19 enero 2013

Capitulo 25



CAPÍTULO 25

LLEGÓ LA PRIMAVERA

BELLA
Me desperté muy feliz. Después de todo había sido una noche divertida, si Edward estaba cerca todo era fantástico. No tenía intenciones de levantarme. Quería seguir recordando el casi beso que le di a mi novio en el estacionamiento.
—Bella, la señora Stanley está aquí— Sue tocó mi puerta y entró.
— ¿Quien?— pregunté todavía sin levantarme.
—La madre de Jessica, viene con la costurera, van a tomarte medidas para el vestido que usarás para el festival de primavera.
—Yo no iré— me quejé.
—Bella, serás la princesa, debes llevar un vestido precioso. Tu padre pagará todo, vamos.
Me cambié a regañadientes y bajé. Fue un suplicio, al final dejé que Sue escogiera el color y el modelo para el disfraz ya que no volvería a usar un vestido así otra vez.
Lo único que me llamaba la atención de estas festividades era el concurso de cuentos y poesía que organizaba la escuela. Tenía una historia entre manos desde hacía semanas. Y unas líneas escritas en un cuaderno. Lo escribí el día que Edward y yo nos separamos, cuando lo dejé… era triste, muy triste. Tal vez lo presentaría para el concurso.
Trataba de recordar lo que hacía la princesa en el festival. Salir en la gran caravana que recorría las calles del pueblo. Una princesa adorno, eso era lo que simbolizaba, solo un objeto decorativo.
Premiar a cada uno de los ganadores de los concursos y luego esperar a que algún campeón la rescate. Eso era muy machista.
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EDWARD
Me levanté muy temprano, mamá quería salir a dar un paseo conmigo.
— ¿A dónde vamos?— pregunté, había manejado casi una hora y no quería decirme nada.
Llegamos a un lugar al pie de una gran montaña, había una cabaña y detrás de ella se extendía un gran pastizal. Era una granja. ¿Querrían una decoradora?
—Ven mi amor— me dijo bajando del auto. Un hombre muy fornido nos esperaba.
—Hola George— saludó ella.
— ¿Que hay prima?— respondió éste. No sabía que mi madre tenía familia aquí.
—Este es mi hijo Edward, te hablé de él— le estreché la mano aún sin entender nada.
—Claro, tengo listo algo para ti— me dijo sonriendo. Caminamos a los establos, había muchos animales y un gran jardín de hortalizas.
Uno de sus trabajadores traía un caballo blanco. Era hermoso, altivo, parecía más un potro crecido que un caballo adulto.
—Allí lo tienes, es el hijo de mi Chelsea, la más rápida de todo Washington. Aún es joven pero impetuoso— miré a mi madre sorprendido.
—Es para ti cariño, para que puedas participar de la competencia. Sé cuánto te gusta montar. Lo dejaste porque en Seattle no tenías suficiente espacio para correr libre—estaba atónito, el caballo era hermoso, fino y ligero.
Me acerqué a él, no me temía, se acercó a olerme la mano. Lentamente lo acaricié. Congeniamos instantáneamente.
— ¿Y cómo se llama?— pregunté a George.
—Su nombre es Charlie— dijo sonriendo. Solté una carcajada.
¿Cómo iba a competir con un caballo que se llamaba igual al padre de Bella? Lo tomaría como un insulto, aunque no era mala idea. Esme también pareció reflexionar un poco.
—Yo no sabía que se llamaba así— dijo un tanto sonrojada.
—Qué más da mamá— dije subiéndome a él. –Vamos amigo, al menos habrá un Charlie que no me odiará— comenzamos a trotar durante un rato para acostumbrarnos un poco el uno al otro.
—Puedes venir a montarlo cuando quieras— me dijo George.
—Mañana estaré aquí muy temprano y todos los días después de clases—le prometí.
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La semana comenzó con mucho entusiasmo, todos se preparaban para ese fin de semana, había decoraciones de flores y cintas multicolores por todos lados.
—Llegará el viernes—decía Jasper enojado.
— ¿Y si no llega?— le reprochaba Emmett.
— ¿Alguna vez te he fallado?— Jazz estaba molesto.
— ¿De qué hablan?— pregunté.
