el sábado para poder ir a La Push y conversar con la madre de Sam Uley, tal vez ella supiera algo más sobre mi abuela, aunque Jacob no creía esa parte de la leyenda yo necesitaba respuestas.
Ver a Edward cada día y no poder siquiera acercarme era una tortura, no quería tampoco forzar un encuentro, me sentía vigilada más que nunca.
Tracé un plan para lograr que papá me dejara salir todo el sábado.
—En serio necesito un favor, no te pediré otro. Lo prometo, sólo uno. Te pagaré— pedí.
—No voy a cobrarte, sólo una condición: que Cullen no esté incluido en el favorcito, ya suficiente tengo con saber que te entiendes con él para ayudarte en tu romance prohibido— me advirtió Leah.
—No tiene nada que ver con Edward. Quiero ir a La Push mañana, pasaré todo el día allí.
— ¿Vas a verte con Jake?—me miró desconfiada.
—Tampoco tiene nada que ver con él. ¿No escuchaste las leyendas el otro día? Quiero hablar con la madre de Sam y Seth— debía ser sincera para que me ayudara.
—Bueno, yo la verdad quería ir a Port Ángeles. Y tal vez podríamos ayudarnos mutuamente. Ya sé, salimos temprano, les inventamos una buena excusa a los viejos, te dejo en La Push y voy a Port Ángeles. Regresaré por ti después del medio día y nadie se dará cuenta ¿Qué dices?
— ¿Qué tienes que hacer en Port Ángeles que no quiere que sepa tu mamá o mi papá?
—Ese no es tu problema, como tampoco el mío que andes con el baboso de Cullen. Si yo no pregunto por tu relación, no preguntes por mis asuntos. ¿Estás de acuerdo?— allí iba otra vez, la malhumorada Leah atacaba de nuevo.
—Está bien. No pregunto, tu idea me parece genial.
Leah convenció a Charlie de que necesitábamos un tiempo solas como mejores amigas y casi hermanas. No sé cómo él se lo creyó. Leah era buena convenciendo a papá, ser huérfana a veces le ayudaba mucho.
Salimos temprano pero me había olvidado que Edward me había mandado a decir con Rose que necesitaba hablar conmigo, tal vez podría decirle que venga por mí, aunque ver a Leah me desanimó.
Decidí hablarle por teléfono para avisarle dónde estaría, ya se le ocurriría algo a él. Saqué el móvil de mi bolso y lo encendí mientras Leah manejaba en la carretera a La Push.
— ¿Tienes uno de esos? Creí que Charlie te había prohibido tener celular— se sorprendió ella.
—Éste es de Edward, sólo le quería avisar a dónde voy para que no me busque.
—Mientras más alejado esté él de nosotras mejor, si Charlie se entera que yo sabía algo se decepcionará de mi— apenas le sonreí.
—No lo sabrá, si mi padre se llegara a enterar, cosa que no creo, nunca te implicaría en mis problemas. Ah me equivoqué de clave, lo intentaré otra vez— me molesté un poco, quería hablar cuanto antes y mis dedos torpes marcaron otro numero de clave.
— ¿Por qué lo tienes con clave?— preguntó ella.
—Por si alguien lo descubre, diré que me lo encontré y creo que sin la clave no funciona. 7777, ya está— grité feliz.
—7777, pues que fácil tu clave la verdad— se rió y se quedó callada mientras le marqué a Edward.
No contestó así que le dejé un mensaje explicándole a dónde me iba, tal vez podríamos vernos en la noche o mañana.
Llegamos a La Push yo temía encontrarme con Jacob o su padre, así que me agaché.
— ¿Qué haces?— se quejó Leah.
—No quiero que me vean los Black ¿Podrías dejarme más cerca de la casa de Sam?
—Obviamente no están. Eres ridícula, este es tu auto, escondiéndote o no igual se darían cuenta que llegaste a la reserva— avanzamos un poco. Apenas llegamos cerca de la casa de los Uley abrí la puerta y me deslicé, ni siquiera me despedí de Leah que tampoco tuvo cuidado, apenas vio mis dos pies en el suelo arrancó. Parece que llevaba prisa.
¡Maldición! Me había olvidado mi bolso en el auto. Leah volvería por mí así que sólo tenía que esperarla. Caminé hasta la casa de Sam pero no había nadie allí, me senté a esperar.
Llevaba más de una hora cuando llegó Emily, la novia de Sam.
— ¿Bella? ¿Qué haces aquí?— preguntó, ella era muy hermosa, la más bonita de todas las quileute, o diría la más buena creo que por eso todos la querían.
—Hola, quería hablar con la madre de Sam o con él.
—Ellos han salido, yo venía a dejarles verduras. Estarán aquí por la noche. ¿Gustas pasar?— aproveché para hablar con Emily, seguro ella también sabría algo sobre la leyenda de mi abuela.
