20 enero 2013

Capitulo 34



CAPÍTULO 34

LA LEYENDA

EDWARD
Había sido una competencia de lo más vergonzosa, aunque la última parte fue agradable. No quería poner a Bella en ningún problema y me porté bien.
La cara de Black era mi mejor pago. ¿Cuántas veces he tenido que tragarme mis celos?
Lo mejor era que no podía acusarnos de nada; además me di cuenta que después de su demostración de posiciones sexuales él y Lauren no dejaban de mirarse.
Le di a mi reina el premio que me dieron por ganar la competencia y me acomodé a su lado para escuchar las leyendas de Forks, no había oído ninguna antes. Era reconfortante poder pasar una tarde de domingo como jóvenes normales, cerca de mi novia y con mis amigos, había ansiado tanto este momento.
"Con ustedes Sam Uley" fue anunciado.
Ese quileute me agradaba, era honesto. A diferencia de su jefe.
—Hola a todos, mis hermanos y yo tenemos unas leyendas que hemos preparado. Algunas son antiguas, otras en cambio son más recientes. La primera es triste, no es muy antigua pero a ustedes les sonarán a leyenda porque creo que ninguno había nacido cuando esto sucedió.
Tres quileutes tomaron los micrófonos y empezaron su relato.
—Su nombre era Marie, todos la amaban, porque además de ser muy guapa era buena y virtuosa. Todos los día ayudaba a su madre en los quehaceres de la casa, asistía a la escuela de la reserva y era la mejor en su clase. Pero su padre no era del todo feliz con ella pues no pudo tener más hijos.
El siguiente chico habló.
—Marie traía a vender pescado al pueblo de Forks, y un día, conoció a un joven de cabellos de oro y se enamoró de esa pálida tez y ojos como el cielo. El romance floreció como las violetas en primavera, el primer para ambos — volvieron a cambiar de narrador.
—Pero su padre no quería que Marie frecuentara a ese desconocido. La obligó a casarse con un policía de mal corazón. Quien le hizo derramar lágrimas amargas. El joven de cabellos de oro se marchó del pueblo cuando ella se casó. Sin poder resistirlo, ella corría algunas noches en playas de La Push, esperando ser rescatada por aquel que alguna vez le juró su amor.
Esa historia se me empezaba a hacer conocida, miré a Bella con discreción, tenía los ojos muy abiertos y escuchaba hipnotizada.
—Y un día su amor volvió y se reunieron otra vez… ya no había más tristeza en sus ojos. Su felicidad no duró mucho, pues su esposo pronto se enteró. Los amantes huyeron, cruelmente perseguidos por el bosque, perros tras de ellos, policías y mucha gente…
Me estremecí al oír eso, no sabía que la abuela de Bella era quileute, de allí sus cabellos oscuros y sus ojos marrones como los del jefe Swan.
—Ya no podían correr, no podían ocultarse. Fueron atrapados en lo alto del acantilado. Todos los rodearon, sus hijos los llamaban, los policías gritaban, los perros les ladraban y antes que las balas cayeran, ellos se sonrieron mutuamente y se aventaron al acantilado…
¿Esa era la verdadera historia? ¿Eso pasó con nuestros abuelos?
¡Los nativos la hicieron leyenda! ¡Ellos siempre supieron todo! Aunque dudo que los más jóvenes nos relacionen a Bella y a mí con los amantes suicidas.
El más joven de los hermanos Uley tomó el micrófono.
—Los hombres dicen que murieron aunque sus cuerpos nunca fueron hallados. Mi madre contaba que ella vio a Marie una mañana de otoño, volvió aquí por su hijo, pero él no quiso creer que ella estaba viva, él ya la odiaba. Y Marie se fue para siempre. Algunos dicen que es mentira, que los amantes del acantilado están en el cielo, dónde nadie puede hacerles daño. Y aunque las leyendas no son más que recuerdos lejanos, que sirva de ejemplo para que no se vuelva a repetir, el odio solo produce odio, debemos cambiar el odio por amor.