—Necesito algo urgente para la competencia. Las preguntas serán lo de menos en mi prueba pero toda el agua que hay que tomarse no me dejará correr— Em parecía preocupado, muy raro en él.
—El búfalo loco— me explicó Jazz –Son tres obstáculos que hay que sortear para conseguir los cuernos, la piel y la cola. Son preguntas de conocimiento o algunas capciosas pero eso no es lo difícil, Emmett deberá beber un litro de agua en cada parada, la última vuelta antes de ganar no podrá correr de forma normal. Por eso se llama sí ese juego, casi todos terminan mojando los pantalones— mi amigo sonrió.
— ¿Y qué planeas?— pregunté.
—Tengo una idea que debe funcionar pero Em parece que no tiene confianza. ¿Y a ti cómo de te va?— me preguntó interesado en mi entrenamiento.
—Bien, estoy empezando con los saltos— respondí.
— ¿Ya manejas bien a tu caballo—suegro?—preguntó Em.
—No se maneja un caballo y no tiene nada que ver con el padre de mi novia, deja de burlarte y mejor piensa en cómo le vas a hacer para no mojar tus pantalones— salí de casa rumbo a la escuela.
Apenas entrar al pueblo vi los grandes anuncios "Festival de Primavera". El pueblo parecía más alegre, las calles estaban empezando a lucir alegres colores, oficialmente la primavera había llegado. Era cuestión de días para tener todo verde y que empezara el movimiento.
Toda esa semana apenas vi a mi novia, salía muy rápido de clases para poder practicar.
Charlie, el potro, era cada vez más rápido, medía el tiempo que tardábamos en los casi 30 kilómetros que tendríamos que recorrer. Pero el camino a La Push era diferente y nuevo. Y aún no lo conocía. Tendría que dejarme guiar al principio.
El fin de semana llegó y mis nervios aumentaron. El viernes por la noche hubo una demostración de fuegos artificiales y un gran desfile de inauguración.
Bella parecía una muñeca, estaba preciosa, con un vestido bastante llamativo. Aunque se veía triste, sabía que toda esta fanfarria le agradaba tanto como a mí.
Jamás habría pensado en participar en estas competencias de no ser porque ella era el reto. No la sentía como un trofeo, ni como el premio mayor. Creo que podían más mis celos. No quería que otro sea el que gane y sea su príncipe. No se lo pondría fácil a nadie. Tendrían que derrotarme, si es que podían, para llegar a ella. Haría mi mejor esfuerzo.
—Esto es sólo para los oriundos de Forks— me reprocho Ateara cuando me vio admirando la carroza donde iba la princesa.
—Aunque no te guste, nací en este pueblo y no hay ninguna regla que diga que solo deben participar los nacidos aquí. ¿O acaso tienes miedo de perder?— lo reté.
— ¿Miedo de unos citadinos? No creo que duren mucho— escupió a mis pies y se marchó molesto.
— ¡Llegó! ¡Por fin!— Emmett venía corriendo con su enorme sonrisa de niño con juguete nuevo.
— ¡Ya basta! Déjame que te explique cómo funciona, si no lo haces bien podrías intoxicarte— Jasper le quitó un paquete.
— ¿Y eso?— pregunté
—Son polímeros naturales, hará que el agua se gelatinice en el estómago de Em, tiene el mismo principio que el del de los pañales desechables, solo que esto si se puede ingerir. Así no mojara sus pantalones— dijo muy contento Jazz.
— ¿Eso no es trampa?— pregunté.
—No hay ninguna regla que impida usar aditamentos, el beberá la misma cantidad de agua que el resto y responderá, si es que puede, las preguntas que le hagan. Esto sólo le ayudará a no pasar vergüenza— dijo muy confiado mi amigo.
—Iré a ver a mi Rose y luego a dormir— se despidió Emmett.
—También deberías descansar temprano Edward. La carrera es a medio día. Las inscripciones se cierran mañana y aún no te has inscrito lo cual es un alivio— dijo.
—Sino ya tendría a más de uno de los quilates buscando hacer trampa. Pero esta noche necesito ver a Bella— le dije algo pensativo.
—No pensarás ir a su casa—me dijo nervioso.
—Estoy vigilando, todos los autos están aquí, si veo que Bella se va sola la seguiré— sonreí.