Estuvimos hablando por horas, pero no sabía nada de eso. Fuimos a su casa y me invitó a almorzar. Me preocupaba un poco que Leah no me encuentre por eso puse un pequeño aviso en la puerta de Sam para que ella lo viera y me buscara en casa de los Young. A pesar que Emily no sabía mucho a cerca de aquella leyenda me contó otras muy interesantes.
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EDWARD
Había estado con mi padre ensayando cómo le pediría matrimonio a mi novia y aunque no me había ayudado mucho ya tenía una idea clara de lo que le diría.
Cuando llegué a mi habitación vi en mi celular que tenía un mensaje, lo oí y de inmediato me sentí intranquilo.
¡Bella sola en La Push!
Estaba seguro había ido a preguntar a los quileutes, debí haberlo adivinado. Ella era un apersona muy persistente y no se detendría hasta averiguar la verdad.
No sabía si tomar mi auto y salir para allá. Le timbre un par de veces pero su teléfono estaba apagado. Decidí entonces darle una mirada a los autos, hace días que no usaba las cosas que el padre de Jasper me obsequió. El localizador estaba descargado, lo enchufé a su cargador y me senté a esperar.
—Pero si aquí está nuestro atormentado Romeo— entró gritando Emmett.
—Edward ¿Estás bien?— Jasper también estaba en casa.
— ¿No tienen chicas que perseguir?— los molesté.
—Yo ya no persigo, eso es para novatos, yo tengo ardientes encuentros. Claro que sus castos oídos no deben escuchar— soltó una carcajada el grandulón.
—Yo tampoco persigo a nadie, me dedico a cortejar a la dama que me ha conquistado el corazón— se quejó Jasper.
—Quería decir que hacen un sábado por la mañana los dos aquí ¿Qué no tienen novias?
—Pues ya nos vamos, sólo estamos aquí para picar algo. ¡Qué carácter hombre! Ojala que cuando ejerzas se te vaya ese mal humor. Y a Bella esa timidez. Será muy divertido verlos con cara de culpa— me molestó Em antes de irse.
Me había distraído peleando con ellos, cuando volví a ver el localizador fue cuando me desesperé.
El auto de Bella no se encontraba en el perímetro de Forks, ni el de Black tampoco. Busqué en la Push y ninguno apareció. Estaba impaciente así que dirigí mi búsqueda hacia la ciudad más cercana Port Ángeles. Allí los encontré y estacionados juntos.
¿Qué hacían los dos en Port Ángeles? Por la ubicación me atreví a buscarlos en una computadora satelitalmente, vaya que servía la tecnología para estos casos.
Ambos estaban estacionados en una clínica y no precisamente cualquier clínica, recuerdo haber escuchado a mi padre hablar sobre ella una vez, más bien criticarla, el director de ese lugar estudió un par de cursos con Carlisle en la universidad. Era una clínica abortiva, legal pero abortiva, bajo una fachada de clínica estética.
Salí velozmente de mi casa, ni siquiera me detuve a comer algo a pesar de ser hora de almorzar. Manejé con rapidez intentando llevar a mi auto al límite.
Cuando iba a medio camino mi celular comenzó a vibrar, me estacioné en la carretera para hablar, temía que sea algo malo que me distrajera de la concentración que debía llevar en una autopista a más de 160 kilómetros por hora.
— ¿Bella?
—Edward ayúdame...
— ¿Bella eres tú?
—No Edward, ella olvidó su bolso en el auto... ayúdame por favor... me estoy muriendo.
— ¿Leah?— me colgó.
No sabía si ellas estaban juntas, no alcanzó a decirme nada ¿Se estaba muriendo? ¿Qué podría haberle pasado? ¿Y si estaban heridas ambas?
Pisé a fondo el acelerador, llegué en 25 minutos y su auto no estaba en el lugar, el de Black seguía allí. Busqué en el localizador, el auto estaba en las afueras de Port Ángeles, a un lado de la carretera. Me apresuré.
Me estacioné a su lado apenas llegué y bajé rápidamente.
— ¿Bella? ¿Leah?— grité abrí la puerta Leah estaba dentro del auto, con una bata celeste. Me impresionó el contraste de colores, pues en la parte baja de la bata un rojo escarlata era notorio. ¡Sangre!
Rápidamente me saqué la chaqueta y la envolví, la cargué en brazos y la llevé a mi auto. Parecía a punto de desvanecerse.
No sabía qué hacer, ni de dónde salía tanta sangre, supuse que de la parte inferior de su cuerpo. Rápidamente saqué una manta de la cajuela de mi auto y la envolví. Papá decía que un enfermo no debía enfriarse.
—Leah, necesito que me digas qué te pasó. Te llevaré al hospital de mi padre. Pero necesito que me digas la verdad.
—Lo siento, Bella olvidó su celular y no sabía a quién mas llamar. Bella está en La Push, está bien. Yo… vine a Port Ángeles… Jake me convenció, me dijo que sería lo mejor… yo no quería…— rompió a llorar.
—No te entiendo ¿Qué te pasó?
—Ese maldito doctor dijo que sólo me revisaría y que la inyección era para que no me doliera el ultrasonido. ¡Yo no quería!