Al girarme a ver a Bella me llevé una sorpresa. No estaba a mi lado. La busqué desesperado con la mirada, ella caminaba hacia la puerta de salida. Quise correr tras ella.
—Deja que las chicas se encarguen— Jasper me detuvo.
—Si Edward nosotras iremos con ella— Alice se puso de pie junto a Rosalie. Pero no pude quedarme quito más tiempo al ver que Black corría tras Bella.
—Bueno creo que debemos ir contigo— Jasper me miró aturdido.
Salimos segundos después. Llegamos al estacionamiento Bella estaba llorando cerca de su auto, Black estaba detrás, apuré el paso.
—Vamos Bella, era sólo una historia ¿Qué te sucede?
— ¡Todo el tiempo lo has sabido y no me dijiste nada!— le gritó ella.
— ¿Qué? ¿Qué tu abuela se largó con un Cullen? Claro que lo sabía, es leyenda, una muy ridícula por cierto. Ya deja eso, regresemos al gimnasio.
—No, es muy triste, muy triste. ¡No sabes cuánto daño me hace!— gritó ella.
—Por eso Charlie quiere que nos casemos, para evitar que te lastimen así. No sabes lo desagradable que fue verte cerca de ese Cullen y sus amiguitos.
—Lárgate Jacob sus amigas estamos aquí— Alice lo encaró mientras que Rosalie abrazaba a mi novia.
—Par de brujas, ustedes consienten que ese Cullen se le acerque a mí prometida. ¡Le voy a decir a Charlie que se traen!— les gritó Black.
—Mide tus palabras cochino engreído. Bruja, tu abuela. Y no te vas a casar nunca con mi amiga ¿Entendiste?—Alice se enfrentó a Black, que furioso la levantó con una sola mano. Jasper que caminaba apurado a mi lado, corrió.
— ¡Suelta a mi novia o date por muerto!— Black lo miró confundido.
— ¿Esta enana es tu novia? ¿Entonces Bella…?— apenas puso a Alice en el suelo Jazz lo empujó contra otro auto. Corrimos a detener a nuestro amigo, no era bueno dar ese espectáculo en pleno estacionamiento aunque yo mismo quisiera partirle la cara al quileute.
Escuchamos algunos gritos y pronto tuvimos a varios quileutes tratando de defender a su amigo que ya se había ganado un buen moretón en el ojo. Logramos contener a Jasper antes que lo deje lisiado o alguna cosa parecida.
—Si tú eres novio de la enana y el mastodonte lo es de la rubia ¿Con quién rayos está Bella?— gritó Black como loco a Jasper.
No parecía molesto por el golpe tanto como por lo que acababa de darse cuenta. Quise darle un par de trompadas y decirle que era yo a quien ella amaba. Yo, el que me la llevaría muy lejos de aquí.
—Definitivamente no contigo. ¡Olvídate del compromiso!— gritó Bella, sacándome de mis pensamientos de fuga.
Se oyeron unas sirenas, un auto de la policía llegó y Charlie Swan bajó de él.
—Ya sabía que esto traería problemas. ¿Qué pasa Jacob?— preguntó furioso. Todos volteamos a mirar.
—No pasa nada aquí. Necesito que me lleves a casa papá, ahora— Bella se puso delante de su padre.
— ¿Alguno de estos muchachos te está molestando?— dijo el jefe Swan mirándonos.
— ¡Necesito hablar contigo de mi abuela!— Nunca había visto tan molesta a Bella, quería acercarme y calmarla.
La mirada de Charlie Swan cambió, ya no parecía dispuesto a llevarnos a la cárcel. Ayudó a Bella a subirse y sin decir palabra se marcharon.
—Si me entero de que eres tú… ella se muere. Te lo juro Cullen, nadie me va a ver la cara. No voy a pasar a las leyendas de mi pueblo como un cornudo— Black me habló en susurros pero con tanto odio, estaba seguro que no bromeaba.