—Entonces me quedo, no quiero correr riesgos contigo— dijo mi amigo.
Media hora después vi a lo lejos como mi novia bajaba de muy mal humor del gran auto adornado.
Jacob se acercó a ella para ayudarle a descender pero ella rechazó su ayuda y bajó de un salto, tambaleó al llegar al suelo. Jasper me detuvo porque quise ir a su lado corriendo. Desapareció de mi vista y la seguí por todo el lugar. Unos minutos después la vi salir de una de las tiendas armadas para el festival, con un gran paquete en las manos, debía ser su vestido. Subió a su auto, Jacob estaba delante y no la dejaba irse. En eso llegó su el jefe Swan y juntos caminaron hacia un lado dejando a Bella sola. La vi marchase.
—Es tu oportunidad, yo te cubro— dijo mi amigo.
Salí corriendo y subí a mi auto. Maneje lo más rápido que pude hasta rebasarla y la esperé en un cruce de calles, otra vez con mi auto a mitad de la carretera. Ella frenó, le hice señas para que me siguiera y cambiamos de rumbo hacia mi casa. Cuando llegamos corrí a abrir su puerta. Estaba llorando.
— ¿Amor que te sucede?— la estreché y besé sus cabellos.
—No lo resisto, toda esta semana me han tratado como a un adorno— me abrazó con fuerza. Pensé que tal vez ella no quisiera que yo compitiera.
—No pienso que seas un adorno y lo lamento yo también pensaba competir— dije algo avergonzado.
— ¿En qué te has inscrito?— me dijo más calmada.
—Aún en nada, pensaba hacerlo mañana temprano, en la carrera de caballos.
—Pero esa es la especialidad de Jacob, no hay jinete más veloz en el pueblo.
—Me he estado preparando mucho, no quería que él te rescatara. Quería ser yo, quería pelear por ti. Pero si eso te hace sentir mal, no lo haré.
—No. Está bien. Si eres tú me haría feliz.
—Sonríe, no eres un adorno, eres un sueño, uno muy alto e inalcanzable. Cuando estés en esa torre espérame que llegaré por ti— la tomé de la mano y entramos a mi casa.
— ¿Tus padres no se molestarán de verme?— preguntó.
—A Esme le caes bien.
—Pero a tu padre no— dijo algo triste.
—Ya se acostumbrará, dale tiempo— le sonreí.
Fuimos a la cocina y le serví una rebanada de pastel que mi madre había hecho.
—Delicioso— Bella estaba más contenta.
En ese preciso instante Carlisle entro a la cocina y nos miró un momento, sus ojos eran inexpresivos. Yo sabía que estaba debatiéndose interiormente.
—Buenas noches chicos— sonrió.
—Hola papá— dije sin preocupación. Mi padre sonrió.
—Buenas noches doctor Cullen— dijo apenas mi novia.
—Hola Bella y llámame Carlisle. Ya me di por vencido, no se puede luchar en contra de las estaciones ni del amor. Sólo tengan cuidado— sonrió de nuevo y subió a su habitación. Vimos televisión un rato. Mamá llegó unos minutos antes de irnos.
—Hola Bella— se abrazaron con cariño. –Hijo que bueno verlos juntos. Todo el pueblo está loco, hoy he trabajado mucho, decorando locales y viendo muchas cosas del festival. Parece que va a estar muy bueno. ¿Cómo vas con la equitación?— me preguntó.
—Bien mamá, creo que estoy listo— le dije guiñándole un ojo.
—Bueno me voy a cambiar, necesito un baño, nos vemos luego. Edward, dile a Bella lo del caballo, no quiero que se lo tome a mal— nos sonrió y subió también a su habitación.
— ¿Lo del caballo?— preguntó Bella.
—Oh… si es que verás, el caballo que montaré, que más parece un potro crecido... tiene un nombre singular y no quería que te molestaras, si hubiera podido cambiarlo…— ella sonrió.
—Ya. Dime el nombre y deja de disculparte— me exigió.
—Se llama Charlie— dije titubeando. Ella hizo una mueca muy chistosa, una perfecta O, parecía que iba a silbar.
—Rayos, espero que mi padre no se lo tome como algo personal— sonrió.
—Yo también espero eso. No quisiera que pensara que fue a propósito.
Salimos de casa y la acompañe un trecho hasta llegar cerca de la suya, luego regresé a descansar. Mañana sería un día algo difícil y también divertido.

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