— ¿No querías qué?
—No quería abortar, no quería que le hagan daño a mi bebé— sus lágrimas caían.
— ¿Aborto? ¿Esperabas un hijo de Black?— mi manta empezó a teñirse de rojo. Leah emitió un quejido de dolor y me apuré a subir al auto. Lo encendí y aceleré todo lo que pude. En el camino llame a papá, puse el altavoz.
— ¿Edward?
—Papá, ayúdame, necesito un quirófano con urgencia.
— ¿Qué ha pasado, estás bien? ¿Bella está contigo?— su tono de voz cambió.
—Estoy bien, Bella no está conmigo… es Leah, tiene con hemorragia, la llevaron a una Clínica abortiva de tu ex compañero, ese tal Volturi. Dice que le pusieron algo para el dolor y está sangrando.
—Ven lo más rápido que puedas, tal vez podemos salvar al niño. Date prisa, tendré todo listo, te espero con una camilla afuera del hospital.
—Gracias, te llamaré cuando esté entrando al pueblo para que salgas a recibirla.
—Bien hijo, ten cuidado en la pista. Corta la llamada.
—Gracias— alcancé a decirle y aceleré todo lo que me permitía el auto.
Casi bordeaba los 200 kilómetros por hora cuando aparecieron las primeras casa de Forks. Leah estaba dormida o eso creía pero comenzó a murmurar.
—Sé que tú no le harías lo mismo a Bella porque la amas. Yo la odiaba porque Jake la prefería a ella, he amado a ese tonto toda mi vida y él sólo tiene ojos para Bella. Creí que me amaría si me entregaba a él. Sólo me usó y yo… lo supe siempre— me sorprendía que me contara esas cosas. Ahora sólo podía hablarle para mantenerla despierta.
— ¿Por qué no se lo dijiste a alguien más? Debiste confiar en alguien— ella soltó un quejido. — ¿Te duele mucho?— pregunté, nunca había estado cerca de algo así.
—Sí, duele. ¡Oh por dios acelera!— gritó mirando por la ventana.
Sólo un segundo me bastó para mirar lo que la había asustado tanto. Muy cerca de nosotros y saliendo de una calle venía el auto de policía de Charlie Swan.
Maldije por dentro, no podía detenerme a explicarle la emergencia. Aceleré a pesar de que oí la sirena. No me detuve, saqué el celular y marqué para avisar a mi padre que estábamos muy cerca.
Cuando llegué al hospital, bajé como un rayo y saqué a Leah del auto, la camilla ya estaba esperando. Papá me miraba angustiado.
—Calma hijo, has hecho todo bien, yo me encargo. Tranquilo— un par de médicos llegaron a tomarle las funciones vitales, le colocaron vía endovenosa mientras se la llevaban.
Escuché la patrulla de policía estacionarse a mi lado. El padre de mi novia bajó furioso.
— ¡Te tengo Cullen! Has sobrepasado los límites de velocidad dos veces, cuando salías y entrabas del pueblo. Y has hecho una llamada mientras conducías. Nada te salvará de esto.
—Fue una emergencia Jefe Swan— respondí con firmeza.
— ¿Así que vienes directo al hospital para que tu padre te salve verdad?
—No. Vine trayendo a una persona herida— no sabía cómo decirle que era Leah sin comprometerla. Decidí decir la verdad, dejando de lado a Bella tanto como pudiera.
—Si como no. Buena coartada ¿A quién se supone que trajiste?
—Leah Clearwater.
— ¿Leah? ¿Está herida? ¿Y dónde está Bella?—su rostro cambió de inmediato.
—No sé nada de su hija, yo sólo fui por Leah a Port Ángeles, tenía hemorragia y la traje con mi padre— susurré.
Él no me hizo caso y entró al hospital, amenazándome con no abandonar el lugar. Pero no podía hacer nada, debía buscar a mi novia y alertarle. Subí a mi auto y manejé un trecho pero antes de salir del pueblo camino a la reserva dos autos de policía me cerraron el paso.
Me estacioné para hablarles pero no se acercaron de forma educada, uno de ellos me apuntaba con su arma, el otro abrió la puerta y me bajó a la fuerza.
—Edward Cullen está arrestado por rebasar los límites de velocidad permitidos, hacer una llamada utilizando el teléfono móvil mientras conduce, obligar a una menor de edad a abortar y huir de la autoridad. Tiene derecho a permanecer callado. Cualquier cosa que diga o firme puede ser utilizada en su contra en un tribunal. Tiene derecho a un abogado que puede estar presente en un interrogatorio— se me heló la sangre.
Todos esos cargos eran infundados. Lo de la velocidad lo asumo pero tenía buenas razones.
Me esposaron y me subieron a uno de sus vehículos. Jamás pensé ser arrestado de esa forma y bajo esas circunstancias.
Ahora estaba atado de pies y manos, no podría ver ni hablar con Bella y no sabía por cuánto tiempo.
¿Por qué justamente ahora cuando más necesitaba verla?

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