Eso fue más que una amenaza, debía actuar rápido, alistar todo, preparar las cosas cuanto antes. Ya casi no quedaba mucho tiempo para terminar la preparatoria, los exámenes finales comenzarían mañana, luego todo serían sólo detalles antes de la graduación, buen momento para irnos.
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BELLA
Con cada palabra que los Uley decían, me enteraba de la verdad. Las historias suelen repetirse y yo estaba en medio de una tragedia, nuevamente.
Mi abuela Marie y el abuelo de Edward se amaban. Se amaron tanto que prefirieron morir. Pero no entendía lo último ¿Cómo que Marie volvió? Eso no tenía pies ni cabeza, debía preguntarle a papá, ahora que ya sabía la verdad por otras fuentes me atrevería a encararlo, no lo hice antes por miedo a que supiera que Carlisle me lo había contado.
Miré a Edward de reojo, estaba tan concentrado que me deslicé de su lado y corrí hacia la salida. No quería hablar de esto aún, necesitaba que Charlie me diera su versión.
No encontraba las llaves y Jacob me alcanzó. Me confirmó que siempre supo toda la historia. Mi abuela había sido quileute y él nunca me dijo nada.
Se armó un escándalo hasta que llegó Charlie pero no lo iba a dejar que se hiciera el hermético otra vez. Lo obligué a llevarme a casa. Debíamos hablar.
—Bella, dime que has oído ¿Quién te ha dicho algo?—estaba nervioso, estacionó el auto en nuestra cochera y entramos a la sala. Sue salió a decirnos algo pero Charlie la corrió.
— ¿Me vas a decir quién te dijo? ¿Fue Cullen? ¿Él y sus amigos te lo dijeron?—estaba empezando a gritar pero eso ya no me importaba.
—No. Edward, Jasper y Emmett no me han dicho nada. Ellos siempre han sido buenos conmigo siempre. Lo oí de los quileute, hoy contaron la leyenda que nunca me dejas oír. Y quiero que me digas la verdad. Ya basta de mentiras. ¿Es cierto lo que dicen? Y no mientas porque Jacob también me lo confirmó. ¿Tú odias a los Cullen porque tu madre se fugó con el padre de Carlisle?
—De cuando acá tantas familiaridades con los Cullen. ¿Edward, Carlisle?
—No me cambies el tema papá que yo no he hecho nada malo, que no pueda odiarlos no es pecado.
—Bueno, si es cierto. Mi madre me dejó, prefirió a ese tipo en lugar de su hogar y su hijo— dijo avergonzado.
—Pero si tu padre no la quería ¡la maltrataba!— protesté.
— ¡No debió irse con ese hombre! Tenía que permanecer en su casa. ¡Ella quería a ese hombre más de lo me quería a mí!
—No le dejaron otra opción... Que egoísta eres, te pareces a tu padre— murmuré.
—No me hables así Bella. Nunca te he golpeado, no me obligues a hacerlo— amenazó.
—Y yo nunca supe que eras tan rencoroso. Creí que eras bueno, que eras justo. Pensé muchas veces que Carlisle te había hecho algo malo. Nunca te hizo nada, lo odias sólo por ser hijo de ese hombre— reclamé.
—Él también me odia.
—No es cierto, no te odia.
— ¿Y tu cómo sabes eso? ¿Dime Bella? ¿Acaso has hablado con él?
—Sí. Y no es malo. Nunca le ha enseñado a su hijo a odiarnos.
—Te quiero lejos de ellos, no me hagas repetirlo. Si te veo cerca del hijo de Cullen…
— ¿Qué harás papá? ¿Me perseguirás como lo hicieron con mi abuela? Yo no soy Marie Swan, no permitiré que me obliguen a hacer lo que no quiero. Y no me casaré con Jacob.
—Tu compromiso ya fue anunciado.
—Eres tú el que quiere esa boda, si tanto quieres unirte a los Black, cásate con él.
—Isabella Swan… ¡no me desobedecerás!— gritó.
—He tratado por años de comprenderte, de permanecer a tu lado. No me alejes de ti papá. No hagas que también te abandone— mis ojos se llenaron de lágrimas, salí corriendo a mi habitación.
Ya no había marcha atrás. No sabía cuánto más soportaría esto.

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